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INPC 2024
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez,
ArqueoSapiens, Quito, Ecuador
arqueosapiens593@gmail.com
Interpretando las huellas de la Riobamba Antigua:
georradar y arqueología preventiva aplicada en contextos
coloniales de Villa La Unión, Colta, Chimborazo
Se expone el uso de técnicas complementarias para la investigación arqueológica de la Riobamba Antigua, actual Villa La
Unión, cantón Colta, Ecuador, con el fin de obtener información relevante para el conocimiento y gestión del patrimonio cultu-
ral en el subsuelo de la urbe moderna, antes y durante la ejecución de obras civiles. Investigaciones previas ya han reportado la
presencia en subsuelo de cimientos, pisos de ocupación, vías, canales, cunetas y demás infraestructura colonial, así como una
cantidad considerable de material cultural, como cerámica, lítica, metales, restos óseos y paleobotánicos, entre otros vestigios
de la ocupación de Riobamba, entre los siglos XVI y XVIII. Así mismo, los informes evidencian una alta destrucción de los
remanentes debido a obras para servicios básicos, ejecutadas desde el siglo pasado. Para la gestión del patrimonio que aún se
encuentra en el área, se consideró necesario llevar a cabo una prospección con georradar que dio lugar al mapeo de anomalías
en el subsuelo. Estas anomalías fueron contrastadas con datos obtenidos de una revisión bibliográfica, arqueológica e histórica
y la excavación de cateos puntuales, lo que permitió asociar los resultados del análisis geofísico a posibles vestigios arqueológi-
cos. En este artículo, se presenta la síntesis de los resultados obtenidos.
Resumen
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2, e18
https://doi.org/10.5281/zenodo.13862591
Periodicidad: semestral - continua
Riobamba Antigua, georradar, arqueología preventiva colonial, Colta, Ecuador.
Palabras clave:
Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
ISSN 2960-8120
https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/Strata
The proposed research aims to employ a combination of complementary techniques for the archaeological investigation of the city
of Riobamba Antigua, currently known as Villa La Unión, located in the Colta canton, Ecuador. The objective is to gather relevant
information for the understanding and management of the cultural heritage buried beneath the modern city, both prior to and
during the execution of infrastructure works. Previous research has documented the presence of underground remnants, including
structural foundations, occupation floors, roads, canals, ditches, and other colonial infrastructure, as well as a significant amount
of cultural material, such as ceramics, lithics, metals, bone remains, paleobotanical remains, and other vestiges of Riobamba's
occupation between the 16th and 18th centuries. Additionally, reports highlight the extensive destruction of these remnants due
to civil infrastructure works carried out since the last century. To effectively manage the remaining heritage in the area, a geora-
Unveiling the footprints of Riobamba Antigua: georadar and preventive archaeology in colonial contexts of Villa La
Unión, Colta, Chimborazo
Abstract
Patricio Moya Velasco
Vietic, Quito, Ecuador
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
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Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2
Breve historia de Colta,
la antigua Riobamba-Sicalpa
Villa La Unión del cantón Colta, provincia de
Chimborazo, se encuentra en un área de muy alta sen-
sibilidad arqueológica, sobre todo en su componen-
te colonial, ya que corresponde a la antigua ciudad de
Riobamba, la primera fundada en la Gobernación de
Quito y destruida por un terremoto en 1797 que, tras
los irreparables daños sufridos, fue trasladada a su ubi-
cación actual (Terán et al., 2000). Parte de los vestigios
monumentales de la ciudad colonial son aún evidentes
en distintas zonas, dentro del espacio objeto de la pre-
sente investigación, como San Francisco, La Merced y
detrás de la Unidad Educativa Mariano Borja. Por su
relevancia histórica, al tratarse de la ubicación original
de la Riobamba primigenia (Rodríguez y Gallego, 2015),
Villa La Unión ha sido objeto de un buen número de es-
tudios arqueológicos desde 1991, los que permiten con-
textualizar las características de los hallazgos en sub-
suelo y proyectar qué se podría esperar durante nuevas
exploraciones o intervenciones para la implantación de
infraestructura (Camino y Ávila, 2022; Chacón y Jijón,
2010; Castro et al., 2015; Granja, 2016; Jara, 1991; Mo-
reira, 2013).
Los yacimientos más antiguos reportados en la
provincia de Chimborazo pertenecen al período For-
mativo y se han ubicado en Alausí y Cebadas (Jijón y
Caamaño, 1997; Chacón y Jijón, 2010; Almeida, 2013).
Se asocia al posterior período de Desarrollo Regional la
fase Tuncahuán. En el período de Integración, se dis-
tingue la presencia de las culturas puruhá y panzaleo,
con una breve ocupación inca (Jijón y Caamaño, 1997;
Chacón y Jijón, 2010; Almeida, 2013).
Las investigaciones consultadas no registran di-
rectamente contextos de origen prehispánico en Villa
La Unión. No obstante, se han hallado fragmentos des-
contextualizados de posible filiación Puruhá, Panzaleo
e Inca entre las evidencias del período colonial (Jara,
1991; Chacón y Jijón, 2010; Jamieson 2012), por lo cual
se considera relevante su mención. En cuanto a la ocu-
pación Inca, si bien es clara su presencia en la provincia,
sobre todo en hallazgos de áreas de uso ritual tales como
las que Jamieson reporta debajo de la iglesia Nuestra
Señora de las Nieves de Sicalpa Viejo (2012), así como
evidencias monumentales y secciones del
Qhapaq Ñan
registradas por diversas investigaciones (Fresco, 2004;
Almeida, 2013; Yépez, 2017; Yépez y León, 2017), no se
reportan contextos cerrados de esta filiación en el área
específica de estudio. No obstante, sobre el sistema vial
andino, Chacón y Jijón (2010) recuperan las siguientes
rutas:
… el Camino Real cruzaba desde el tambo que
custodiaba el paso del río Ambato cruzando por
los poblados de Mocha, Chuquipogyo, Luisa has-
ta llegar a Riobamba (refiriéndose a la antigua
ciudad de Riobamba y no a la población actual),
… bifurcándose desde allí hasta la laguna de Col-
ta (siendo posible que la actual vía Panamerica-
na que recorre por la margen oeste de la laguna
corresponda al antiguo sistema vial), para tomar
posteriormente rumbo al sur; camino que parte
de la ciudad de Liripampa o Liribamba, desde
el ramal donde estaban el tampu y cuarteles del
Inka, en San Juan…
Durante la prospección arqueológica del inmue-
ble de la Unidad Judicial de Colta, al norte de la Pana-
dar survey was conducted, resulting in the mapping of subsurface anomalies. These anomalies were then compared with data
obtained from an archaeological-historical bibliographic review and the excavation of test pits. This cross-referencing allowed for
the association of the geophysical analysis results with potential archaeological remains. This article presents a synthesis of the
results and showcases the findings of the ongoing monitoring work, which demonstrates the successful application of the proposed
methodology.
Riobamba Antigua, georadar, preventive and colonial archaeology, Colta, Ecuador.
Keywords:
Interpretando las huellas de la Riobamba Antigua: georradar y arqueología preventiva aplicada en contextos coloniales de Villa La Unión, Colta, Chimborazo
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mericana, en un barrio indígena a las afueras de la an-
tigua Riobamba, Almeida (2013) señala el hallazgo de
unos pocos fragmentos de esta filiación. Así, concluye:
“la ocupación inca está evidenciada en los restos cerá-
micos de aríbalos y sus asas, a más del tipo alfarero co-
nocido como Inca Imperial” (p. 9).
De igual forma, como resultado del monitoreo ar-
queológico del área de impacto directo del sistema de
alcantarillado y agua potable del cantón Colta, se re-
portan fragmentos cerámicos inca en el sector de San
Sebastián (Castro et al., 2015). De esta manera, se reco-
noció el componente prehispánico en el área de estudio
y se profundizó en la información sobre el asentamien-
to colonial de Riobamba hasta su destrucción en 1797
debido a un terremoto de 8,3 en la escala de Richter
(Egred, 2000). Por su parte, trabajos como los de Jara
(1991), Michaels (2006), Chacón y Jijón (2010), Jamie-
son (2012, 2016), Almeida (2013), Constantine y Granja
(2015), Castro et al. (2015), entre otros, han develado la
preponderancia del componente colonial en el subsuelo
de la zona explorada.
Tras la llegada de los invasores europeos al espa-
cio del actual Ecuador, se inicia la toma de territorios
que simbólicamente se consolida con la fundación de
las primeras ciudades españolas. Esta “carrera” se refie-
re al afán y competencia entre los primeros grupos bajo
el mando de los capitanes españoles por fundar ciuda-
des en el Nuevo Mundo, respaldada además en las Or-
denanzas de Felipe II de 1573. Así, ante la avanzada de
Pedro de Alvarado desde la costa de Manabí, Diego de
Almagro, secundado por Sebastián de Benalcázar, deci-
de llevar a cabo una primera fundación de Santiago de
Quito el 15 de agosto de 1534 en
Ricpamba
(topónimo
prehispánico que correspondería a Sicalpa), al sur de la
actual San Francisco de Quito, que se funda por segun-
da vez el 28 de agosto y se consolida con la repartición
efectiva de los solares en su ubicación presente, 30 le-
guas al norte de Colta, el 6 de diciembre del mismo año
(Chacón y Jijón, 2010, pp. 17-19; Almeida, 2013, p. 10).
A partir de 1570 inicia la política de reducciones
de los indígenas en la Sierra Centro del país, lo que su-
pone la concentración de las poblaciones en un patrón
de asentamiento nuclear (Chacón y Jijón, 2010; Almei-
da, 2013). Debido al crecimiento que experimenta la lo-
calidad durante las cuatro décadas posteriores a su pri-
mera fundación y a la lejanía con Quito, se genera una
rebelión que busca el reconocimiento administrativo de
Riobamba como villa, por lo que el cabildo capitalino
“envía a Antonio de Ribera y Ruy Díaz Fuenmayor a
fundar un pueblo de españoles a San Pedro de Riobam-
ba con el objeto de administrar justicia y ‘poner orden’
entre la población indígena y española, dándose el acto
oficial de fundación el 9 de julio de 1575” (Rodríguez y
Gallego, 2015, p. 226). No obstante, recién el 17 de oc-
tubre de 1588 la Villa de San Pedro de Riobamba es re-
conocida como tal, con cabildo propio, independiente
de Quito, bajo iniciativa del virrey Fernando de Torres y
Portugal y, en 1624, se le otorga el título de ciudad me-
diante cédula real de Felipe IV (Rodríguez y Gallego,
2015, pp. 226-227).
Figura 1
Ubicación de Riobamba en relación a
los límites de la Audiencia en los Andes del siglo XVIII
Nota.
Adaptado de Jamieson (2016, p. 167) por Juan García.
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
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A pesar de que la corona ostentaba el poder colo-
nial, a nivel local, los cabildos regulaban la vida urba-
na y su relación con las áreas rurales en la periferia, en
comunicación con la sede de la Audiencia (Jamieson,
2016). La iglesia mantenía el poder económico y social a
través de la evangelización, la impartición de sacramen-
tos y el cobro de diezmos y
kamaris
. Además, se debe
contar la posición privilegiada de Riobamba en el centro
de la Audiencia, en el paso entre la Costa y la Sierra y
entre la Sierra Norte y Sierra Sur (fig. 1). Así, la urbe se
convirtió en el cuarto núcleo de mayor importancia po-
lítica, religiosa y económica en la Audiencia, después de
Quito, Guayaquil y Cuenca (Egred, 2000).
La región habría sido un centro prehispánico de
producción de bienes de fibra de agave o cabuya y, por
sus características ecológicas y cantidad de mano de
obra disponible, aumenta su importancia como polo
económico durante la Colonia. Así, se distingue su ri-
queza ganadera y agrícola, que inciden en el desarrollo
de la producción textil, acompañada también por va-
riadas actividades comerciales que generarán un
boom
mercantil durante el siglo XVII, en lo que se reconoce
como el Siglo de Oro colonial, a través de la exportación
de ropa, paños, tapices, bordados, cueros, sogas y corde-
les a otros centros de Sudamérica como Bogotá, Lima,
Potosí y Santiago de Chile (Egred, 2000; Deler, 2007; Al-
meida, 2013; Jamieson, 2012).
El desarrollo económico atrajo a las poblaciones
blancas y mestizas, que se ubicaron en el centro de la
urbe, además de a las órdenes religiosas que influyeron
en el trazado y ordenamiento territorial desde muy tem-
prano, de la mano de la evangelización. Se ha registra-
do la presencia de varias congregaciones que habrían
fundado los monasterios, conventos e iglesias de La
Matriz, Nuestra Señora de La Merced, San Agustín, La
Concepción, San Francisco, Santo Domingo y una casa
de jesuitas, así como la iglesia de la Balbanera y la de
Nuestra Señora de las Nieves de Sicalpa Viejo. Aunque
Figura 2
Plano topográfico de la antigua ciudad de Riobamba
N
ota. Adaptado de
Repositorio Digital Casa de las Culturas Benjamín Carrión
(2024).
h
ttp://repositorio.casadelacultura.gob.ec/bitstream/34000/17718/1/C063.jpg
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estas dos últimas no corresponden al área específica del
estudio, cabría a futuro aplicar tecnologías no invasi-
vas para detectar nuevos datos de interés. Por último,
los asentamientos indígenas se ubicaron en los barrios
periféricos, así como en las lomas aterrazadas y los ex-
teriores de la villa (Almeida, 2013, pp. 9-10; Rodríguez y
Gallego, 2015, p. 227).
Existe un mapa que expondría el trazado origi-
nal de la urbe, antes del terremoto de 1797, aunque su
elaboración sea posterior. El plano fue elaborado por
Pedro Nolasco Yépez alrededor de 1828 y ha servido
como referencia para los estudios arqueológicos mo-
dernos, ya que coincide con los hallazgos reportados
(Egred, 2000; Jamieson, 2016). A continuación se in-
cluye una reproducción del mismo, de propiedad de
Alfredo Costales, disponible en el repositorio digital
de la Casa de la Cultura Ecuatoriana (fig. 2).
Es pertinente exponer el tipo de construcciones
existentes previo al terremoto, ya que sus vestigios se
encuentran hoy en el subsuelo del área de investiga-
ción. Las estructuras habitacionales presentaban una o
dos plantas con zaguán, patio central y traspatios para
huertos o caballerizas. De contar con más de un piso, las
escaleras podían ser de piedra o ladrillo y se ubicaban en
las esquinas, mientras que las paredes podían ser de la-
drillo, adobe, tapial o bahareque. En el caso de las casas
de la élite blanca-criolla, edificios públicos e iglesias, las
fachadas, pórticos y cimientos se construían en piedra.
Los techados podían ser fabricados con tejas, carrizo o
paja, dependiendo del estatus de sus ocupantes (Egred,
2000, pp. 8-10). El núcleo urbano se ubicó en el centro
de la Riobamba Antigua, que actualmente correspon-
de al área este de la carretera E35, entre las calles 2 de
Agosto y Juan Bernardo de León, parroquia Villa La
Unión, cantón Colta, según el plano de Nolasco Yépez.
Además de la producción comercial, se repor-
tan molinos, fábricas de materiales de construcción y
de cerámica. La alfarería rústica de engobe rojo o sin
acabado de superficie se fabricaba utilizando técnicas
prehispánicas y coloniales en las afueras de la ciudad.
La cerámica vidriada, típica de los contextos de este si-
tio, provendría de Quito o se fabricaría de forma local,
según los análisis expuestos por Jamieson (2016). La
porcelana y loza vendrían de otros centros de produc-
ción externa.
El siglo XVIII significó un declive para la ciudad
debido al colapso de la industria textil, el impacto del
terremoto de 1698 y, luego, el de 1797 (Egred, 2000). Así,
el 4 de febrero de 1797, hacia las 07:45, ocurrió un sismo
de 8,3 grados en la escala de Richter (11K en la escala
MSK) que destruyó las edificaciones de la villa y provocó
el deslizamiento del cerro Cullca, cuya acumulación de
sedimentos y agua cubrió aproximadamente una cuarta
parte del poblado, además de represar los ríos Guaco-
na (Sicalpa), Cunuc Pogyo y Santo Domingo, los cuales
inundaron el área. Numerosas poblaciones, haciendas
e industrias en las actuales provincias de Chimborazo,
Tungurahua y Bolívar quedaron arrasadas, así como la
infraestructura vial (Egred, 2000; Chacón y Jijón, 2010).
En la zona de interés de este trabajo, “se destruye-
ron por completo todas las iglesias y conventos, edificios
públicos, el hospital y sus seis escuelas” (Egred, 2000,
p. 14). La cifra oficial de muertos fue de 12 353 perso-
nas más 800 no contabilizadas que darían un aproxima-
do de 13 533 fallecidos. Cabe recalcar que no se con-
tó a la población mestiza, pobre e indígena, por lo que
los muertos pudieron haber superado los 16 000, cifra
importante considerando que la población del corregi-
miento de Riobamba y sus 17 poblados era de 66 827
habitantes en 1783 (Egred, 2000, pp. 55-56).
Al no quedar estructuras en pie, además del ane-
gamiento de los barrios por el deslizamiento del cerro
Cullca y el represamiento de los ríos, se propone la reu-
bicación de la ciudad. El 21 de marzo de 1797 se ins-
taura un cabildo abierto en Cajabamba que, tras largas
deliberaciones, decide el traslado a las llanuras de Tapi,
17 kilómetros al noreste de la localidad. El 8 de junio se
aprueba la ubicación y el 17 del mismo mes se ordena
al obispo la movilización de las órdenes religiosas. El
17 de julio se decreta oficialmente el traslado. Ya que
el tiempo había pasado y muchos pobladores no que-
rían reubicarse, se prohibió efectuar escrituras fuera de
la nueva zona convenida y la ejecución de obras en la
antigua urbe, logrando consolidar la nueva Riobamba
hacia el año 1799 (Egred, 2000, pp. 84-86).
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El área actual de Colta se reocupa durante el siglo
XIX, sobre todo por población indígena, quedando la vi-
lla reducida a un tenientazgo. El 2 de agosto de 1884, ya
entrada la República, se crea el cantón Colta y la cabe-
cera de Villa La Unión dentro de la provincia de Chim-
borazo (Rodríguez y Gallego, 2015). Es interesante que,
durante algunas excavaciones, se hayan expuesto pisos
y ocupaciones más superficiales que también se refieren
a estos momentos de la vida republicana, hasta el siglo
XX (Castro et al., 2015).
Al rescate de la ciudad sepultada
Algunas investigaciones arqueológicas han per-
mitido identificar los vestigios de la antigua ciudad de
Riobamba-Sicalpa. La primera se inició en 1984, a cargo
de Jara (1991), quien se enfocó en la excavación de las
evidencias coloniales anteriores al terremoto de 1797. Él
excavó los sitios de La Concepción, en las actuales calles
Magdalena Dávalos y Riobamba; La Matriz, entre las ca-
lles Riobamba, 2 de Agosto, Zambrano y Gorivar, actual
sede del gobierno municipal; Santo Domingo, al oriente
de la quebrada Quilluyacu; La Merced, en el área de la
escuela Mariano Borja; San Agustín, aproximadamen-
te entre las calles Magdalena Dávalos y Almagro, y San
Francisco, al oeste del área de estudio por la calle Mar-
tín de Aranda, hallando los vestigios de tales templos y
edificaciones religiosas.
De 2004 a 2009 se lleva a cabo el “Proyecto de Ar-
queología Histórica Sicalpa”, bajo el liderazgo de Jamie-
son (2012, 2016) y un equipo de estudiantes para abor-
dar el componente colonial de la antigua Riobamba.
Luego, durante la ampliación del mercado municipal y
la construcción del nuevo mercado de la ciudad, Morei-
ra (2013) implementa estudios de impacto arqueológico.
De la misma manera ocurre con la Unidad Judicial de
Colta donde se hallaron fragmentos cerámicos prehis-
pánicos y coloniales y huesos de animales (Almeida,
2013). Durante el Decreto de Emergencia de 2008 se
efectúa buena parte del inventario de sitios arqueológi-
cos del país, que hoy se encuentra en el Sistema de In-
formación del Patrimonio Cultural del Ecuador (Sipce).
También, dentro los estudios realizados en la laguna de
Colta e inmediaciones, se logran avances arqueológicos
(Chacón y Jijón, 2010).
Cabe recalcar un hecho no menor: en 2015, el Ins-
tituto Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) autorizó
el proyecto “Monitoreo arqueológico para el sistema de
alcantarillado y agua potable en el cantón Colta de la
provincia de Chimborazo” el cual, tras una inspección
ejecutada el 29 de abril de 2015, informa sobre la visita
a “8 frentes de trabajo de los 17 que se ejecutan para-
lelamente, en ninguno de éstos se encontraba presente
el equipo de trabajo arqueológico (arqueólogo respon-
sable, 1 monitor arqueológico, 2 ayudantes de campo, 1
antropólogo forense, 1 arquitecto restaurador)”. Duran-
te la inspección se hallaron muros, restos óseos, piedras
labradas y material cultural fragmentado afectado por el
desarrollo de la obra, sin el trabajo del personal técnico
arqueológico, lo que dio lugar a la suspensión de las ac-
tividades. No ha quedado informe de tal proyecto, pero
por fortuna se cuenta con un informe de fiscalización
(Constantine y Granja, 2015) donde se reportaron evi-
dencias arquitectónicas y una gran cantidad de material
cerámico en los barrios de San Francisco y San Sebas-
tián y restos óseos en este último.
Tras las problemáticas descritas, se contrata un
nuevo equipo de profesionales que intervienen en el
área de la obra de infraestructura. Así, se presenta un
nuevo informe sobre el monitoreo arqueológico de la
zona de impacto directo del sistema de alcantarillado
y agua potable de Colta (Castro et al., 2015). Este pro-
yecto intervino áreas directamente relacionadas con el
presente estudio, por lo que sus datos expuestos y re-
sultados son útiles para contrastar con la información
de nuestras investigaciones. Posteriormente se realizó la
prospección arqueológica para la construcción del mer-
cado mayorista de Villa La Unión (Granja, 2016) con un
fin similar al del trabajo de Moreira (2013), ampliando a
su vez el área de estudio. Por último, en 2022 se realiza
el monitoreo arqueológico sobre el adoquinado de la ca-
lle 2 de Agosto
(Camino y Ávila, 2022).
En este contexto, se procede en 2023 con la pros-
pección arqueológica con georradar previa a otra rege-
neración urbana en Colta. El trabajo se ejecutó en dos
fases: la primera en campo, en la cual se recopiló toda
la información de los sitios de interés y la segunda en
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gabinete, en donde se procesaron todos los datos levan-
tados. La aplicación de georradar se cumplió con las
siguientes actividades secuenciadas: abscisado y coloca-
ción de marcas visibles a lo largo de las superficies es-
pecíficas del estudio, vuelos fotogramétricos con dron,
generación del ortomosaico de la zona, levantamiento
de perfiles con georradar, procesamiento de la informa-
ción (radargramas), generación de entregables, planos
e informes.
Dentro del levantamiento con radar de penetra-
ción terrestre (GPR) o georradar, el abscisado es el paso
previo antes de ejecutar el vuelo fotogramétrico. En esta
etapa, se colocan marcas en la superficie de interés, las
cuales deben definir los vértices de los polígonos que se
van a levantar, además de señalar la ubicación del inicio
y final de los perfiles que recorre el georradar. La profun-
didad del GPR puede llegar hasta los 10 m, sin embar-
go, se calibra según la naturaleza de la investigación y el
tipo de suelo sobre el que se trabaja. La distribución del
abscisado se hizo para generar mallas con perfiles longi-
tudinales y transversales con una separación de 50 cm
entre sí, la cual garantiza que los radargramas se puedan
consolidar en una tomografía del área de estudio.
El vuelo fotogramétrico se practicó sobre la zona
de estudio con el dron DJI Mavic 3E. Para realizar el
levantamiento se generaron dos planes de vuelo a 60 y
100 m de altura respectivamente. Además, se incluyó un
modelo digital de elevaciones, lo cual permite que la ae-
ronave mantenga una altura constante de vuelo siguien-
do la forma del terreno. Este trabajo permitió obtener la
información necesaria para procesar y generar una or-
tofotografía. A la par, durante la planificación del vuelo
se colocaron marcas de control terrestre (GCP) para la
georreferenciación del ortomosaico. El procesamiento
de la información obtenida con el dron se realizó con el
software Pix4D y, para georreferenciar el ortomosaico,
se utilizaron los GCP. Finalmente, tras la fotogrametría
se obtuvo el ortomosaico de la zona de estudio (fig. 3).
Figura 3
Ortofoto del área de estudio
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El levantamiento de los perfiles con georradar se
realizó con el equipo Leica DS2000 y la controladora
Gtac CT1000. La caracterización del sitio permitió mo-
dificar los parámetros de configuración del georradar.
Este proceso involucra las siguientes etapas: 1. Calibra-
ción de odómetros: permite adecuar el desplazamiento
del equipo a las distancias reales de los perfiles de le-
vantamiento, en concordancia con las condiciones del
sitio de estudio. 2. Levantamiento de un perfil de mues-
treo: permite modificar los parámetros de configuración
del georradar con base en las condiciones actuales del
terreno; es una aproximación que faculta a las señales
alcanzar la mayor penetración posible sin perder reso-
lución en los radargramas. 3. Configuración: define los
parámetros con los que el equipo va a levantar la infor-
mación y generar los radargramas.
Una vez configurado el equipo, se creó un proyec-
to por cada superficie levantada, generando un total de
38 proyectos, para los que se utilizó como mapa base la
ortofoto obtenida. Por otra parte, se empleó el abscisado
para la creación de los perfiles longitudinales y trans-
versales por donde se hizo el escaneo con GPR, confor-
me a la malla definida en la sección anterior (fig. 4). Du-
rante el levantamiento, se evaluaron en tiempo real los
radargramas con el fin de verificar que la configuración
del georradar sea adecuada y alcance la profundidad re-
querida de al menos 2 m (fig. 5).
El levantamiento con GNSS se realizó con recep-
tores Stonex modelo S900A, cuyo modo de trabajo fue
RTK a través de NTRIP, conectándose a la estación de
referencia ECU_VIETIC_COLTA. Este escaneo permi-
tió obtener la información relacionada a alcantarillado,
agua potable, postes, etc. Se registró toda la infraestruc-
tura para discriminar con mayor precisión las anoma-
lías relacionadas a construcciones modernas.
El procesamiento se realizó con los programas
uNext e IQMaps de Leica, analizando cada perfil por
separado con el fin de identificar la mayor cantidad de
anomalías posible. El primer paso para procesar los ra-
dargramas es realizar una calibración de profundidad
Figura 4
Proyecto generado para el levantamiento sobre la calle 2 de Agosto
N
ota. Superficie de 5 x 50 m, malla con perfiles separados 50 cm entre sí.
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que permite ajustar la velocidad de propagación de las
señales a un valor adecuado a la situación real del levan-
tamiento, ya que cualquier variación en la composición
del suelo puede influir directamente en la detección y
penetración de las señales. Una vez calibrada la pro-
fundidad, se analiza perfil por perfil para distinguir el
mayor número de anomalías. En este estudio se puso
especial énfasis a los primeros 3 m de profundidad, con-
siderando que a partir de los 4 m se distorsiona la señal
debido a la humedad presente en el subsuelo y que las
investigaciones previas de Castro y colegas (2015) tuvie-
ron los hallazgos más relevantes por sobre los 2 m. Tras
analizar los perfiles del levantamiento, se genera la to-
mografía del área de estudio, la que permite reconstruir
en 3 dimensiones la superficie registrada, con lo cual
se examina capa por capa la presencia de estructuras,
tuberías, desagües o cualquier acumulación de anoma-
lías en la zona de interés. En la fig. 6 se muestran varios
cortes de la Plaza Orozco a diferentes profundidades.
Cuando se detecta cualquier tipo de infraestruc-
tura, se genera la región visualmente correspondiente
a la ubicación de cada elemento. Todas las regiones e
infraestructura revelada se exportan como archivos
.shp
para poder generar los planos respectivos (fig. 7).
El proceso descrito en esta sección se replicó para
toda el área de estudio. Cabe indicar que, para las trans-
versales, se realizaron muestreos de 10 m a cada lado del
centroide de la cuadra, de tal manera que se pueda tener
un panorama de las anomalías en estas calles.
Figura 5
Levantamiento en campo
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
10
Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2
Figura 6
Cortes de tomografía del levantamiento en la Plaza Orozco
Nota. 1. 50 cm, 2. 100 cm, 3. 150 cm, 4. 200 cm.
Figura 7
Ejemplo de plano de zonas y elementos detectados
Nota
. Se muestran tuberías como líneas rojas y áreas de estructura subterránea delimitada por polígonos verdes.
Interpretando las huellas de la Riobamba Antigua: georradar y arqueología preventiva aplicada en contextos coloniales de Villa La Unión, Colta, Chimborazo
11
INPC 2024
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
Prospección arqueológica
Tras el análisis de informes de investigación como
el de Castro y colegas (2015), donde fue de gran utilidad
la excavación de cateos, o el de Camino y Ávila (2022),
en donde se indica que el “Instituto Nacional de Patri-
monio Cultural Z3, nos sugirió que se haga cateos cada
50 metros a lo largo de la calle 2 de agosto” (Camino y
Ávila, 2022, p. 35), se consideró pertinente la excavación
puntual de cateos de 1x1 m en áreas sin excavaciones
arqueológicas previas para diagnosticar el grado de in-
tervención del subsuelo. Hay que recordar que el énfasis
principal de este estudio se encuentra en la prospección
no intrusiva con GPR y que esta actividad es solo un
complemento para entender mejor la situación
in situ
del patrimonio arqueológico.
Se efectuó un recorrido pedestre que permitió
seleccionar los sitios a intervenir. Tras la apertura del
primer cateo, se observan en todos estratos gruesos for-
mados por rellenos del suelo original removido y recolo-
cado para las distintas obras que se han dado en la zona
(fig. 8). Todos los cateos se hallaron disturbados por la
implantación de infraestructura moderna: el Cateo 1
presentó una tubería de asbesto; el Cateo 2, una man-
guera de agua; el Cateo 3, una tubería de agua potable;
el Cateo 4, una posible tubería de recolección de aguas
lluvia cubierta por el Rasgo 1, y el Cateo 5, una tubería
de asbesto.
Cabe mencionar que, a pesar del alto grado de
intervención del subsuelo, todos los cateos presentaron
evidencias arqueológicas fragmentadas. Se consideró
prudente otorgar una sola procedencia a todo el mate-
rial cultural derivado de un mismo estrato, ya que no se
observaron contextos claros, pisos definidos o cambios
por nivel arbitrario, sino estos grandes rellenos homo-
géneos con fragmentos de material cerámico, óseo y, en
casos muy puntuales, malacológico (1), lítico (2) y me-
tálico (1).
En total, se recuperaron 221 fragmentos cerámi-
cos. El cateo del que se extrajo más material cultural es
el número 5, en la calle Riobamba Antigua, antes de lle-
gar a la Panamericana (E35), donde se habría ubicado
el Hospital de la Real Caridad (Denis, 2008). Por ser un
universo bastante pequeño, se consideraron como diag-
nósticos todos los tiestos que presentaran algún atributo
morfofuncional (bordes, bases, asas), huellas de uso (ho-
llín o ahumado) o terminados y decoraciones (engobes,
vidriados, pintura, apliques, etc.). Así, del total de los
fragmentos, 106 fueron clasificados como diagnósticos.
Se dividió el análisis del material entre vidriado,
loza y porcelana -claramente coloniales- y no vidriado
que, al encontrarse junto a restos indicadores del perío-
Figura 8
Detalle de tubería en Cateo 3 y reconstrucción de perfiles
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
12
Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2
do colonial, podría tratarse de material local o rústico
colonial, con técnicas de manufactura prehispánica que
se continuaron usando ampliamente en la Colonia. Sin
embargo, no se descarta que, por el grado de remoción
del suelo y disturbación de los estratos arqueológicos,
pudieran existir ocupaciones prehispánicas en el sitio,
aunque la mayoría de las investigaciones no han repor-
tado contextos de este tipo en el área.
Es relevante indicar el cateo de origen de los
fragmentos no vidriados y de los vidriados, bajo la pre-
sunción de que los primeros corresponderían a vajilla
utilitaria dedicada a la cocción o almacenamiento de
alimentos, mientras que los segundos serían utilizados
para servirlos y consumirlos. Así, la mayor cantidad de
tiestos no vidriados proviene del Cateo 5, área del Hos-
pital, mientras que el mayor número de tiestos vidriados
resultan del Cateo 3, del área de un posible predio priva-
do en la calle Almagro, según el mapa de Nolasco Yépez.
Sobre las decoraciones, en los fragmentos no
vidriados, la más común es la pintura roja, aunque
también existe pintura crema, marrón, verde y un res-
to presentó ornamento con aplique. Para describir las
decoraciones de los fragmentos vidriados se ha tomado
como referencia los trabajos de Denis (2008), Balanzá-
tegui (2011), Jamieson y colegas (2013) y Vargas y cole-
gas (2016). Al comparar los tiestos recuperados con los
análisis citados, se considera que todos los fragmentos
vidriados serían de manufactura local.
El 13,72% de la muestra pertenecería al verde y
marrón sobre crema rosáceo, posiblemente de Quito; el
25,49%, al azul sobre crema, posiblemente de Quito; el
19,6%, al verde y marrón sobre crema amarillento, posi-
blemente de Riobamba; el 23,52% serían vidriados ver-
des locales; el 5,88%, vidriados crema locales y el 1,96%,
a un fragmento, por una cara verde y por otra crema. En
adición, se cuentan dos restos que pertenecerían al tipo
loza
creamware
, uno al loza
whiteware
y dos serían de
porcelana, importados (Jamieson et al., 2013; Vargas et
al., 2016) (fig. 9).
Figura 9
Fragmentos de cerámica colonial recuperados durante el proyecto
Interpretando las huellas de la Riobamba Antigua: georradar y arqueología preventiva aplicada en contextos coloniales de Villa La Unión, Colta, Chimborazo
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INPC 2024
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
La cerámica vidriada, presente en los Cateos 1, 3,
4 y 5, permite asignar una temporalidad general a los
hallazgos en el período colonial. La mayoría de los frag-
mentos corresponden a tipos locales, que se empiezan a
producir después del cierre de las fábricas panameñas
en 1670, debido a la destrucción de la ciudad costera por
piratas (Jamieson, 2001; Rovira, 2001; Jamieson y Han-
cock, 2004; Jamieson et al., 2013). Por ello, los restos
cerámicos vidriados recuperados podrían situarse entre
fines del siglo XVII y el siglo XVIII. Según lo descrito
por Vargas y otros (2016, p. 111), la loza
creamware
se
habría producido entre 1760 y 1800, lo que la manten-
dría en el rango de tiempo propuesto.
Las investigaciones de Jara (1991), Denis (2008) y
Castro y colegas (2015) sitúan los hallazgos de tipo mo-
numental entre finales del siglo XVII y el siglo XVIII,
por lo que podríamos asociar las anomalías halladas por
el georradar a estos siglos. Los fragmentos de loza
whi-
teware
datan de entre 1840 y 1880 (Vargas et al., 2016, p.
111), lo que indicaría la posible presencia de contextos
republicanos del siglo XIX, disturbados por las múlti-
ples remociones de suelos sufridas entre los siglos XX
y XXI.
Aunque es imposible presentar el análisis de las
anomalías en un solo artículo, a continuación se presen-
tarán los resultados más relevantes. En total, durante la
prospección geofísica se determinaron 124 anomalías
lineales y 51 áreas con acumulación de anomalías de
distintas formas, hasta los 4 m de profundidad. En su
mayoría, las primeras podrían corresponder a tuberías
modernas. No obstante, según lo descrito en apartados
anteriores, existen aún debajo del subsuelo numerosos
canales rectilíneos de la época colonial y republicana y,
por tanto, se deben investigar al levantar el empedrado
actual (fig. 10).
En adición, todas las calles estudiadas presenta-
ron áreas con concentraciones de anomalías geométri-
cas, circulares o de forma indeterminada. Se consideran
Figura 10
Ubicación de las anomalías lineales detectadas durante levantamiento con georradar
N
ota. Posibles tuberías y canales, modernos y antiguos.
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
14
Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2
como más relevantes las ubicadas entre los 20 cm, don-
de termina la capa de base para la colocación del empe-
drado, y los 2 m de profundidad, donde concluirían la
mayoría de las evidencias de origen antrópico para dar
paso al estrato culturalmente estéril.
Así por ejemplo, son de interés las anomalías de la
calle Magdalena Dávalos a partir de los 84 cm, profun-
didad aproximada donde se reportaron pisos asociados
a la ocupación colonial (Castro et al., 2015). En la calle
Martín de Aranda, junto al Convento de San Francisco,
se reportaron pisos de ladrillo, piedra, tierra apelma-
zada, accesos, graderíos, canales, cimientos de piedra,
fachadas, arquerías, bases de pilares, metates, cerámica
y restos óseos (Jara, 1991). La prospección evidenció 3
grupos de anomalías en esta área, entre ellas: una posi-
ble tubería o canal lineal, entre los 78 y 96 cm; una rec-
tangular, que se podría relacionar con la ocupación de
San Francisco, y una concentración de forma indefinida
a partir de los 150 cm, que podría tratarse de un cambio
de suelo o un rasgo excavado hasta esta profundidad.
En la calle 2 de Agosto, destacan 4 anomalías de-
tectadas en la cuadra entre la E35 y Miguel Zambrano,
que podrían tener relación con los empedrados de la vía
colonial o cimientos y material de las estructuras de los
predios de Jácome, Altamirano y Vallejo, al sur, y Flo-
res, Chiriboga o Altamirano, al norte. En la cuadra entre
Miguel Zambrano y Mariana de Jesús, se reconoció un
área de muy alta sensibilidad arqueológica por hallarse
entre la Iglesia Matriz, La Compañía, los entierros ha-
llados en 2022 por el INPC y un posible empedrado del
siglo XX a 80 cm de profundidad (Castro et al., 2015, p.
223; Galarza, 2022), con los que se podría relacionar 5
anomalías detectadas.
En la calle Riobamba Antigua, entre la E35 y Mi-
guel Zambrano, se excavó el Cateo 5, con mayor densi-
dad de restos óseos que el resto de las unidades, a pe-
sar de la remoción previa por obras de alcantarillado.
Además, en la zona de influencia, Denis (2008) reporta
abundante material cultural, muros, pisos, suelos de-
corados y dos entierros humanos, asociados a los siglos
XVII y XVIII. Las anomalías identificadas no descartan
la presencia de cimientos, canales, pisos, entierros u
otros rasgos reportados en las áreas no disturbadas por
la implantación de las tuberías o ubicadas alrededor de
las mismas. Antes de la intersección con la Miguel Zam-
brano se detectan dos grandes anomalías, que podrían
estar relacionadas con los pisos o muros de piedra re-
portados por Denis (2008), ya que a ambos lados de la
calle existieron estructuras del Hospital o de los predios
privados al oeste del mismo, según el mapa de Nolasco
Yépez.
El transecto de la calle Riobamba Antigua, entre
Miguel Zambrano y Mariana de Jesús, cae en el área de
influencia de La Matriz y Plaza Central, por lo que es po-
sible encontrar rasgos arquitectónicos como pisos, cana-
les, tuberías y muros (Jara, 1991). También se registran
dos excavaciones de monitoreo con múltiples rasgos,
como restos de un piso de piedra, un muro, evidencias
de un derrumbe, rellenos de piedras de distinto tamaño,
estratos de argamasa, ladrillos para canalización, una
tubería antigua, visibles desde unos 25 cm hasta los 150
cm (Castro et al., 2015). Se registraron 4 concentracio-
nes de anomalías a profundidades culturales y varias
anomalías lineales que podrían corresponder a los ca-
nales o muros reportados en los alrededores.
En la Plaza Orozco, los resultados de la prospec-
ción con georradar son interesantes, ya que se observa
una anomalía geométrica que, por su composición, pa-
recería ser restos de una posible estructura con 11 com-
partimentos rectangulares. El muro más largo, con di-
rección noroeste-sureste, tendría 30,33 m; el siguiente,
al oeste, unos 24 m, y las paredes secundarias, en direc-
ción suroeste-noreste, que formarían las habitaciones,
entre 8 y 5 m. La segunda anomalía es lineal, en direc-
ción suroeste-noreste, y parece tener dos secciones: una
de aproximadamente 7,25 m y otra de 6,42 m. La cruza
otra anomalía en forma de “L” con 11,17 m en dirección
noroeste-sureste y 3,77 m en dirección suroeste-noreste
(fig. 11).
Conclusiones
El área que ocupa Villa La Unión presenta una
sensibilidad arqueológica muy alta por ser la ubicación
original de Riobamba, que se trasladó a la ciudad ac-
tual a inicios del siglo XIX por el terremoto de 8,3 grados
de 1797 y posterior deslave del cerro Cullca. El sismo
creó un escenario similar al “efecto Pompeya”, en donde
Interpretando las huellas de la Riobamba Antigua: georradar y arqueología preventiva aplicada en contextos coloniales de Villa La Unión, Colta, Chimborazo
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INPC 2024
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
Figura 11
Anomalías geométricas identificadas en la Plaza José Orozco
N
ota. En la plaza (izq.) y croquis de las mismas (der.).
muchos de los contextos arqueológicos se hallaban en-
terrados sin mayor perturbación bajo capas de suelo de
origen natural y rellenos antrópicos. Cabe recalcar que
este es un término utilizado en arqueología para referir-
se a sitios que se han mantenido en el tiempo sin per-
turbaciones, a partir de un evento natural que sella el
estrato cultural. No obstante, de manera más analógica,
un símil más apropiado y reciente en cuanto al tipo de
evento natural sería la destrucción de Ambato de 1949
con deslizamientos de tierra sobre las localidades de Pe-
lileo, Patate, Guano, entre otras. Volviendo a Riobam-
ba, entre la década del 90 del siglo pasado hasta 2010,
distintos equipos de investigadores pudieron recuperar
valiosa información sobre la villa colonial (Jara, 1991;
Michaels, 2006; Denis, 2008; Chacón y Jijón, 2010; Ja-
mieson, 2012; Balanzátegui, 2012).
Esta investigación ha buscado sintetizar los prin-
cipales hallazgos de estudios pasados en el área de in-
tervención de las obras previstas. Lastimosamente, a
partir de 2012 se ejecutaron proyectos modernizadores,
como el rediseño del Parque Orozco y la implementa-
ción del sistema de alcantarillado y agua potable en el
cantón Colta, sin la presencia de arqueólogos o profe-
sionales del caso y sin cumplir los estándares científi-
cos requeridos para un sitio de estas características, lo
que resultó en la extensa destrucción de los contextos
y la fragmentación de la información que queda sobre
los mismos. Se considera una grave pérdida de conoci-
miento arqueológico de la Sierra Centro del país y de los
procesos de conformación de las urbes coloniales en los
Andes septentrionales.
Actualmente, el mapeo con georradar de las ano-
malías no solo ha permitido encontrar múltiples áreas
que podrían presentar vestigios, sino que además ha
evidenciado la extensa intervención que ha sufrido el
área, sobre todo por la implantación de tuberías y ca-
nales. El grado de alteración de los subsuelos fue corro-
borado durante la excavación, ya que se identificaron
intervenciones modernas de este y del pasado siglo que
no permitieron el hallazgo de ningún contexto cerrado.
La estratigrafía presentó una serie de rellenos sucesivos
que fueron conformados con los suelos originales remo-
vidos para la colocación de las tuberías, por lo cual pre-
sentaban material arqueológico muy fragmentado mez-
clado con basura moderna como botellas de cerveza o
gaseosas, clavos, bolsas, plásticos, telas, tapas, partes de
juguetes, entre otros. Aun así se registró material cerá-
mico, óseo, restos de metal, obsidiana y concha.
Se debe tomar en cuenta que los rasgos, como
entierros y parte superior de los muros, aparecen desde
niveles muy superficiales, por lo que incluso acciones
como la ruptura del pavimento o remoción de la piedra
Juan Andrés Jijón Porras, Kyra Torres Jiménez y Patricio Moya Velasco
16
Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 07-12/ 2024, vol. 2, nro. 2
podrían poner al descubierto este tipo de evidencias.
Además, el levantamiento con georradar demuestra la
existencia de anomalías más profundas que las tuberías,
que podrían tratarse de catacumbas o restos de estruc-
turas subterráneas (Jara, 1991), basurales o pozos (Mi-
chaels, 2006), así como canales y tuberías antiguas de
cerámica, bajo el ladrillo y la piedra (Castro et al., 2015).
Tampoco se descarta que parte de las anomalías den
cuenta de fracturas en el lecho original o cambios de
suelo debido al terremoto y deslave sucesivo o a los cam-
bios de curso que estos crearon en los ríos que rodean
la ciudad, según informan las fuentes históricas (Egred,
2000), lo cual también es relevante si pensamos en una
arqueología del paisaje o historia ambiental de Colta.
En cuanto a la hipótesis del estudio, se considera
que el uso de tecnologías no intrusivas sin duda aporta al
conocimiento de los sitios arqueológicos ya identificados
-en el caso de una prospección en un área como Colta-
y permite generar estrategias para la mitigación de los
posibles impactos de los proyectos. Estas técnicas pre-
sentan ventajas, como la posibilidad de prospectar áreas
cubiertas por la mancha urbana, que de otra manera
irían directo a un monitoreo casi “a ciegas”, sin embargo,
hay que ser conscientes de sus limitaciones. El uso del
georradar se considera particularmente útil en contextos
con rasgos arquitectónicos en materiales como la piedra
-coloniales e incluso incas- ya que las formas de las ano-
malías se podrán visualizar más fácilmente.
Pero también presenta limitantes, como el hecho
de que suelos con capas de rellenos muy densas de gra-
villa o piedra impiden generar buenas lecturas; o que
la profundidad máxima de penetración -entre 3 y 6 m
dependiendo de la zona- no siempre llegaría a los con-
textos más tempranos en la Sierra; o que distintos tipos
de suelo, grado de humedad o infraestructura a niveles
más superficiales pueden generar un rango mayor de
error en la estimación de profundidades, en las que se
encontrarían las anomalías más bajas, y sus formas. Por
eso se concluye que estas tecnologías, por sí solas, solo
son herramientas para generar datos que requieren ne-
cesariamente de investigaciones de campo, gabinete y
laboratorio para generar información más completa y
contextualizada. No reemplazan las técnicas tradiciona-
les, como la excavación de unidades, si se requiere com-
probar la naturaleza de las anomalías, la estratigrafía,
generar relaciones cronológicas o rescatar la mayor can-
tidad de conocimiento posible de un contexto arqueoló-
gico que será alterado por una obra posterior.
No se puede olvidar que la formación del registro
arqueológico es resultado de cientos, y hasta miles, de
años de ocupación sucesiva de los espacios por las so-
ciedades humanas y de su constante interacción con el
entorno. Por ello, no se debería negar el uso moderno de
áreas con historias de ocupación tan largas como las de
Colta, ni la construcción de infraestructura que permi-
ta mejorar la calidad de vida de los habitantes actuales,
siempre y cuando se logre un equilibrio con la protec-
ción, conservación, investigación, difusión, uso público
y disfrute del patrimonio cultural, en este caso, arqueo-
lógico e histórico que es también parte de la identidad
de las poblaciones vivas.
Agradecimientos
Agradecemos a ArqueoSapiens S. A. por todo
el trabajo de integración del proyecto. Agradecemos a
la Dirección Técnica Zonal 3 (DTZ3) del INPC por su
soporte técnico en las investigaciones. Agradecemos a
Vietic Cía. Ltda. por su valioso aporte tecnológico y por
su equipo de trabajo de alto nivel. Gracias al Municipio
de Colta por el acompañamiento. Finalmente, gracias a
Juan García por su importante aporte cartográfico.
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