image/svg+xml1INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalFrancisco ValdezUMR PALOC: Instituto de Investigación para el Desarrollo, Francia -Museo Nacional de Historia Natural, Parísfrancisco.valdez@ird.frJulio HurtadoInvestigador asosiado a la Unidad Mixta de Investigacion PALOC (Patrimo-nios Locales, Gobernanza y Globalizacion) IRD, MNHN, Paris juliohs1961@hotmail.comAlexandra YépezInvestigadora asosiada a la Unidad Mixta de Investigacion PALOC (Patri-monios Locales, Gobernanza y Globalizacion) IRD, MNHN, Paris aiyepez@hotmail.comLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. La costa de la provincia de Esmeraldas está dominada por un ecosistema de manglar/bosque tropical húmedo, que aparente-mente no es propicio para grandes concentraciones de población. Sin embargo, la zona norte fue antaño el emplazamiento de una formación social compleja hoy denominada La Tolita-Tumaco. La adaptación humana a entornos tropicales, con humeda-les, se refleja en la organización/utilización del espacio y en el desarrollo de sistemas productivos con técnicas especializadas. Uno de estos sistemas, la agricultura sobre campos elevados, o camellones, ha sido evidenciado en un área conocida como la Laguna de la Ciudad. Ubicada en la punta del delta del río Santiago, su evolución ha podido ser estudiada desde el primer mi-lenio antes de la Era Común (a.C.). Este artículo describe la evidencia arqueológica relacionada con su implantación, apogeo y abandono a lo largo de 3000 años. Junto al estudio del funcionamiento del sistema agrícola, en esta parte de Esmeraldas, varias cuestiones científicas ocupan un lugar central: el origen del poblamiento de la región, la utilización del espacio y el desarrollo de las redes comerciales, las interacciones a corta y larga distancia, la aparición y decadencia de sistemas socioculturales com-plejos, la evolución tecnológica de la metalurgia y el simbolismo de los grandes estilos artísticos.ResumenSTRATA, 01-06/ 2024, vol. 2, nro.1, e12https://doi.org/10.5281/zenodo.10596169Periodicidad: semestral - continuaChorreroide, La Tolita, humedales, camellones, metalurgiaPalabras clave:Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaISSN 2690-8120https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/Strata
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez2Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAThe coast of the Esmeraldas province is dominated by a mangrove/humid tropical forest ecosystem, which is apparently not con-ducive to large population concentrations. However, the northern area was once the focus of a complex social formation called La Tolita-Tumaco. Human adaptation to tropical environments with wetlands is reflected in the organization/use of space and the development of productive systems with specialized techniques. One of these systems, agriculture on raised fields, or camellones, has been evidenced in an area known as Laguna de la Ciudad. It located at the tip of the Santiago River delta, its evolution has been studied since the first millennium of the Common Era (BC). This article describes the archaeological evidence related to its establishment, heyday and abandonment over 3000 years. Alongside the study of the agricultural system's functioning in this part of Esmeraldas, several scientific questions occupy a central place the origin of the settlement of the region, the use of space and the development of trade networks, short and long distance interactions, the emergence and decline of complex socio-cultural systems, the technological evolution of metallurgy and the symbolism of the great artistic styles.Chorreroid, La Tolita, wetlands, agriculture on raised fields, metallurgy Keywords:City Lagoon: Construction of Cultural Landscapes in Northern Esmeraldas.AbstractIntroducciónLa provincia de Esmeraldas forma parte de la eco-rregión Chocó ecuatoriano, como tal tiene un ecosiste-ma diferenciado por una rica biodiversidad, con múlti-ples especies de flora y fauna endémicas, que han sido aprovechadas por el ser humano desde tiempos remo-tos. La característica de esta región es una alta pluviosi-dad (sobre los 3500 mm anuales), unida con temperatu-ras cálidas, que hacen propicio el desarrollo de bosques tropicales húmedos desde la franja litoral hasta la ceja de montaña del occidente de la cordillera de los Andes. A pesar de ser parte del Sistema Nacional de Áreas Pro-tegidas (SNAP) de la mayor parte del territorio del nor-te de Esmeraldas está actualmente amenazado por tres factores modernos que alteran seriamente el patrimonio y la vida de las especies que pueblan este territorio: 1- la deforestación (legal e ilegal); 2- la minería (legal e ilegal) y 3- el narcotráfico. En la modernidad, la condición de las actuales poblaciones es de extrema pobreza, pues a pesar de vivir en un medio paradisiaco, la precariedad es el reflejo de una mala adaptación moderna a un en-torno natural privilegiado. Los modos de vida campesi-na en un sistema económico globalizado, agudizan las inequidades que mantienen a los actuales habitantes de la región en una relación de dependencia con el mundo exterior, que causa profundas desigualdades. En el pasado precolombino, la situación climática / ambiental era prácticamente igual a la actual, con la diferencia de que, luego de las glaciaciones del holoce-no, la transgresión del mar subió el nivel de las aguas unos 30 metros, hasta alcanzar su máximo hace unos 5000 años (Stahl y Stothert, 2020, p. 27). La dinámica de transformación de las costas del Pacífico fue particu-larmente notable en la región del norte de Esmeraldas, donde los fenómenos de transgresión y regresión marí-tima determinaron la configuración actual de esta parte del litoral. No obstante, en esta región juegan también un papel los factores tectónicos provocados por el mo-vimiento de las placas de Nazca y Sud américa. Estas han actuado en distintas épocas, sobre las fallas geológi-cas Mataje, San Lorenzo, de la Boca y de Yanayaca. Por otro lado, durante el Cuaternario, el perfil costanero del Ecuador central se vio afectado por un levantamiento constante que formó una serie de terrazas marinas (ta-blones) que llegan hasta una elevación de 300 m. En Es-meraldas, el levantamiento costanero se detiene hacia el norte de la provincia, en la falla de Yanayaca, desde
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 3INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalLas Peñas hasta el Tapón Manglar de la Bahía de An-cón de Sardinas (Winckell y Zebrowski, 1997; Collot et al. 2002; Santana y Dumont, 2002). Allí aparece un am-plio delta, formado entre la desembocadura de los ríos Santiago-Cayapas y Mataje, que limita bruscamente en el interior con un acantilado continuo de entre 10 y 15 m. Su extensión regional describe un gran abanico, que desciende de las laderas bajas de la cordillera Occidental de los Andes, para abrirse en la costa. El área del delta se constituye de un margen de 15 km. de manglar, crestas de playa y canales o esteros de marea. Su sedimentolo-gía incluye piroclásticos, conglomerado volcánico, ma-terial lahárico y de flujo de lodo, que forman láminas o terrazas fluviales atrincheradas en la Formación Cacha-bí (Collot et al. 2004; Dumont et al. 2006, pp. 101-102).Con estos breves antecedentes geomorfológicos, en este artículo se presentarán las evidencias arqueoló-gicas que demuestran el papel que jugó la región norte de la actual provincia de Esmeraldas en el desarrollo temprano y tardío de las formaciones sociales que ocu-paron esta parte del litoral pacífico. La antigua forma-ción social, denominada La Tolita, es la más conocida en esta región, pero es importante conocer sus antece-dentes y de cómo estos pueblos se fueron transformando a través del tiempo, hasta la época de la conquista espa-ñola (Valdez, 1987; 1989; 1992). Para ello, se presentan las evidencias arqueológicas encontradas en una de las zonas míticas de la tradición oral de los pueblos asenta-dos en el área cultural Tolita. Esta zona es denominada desde tiempos remotos como Laguna de la Ciudad, por estar inmersa entre los humedales que se encuentran en la desembocadura del sistema fluvial Santiago-Cayapas, en la margen sur del continente, frente a la isla Tolita (Valdez, 2006). Fig. 1. El estudio en esta región ha permitido evidenciar datos que hablan de los procesos locales del desarrollo sociocultural. Allí se han encontrado las pruebas del primer poblamiento de esta zona, así como de las estra-tegias de la utilización del espacio y del desarrollo pro-gresivo de las redes comerciales a corta y larga distancia. Mención especial merece la evidencia de la evolución tecnológica de la metalurgia que con el tiempo dará fama a La Tolita. Al final se discutirán los elementos que permiten hipotetizar la aparición y decadencia de sistemas socioculturales complejos, y del simbolismo de los grandes estilos artísticos que están presentes en el norte de Esmeraldas.La Laguna de la Ciudad: entre el mito y la efica-cia de la adaptación al pantano El área conocida como Laguna de la Ciudad se ubica en la parroquia La Tola, del cantón Eloy Alfa-ro, en el norte de la provincia de Esmeraldas. Teodoro Wolf, pionero de la geografía moderna de la República del Ecuador, recorrió la zona en 1869 y la describió así:Al Sur del pueblo de La Tola, que está situado al lado meridional de la boca del río Santiago, se extiende la llanura por unas tres leguas entre la playa del mar y el río Pagota (tributario del Ca-Figura 1Ubicación de Laguna de la Ciudad, Esmeraldas – Ecuador.Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez4Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAyapas) hasta el río Vainillita. El centro de esta gran llanura es muy pantanoso y se convierte, en invierno, en un verdadero lago, habitado por millares de aves acuáticas y palustres. Difícil es conjeturar, porque a estos pantanos los habitan-tes hayan dado el nombre de “La Ciudad” (Wolf, 1878, p. 218).El mito de La Ciudad se fue enriqueciendo a tra-vés de los años con el relato de los cazadores que se aventuraban a penetrar en la zona desde inicios del si-glo XX. Juan Garcia recordaba que una vez que entró en el área selvática encontró calzadas, o caminos elevados, en el pantano y que en algunas partes se observaban acumulaciones de cerámica Tolita en los costados. Las calzadas aparecían en distintas partes y se prolongaban por distintas partes (Valdez, 2006: 189). La fantasía sobre la Laguna y su ciudad fue una parte activa en la tradición oral de los pueblos afrodes-cendientes de La Tola, El Cuerval y Garrapata. Desde estos poblados, la gente se aventuraba a ingresar al bos-que pantanoso en busca de cosechas fáciles de frutas, yuca, caucho y otras especies silvestres que allí se en-contraban en abundancia. Algunas familias montaron fincas en el bosque y tenían allí sus cultivos y frutales. Cazadores experimentados frecuentaban el bosque, donde abundaban las pavas, los monos, venados, tortu-gas y caimanes. El relato común en La Tola es que, en la época de los gentiles, la Laguna estuvo muy poblada por gentes “muy ricas” que sembraban y cosechaban gran cantidad de alimentos que comerciaban en toda la región. La fruta y otras comidas silvestres eran los resi-duos de lo que los nativos habían sembrado antes. Entre las décadas de 1940 y 1960, compañías madereras en-traron al bosque pantanoso para sacar ingentes cantida-des de madera fina. Aprovechando los canales y esteros naturales ingresaban lanchas de fondo plano para ex-traer la madera que cortaban indiscriminadamente en “tierras de nadie”. Hasta el día de hoy se pueden ver los restos corroídos de algunas de estas lanchas hundidas en el fango. Con el tiempo llegaron también los busca-dores de tesoros, atraídos por la fama de la isla La Tolita y practicaron la “huaquearía” en algunos sectores. Esta actividad decayó con el tiempo porque el esfuerzo inver-tido para ingresar al pantano no siempre justificaba los “hallazgos”.Caracterización de la región y estudios realizados La Laguna de la Ciudad se ubica entre 1° 05’ y 1° 12’ de latitud norte y los 79° 01’ y 79° 05’ de longitud oeste. El terreno se extiende sobre la llanura aluvial a lo largo del extremo sur del delta del Santiago. Antigua-mente tuvo una conexión directa al mar, a través de una serie de antiguas líneas de playa (cordones litorales) que se fueron formando y distribuyendo con el depósito de los materiales y sedimentos pesados acarreados por el torrente del río en la desembocadura del Santiago. La región de estudio incumbe únicamente la planicie cos-tera y se detiene al pie de las colinas que forman las es-tribaciones de la cordillera Cayapas. Las alturas sobre el nivel del mar oscilan entre 3 y 20 metros (m), progresan-do paulatinamente desde la costa del Pacífico unos 10 km tierra hacia adentro. La llanura aluvial abarca unos 85.000 kilómetros cuadrados (km2) que reciben unos 3.500 mm de precipitaciones anuales.(Valdez, 2006: 191).Los primeros estudios arqueológicos de la región se dieron a fines de 1984, con el reconocimiento del sector pantanoso ubicado hacia el interior del caserío El Cuer-val. La prospección técnica se inició en agosto de 1987, con un equipo formado por investigadores del Museo del Banco Central del Ecuador, y tres miembros de la Misión Arqueológica Francesa1: el geomorfólogo Jean Pierre Thiay y los palinólogos Claude Caratini y Colette Tissot. El ingreso al pantano se hizo por un estero estrecho hasta un punto de tierra firme, donde se encontró un sinnú-mero de zanjas y franjas elevadas que cubrían una buena porción de terreno en el bosque. Se constató que las zanjas aún drenaban una parte de las tierras anegadas, dejando expuestas las franjas de tierra más elevadas. Se reconoció entonces la existencia de camellones fósiles de cultivo. Se 1. Equipo arqueológico del Museo del BCE en La Tolita que trabajó en la Laguna de la Ciudad (1983-1990): Francisco Valdez, Juan García Salazar, Soledad Leyva, María Clara Montaño, Alexandra Yépez, Julio Hurtado Sa-lazar, Jorge Hurtado Salazar. Misión Arqueológica Francesa en La Tolita (1984-1988): Jean François Bouchard, CNRS; Jean Pierre Thiay, Université de Pau et des Pays d’Adour, IRSAM; y Claude Caratini y Colette Tissot, Institut Français B.P. 33 Pondichéry, India.
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 5INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaltomaron algunas muestras de sedimentos y material cul-tural. Dada la importancia de las estructuras, se decidió explorar la región en el futuro con un guía experimen-tado. En esa época solo se contaba con fotos aéreas que revelaban la existencia de los antiguos cordones litorales que cerraban progresivamente el desfogue del agua por la llanura aluvial desde la Cordillera Cayapas. La sucesión de los cordones sobre la llanura aluvial muestra la evolu-ción del paisaje a través del tiempo, desde la época de la última transgresión marítima, hasta la actualidad (Tihay, 1988; Tihay y Usselmann, 1995; 1998). El estudio de las zonas adyacentes a los distintos cordones brindó la información arqueológica secuen-cial de las distintas ocupaciones humanas de este espa-cio. Con el cierre del drenaje natural de los esteros, los cordones arenosos causaron el estancamiento de gran-des caudales de agua dulce y formaron múltiples hume-dales que constituyen la llamada Laguna. En los prime-ros trabajos se exploraron varios cordones vistos en la fotografía aérea y se efectuó la recolección de conchas marinas integradas en las dunas y los suelos de cada cordón, para fechar la formación de cada uno (Fig. 2). Se recuperaron igualmente materiales culturales asociados a los distintos cordones. Entre noviembre y diciembre de 1988 se exploró el área hasta un punto llamado “El Vapor”, desde ese punto se prospectaron múltiples cor-dones y se recuperaron muestras orgánicas que luego permitieron fechar la formación de las antiguas playas marinas. El reconocimiento inicial de algunos sectores del interior de la Laguna permitió formarse una idea de la extensión de la zona culturalmente transformada, así como del tipo de suelos, la vegetación actual, y el tipo de vestigios arqueológicos asociados a determinadas partes de la región (Valdez, 1989). Estudios más detallados fueron realizados por el equipo de la misión del Institut de Recherche pour le-Dèvelopement(IRD) y del Museo del Banco Central del Figura 2Foto aérea y ubicación de los antiguos cordones litorales.Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez6Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAEcuador2a partir del 2000. Los trabajos consistieron en el reconocimiento sistemático de las zonas ocupadas por las camaroneras implantadas en la parroquia La Tola. La tala del manglar y la consiguiente construcción con maquinaria pesada de múltiples piscinas camaro-neras expusieron y destruyeron muchas de las antiguas ocupaciones precolombinas de esta zona del delta (Fig. 3). En estos trabajos se evidenciaron sobre todo las ocu-paciones de distintas épocas de las fases La Tolita Tem-prano, Clásico y Tardío, pero también se identificaron materiales culturales de ocupaciones no relacionadas con la tradición Tolita e inclusive postcoloniales (Val-dez, 2000/2001). Para la facilidad de los estudios se estableció un campamento base en la parte firme de un antiguo cor-dón litoral, llamado por los actuales pobladores como “El Indio”. Desde este punto se planificó la prospección sistemática de los distintos sectores del bosque y del pantano. Hay que aclarar que la ocupación actual en el interior del territorio ha cambiado mucho desde la dé-cada de 1990 y mucho más desde la década del 2010. Una migración campesina venida de las provincias de Manabí y Los Ríos ha tomado posesión de muchos te-rrenos antes poblados exclusivamente por el bosque tro-pical. Algunas familias de La Tola extendieron sus fin-cas gracias a la apertura de caminos carrozables en los terrenos próximos a las camaroneras. Así muchas de las zonas antes inaccesibles están ahora cubiertas por tro-chas abiertas y mantenidas por sus actuales pobladores. La deforestación del bosque, que se inició a fines de la década de los 80s, ha transformado de manera irreversi-ble toda la región. En los últimos años, el cultivo expan-sivo de palma africana (Elaeis guineensis; Jacq., 1763 y específicamente de la variedad Hibrido Tenera-INIAP) ha transfigurado inmensas porciones del territorio antes cubierto de bosques y de especies nativas de los humedales (Fig. 10). Para su explotación se abren cada día caminos carrozables desde Borbón y La Tola. Estas prácticas han alterado irremediablemente el ecosistema de los humedales; por lo que este artículo constituye un 2. IRD/MBCE: (2000-2007): Francisco Valdez, Alexandra Yépez, Geoffroy de Saulieu, Gaétan Julliard, François Caudal, Julio Hurtado, Felipe Salazar, Car-melo Quiñonez. Figura 3Camaroneras modernas y sectores de Laguna de la Ciudad.registro de la memoria patrimonial de la región. Para-lelamente, ingresaron a estas tierras recónditas algunas personas vinculadas con el procesamiento de sustancias ilícitas, vinculadas además al tráfico de combustibles entre Ecuador y Colombia. Evidencias del origen del poblamiento del norte de la provincia de EsmeraldasLa prospección del conjunto de la Laguna permi-tió recabar información sobre las distintas ocupaciones precolombinas. Las más antiguas, ubicadas sobre la base Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 7INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaldel nivel inferior de sus antiguas playas, corresponden a la denominada tradición “Chorreroide”, asociada, en el sur de la provincia, a la fase Tachina (Stirling, 1963) y a los sitios La Cantera (López Sebastián y Caillavet, 1979) y Tazones (Echeverría, 1980). En el norte de la provincia, esta fase corresponde a las primeras manifes-taciones del fenómeno Tolita Temprano, originalmente identificado en la isla epónima (Valdez, 1987, pp. 51-57; 1997). Los materiales cerámicos de esta fase fueron en-contrados en distintas partes de la Laguna y guardan una similitud estilística y tecnológica con otros materia-les encontrados en varios otros sitios costeros del delta del Santiago, incluyendo Tolita de los Ruanos y otras tres localidades situadas entre Limones y San Lorenzo. Estos materiales son parte de la misma tradición que el equipo de Paul Tolstoy y Warren DeBoer (1989) encon-tró río arriba, en las márgenes del Santiago-Cayapas. Los niveles tempranos de la parte superior de la cuenca del Santiago-Cayapas corresponden a la fase Mafa en la secuencia cultural establecida por estos autores (De-Boer, 1996, p. 66). Las fechas de carbono 14 asociadas a este material en el norte de Esmeraldas se ubican en el primer milenio antes de Cristo, siendo las tomadas en dos sitios de la Laguna los más antiguos, hasta la fecha: Los contextos de estos materiales resultan ser las primeras evidencias de una ocupación sedentaria en las antiguas líneas de playa y en la parte interior del con-tinente en el norte de Esmeraldas. Las antiguas líneas de playa se encuentran hoy en el interior de la Laguna, entre cuatro y cinco kilómetros de distancia de la costa actual. En el sur de la provincia se han reportado ocupa-ciones de la fase Machalilla y presumiblemente Valdivia (Mercedes Guinea, comunicación personal julio 2003), pero hasta la fecha no se ha evidenciado nada semejante en el Norte, por lo que se puede asumir que la prime-ra ocupación de esta parte del territorio se dio hacia el tercer milenio AP (Antes del Presente). Las evidencias tempranas de cultura material encontradas en la La-guna muestran una calidad tecnológica-estilística muy avanzada, similar a la tradición cerámica del norte de Manabí (chorreroide / Chorrera). Es probable que po-bladores de esa zona partieran de allí, ocupando progre-sivamente los territorios del sur de Esmeraldas, luego el norte del litoral y de la llanura aluvial adyacente. No obstante, se puede descartar que poblaciones anteriores se hayan asentado en los lugares que hoy se encuentran sumergidos bajo el océano Pacífico, puesto que, en el sector norte de la provincia, los cordones de playa más antiguos en la Laguna han sido fechados en 5400 AP y no presentan evidencias de ocupación humana. Los asentamientos tempranos, sobre el suelo de los antiguos cordones de playa, sugieren una paulatina progresión de las poblaciones del sur de la provincia, que fue ga-nando territorio, quizás tanto por la vía marítima como terrestre. Como se verá más adelante, estas poblaciones mantenían interacciones, a corta y larga distancia, con pueblos contemporáneos, tanto en la zona del litoral Pacífico como con las regiones del interior. Los pueblos de la tradición chorreroide, mantenían desde épocas in-memorables contactos con la ceja de montaña occiden-tal y con la sierra andina. Prueba concreta de esto en la Laguna es la gran cantidad de obsidiana, proveniente de las fuentes (del sector de Mullumica) ubicadas en la cordillera oriental de la provincia de Pichincha (Salazar, 1992; Burger et al.1994; Constantine, 2017; Dyhardahl et al. 2017; Dyhardahl, 2022, p. 274). Tabla 1Tabla 1: Fechamientos c14 de los contextos de la etapa Tolita TempranoMuestra #SitioFecha14CCalibración 2 sigmasGif 11900La Brea -032670 ± 35 BP918-780 BC (2868 - 2702BP)Beta181458Balsas - 032660 ± 60 BP915-780 BC (2865 - 2730 BP
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez8Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAFigura 4Formas y recipientes tempranos, sitio Las BalsasLa evidencia de los sitios en la Laguna demuestra que la ocupación fue intensa, aunque dispersa, entre los humedales, la llanura interior y los cordones de playa. Algunos sitios muestran la intención de transformar el medio con zanjas de drenaje en determinadas zonas (Valdez, 2006, pp. 196-197). Los sitios detectados apare-cen entre 150 y 200 cm de profundidad bajo la superficie actual y están cubiertos por espesos depósitos sedimen-tarios de carácter limoso mixto con arenas de gránulos entre gruesos y finos. Estos sedimentos son los usuales en una zona sujeta a continuas inundaciones. Los depó-sitos culturales se encuentran sobre capas de arena fina de coloración gris verdosa, con abundantes restos de conchas triturada por la acción del mar. En estos nive-les, la capa húmica es muy somera y recubre apenas los restos de los materiales culturales tempranos. A pesar de ello, hay sectores donde los depósitos son más espe-sos, sugiriendo ocupaciones prolongadas. Un buen ejemplo de las primeras ocupaciones en la Laguna es el sitio Las Balsas, ubicado, en el sec-tor denominado La Brea, en el extremo noroeste de la región, a unos 600 m del margen actual del río Santia-go. Su ubicación, registrada con GPS, es 17 N 719226 130187. El reconocimiento inicial del área se dio a través de una zanja estrecha, abierta en el extremo suroriente de una camaronera moderna. En los perfiles expuestos de la zanja se observaron varios niveles antiguos de pla-ya, a más de 1 m de profundidad de la superficie actual. Estos estaban marcados por la presencia horizontal de “conchilla” fina, molida por acción del mar, que reposa sobre una capa fina de arena gris verdosa. La limpieza de perfiles reveló material cultural inmerso sobre y den-tro de la conchilla. Desde un inicio llamó la atención la abundancia de cerámica de apariencia temprana, por la finura de su pasta y la calidad del acabado de superfi-cie (Fig. 4). La prospección, en los terrenos aledaños a la zanja, reveló poco material cultural en la superficie. No obstante, para detectar la extensión de los antiguos niveles de ocupación se efectuaron sondeos en la zona firme próxima a la zanja. Las excavaciones en el sitio Las Balsas demostra-ron la naturaleza de las ocupaciones en la primera época, pues el material cultural encontrado es variado y abun-dante. La excavación inicial se realizó en dos unidades de 3 por 2 m, que luego se juntaron para complementar-se. La secuencia estratigráfica se puede resumir en estos puntos:Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 9INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalFigura 5Recipientes destacados en el nivel temprano.1. En la limpieza de la vegetación se encontraron po-cos tiestos superficiales, de apariencia tardía por el grosor y aspereza de sus paredes. La estratigrafía fue bastante homogénea, con sedimentos arcilloso–are-nosos sin material cultural en la parte superior. Lo notable fue la presencia de una capa horizontal de ceniza volcánica que cubría la totalidad del subsuelo entre 10 y 25 cm. Bajo esta capa apareció poco mate-rial cerámico grueso y disperso, sin un contexto de-finido. La excavación horizontal fina (depacage) re-tiró sedimentos homogéneos exponiendo superficies planas, con muy poco material cultural. Un aspecto notable de los estratos fue la presencia de numerosas micro astillas y lascas de obsidiana, que se profundi-zaban junto a un material cerámico grueso, de colo-res ladrillo, marrón o beige cremoso. 2. La excavación, en niveles horizontales constantes, alcanzó una profundidad de 70 cm con la eventual presencia de estrato negro, muy pegajoso, atestiguan-do un antiguo horizonte de guandal3, que cubrió un antiguo nivel ocupacional. 3. A un metro de profundidad, apareció un conchal mezclado, además, con otra mancha de ceniza vol-cánica blanca4. A pesar del estado degradado del conchero, se identificaron claramente almejas (pro-bablemente Chione Subrugosa y Protothaca esper-ma), caracoles pequeños (quizás Cerithum adus-3. Estrato semi-liquido, compuesto de fango, arena y arcilla que se forma por la inundación prolongada de un terreno, donde circula lentamente un cierto flujo de agua, con el acarreo de materiales diversos en suspensión.4. Posiblemente originada por el volcán Cuicocha -circa 3100 a.C.- (Constan-tine,2017, p. 83)tum), concha prieta (Anadara tuberculosa) y ostión (Ostrea cortesiensis). Huesos de peces y mamíferos pequeños abundaban en todo el estrato, sobre todo integrados en el estrato base, negro amarillento, que reposa bajo el conchero. Abundó el material cerámi-co de apariencia temprana, mezclado con obsidiana en esquirlas y lascas de distintos tamaños. Apare-cieron igualmente lascas de pedernal, guijarros de río y manchas de carbón integradas al sedimento. material cultural. El contexto fue definido como un basural que cubrió parcialmente el conchero.La cerámica fina, con paredes de color rojo y gris, prevaleció ampliamente sobre el material más burdo que también apareció en el depósito. En este basural fueron de interés especial dos recipientes fragmentados, retirados de la parte central del basurero, y un tercero, quizás una ofrenda funeraria, que salió en el perfil de la trinchera, en otro sector del sitio, pero siempre en el nivel temprano (Figs. 5). A pesar de no estar enteros, la forma general de los recipientes es notable. El primero es un vaso cilíndrico, con una figura humana pegada en su pared externa. Este vaso es de color rojo ocre sobre bayo, con una superficie no muy pulida. La figura hu-mana tiene la particularidad de tener la cabeza inclina-da, como si estuviese mirando al cielo en forma estáti-ca. No tiene rasgos faciales bien dibujados, en su cara predomina una nariz abultada y en los externos un par de ojos mal trazados. En cierto ángulo, se los aprecia como ojos con pupilas y cejas. Su apariencia resulta algo siniestra. Aunque la figura no está completa sus rasgos sugieren un ser amarrado hacia atrás. La posición de la Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez10Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAcabeza inclinada hacia arriba se complementa con la posición de los brazos (fragmentados) que tienen tam-bién una inclinación hacia la espalda, como si estuvie-ran atados. Vista de perfil, la figura recuerda a un pri-sionero sujeto contra algo, que en la pieza resulta ser el recipiente. Los pies están rotos, por lo que no se aprecia la posición original que tenían, pero por el espacio que supuestamente ocupaban, parecen más bien pequeños. A pesar de lo tosco de su factura, el conjunto tiene un alisado con pintura roja que le dan el toque de elegancia de un objeto especial. El personaje tiene huellas de ha-ber tenido pintura roja en todo el cuerpo, aunque ahora solo se la percibe claramente en una parte de la cabeza, el tórax y algunas pequeñas manchas en las piernas. La pieza salió fragmentada en la parte superior del conche-ro central, cerca de la acumulación de piedras y tiestos que tapaban al conchero.El segundo recipiente es un cántaro pequeño, con engobe rojo zonal sobre fondo gris, el interés del objeto radica en la decoración esgrafiada que presenta sobre su parte media. El motivo parece ser de un ave estilizada, con las alas desplegadas. Este tema iconográfico apare-ce a menudo, con algunas variantes, en la decoración incisa sobre los fragmentos de cuencos y ollas encon-trados en el basural. El tercer recipiente es una alcarra-za, casi entera, encontrada inmersa en el perfil del nivel temprano, a unos cuantos metros de la excavación del conchero. La pieza ha perdido los picos gemelos con asa puente que caracterizan a este tipo de recipiente. El cuerpo, cubierto de engobe rojo pulido, es fitomorfo con seis lóbulos modelados que sugieren una calabaza. El doble pico aparece sobre una “tapa estilizada” que rompe con la forma natural del fruto. Los recipientes fi-tomorfos son parte de la tradición Chorrera que subyace en la fase Tolita Temprano. El posible contexto funera-rio original fue probablemente destruido por la zanja de drenaje construida por la camaronera.La excavación controlada en el contorno del con-chero reveló sedimentos arenosos, arcillosos de color oscuro, a veces con manchas amarillentas bien marca-das. La presencia de carbón fue notable en un extremo de la unidad. La tierra retirada fue tamizada en el agua de la zanja, por lo que la recuperación de macrorestos fue muy importante; con una alta cantidad de huesos Figura 6Lámina de oro, evidencia más temprana de metalurgia en Esmeraldasde pescado, lascas líticas, carbón y tiestos diversos. En la excavación, uno de los coautores, encontró una pieza de metal que asombró por su finura y su contexto casual entre los desechos (Fig. 6). A una profundidad máxima de 120 cm, la excava-ción presentó particularidades que no se observaron ori-ginalmente en la zona central. La unidad fue cobrando un ordenamiento que hizo pensar en un posible efecto de pared, que pudo haber estructurado el depósito. El conchero, propiamente dicho, ocupó la parte central del espacio, con una proyección hacia la esquina suroeste y otra, en diagonal, hacia el sector noreste. Es probable que el sitio fuera un lugar de habitación, organizado en el interior de la antigua línea de playa, aunque la excava-ción no reveló ninguna evidencia de huecos de poste, el efecto pared que sugiere la disposición de las evidencias Nota.Tomadas de Centre E. Babelon, CNRS, Orléans
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 11INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaldel basural en la zona “externa” hace pensar que hubo una estructuración en el espacio de este hábitat. A pesar del tamaño limitado de la unidad (6x4 m) se pudo tener una visión más o menos completa del uso del espacio en torno al conchero. Se pudo diferenciar zonas de concen-tración de materiales y espacios vacíos en el entorno. El contenido del conchero habla de actividades cotidianas ligadas a la preparación y residuos de alimentos propios del medio. Pero la presencia de recipientes fragmenta-dos, de usos significativos o menos cotidianos, sugieren otro tipo de actividades en la zona próxima al basural.La información obtenida, tanto de la cultura ma-terial, como de la utilización del espacio, ha permitido hacerse una buena idea del tipo de asentamientos y del modo de vida de los primeros habitantes de la Laguna. El material cerámico recogido fue abundante e intere-sante por lo variado y lo diagnóstico. Su identificación por los rasgos chorreroides característicos, brindó la suficiente confianza para tratar los nuevos aspectos de la cultura material con certidumbre. La gran diferencia existente entre los materiales de las ocupaciones tardías de la Laguna y los de la primera etapa resultó ser un fósil guía para la identificación y determinación cronológica de los niveles encontrados. Los marcadores caracterís-ticos de la alfarería se pueden enumerar de la siguien-te forma: pastas finas (de 3 a 6 mm), con desgrasantes finos (quizás molidos) de una granulometría homogé-nea; acabados de superficie tersos: alisados y pulidos; presencia de engobes (bayo, gris o rojo) en las paredes exteriores e interiores de los recipientes; pintura roja, parcial o total, en determinadas formas. La decoración fue mayoritariamente efectuada por líneas incisas, o a veces excisas, principalmente en la zona comprendida entre el borde y la parte media del cuerpo del recipiente. Los motivos en incisión son en línea fina, geométrica o abstracta. En el borde externo o interno del recipiente hay líneas paralelas (1,2 o 3) y zonas con achurado formando paneles geométricos. Pintura roja, en bandas o en la totalidad del reci-piente. Pintura negativa (negro) sobre fondo rojo y bayo. Pintura blanca (banda) sobre rojo. Pastillaje formando partes anatómicas de figuras en algunos recipientes. Las formas abiertas más comunes son: cuencos se-miesféricos, platos poco profundos, cuencos hori-zontales con pedestal. Cuencos cilíndricos. Recipientes cerrados: cántaros pequeños y media-nos, y ollas de tamaño mediano o grande. Alcarra-zas con doble pico y asa puente. (Fig. 4) Figurillas antropomorfas y zoomorfas. Máscaras antropomorfas. (Fig. 7)El simbolismo, presente en las decoraciones inci-sas, hace referencia a la ideología imperante que repro-duce, tanto formas naturales, como geométricas. Estas son a menudo repetitivas con ligeras variaciones. Las figurinas antropomorfas son variadas, algunas tienen Figura 7Cabezas de figurinas y fragmentos de mascara antropomorfa, nivel tempranoNota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez12Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAlos rasgos típicamente Chorrera, pero se encuentran también variantes locales con los ojos abiertos y la pu-pila figurada. Los fragmentos de pies encontrados de-muestran la presencia de figurinas huecas de tamaño mediano. Hay figuras que parecen haber sido moldea-das, con los brazos recogidos hacia el pecho. Entre las figurinas zoomorfas aparecen variedades de simios y el tema del felino. Estas evidencias tecnológicas e ideográ-ficas muestran el inicio de lo que será el estilo artístico de la cultura La Tolita, es por ello que fue denominado como el Tolita Temprano, al final de la década de los 80, en el norte de Esmeraldas (Valdez 1987; 1997). La evidencia material encontrada en el basural de un asentamiento ubicado próximo a las antiguas líneas de playa, informa de una explotación de los recursos marinos y ribereños. En la actualidad hay una franja de manglar que cubre ambas márgenes del rio Santiago y por lo que se ve en el conchero, es muy probable que hace tres mil años el delta del Santiago tuviera una ve-getación similar. Los huesos de algunos peces del basu-ral corresponden a especies de alta mar, por lo que se debe suponer que los antiguos habitantes disponían de embarcaciones que navegaban en mar abierto. Aunque no hay un análisis detallado de los mamíferos presentes, se distinguen fragmentos de falanges de una especie de pequeño venado (probablemente Mazama americana), dientes de pecarí (Pecari tajacu), y huesitos de roedores. El colmillo de un felino estuvo presente en el basural, aunque no hubo otros huesos de esta especie, por lo que se piensa que pudo haber sido un adorno corporal. Un instrumento notable que fue excavado en el basu-ral fue el fragmento de una espátula, fabricada en un hueso largo calcinado y altamente pulido. El fragmen-to es de corte triangular, tiene 12,4 cm de largo por 14 mm de ancho y 4 mm de grosor (Fig. 8). Se desconoce la posible función del instrumento, pero el esmero en su fabricación sugiere que debió ser una herramienta especializada y muy apreciada. La tecnología y la mate-ria prima empleada para su fabricación es significativa por su eventual simbolismo. El hueso (posiblemente un cubito humano) ha sido endurecido mediante el fuego, presentando un color negro uniforme, y fue altamente bruñido para obtener una apariencia suave y brillante. Instrumentos similares, hechos igualmente en huesos largos, muy pulidos, son comunes en la etapa La Tolita Clásica (600 a.C. - 400 d.C.) se constata ahora que la tra-dición de su uso se inició en la etapa Temprana. Otro instrumento notable encontrado en la exca-vación fue una punta foliácea de obsidiana, trabajada con retoque bifacial rasante. La calidad y la finura del objeto son una muestra de la maestría de los antiguos talladores líticos. La obsidiana, como materia prima, abunda en todo el contexto, aunque la mayor parte está compuesta por esquirlas (desechos de talla) y pequeñas lascas. Hay también pequeños restos de núcleos agota-dos y algunas láminas que pudieron haber servido como elementos cortantes en actividades cotidianas. Por su color y transparencia, el material se asemeja a la obsi-diana de las fuentes conocidas de Quiscatola y Mullumi-ca, pero no hay análisis específicos que lo atestigüen. En Figura 8Espátula de hueso endurecido al fuego.