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Revista Ecuatoriana de Arqueología y Paleontología
STRATA, 01-06/ 2025, vol. 3, nro. 1
Iconografía y Cosmología Precolombina
cocción (oxidada completa o incompleta)”.
Desde ahí, la pintura iridiscente ha sido reporta-
da en frecuencias variables en todas las colecciones de
cerámica excavadas de los períodos Formativo Tardío y
Desarrollo Regional Temprano de la costa central, desde
Guayaquil hasta Manta (Beckwith, 1996; Bischof, 1982;
Chacón, 2004; Kurc, 1984; Lippi, 1983; Lunniss, 2001,
2022a; Marcos, 1982; Masucci, 2000; Mejía, 2005; Nor-
ton, Lunniss y Nayling, 1983; Parducci y Parducci, 1975;
Paulsen, 1970; Piñeiros, 2022; Simmons, 1970; Stirling y
Stirling, 1963; Stothert, 1993; Ugalde et al., 2023; Zede-
ño, 1985; Zevallos, 1966, 1982, p. 233, 1995, pp. 139–189),
en la Isla de la Plata (Carluci, 1966; Marcos y Norton,
1981), y en dos sitios de la Isla Puná (Aleto, 1988, pp.
313-314; Piana y Marotzke, 1997, pp. 45–46). La pintura
iridiscente está asociada al Formativo Tardío, en espe-
cial con las fases Chorrera y Engoroy (Beckwith, 1996;
Bischof, 1982; Bushnell, 1951; Lunniss, 2001; Piñeiros,
2022; Simmons, 1970; Zevallos, 1995, pp. 139–189), y
en menor grado con otras dos variantes de Chorrera,
Bahía I (Estrada, 1957, 1962; Stirling y Stirling, 1963)
y Tabuchila (Estrada, 1957; Hermann, 2016), pero tam-
bién siguió siendo fundamental como técnica decora-
tiva durante el Desarrollo Regional Temprano para las
siguientes fases Bahía II (Estrada, 1957, 1962; Lunniss,
2022a) y Guangala Temprano (Bischof, 1982; Bushne-
ll, 1951; Estrada, 1957, 1962; Masucci, 2000; Paulsen,
1970; Stothert, 1993). Es decir, su principal área de uso
fue el litoral central desde el Río Chone hasta la Penín-
sula de Santa Elena y la Cuenca Baja del Guayas, con
una cronología desde aproximadamente 900 a.C. hasta
300 d.C.
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En estas fases costeras, la pintura iridiscente
estuvo generalmente aplicada al interior de cuencos y
platos, cuyas superficies circulares cóncavas se presta-
ron muy bien para la elaboración de diseños intricados.
También se encuentra al exterior de cuencos, en las
bases de platos pedestales, y en los exteriores de ollas
y botellas, donde se limitaba generalmente a diseños
más sencillos.
1 Zeidler (2003) presenta una consideración exhaustiva de las
fechas de radiocarbono para Chorrera y sus variantes, en base a
las cuales el inicio de esta cultura se puede ubicar en 1300–1200
a.C. Hasta ahora, sin embargo, no se sabe exactamente cuándo
ni dónde la técnica se originó.
Finalmente, se registra una menor presencia de pin-
tura iridiscente en sitios de la Provincia de Azuay, como
Cerro Narrío, Pirincay y Chaullabamba, que se atribuye
más probablemente a la circulación de piezas original-
mente manufacturadas en la costa (Bruhns, 2003, p. 164;
Gomis, 2000, p. 150).
2
La pintura iridiscente es, entonces,
una técnica cerámica decorativa que se limitó, esencial-
mente, en el territorio ecuatoriano a la costa central, y me-
rece nuestra atención tanto por su relación con la identi-
dad cultural como por sus propias características.
La Técnica de la Pintura Iridiscente
Al final del Desarrollo Regional Temprano, la pin-
tura iridiscente cayó en desuso y los saberes de la técni-
ca se perdieron. Pero desde los años 70 del último siglo,
varios investigadores (Lathrap et al., 1975, p. 55; Paulsen,
1977; Sonin, 1977) empezaron a presentar sus teorías sobre
el proceso y los materiales involucrados, experimentando
con la reproducción de la pintura. La investigación avanzó
cuando Aurelio Álvarez de la Universidad de Barcelona,
mediante la inspección de tiestos Engoroy y Guangala
con un microscopio electrónico de barrido, observó que la
pintura iridiscente tuvo un proceso de doble cocción, una
antes y otra después de la aplicación de la pintura (Álva-
rez, 1995, p. 445). Asimismo, recientemente la ceramista y
antropóloga Kathleen Klumpp (2013) ha logrado replicar
la técnica con éxito.
Según los resultados de la investigación de Klumpp, la
pintura consistió en dos variantes de óxido de hierro rojo
mezcladas en agua: la hematita terrosa y la hemetita es-
pecular. La pintura fue aplicada con la yema del dedo,
después de una primera cocción a temperatura baja.
Una vez aplicada la pintura iridiscente, la vasija fue so-
metida a un segundo proceso de cocción a una tempera-
tura un poco más alta para que la pintura iridiscente se
adhiera a la superficie ya cocida. Al haber pintado la va-
sija de esa manera, la alfarera o el alfarero pudo también
optar por ahumarla, es decir utilizar el humo del fogón
2 Y deberíamos esperar encontrar cerámica con pintura iridis-
cente en otras partes también de las tierras altas del Ecuador.