image/svg+xml1INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalFrancisco ValdezUMR PALOC: Instituto de Investigación para el Desarrollo, Francia -Museo Nacional de Historia Natural, Parísfrancisco.valdez@ird.frJulio HurtadoInvestigador asosiado a la Unidad Mixta de Investigacion PALOC (Patrimo-nios Locales, Gobernanza y Globalizacion) IRD, MNHN, Paris juliohs1961@hotmail.comAlexandra YépezInvestigadora asosiada a la Unidad Mixta de Investigacion PALOC (Patri-monios Locales, Gobernanza y Globalizacion) IRD, MNHN, Paris aiyepez@hotmail.comLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. La costa de la provincia de Esmeraldas está dominada por un ecosistema de manglar/bosque tropical húmedo, que aparente-mente no es propicio para grandes concentraciones de población. Sin embargo, la zona norte fue antaño el emplazamiento de una formación social compleja hoy denominada La Tolita-Tumaco. La adaptación humana a entornos tropicales, con humeda-les, se refleja en la organización/utilización del espacio y en el desarrollo de sistemas productivos con técnicas especializadas. Uno de estos sistemas, la agricultura sobre campos elevados, o camellones, ha sido evidenciado en un área conocida como la Laguna de la Ciudad. Ubicada en la punta del delta del río Santiago, su evolución ha podido ser estudiada desde el primer mi-lenio antes de la Era Común (a.C.). Este artículo describe la evidencia arqueológica relacionada con su implantación, apogeo y abandono a lo largo de 3000 años. Junto al estudio del funcionamiento del sistema agrícola, en esta parte de Esmeraldas, varias cuestiones científicas ocupan un lugar central: el origen del poblamiento de la región, la utilización del espacio y el desarrollo de las redes comerciales, las interacciones a corta y larga distancia, la aparición y decadencia de sistemas socioculturales com-plejos, la evolución tecnológica de la metalurgia y el simbolismo de los grandes estilos artísticos.ResumenSTRATA, 01-06/ 2024, vol. 2, nro.1, e12https://doi.org/10.5281/zenodo.10596169Periodicidad: semestral - continuaChorreroide, La Tolita, humedales, camellones, metalurgiaPalabras clave:Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaISSN 2690-8120https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/Strata
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez2Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAThe coast of the Esmeraldas province is dominated by a mangrove/humid tropical forest ecosystem, which is apparently not con-ducive to large population concentrations. However, the northern area was once the focus of a complex social formation called La Tolita-Tumaco. Human adaptation to tropical environments with wetlands is reflected in the organization/use of space and the development of productive systems with specialized techniques. One of these systems, agriculture on raised fields, or camellones, has been evidenced in an area known as Laguna de la Ciudad. It located at the tip of the Santiago River delta, its evolution has been studied since the first millennium of the Common Era (BC). This article describes the archaeological evidence related to its establishment, heyday and abandonment over 3000 years. Alongside the study of the agricultural system's functioning in this part of Esmeraldas, several scientific questions occupy a central place the origin of the settlement of the region, the use of space and the development of trade networks, short and long distance interactions, the emergence and decline of complex socio-cultural systems, the technological evolution of metallurgy and the symbolism of the great artistic styles.Chorreroid, La Tolita, wetlands, agriculture on raised fields, metallurgy Keywords:City Lagoon: Construction of Cultural Landscapes in Northern Esmeraldas.AbstractIntroducciónLa provincia de Esmeraldas forma parte de la eco-rregión Chocó ecuatoriano, como tal tiene un ecosiste-ma diferenciado por una rica biodiversidad, con múlti-ples especies de flora y fauna endémicas, que han sido aprovechadas por el ser humano desde tiempos remo-tos. La característica de esta región es una alta pluviosi-dad (sobre los 3500 mm anuales), unida con temperatu-ras cálidas, que hacen propicio el desarrollo de bosques tropicales húmedos desde la franja litoral hasta la ceja de montaña del occidente de la cordillera de los Andes. A pesar de ser parte del Sistema Nacional de Áreas Pro-tegidas (SNAP) de la mayor parte del territorio del nor-te de Esmeraldas está actualmente amenazado por tres factores modernos que alteran seriamente el patrimonio y la vida de las especies que pueblan este territorio: 1- la deforestación (legal e ilegal); 2- la minería (legal e ilegal) y 3- el narcotráfico. En la modernidad, la condición de las actuales poblaciones es de extrema pobreza, pues a pesar de vivir en un medio paradisiaco, la precariedad es el reflejo de una mala adaptación moderna a un en-torno natural privilegiado. Los modos de vida campesi-na en un sistema económico globalizado, agudizan las inequidades que mantienen a los actuales habitantes de la región en una relación de dependencia con el mundo exterior, que causa profundas desigualdades. En el pasado precolombino, la situación climática / ambiental era prácticamente igual a la actual, con la diferencia de que, luego de las glaciaciones del holoce-no, la transgresión del mar subió el nivel de las aguas unos 30 metros, hasta alcanzar su máximo hace unos 5000 años (Stahl y Stothert, 2020, p. 27). La dinámica de transformación de las costas del Pacífico fue particu-larmente notable en la región del norte de Esmeraldas, donde los fenómenos de transgresión y regresión marí-tima determinaron la configuración actual de esta parte del litoral. No obstante, en esta región juegan también un papel los factores tectónicos provocados por el mo-vimiento de las placas de Nazca y Sud américa. Estas han actuado en distintas épocas, sobre las fallas geológi-cas Mataje, San Lorenzo, de la Boca y de Yanayaca. Por otro lado, durante el Cuaternario, el perfil costanero del Ecuador central se vio afectado por un levantamiento constante que formó una serie de terrazas marinas (ta-blones) que llegan hasta una elevación de 300 m. En Es-meraldas, el levantamiento costanero se detiene hacia el norte de la provincia, en la falla de Yanayaca, desde
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 3INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalLas Peñas hasta el Tapón Manglar de la Bahía de An-cón de Sardinas (Winckell y Zebrowski, 1997; Collot et al. 2002; Santana y Dumont, 2002). Allí aparece un am-plio delta, formado entre la desembocadura de los ríos Santiago-Cayapas y Mataje, que limita bruscamente en el interior con un acantilado continuo de entre 10 y 15 m. Su extensión regional describe un gran abanico, que desciende de las laderas bajas de la cordillera Occidental de los Andes, para abrirse en la costa. El área del delta se constituye de un margen de 15 km. de manglar, crestas de playa y canales o esteros de marea. Su sedimentolo-gía incluye piroclásticos, conglomerado volcánico, ma-terial lahárico y de flujo de lodo, que forman láminas o terrazas fluviales atrincheradas en la Formación Cacha-bí (Collot et al. 2004; Dumont et al. 2006, pp. 101-102).Con estos breves antecedentes geomorfológicos, en este artículo se presentarán las evidencias arqueoló-gicas que demuestran el papel que jugó la región norte de la actual provincia de Esmeraldas en el desarrollo temprano y tardío de las formaciones sociales que ocu-paron esta parte del litoral pacífico. La antigua forma-ción social, denominada La Tolita, es la más conocida en esta región, pero es importante conocer sus antece-dentes y de cómo estos pueblos se fueron transformando a través del tiempo, hasta la época de la conquista espa-ñola (Valdez, 1987; 1989; 1992). Para ello, se presentan las evidencias arqueológicas encontradas en una de las zonas míticas de la tradición oral de los pueblos asenta-dos en el área cultural Tolita. Esta zona es denominada desde tiempos remotos como Laguna de la Ciudad, por estar inmersa entre los humedales que se encuentran en la desembocadura del sistema fluvial Santiago-Cayapas, en la margen sur del continente, frente a la isla Tolita (Valdez, 2006). Fig. 1. El estudio en esta región ha permitido evidenciar datos que hablan de los procesos locales del desarrollo sociocultural. Allí se han encontrado las pruebas del primer poblamiento de esta zona, así como de las estra-tegias de la utilización del espacio y del desarrollo pro-gresivo de las redes comerciales a corta y larga distancia. Mención especial merece la evidencia de la evolución tecnológica de la metalurgia que con el tiempo dará fama a La Tolita. Al final se discutirán los elementos que permiten hipotetizar la aparición y decadencia de sistemas socioculturales complejos, y del simbolismo de los grandes estilos artísticos que están presentes en el norte de Esmeraldas.La Laguna de la Ciudad: entre el mito y la efica-cia de la adaptación al pantano El área conocida como Laguna de la Ciudad se ubica en la parroquia La Tola, del cantón Eloy Alfa-ro, en el norte de la provincia de Esmeraldas. Teodoro Wolf, pionero de la geografía moderna de la República del Ecuador, recorrió la zona en 1869 y la describió así:Al Sur del pueblo de La Tola, que está situado al lado meridional de la boca del río Santiago, se extiende la llanura por unas tres leguas entre la playa del mar y el río Pagota (tributario del Ca-Figura 1Ubicación de Laguna de la Ciudad, Esmeraldas – Ecuador.Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez4Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAyapas) hasta el río Vainillita. El centro de esta gran llanura es muy pantanoso y se convierte, en invierno, en un verdadero lago, habitado por millares de aves acuáticas y palustres. Difícil es conjeturar, porque a estos pantanos los habitan-tes hayan dado el nombre de “La Ciudad” (Wolf, 1878, p. 218).El mito de La Ciudad se fue enriqueciendo a tra-vés de los años con el relato de los cazadores que se aventuraban a penetrar en la zona desde inicios del si-glo XX. Juan Garcia recordaba que una vez que entró en el área selvática encontró calzadas, o caminos elevados, en el pantano y que en algunas partes se observaban acumulaciones de cerámica Tolita en los costados. Las calzadas aparecían en distintas partes y se prolongaban por distintas partes (Valdez, 2006: 189). La fantasía sobre la Laguna y su ciudad fue una parte activa en la tradición oral de los pueblos afrodes-cendientes de La Tola, El Cuerval y Garrapata. Desde estos poblados, la gente se aventuraba a ingresar al bos-que pantanoso en busca de cosechas fáciles de frutas, yuca, caucho y otras especies silvestres que allí se en-contraban en abundancia. Algunas familias montaron fincas en el bosque y tenían allí sus cultivos y frutales. Cazadores experimentados frecuentaban el bosque, donde abundaban las pavas, los monos, venados, tortu-gas y caimanes. El relato común en La Tola es que, en la época de los gentiles, la Laguna estuvo muy poblada por gentes “muy ricas” que sembraban y cosechaban gran cantidad de alimentos que comerciaban en toda la región. La fruta y otras comidas silvestres eran los resi-duos de lo que los nativos habían sembrado antes. Entre las décadas de 1940 y 1960, compañías madereras en-traron al bosque pantanoso para sacar ingentes cantida-des de madera fina. Aprovechando los canales y esteros naturales ingresaban lanchas de fondo plano para ex-traer la madera que cortaban indiscriminadamente en “tierras de nadie”. Hasta el día de hoy se pueden ver los restos corroídos de algunas de estas lanchas hundidas en el fango. Con el tiempo llegaron también los busca-dores de tesoros, atraídos por la fama de la isla La Tolita y practicaron la “huaquearía” en algunos sectores. Esta actividad decayó con el tiempo porque el esfuerzo inver-tido para ingresar al pantano no siempre justificaba los “hallazgos”.Caracterización de la región y estudios realizados La Laguna de la Ciudad se ubica entre 1° 05’ y 1° 12’ de latitud norte y los 79° 01’ y 79° 05’ de longitud oeste. El terreno se extiende sobre la llanura aluvial a lo largo del extremo sur del delta del Santiago. Antigua-mente tuvo una conexión directa al mar, a través de una serie de antiguas líneas de playa (cordones litorales) que se fueron formando y distribuyendo con el depósito de los materiales y sedimentos pesados acarreados por el torrente del río en la desembocadura del Santiago. La región de estudio incumbe únicamente la planicie cos-tera y se detiene al pie de las colinas que forman las es-tribaciones de la cordillera Cayapas. Las alturas sobre el nivel del mar oscilan entre 3 y 20 metros (m), progresan-do paulatinamente desde la costa del Pacífico unos 10 km tierra hacia adentro. La llanura aluvial abarca unos 85.000 kilómetros cuadrados (km2) que reciben unos 3.500 mm de precipitaciones anuales.(Valdez, 2006: 191).Los primeros estudios arqueológicos de la región se dieron a fines de 1984, con el reconocimiento del sector pantanoso ubicado hacia el interior del caserío El Cuer-val. La prospección técnica se inició en agosto de 1987, con un equipo formado por investigadores del Museo del Banco Central del Ecuador, y tres miembros de la Misión Arqueológica Francesa1: el geomorfólogo Jean Pierre Thiay y los palinólogos Claude Caratini y Colette Tissot. El ingreso al pantano se hizo por un estero estrecho hasta un punto de tierra firme, donde se encontró un sinnú-mero de zanjas y franjas elevadas que cubrían una buena porción de terreno en el bosque. Se constató que las zanjas aún drenaban una parte de las tierras anegadas, dejando expuestas las franjas de tierra más elevadas. Se reconoció entonces la existencia de camellones fósiles de cultivo. Se 1. Equipo arqueológico del Museo del BCE en La Tolita que trabajó en la Laguna de la Ciudad (1983-1990): Francisco Valdez, Juan García Salazar, Soledad Leyva, María Clara Montaño, Alexandra Yépez, Julio Hurtado Sa-lazar, Jorge Hurtado Salazar. Misión Arqueológica Francesa en La Tolita (1984-1988): Jean François Bouchard, CNRS; Jean Pierre Thiay, Université de Pau et des Pays d’Adour, IRSAM; y Claude Caratini y Colette Tissot, Institut Français B.P. 33 Pondichéry, India.
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 5INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaltomaron algunas muestras de sedimentos y material cul-tural. Dada la importancia de las estructuras, se decidió explorar la región en el futuro con un guía experimen-tado. En esa época solo se contaba con fotos aéreas que revelaban la existencia de los antiguos cordones litorales que cerraban progresivamente el desfogue del agua por la llanura aluvial desde la Cordillera Cayapas. La sucesión de los cordones sobre la llanura aluvial muestra la evolu-ción del paisaje a través del tiempo, desde la época de la última transgresión marítima, hasta la actualidad (Tihay, 1988; Tihay y Usselmann, 1995; 1998). El estudio de las zonas adyacentes a los distintos cordones brindó la información arqueológica secuen-cial de las distintas ocupaciones humanas de este espa-cio. Con el cierre del drenaje natural de los esteros, los cordones arenosos causaron el estancamiento de gran-des caudales de agua dulce y formaron múltiples hume-dales que constituyen la llamada Laguna. En los prime-ros trabajos se exploraron varios cordones vistos en la fotografía aérea y se efectuó la recolección de conchas marinas integradas en las dunas y los suelos de cada cordón, para fechar la formación de cada uno (Fig. 2). Se recuperaron igualmente materiales culturales asociados a los distintos cordones. Entre noviembre y diciembre de 1988 se exploró el área hasta un punto llamado “El Vapor”, desde ese punto se prospectaron múltiples cor-dones y se recuperaron muestras orgánicas que luego permitieron fechar la formación de las antiguas playas marinas. El reconocimiento inicial de algunos sectores del interior de la Laguna permitió formarse una idea de la extensión de la zona culturalmente transformada, así como del tipo de suelos, la vegetación actual, y el tipo de vestigios arqueológicos asociados a determinadas partes de la región (Valdez, 1989). Estudios más detallados fueron realizados por el equipo de la misión del Institut de Recherche pour le-Dèvelopement(IRD) y del Museo del Banco Central del Figura 2Foto aérea y ubicación de los antiguos cordones litorales.Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez6Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAEcuador2a partir del 2000. Los trabajos consistieron en el reconocimiento sistemático de las zonas ocupadas por las camaroneras implantadas en la parroquia La Tola. La tala del manglar y la consiguiente construcción con maquinaria pesada de múltiples piscinas camaro-neras expusieron y destruyeron muchas de las antiguas ocupaciones precolombinas de esta zona del delta (Fig. 3). En estos trabajos se evidenciaron sobre todo las ocu-paciones de distintas épocas de las fases La Tolita Tem-prano, Clásico y Tardío, pero también se identificaron materiales culturales de ocupaciones no relacionadas con la tradición Tolita e inclusive postcoloniales (Val-dez, 2000/2001). Para la facilidad de los estudios se estableció un campamento base en la parte firme de un antiguo cor-dón litoral, llamado por los actuales pobladores como “El Indio”. Desde este punto se planificó la prospección sistemática de los distintos sectores del bosque y del pantano. Hay que aclarar que la ocupación actual en el interior del territorio ha cambiado mucho desde la dé-cada de 1990 y mucho más desde la década del 2010. Una migración campesina venida de las provincias de Manabí y Los Ríos ha tomado posesión de muchos te-rrenos antes poblados exclusivamente por el bosque tro-pical. Algunas familias de La Tola extendieron sus fin-cas gracias a la apertura de caminos carrozables en los terrenos próximos a las camaroneras. Así muchas de las zonas antes inaccesibles están ahora cubiertas por tro-chas abiertas y mantenidas por sus actuales pobladores. La deforestación del bosque, que se inició a fines de la década de los 80s, ha transformado de manera irreversi-ble toda la región. En los últimos años, el cultivo expan-sivo de palma africana (Elaeis guineensis; Jacq., 1763 y específicamente de la variedad Hibrido Tenera-INIAP) ha transfigurado inmensas porciones del territorio antes cubierto de bosques y de especies nativas de los humedales (Fig. 10). Para su explotación se abren cada día caminos carrozables desde Borbón y La Tola. Estas prácticas han alterado irremediablemente el ecosistema de los humedales; por lo que este artículo constituye un 2. IRD/MBCE: (2000-2007): Francisco Valdez, Alexandra Yépez, Geoffroy de Saulieu, Gaétan Julliard, François Caudal, Julio Hurtado, Felipe Salazar, Car-melo Quiñonez. Figura 3Camaroneras modernas y sectores de Laguna de la Ciudad.registro de la memoria patrimonial de la región. Para-lelamente, ingresaron a estas tierras recónditas algunas personas vinculadas con el procesamiento de sustancias ilícitas, vinculadas además al tráfico de combustibles entre Ecuador y Colombia. Evidencias del origen del poblamiento del norte de la provincia de EsmeraldasLa prospección del conjunto de la Laguna permi-tió recabar información sobre las distintas ocupaciones precolombinas. Las más antiguas, ubicadas sobre la base Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 7INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaldel nivel inferior de sus antiguas playas, corresponden a la denominada tradición “Chorreroide”, asociada, en el sur de la provincia, a la fase Tachina (Stirling, 1963) y a los sitios La Cantera (López Sebastián y Caillavet, 1979) y Tazones (Echeverría, 1980). En el norte de la provincia, esta fase corresponde a las primeras manifes-taciones del fenómeno Tolita Temprano, originalmente identificado en la isla epónima (Valdez, 1987, pp. 51-57; 1997). Los materiales cerámicos de esta fase fueron en-contrados en distintas partes de la Laguna y guardan una similitud estilística y tecnológica con otros materia-les encontrados en varios otros sitios costeros del delta del Santiago, incluyendo Tolita de los Ruanos y otras tres localidades situadas entre Limones y San Lorenzo. Estos materiales son parte de la misma tradición que el equipo de Paul Tolstoy y Warren DeBoer (1989) encon-tró río arriba, en las márgenes del Santiago-Cayapas. Los niveles tempranos de la parte superior de la cuenca del Santiago-Cayapas corresponden a la fase Mafa en la secuencia cultural establecida por estos autores (De-Boer, 1996, p. 66). Las fechas de carbono 14 asociadas a este material en el norte de Esmeraldas se ubican en el primer milenio antes de Cristo, siendo las tomadas en dos sitios de la Laguna los más antiguos, hasta la fecha: Los contextos de estos materiales resultan ser las primeras evidencias de una ocupación sedentaria en las antiguas líneas de playa y en la parte interior del con-tinente en el norte de Esmeraldas. Las antiguas líneas de playa se encuentran hoy en el interior de la Laguna, entre cuatro y cinco kilómetros de distancia de la costa actual. En el sur de la provincia se han reportado ocupa-ciones de la fase Machalilla y presumiblemente Valdivia (Mercedes Guinea, comunicación personal julio 2003), pero hasta la fecha no se ha evidenciado nada semejante en el Norte, por lo que se puede asumir que la prime-ra ocupación de esta parte del territorio se dio hacia el tercer milenio AP (Antes del Presente). Las evidencias tempranas de cultura material encontradas en la La-guna muestran una calidad tecnológica-estilística muy avanzada, similar a la tradición cerámica del norte de Manabí (chorreroide / Chorrera). Es probable que po-bladores de esa zona partieran de allí, ocupando progre-sivamente los territorios del sur de Esmeraldas, luego el norte del litoral y de la llanura aluvial adyacente. No obstante, se puede descartar que poblaciones anteriores se hayan asentado en los lugares que hoy se encuentran sumergidos bajo el océano Pacífico, puesto que, en el sector norte de la provincia, los cordones de playa más antiguos en la Laguna han sido fechados en 5400 AP y no presentan evidencias de ocupación humana. Los asentamientos tempranos, sobre el suelo de los antiguos cordones de playa, sugieren una paulatina progresión de las poblaciones del sur de la provincia, que fue ga-nando territorio, quizás tanto por la vía marítima como terrestre. Como se verá más adelante, estas poblaciones mantenían interacciones, a corta y larga distancia, con pueblos contemporáneos, tanto en la zona del litoral Pacífico como con las regiones del interior. Los pueblos de la tradición chorreroide, mantenían desde épocas in-memorables contactos con la ceja de montaña occiden-tal y con la sierra andina. Prueba concreta de esto en la Laguna es la gran cantidad de obsidiana, proveniente de las fuentes (del sector de Mullumica) ubicadas en la cordillera oriental de la provincia de Pichincha (Salazar, 1992; Burger et al.1994; Constantine, 2017; Dyhardahl et al. 2017; Dyhardahl, 2022, p. 274). Tabla 1Tabla 1: Fechamientos c14 de los contextos de la etapa Tolita TempranoMuestra #SitioFecha14CCalibración 2 sigmasGif 11900La Brea -032670 ± 35 BP918-780 BC (2868 - 2702BP)Beta181458Balsas - 032660 ± 60 BP915-780 BC (2865 - 2730 BP
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez8Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAFigura 4Formas y recipientes tempranos, sitio Las BalsasLa evidencia de los sitios en la Laguna demuestra que la ocupación fue intensa, aunque dispersa, entre los humedales, la llanura interior y los cordones de playa. Algunos sitios muestran la intención de transformar el medio con zanjas de drenaje en determinadas zonas (Valdez, 2006, pp. 196-197). Los sitios detectados apare-cen entre 150 y 200 cm de profundidad bajo la superficie actual y están cubiertos por espesos depósitos sedimen-tarios de carácter limoso mixto con arenas de gránulos entre gruesos y finos. Estos sedimentos son los usuales en una zona sujeta a continuas inundaciones. Los depó-sitos culturales se encuentran sobre capas de arena fina de coloración gris verdosa, con abundantes restos de conchas triturada por la acción del mar. En estos nive-les, la capa húmica es muy somera y recubre apenas los restos de los materiales culturales tempranos. A pesar de ello, hay sectores donde los depósitos son más espe-sos, sugiriendo ocupaciones prolongadas. Un buen ejemplo de las primeras ocupaciones en la Laguna es el sitio Las Balsas, ubicado, en el sec-tor denominado La Brea, en el extremo noroeste de la región, a unos 600 m del margen actual del río Santia-go. Su ubicación, registrada con GPS, es 17 N 719226 130187. El reconocimiento inicial del área se dio a través de una zanja estrecha, abierta en el extremo suroriente de una camaronera moderna. En los perfiles expuestos de la zanja se observaron varios niveles antiguos de pla-ya, a más de 1 m de profundidad de la superficie actual. Estos estaban marcados por la presencia horizontal de “conchilla” fina, molida por acción del mar, que reposa sobre una capa fina de arena gris verdosa. La limpieza de perfiles reveló material cultural inmerso sobre y den-tro de la conchilla. Desde un inicio llamó la atención la abundancia de cerámica de apariencia temprana, por la finura de su pasta y la calidad del acabado de superfi-cie (Fig. 4). La prospección, en los terrenos aledaños a la zanja, reveló poco material cultural en la superficie. No obstante, para detectar la extensión de los antiguos niveles de ocupación se efectuaron sondeos en la zona firme próxima a la zanja. Las excavaciones en el sitio Las Balsas demostra-ron la naturaleza de las ocupaciones en la primera época, pues el material cultural encontrado es variado y abun-dante. La excavación inicial se realizó en dos unidades de 3 por 2 m, que luego se juntaron para complementar-se. La secuencia estratigráfica se puede resumir en estos puntos:Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 9INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalFigura 5Recipientes destacados en el nivel temprano.1. En la limpieza de la vegetación se encontraron po-cos tiestos superficiales, de apariencia tardía por el grosor y aspereza de sus paredes. La estratigrafía fue bastante homogénea, con sedimentos arcilloso–are-nosos sin material cultural en la parte superior. Lo notable fue la presencia de una capa horizontal de ceniza volcánica que cubría la totalidad del subsuelo entre 10 y 25 cm. Bajo esta capa apareció poco mate-rial cerámico grueso y disperso, sin un contexto de-finido. La excavación horizontal fina (depacage) re-tiró sedimentos homogéneos exponiendo superficies planas, con muy poco material cultural. Un aspecto notable de los estratos fue la presencia de numerosas micro astillas y lascas de obsidiana, que se profundi-zaban junto a un material cerámico grueso, de colo-res ladrillo, marrón o beige cremoso. 2. La excavación, en niveles horizontales constantes, alcanzó una profundidad de 70 cm con la eventual presencia de estrato negro, muy pegajoso, atestiguan-do un antiguo horizonte de guandal3, que cubrió un antiguo nivel ocupacional. 3. A un metro de profundidad, apareció un conchal mezclado, además, con otra mancha de ceniza vol-cánica blanca4. A pesar del estado degradado del conchero, se identificaron claramente almejas (pro-bablemente Chione Subrugosa y Protothaca esper-ma), caracoles pequeños (quizás Cerithum adus-3. Estrato semi-liquido, compuesto de fango, arena y arcilla que se forma por la inundación prolongada de un terreno, donde circula lentamente un cierto flujo de agua, con el acarreo de materiales diversos en suspensión.4. Posiblemente originada por el volcán Cuicocha -circa 3100 a.C.- (Constan-tine,2017, p. 83)tum), concha prieta (Anadara tuberculosa) y ostión (Ostrea cortesiensis). Huesos de peces y mamíferos pequeños abundaban en todo el estrato, sobre todo integrados en el estrato base, negro amarillento, que reposa bajo el conchero. Abundó el material cerámi-co de apariencia temprana, mezclado con obsidiana en esquirlas y lascas de distintos tamaños. Apare-cieron igualmente lascas de pedernal, guijarros de río y manchas de carbón integradas al sedimento. material cultural. El contexto fue definido como un basural que cubrió parcialmente el conchero.La cerámica fina, con paredes de color rojo y gris, prevaleció ampliamente sobre el material más burdo que también apareció en el depósito. En este basural fueron de interés especial dos recipientes fragmentados, retirados de la parte central del basurero, y un tercero, quizás una ofrenda funeraria, que salió en el perfil de la trinchera, en otro sector del sitio, pero siempre en el nivel temprano (Figs. 5). A pesar de no estar enteros, la forma general de los recipientes es notable. El primero es un vaso cilíndrico, con una figura humana pegada en su pared externa. Este vaso es de color rojo ocre sobre bayo, con una superficie no muy pulida. La figura hu-mana tiene la particularidad de tener la cabeza inclina-da, como si estuviese mirando al cielo en forma estáti-ca. No tiene rasgos faciales bien dibujados, en su cara predomina una nariz abultada y en los externos un par de ojos mal trazados. En cierto ángulo, se los aprecia como ojos con pupilas y cejas. Su apariencia resulta algo siniestra. Aunque la figura no está completa sus rasgos sugieren un ser amarrado hacia atrás. La posición de la Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez10Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAcabeza inclinada hacia arriba se complementa con la posición de los brazos (fragmentados) que tienen tam-bién una inclinación hacia la espalda, como si estuvie-ran atados. Vista de perfil, la figura recuerda a un pri-sionero sujeto contra algo, que en la pieza resulta ser el recipiente. Los pies están rotos, por lo que no se aprecia la posición original que tenían, pero por el espacio que supuestamente ocupaban, parecen más bien pequeños. A pesar de lo tosco de su factura, el conjunto tiene un alisado con pintura roja que le dan el toque de elegancia de un objeto especial. El personaje tiene huellas de ha-ber tenido pintura roja en todo el cuerpo, aunque ahora solo se la percibe claramente en una parte de la cabeza, el tórax y algunas pequeñas manchas en las piernas. La pieza salió fragmentada en la parte superior del conche-ro central, cerca de la acumulación de piedras y tiestos que tapaban al conchero.El segundo recipiente es un cántaro pequeño, con engobe rojo zonal sobre fondo gris, el interés del objeto radica en la decoración esgrafiada que presenta sobre su parte media. El motivo parece ser de un ave estilizada, con las alas desplegadas. Este tema iconográfico apare-ce a menudo, con algunas variantes, en la decoración incisa sobre los fragmentos de cuencos y ollas encon-trados en el basural. El tercer recipiente es una alcarra-za, casi entera, encontrada inmersa en el perfil del nivel temprano, a unos cuantos metros de la excavación del conchero. La pieza ha perdido los picos gemelos con asa puente que caracterizan a este tipo de recipiente. El cuerpo, cubierto de engobe rojo pulido, es fitomorfo con seis lóbulos modelados que sugieren una calabaza. El doble pico aparece sobre una “tapa estilizada” que rompe con la forma natural del fruto. Los recipientes fi-tomorfos son parte de la tradición Chorrera que subyace en la fase Tolita Temprano. El posible contexto funera-rio original fue probablemente destruido por la zanja de drenaje construida por la camaronera.La excavación controlada en el contorno del con-chero reveló sedimentos arenosos, arcillosos de color oscuro, a veces con manchas amarillentas bien marca-das. La presencia de carbón fue notable en un extremo de la unidad. La tierra retirada fue tamizada en el agua de la zanja, por lo que la recuperación de macrorestos fue muy importante; con una alta cantidad de huesos Figura 6Lámina de oro, evidencia más temprana de metalurgia en Esmeraldasde pescado, lascas líticas, carbón y tiestos diversos. En la excavación, uno de los coautores, encontró una pieza de metal que asombró por su finura y su contexto casual entre los desechos (Fig. 6). A una profundidad máxima de 120 cm, la excava-ción presentó particularidades que no se observaron ori-ginalmente en la zona central. La unidad fue cobrando un ordenamiento que hizo pensar en un posible efecto de pared, que pudo haber estructurado el depósito. El conchero, propiamente dicho, ocupó la parte central del espacio, con una proyección hacia la esquina suroeste y otra, en diagonal, hacia el sector noreste. Es probable que el sitio fuera un lugar de habitación, organizado en el interior de la antigua línea de playa, aunque la excava-ción no reveló ninguna evidencia de huecos de poste, el efecto pared que sugiere la disposición de las evidencias Nota.Tomadas de Centre E. Babelon, CNRS, Orléans
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 11INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaldel basural en la zona “externa” hace pensar que hubo una estructuración en el espacio de este hábitat. A pesar del tamaño limitado de la unidad (6x4 m) se pudo tener una visión más o menos completa del uso del espacio en torno al conchero. Se pudo diferenciar zonas de concen-tración de materiales y espacios vacíos en el entorno. El contenido del conchero habla de actividades cotidianas ligadas a la preparación y residuos de alimentos propios del medio. Pero la presencia de recipientes fragmenta-dos, de usos significativos o menos cotidianos, sugieren otro tipo de actividades en la zona próxima al basural.La información obtenida, tanto de la cultura ma-terial, como de la utilización del espacio, ha permitido hacerse una buena idea del tipo de asentamientos y del modo de vida de los primeros habitantes de la Laguna. El material cerámico recogido fue abundante e intere-sante por lo variado y lo diagnóstico. Su identificación por los rasgos chorreroides característicos, brindó la suficiente confianza para tratar los nuevos aspectos de la cultura material con certidumbre. La gran diferencia existente entre los materiales de las ocupaciones tardías de la Laguna y los de la primera etapa resultó ser un fósil guía para la identificación y determinación cronológica de los niveles encontrados. Los marcadores caracterís-ticos de la alfarería se pueden enumerar de la siguien-te forma: pastas finas (de 3 a 6 mm), con desgrasantes finos (quizás molidos) de una granulometría homogé-nea; acabados de superficie tersos: alisados y pulidos; presencia de engobes (bayo, gris o rojo) en las paredes exteriores e interiores de los recipientes; pintura roja, parcial o total, en determinadas formas. La decoración fue mayoritariamente efectuada por líneas incisas, o a veces excisas, principalmente en la zona comprendida entre el borde y la parte media del cuerpo del recipiente. Los motivos en incisión son en línea fina, geométrica o abstracta. En el borde externo o interno del recipiente hay líneas paralelas (1,2 o 3) y zonas con achurado formando paneles geométricos. Pintura roja, en bandas o en la totalidad del reci-piente. Pintura negativa (negro) sobre fondo rojo y bayo. Pintura blanca (banda) sobre rojo. Pastillaje formando partes anatómicas de figuras en algunos recipientes. Las formas abiertas más comunes son: cuencos se-miesféricos, platos poco profundos, cuencos hori-zontales con pedestal. Cuencos cilíndricos. Recipientes cerrados: cántaros pequeños y media-nos, y ollas de tamaño mediano o grande. Alcarra-zas con doble pico y asa puente. (Fig. 4) Figurillas antropomorfas y zoomorfas. Máscaras antropomorfas. (Fig. 7)El simbolismo, presente en las decoraciones inci-sas, hace referencia a la ideología imperante que repro-duce, tanto formas naturales, como geométricas. Estas son a menudo repetitivas con ligeras variaciones. Las figurinas antropomorfas son variadas, algunas tienen Figura 7Cabezas de figurinas y fragmentos de mascara antropomorfa, nivel tempranoNota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez12Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAlos rasgos típicamente Chorrera, pero se encuentran también variantes locales con los ojos abiertos y la pu-pila figurada. Los fragmentos de pies encontrados de-muestran la presencia de figurinas huecas de tamaño mediano. Hay figuras que parecen haber sido moldea-das, con los brazos recogidos hacia el pecho. Entre las figurinas zoomorfas aparecen variedades de simios y el tema del felino. Estas evidencias tecnológicas e ideográ-ficas muestran el inicio de lo que será el estilo artístico de la cultura La Tolita, es por ello que fue denominado como el Tolita Temprano, al final de la década de los 80, en el norte de Esmeraldas (Valdez 1987; 1997). La evidencia material encontrada en el basural de un asentamiento ubicado próximo a las antiguas líneas de playa, informa de una explotación de los recursos marinos y ribereños. En la actualidad hay una franja de manglar que cubre ambas márgenes del rio Santiago y por lo que se ve en el conchero, es muy probable que hace tres mil años el delta del Santiago tuviera una ve-getación similar. Los huesos de algunos peces del basu-ral corresponden a especies de alta mar, por lo que se debe suponer que los antiguos habitantes disponían de embarcaciones que navegaban en mar abierto. Aunque no hay un análisis detallado de los mamíferos presentes, se distinguen fragmentos de falanges de una especie de pequeño venado (probablemente Mazama americana), dientes de pecarí (Pecari tajacu), y huesitos de roedores. El colmillo de un felino estuvo presente en el basural, aunque no hubo otros huesos de esta especie, por lo que se piensa que pudo haber sido un adorno corporal. Un instrumento notable que fue excavado en el basu-ral fue el fragmento de una espátula, fabricada en un hueso largo calcinado y altamente pulido. El fragmen-to es de corte triangular, tiene 12,4 cm de largo por 14 mm de ancho y 4 mm de grosor (Fig. 8). Se desconoce la posible función del instrumento, pero el esmero en su fabricación sugiere que debió ser una herramienta especializada y muy apreciada. La tecnología y la mate-ria prima empleada para su fabricación es significativa por su eventual simbolismo. El hueso (posiblemente un cubito humano) ha sido endurecido mediante el fuego, presentando un color negro uniforme, y fue altamente bruñido para obtener una apariencia suave y brillante. Instrumentos similares, hechos igualmente en huesos largos, muy pulidos, son comunes en la etapa La Tolita Clásica (600 a.C. - 400 d.C.) se constata ahora que la tra-dición de su uso se inició en la etapa Temprana. Otro instrumento notable encontrado en la exca-vación fue una punta foliácea de obsidiana, trabajada con retoque bifacial rasante. La calidad y la finura del objeto son una muestra de la maestría de los antiguos talladores líticos. La obsidiana, como materia prima, abunda en todo el contexto, aunque la mayor parte está compuesta por esquirlas (desechos de talla) y pequeñas lascas. Hay también pequeños restos de núcleos agota-dos y algunas láminas que pudieron haber servido como elementos cortantes en actividades cotidianas. Por su color y transparencia, el material se asemeja a la obsi-diana de las fuentes conocidas de Quiscatola y Mullumi-ca, pero no hay análisis específicos que lo atestigüen. En Figura 8Espátula de hueso endurecido al fuego.Nota.Foto por Francisco Valdez
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 13INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Cultural5. Centre Ernest Babelon IRAMAT, UMR CNRS 5060. Orléanstodo caso, la obsidiana es un material procedente de la cordillera de los Andes y su abundancia en el sitio es una prueba de las interacciones a corta y larga distancia que las poblaciones de origen chorreroide mantenían directa o indirectamente con las poblaciones contemporáneas del altiplano andino (Dyrdahl, 2022). El tipo de talla y la morfología general de la pieza son muy similares a la de una punta foliácea de pedernal, encontrada en contextos excavados en el centro ceremonial de La Tolita (Fig. 9).El fragmento de metal encontrado en el contexto del basural fue probablemente parte de un adorno cor-poral, perdido por su dueño en algún momento. El aná-lisis metalográfico de trazas realizado por el Dr. Benard Gratuze5demostró que se trata de una doble lámina de oro cuyos componentes son: Elementos mayores: Au 75,1%, Ag 8,93%, Cu 15,7% Pt 0,19%. Elementos menores, en valor parte por millón (ppm): Fe 160; Zn 103; As 0,36; Ru 0,84; Rh 18; Pd 30; Sn 2,04; Sb 0,15 y 0,09; Re 0,03; Os 19; Ir 23; Hg 15; Pb 1,01 y Bi 0,70. (Valdez et al. 2005, p.7)Estos elementos son coherentes con el oro aluvial proveniente de lavaderos auríferos de la región del río Santiago, por lo que se debe suponer que la materia pri-ma es local. Sin embargo, no se puede afirmar que fue fabricado en el lugar de su hallazgo. La lámina mide 18 mm de largo por 11 mm de ancho y un espesor máxi-mo de 0,1 mm. Fue trabajada mediante la fusión de dos laminillas, que luego fueron martilladas, al calor, para formar un solo elemento. La forma final fue dada por calado y martillado. Presenta la forma de la letra F con dos perforaciones, de casi 1 mm de diámetro, separadas entre sí por 1 cm. Las perforaciones sugieren que la pie-za pudo estar sujeta a otro elemento, mediante la costu-Figura 9Punta de proyectil de obsidiana, similar a ejemplar de pedernal de La TolitaNota.Foto por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez14Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAra con hilos vegetales o ganchos metálicos (Fig. 6). En la metalurgia de la cultura Tolita es común la presencia de objetos articulados mediante pequeños alambres, esta podría ser una de sus primeras manifestaciones. La pie-za es la evidencia más temprana del uso de metales en el norte del Ecuador (Valdez et al. 2005; Valdez, 2021, pp. 211-212), puesto que el fechamiento c14 del basural es de 2660 ± 60 AP, calibrado a 2 sigmas: 915-780ª.C. (2865 - 2730 AP). En el transcurso de la prospección de la Lagu-na se encontraron varios depósitos de esta época, con materiales similares, en distintas partes de la línea de este antiguo cordón litoral. Se muestrearon más de 10 sitios entre los sectores La Brea (cercano a la margen del río Santiago) Zapotal, y el Vapor (sector más bajo al interior de la Laguna). Esto demuestra que los primeros asentamientos se dieron cerca o sobre las dunas de las antiguas playas. La franja de este antiguo cordón litoral se encuentra a unos 5 km de la actual línea costera, está inmersa en la región que se inunda con la formación cíclica de los humedales internos al pie de las colinas de la sub-cordillera de Cayapas. La prospección reveló así un patrón de asentamientos disperso a lo largo de la antigua línea costera y al interior de la zona firme, pero cíclicamente anegadiza. Un cálculo conservador para la extensión de los sitios de esta etapa es de un máximo de 300 m (dispersión de los restos materiales en un mismo sector). Como se anotó en una publicación anterior “El tamaño de los sitios vistos sugiere que el núcleo familiar fue el eje de la producción agrícola, la caza, la pesca, la recolección y probablemente también el foco de las actividades artesanales” (Valdez, 2006, p.198). Fuera del sector de la Laguna se detectaron algunos otros sitios de esta época, con materiales similares que reflejan una tecnología especializada, que incluye alfarería y meta-lurgia. El caso de Tolita de los Ruanos es un buen ejem-plo en territorios costeros próximos a la actual pobla-ción de San Lorenzo. Una identidad común caracteriza la tradición chorreroide que fue identificada por Jean François Bouchard en la región de Tumaco, más al nor-te del litoral esmeraldeño (Bouchard, 1984; Bouchard y Usselmann, 2003).La construcción de campos elevados de cultivo (camellones)Se ha detallado la información de un sitio impor-tante de las primeras ocupaciones encontradas en la Laguna, en vista de que estas son, probablemente, las menos conocidas y quizás las más interesantes para la discusión. Le siguen, cronológicamente, las ocupacio-nes pertenecientes a las fases Tolita Clásica (600 a. C.- 400 d.C.) y Tolita Tardía (400 – 800 d.C.) que no serán mayormente discutidas en este trabajo, ya que han sido bien descritas, tanto estilística como tecnológicamente, en la literatura arqueológica de Esmeraldas y del sur costero de Colombia (Uhle, 1927a; 1927b; Ferdon y Cor-bett, 1941; Cubillos, 1955; Errázuriz, 1980; Bouchard, 1984; Valdez, 1986; 1987; 1989; 1992; Tolstoy y DeBoer, 1989; Patiño, 1988; 1993; Stemper y Salgado 1992; Bou-chard y Usselmann, 2003; Brezzi, 2003; DeBoer, 1996, Ugalde,2009; 2019).La ocupación de la Laguna durante la fase La To-lita tiene un incremento notable a lo largo de los dis-tintos cordones litorales, observándose concentraciones de materiales de estas épocas a lo largo y ancho del te-rreno prospectado. Aparecen novedades en el manejo del espacio de los humedales, con la construcción de ca-nales de drenaje, curvos y rectilíneos (Fig. 10). Se cons-tata, además, la construcción de franjas elevadas sobre el nivel de la ciénega, con el retiro progresivo de una gran cantidad de sedimentos húmedos, dispuestos lue-go sobre los costados, elevando así el nivel de los suelos firmes. Estas construcciones agrícolas se denominan usualmente camellones. En la superficie de las zonas menos anegadizas se registran claras señales de ocupa-ción con actividades novedosas como la construcción de tolas o montículos artificiales; que caracterizan deter-minados sectores del territorio drenado. Estas construc-ciones no están agrupadas, y por su tamaño sugieren ser pisos elevados de vivienda. Por lo general, aparecen en zonas donde se han construido zanjas y canales de dre-naje (Fig. 11). En los basurales expuestos, hay material característico de las fases La Tolita Clásica y Tardía. Con una mayor representación de la fase tardía. En estos sec-
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 15INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio CulturalFigura 10Campos elevados rectilíneos y curvos, junto a cultivos de Palma AfricanaFigura 11Campos elevados de cultivo de la época La TolitaNota.Imagen Google Earth ProNota.Imagen Google Earth Pro
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez16Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAtores, se constata también la construcción de calzadas largas que cruzan a las zonas inundadas y comunican con sectores antes no ocupados. En general, las zonas de ocupación son más amplias que en la época temprana, con una concentración de materiales arqueológicos so-bre cientos de hectáreas de terrenos transformados. Hay zonas firmes donde el material Tolita Clásico es pre-ponderante, allí se ve hoy el resultado de la actividad de excavaciones clandestinas. Los informantes nativos de la zona afirman que, en las décadas de los años 1970 y 1980, personas venidas de la isla vecina realizaban gran-des excavaciones, encontrando cementerios ricos, con ofrendas de oro y cerámica. En estos sectores el material clásico aflora aún en superficie, junto con algunos res-tos humanos dispersos. En varios de los sectores donde las calzadas existen, se pueden ver a menudo, materia-les de la etapa Clásica, inmersos en el material de relle-no de la calzada, lo que implica que ese material estaba contenido en la tierra que se empleó para construir la calzada, elaborada en una etapa posterior.Los detalles específicos de este crecimiento han sido ya descritos en una publicación anterior (Valdez, 2006, pp. 198-200) por lo que no se los repetirá en esta entrega. Basta con decir que el proceso de construcción de los campos elevados de cultivo se da de forma acele-rada en distintas partes de la Laguna. El incremento en la ocupación que se observa ocupa tanto las zonas fir-Tabla 2Fechamientos c14 de los contextos de las etapas Tolita Clásica y TardíaMuestra #SitioFecha14CCalibración 2 sigmasBeta197179Balsas 02-041930 ± 70 AP50 d.C.-240 a.C. (2000 - 1710 AP)Gif 11899EL Indio -031585 ± 50 AP328-621 d.C. (1622 - 1329 AP)Beta181460Pte. Bosco-031400 ± 90 AP530-815 d.C. (1420 - 1135 AP)Beta197178La Brea 02-041350 ± 70 AP630-890 d.C. (1320 - 1060 AP)mes como las anegadizas, habiendo concentraciones de establecimientos en las zonas drenadas artificialmente (Lim et al. 2014, p. 3). Hay que recalcar que la ocupación se prolonga entre los años 600 a.C. y 800 d.C. correspon-diente a las etapas Tolita Clásica y Tolita Tardía. Con-viene reiterar que los materiales diagnósticos están pre-sentes, en forma abundante, aún después del supuesto abandono del centro ceremonial en la isla, fechado en el 400 d.C. Los datos, encontrados sobre una extensión de unas 1600 hectáreas (Valdez, 2006, p.199) sustentan la hipótesis de que una población residente en esta parte del continente convivía y sostenía al centro ceremonial, ubicado en la principal isla de la desembocadura del río Santiago. La producción agrícola generada en los cam-pos elevados de cultivo proveía un sustento estable a la población residente en la Laguna, permitiendo que los excedentes producidos sean el sostén de las actividades efectuadas en el centro ceremonial. La evidencia de esta población se refleja en el contenido de los basurales en-contrados, en el medio saneado y transformado para ser cultivado y cosechado de manera constante. Estos de-sechos son similares a los excavados en la isla La Tolita, donde no hay campos elevados de cultivo. No obstante, en ambos casos se ha podido evidenciar el aprovecha-miento de todos los recursos existentes en el medio. Los análisis de polen y de acumulación de carbón efectua-dos demuestran que la población dejó su impacto a par-
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 17INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturaltir del 2500 AP, con la presencia de Zea maysdesde el 3730 cal yr AP (Lim et al. 2014, pp. 5,10-11) con una mayor representación a partir el 2500 AP. Para terminar con este tema hay que subrayar el hecho de que la Laguna es una ciénaga de agua dulce, con franjas de tierra firme (los cordones litorales), ubi-cada en un medio costero, cubierto por manglares. La evidencia en el centro ceremonial del consumo masivo de alimentos exigió una producción a gran escala, que no podía darse en el medio limitado que distingue el en-torno inmediato del centro. La infraestructura de cam-pos elevados de cultivo, descubierta en la Laguna, se presenta como el probable granero de La Tolita y como el antecedente de las ocupaciones posteriores a la deca-dencia del centro ceremonial (Valdez, 2008).Las últimas ocupaciones en la LagunaLa prospección efectuada en el conjunto de la La-guna ha puesto en evidencia un nuevo panorama sobre los asentamientos pertenecientes a la era post Tolita. En la región de la desembocadura del río Santiago, próxima al centro ceremonial situado en la isla, no se conocían evidencias arqueológicas pertenecientes a la época pos-terior de la era Tolita. En las cabeceras de los ríos San-tiago y Cayapas, Tolstoy y DeBoer (1988; DeBoer,1996) identificaron asentamientos tardíos, con una cultura material que no presentaba rasgos comunes con la tra-dición Tolita. Hallazgos similares hicieron Bouchard y Patiño, al otro lado de la frontera colombiana, en la región de Tumaco (Bouchard 1984; Patiño 1988, 1993). Figura 12Formas de la alfarería del Post Tolita. Recipiente céfalomorfo.Nota.Elaborado por Francisco Valdez
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez18Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATADesde el punto de vista estratigráfico, las últimas ocu-paciones encontradas en la Laguna mostraron rasgos bastante menos elaborados que los encontrados en los niveles inferiores. Los contextos habitacionales de esta última época presentaron una cerámica de apariencia funcional, con acabados de superficie poco cuidados y con rasgos decorativos menos elaborados. Las caracte-rísticas tipológicas comparten algunos rasgos de las fa-ses definidas para las cuencas altas del Santiago y del Cayapas, pero presentan además nuevas formas y nue-vos motivos decorativos (Valdez:2006: 201). (Fig.12).En el conjunto del área prospectada, las evidencias culturales más numerosas pertenecen a estas ocupacio-nes tardías y en muchos casos estos sitios se asientan en zonas que no presentan huellas de las ocupaciones anteriores; no obstante, estas aparecen siempre liga-das a las obras de saneamiento o de transformación del pantano. Es probable que en esta época se realizaran la mayor cantidad de obras hidráulicas relacionadas con la producción agrícola. A partir del año 800 d.C. hay una ocupación mayor de la parte interior de la Laguna, que antes no mostraba asentamientos notables. Aparece una can-tidad de nuevos sitios “funcionales” en las zonas más húmedas de la ciénega. Por ello, se puede pensar en la etapa de transformación del paisaje, con el surgimiento de nuevos campos de cultivo. El sistema agrícola que aprovecha las tierras inundadas comienza a genera-lizarse mediante un sistema amplio de drenaje de los cordones altos, se recuperan así, muchas tierras antes sumergidas. Se crean multitudes de pequeñas parcelas en el pantano. El sistema es siempre igual, se procede a la acumulación de sedimentos sólidos sacados del fon-do de la ciénaga para construir franjas de tierra firme, estas son en general largas y poco anchas, que pueden ser mantenidas sin mayor esfuerzo (Fig. 13). Se drenan lomones, como si fueran pequeños islotes, en un medio perpetuamente húmedo. No obstante, la lógica es clara, se trata de encausar y desviar los flujos de agua estan-cada hacia los sectores con un desagüe natural, donde se forman lagunillas. En la publicación que se hizo en el 2006, se mencionó que muchos estanques rudimen-tarios que subsistían se realizaba la cría (controlada o no) de muchas variedades acuáticas o anfibias, tal como peces, anguilas, cangrejos y otros moluscos, así como tortugas, iguanas y caimanes (Valdez, 2006: 204). Los sitios de habitación aparentemente no están en todos los sectores del pantano, hay zonas donde no se encuentran materiales culturales. Esto contrasta con zo-nas donde aparecen basurales con una buena cantidad de material cultural tardío (cerámico y lítico) mezclado a veces con conchas traídas de las zonas próximas al río o al mar. En estos sitios se pueden distinguir, además de los camellones y las zanjas laterales, nuevas calzadas que comunican amplios sectores del pantano. Por lo ge-neral, estas son rectilíneas y pueden llegar a tener más Figura 13Camellones de la época Post Tolita.Nota.Imagen Google Earth Pro
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 19INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturalde un kilómetro de longitud. Su ancho es de unos tres o cuatro metros y su altura sobre el nivel circundante es de unos 50 o 60 cm. Como en las calzadas de la época Tolita, en algunas partes del trazo, se pueden apreciar acumulaciones de materiales culturales de épocas pa-sadas, usadas sin duda para solidificar la construcción. Hasta el 2008 los camellones estaban parcial-mente protegidos por el pantano y los sájales (bosques tupidos de sajo) que cubrían buena parte de la Lagu-na. Algunos campesinos de La Tola los aprovechaban, drenando los excesos de agua estancada y reabriendo los antiguos canales. Con la llegada de los campesinos de las provincias de Manabí y Los Ríos, muchos de los bosques han desaparecido, y los terrenos antiguamente transformados han sido convertidos en pastizales. Los que se mantienen aún en terrenos inaccesibles pron-to desaparecerán por la creciente plantación de Palma Africana que se ha popularizado en los últimos diez años. Uno de estos sitios, localizado en el sector co-nocido como “El Indio”, fue excavado para conocer su filiación cultural y su contenido. El sector, de aproxi-madamente seis hectáreas, presenta un conjunto de camellones que se destacan sobre el nivel del pantano como lomones alargados y elevados. El sector fue defo-restado hacía muchos años con el propósito de estable-cer pastizales para el ganado de campesinos de La Tola. El área de los camellones se levanta al extremo de un antiguo cordón litoral. Este se presenta como un terre-no firme elevado, muy arenoso. El área de excavación ocupó la parte alta del terreno, donde crecen algunos árboles frutales sembrados por los campesinos.La unidad de excavación fue originalmente de dos por tres metros, pero se fue ampliando hasta alcanzar una dimensión de seis por cuatro. La intención original fue tener una visión exacta de la estratigrafía del lugar para tratar de explicar la naturaleza de la elevación. La excavación reveló una estratigrafía particular que se sin-tetiza en cuatro niveles: 1. El nivel húmico, arcilloso y compacto hasta los 10 cm. en que aparece una capa de ceniza volcánica algo alterada por las raíces de la vegetación superficial. No obstante, la capa es sólida y pura, midiendo entre 3 y 5 cm, que varía por una ligera inclinación en el te-rreno. 2. Entre los 15 y 20 cm. sigue un estrato arcilloso are-noso, que contiene algunos tiestos dispersos, sobre toda la extensión de la unidad. No hay mayor es-tructuración del conjunto por lo que no se lo puede calificar de basural. En la esquina noroeste aparece una acumulación discreta de fragmentos de reci-pientes de mayor tamaño, que se prolonga hacia el sureste, dejando espacios vacíos en algunas zonas. El material se generaliza a partir de los 20-25 cm. con cerámica de un color rojo ladrillo a bayo claro. Algunos fragmentos presentan decoración en ban-das rojas anchas. Sobre el piso plano hay cerámica en casi toda la superficie excavada. Hay residuos de carbón diseminados. En las proximidades de la es-quina sureste aparece una piedra porosa, de color blancuzco, que presenta dos depresiones a un lado y que sugiere haber sido usado como algún tipo de mortero, o como una mano de metate. A lo largo Tabla 3Fechamientos c14 de los contextos de la etapa posterior a La TolitaMuestra #SitioFecha14CCalibración 2 sigmasBeta171893El Indio 09-021050 ± 80 AP810 - 840 AD (1140 - 1110 AP)GX-30045El Indio 03-03750 ± 60 AP1212 -1326 AD (738 - 624 AP)
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez20Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAde la excavación se anota la presencia de muchas mini lascas o esquirlas de piedra (pedernal y alguna obsidiana), lo que da la impresión de que se trató de un área de actividad especial. En la tierra se encuen-tran guijarros de tamaño pequeño, que pudieron ha-ber estado inmersos dentro del estrato natural.3. Entre los 35 y 50 cm., bajo una capa relativamente estéril, sale lo que parece ser una segunda acumula-ción de material, compuesta por fragmentos de buen tamaño que ayudan a reconstruir algunas formas de esta ocupación. El carbón sigue siendo abundante. A pesar de la relativa abundancia de material, la mayoría es de pobre calidad, muy erosionado en su-perficie, y deleznable en consistencia. El estrato es similar al superior; arcilla arenosa bastante compac-ta, de coloración bayo oscuro. La esquina noroeste es más oscura, quizás por una mayor cantidad de material orgánico. Se registra la presencia de hue-sos de pescado muy desechos en torno a una ligera concentración de tiestos. El nivel (o los dos niveles encontrados) sugieren que en la cima del terreno firme hubo una buena ocupación en épocas tardías. Por el tipo de material cerámico visto, se juzga que es de carácter doméstico, persisten abundantes de-sechos de talla lítica, así como guijarros pulidos por el correr del agua. En la segunda acumulación se registran varios fragmentos de ollas grandes y boti-jas recubiertas de engobe rojo, que pudo haber sido bien alisado. Entre los fragmentos se encontró una botija casi entera, con una forma totalmente desco-nocida para el norte de Esmeraldas. Se trata de un recipiente céfalomorfo, de unos 25 cm. de alto, con un engobe rojo muy erosionado, pero con los rasgos de la cara bien definidos (Fig. 12). Esta forma no se asemeja a lo conocido en el sur de la provincia (Ata-cames o Balao) y hasta ahora es algo inusual en la región. La presencia de un recipiente casi entero en un contexto de desechos tan variados causa cierta sorpresa y hace pensar que quizás esto fue parte de una ofrenda funeraria que podría estar ubicada en la parte exterior a la unidad original. Por ello se amplió la zona de excavación. El resto de material tiene una coloración bayo a bayo ladrillo dominante, con una loza distinta por la presencia de un engobe espeso, que a menudo queda fijo en la tierra. La calidad es mediocre y las formas algo toscas y burdas, aunque se registran algunas superficies lisas que pudieron haber sido bien alisadas. La decoración usual en la vajilla de color bayo, son las bandas rojas (una pul-gada de ancho). Por su ubicación estratigráfica el material es tardío. Los guijarros naturales presentes en la unidad son sobre todo de color verde.4. A partir de los 55 cm. no hay ya restos culturales en el estrato y se constata que hay un tercer horizonte estratigráfico, muy compacto, de color café rojizo, y siempre de arcilla arenosa. Esta capa es aparente-mente estéril y se profundiza hasta los 100 cm. sin encontrar material cultural alguno. Los estratos se hacen cada vez más arenosos, y se profundiza el po-sible cordón litoral. En este proceso se encuentran, entre 190 y 200 cm., tres fragmentos pequeños de ce-rámica, de apariencia temprana, sin encontrar nada más que arena verde y un flujo constante de agua. En la capa de arena verde, salen ya fragmentos de conchas. A 240 cm. bajo la arena verde aparece una primera capa de materia orgánica descompuesta, probablemente perteneciente a un nivel de fondo de pantano. La excavación ha confirmado la ocupación del terreno firme en épocas tardías, con uno o dos niveles de acumulación de material. La sucesión de estratos en profundidad es casi estéril. La presencia de tres tiestos dispersos en la arena encontrada entre 190 y 200 cm. es quizás la evidencia del paso antiguo de habitantes que no dejaron huellas de alguna ocupación estable. Los tiestos finos son muy distintos a los de las acumulacio-nes superiores. De acuerdo a Patricia Mothes, geóloga de la Poli-técnica Nacional, las características geoquímicas de la ceniza volcánica vista, casi en la superficie en la mayor parte de la Laguna, son similares a la ceniza depositada por la erupción del Quilotoa, fechada alrededor del 810 antes del presente (Mothes, comunicación personal oc-tubre 2002; Mothes,1998). Este dato es permite fechar todos los estratos y los contenidos culturales que se en-cuentran bajo el sello de la tefra del Quilotoa. Sobre esta capa de ceniza, prácticamente, no hay vestigios preco-lombinos en las partes interiores de la Laguna y los po-
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 21INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturalcos que aparecen regados en superficie corresponden a las ocupaciones humanas recientes, probablemente de las épocas coloniales y republicanas. La tefra del Qui-lotoa parece haber cambiado el modo de vida de los pueblos que alli se asentaron, provocando el abandono progresivo del pantano desde el siglo XIII de nuestra era (Valdez, 2006: 205) DiscusiónLa revisión rápida de las evidencias arqueológi-cas encontradas en la Laguna de la Ciudad demuestra que este territorio es una referencia para el estudio de la evolución sociocultural de esta parte del norte de Esme-raldas. La variabilidad de la cultura material encontrada en un amplio territorio, aparentemente inhóspito para el desarrollo de las sociedades, apunta a la posibilidad de discutir los grandes temas propuestos en este trabajo:En primer término, se observa como el ser hu-mano de la tradición chorreroide, se inserta en el pai-saje costero y progresivamente se interna en la llanura aluvial inundada, en busca de terrenos fértiles donde ejercer una agricultura doméstica. La exploración, ocu-pación y la transformación del espacio anegadizo le per-mitió encontrar y sacar provecho de los recursos dispo-nibles en el delta de la desembocadura del río Santiago. En este proceso, que dura unos 400 años, la sociedad se estructura, se organiza y se complejiza al punto de de-sarrollar uno de los estilos idéntitarios más fuertes de la historia precolombina de la costa del Pacifico. La iden-tidad se concretiza en la manifestación fenomenológica conocida como la cultura La Tolita-Tumaco. Este estilo artístico es el reflejo de una cosmología adoptada por un sinnúmero de pueblos que comparten un mismo modo de vida y una cosmología compleja que se materializa en la alfarería y se expresa en la iconografía. Los pueblos complementan una subsistencia basada en la combina-ción de recursos marinos y fluviales con una produc-ción agrícola estable, que sustenta el crecimiento po-blacional y el desarrollo tecnológico. La manifestación cultural Tolita-Tumaco se extendió por más de 500 km2 entre la Bahía de San Mateo y la Bahía de Buenaventura, tanto en el área costera como en la llanura aluvial (Val-dez, 1987; Patiño, 1988; Stemper y Salgado, 1992; 1993, pp. 66-67). La manifestación Tolita puede ser califica-da como un gran estilo artístico, por su duración en el tiempo y su propagación en el espacio. Sus característi-cas son la uniformidad de sus expresiones, la riqueza de sus motivos, la tecnología y la finura de su fabricación. La fuerza de sus enunciados simbólicos y el uso de dis-tintas materias primas (alfarería; metalurgia, escultura en hueso, madera, piedras, conchas y otras materias orgánicas perecibles, así como en los textiles) son indi-cios de su naturaleza en el ámbito ideológico-religioso. Los motivos frecuentes en la iconografía hacen alusión a prácticas chamánicas dentro de una cosmología de selva tropical. La inclusión de una cultura material rica y variada, en las ofrendas funerarias y en los contextos ordinarios del centro ceremonial habla de la presencia cotidiana y de la importancia ideológica de las fuerzas de la naturaleza. En esta sociedad, estas se manifiestan en un culto a la fertilidad junto al valor cosmogónico de los ancestros. En la Laguna se ha podido evidenciar la combinación de muchas de estas características desde el inicio del poblamiento hasta la decadencia de su pre-ponderancia ideológica. Uno de los mecanismos de su expansión fue el desarrollo de las interacciones a corta y larga distancia, tanto en la costa como tierra adentro. Evidencias claras de esto son la presencia continua de obsidiana procedente de la cordillera oriental del norte del Ecuador (Gnecco et al., 1998). La obsidiana llega a la costa pacífica desde épocas tempranas y las redes de intercambio se mantienen a través de la mayor parte de la época prehispánica. No obstante, los mecanismos y los intereses de la interacción varían con el tiempo y en el espacio. En el centro ceremonial La Tolita, la presen-cia de la obsidiana no se limita a simples nódulos, lascas o instrumentos, sino que llega además en bloques, que son transformados en espejos de distintos tamaños, ele-mentos característicos de esta manifestación cultural. No hay noticias de que estos estuvieron presentes en la Laguna, pero es posible que los elementos que permitie-ran este intercambio se hayan generado en los campos de cultivo de la llanura aluvial adyacente. La metalurgia fue un ejemplo de esta interacción, pues los habitantes de esta zona tenían acceso a los placeres auríferos del río Santiago y su uso en esta parte del continente ha sido comprobado desde épocas tempranas.
image/svg+xmlFrancisco Valdez, Julio Hurtado y Alexandra Yépez22Revista Ecuatoriana de Arqueología y PaleontologíaSTRATAComo se ha visto, la ocupación de la Laguna se mantiene firme aún después del influjo de la cultura To-lita en la región. Poblaciones con una cultura material distinta, ocupan los terrenos agrícolas, transformados en las épocas anteriores, y sacan provecho durante un lapso de unos 400 años. Estos pueblos adoptan la tecno-logía y convierten amplias zonas del pantano en nuevos terrenos agrícolas, lejos de la línea de costa, pero con un acceso fácil por vía terrestre o fluvial. La característica de estos asentamientos es que son más bien domésti-cos, quizás con menos interacciones sociales que en al pasado, pero con un modo de vida bien adaptado al me-dio palustre (Yépez, 2006). Para ese entonces, quizás el poder de la ideología imperante ha dejado ya de ser el elemento central que une al ser humano y la natura-leza, y otras preocupaciones más terrenales se apode-raron de la cotidianidad. Conviene subrayar que en la última época no hay evidencia de una fuerza ideológica dominante que mantenga la infraestructura activa, su complejidad se debe a la obra corporativa de unidades familiares, nucleares o ampliadas que se articulan a un sistema comunitario y mantienen el sistema funcionan-do correctamente (Yépez y Valdez, 2012). Posiblemente elementos naturales, como una repetición trágica del fenómeno del Niño, pusieron en continuo riesgo a la sobrevivencia del grupo humano, ante lo cual los valo-res ideológicos ancestrales se vieron incapaces de dar respuestas positivas, por lo que se trastrocaron las re-laciones con el cosmos y sus intermediarios cayeron en desgracia. Es posible que a esto se haya unido la llegada de pueblos más belicosos (DeBoer, 1986) que entrarían al territorio y tomarían posesión de los espacios ocupa-dos por la población residente, obligándoles a cambiar sus modos de vida. No se han evidenciado huellas de violencia, pero la suplantación de los contextos domés-ticos anteriores con una cultura material muy distinta es latente en toda la región saneada del pantano. En el centro ceremonial de la isla no hay huellas de este cam-bio, allí las evidencias de la ocupación se estancan entre los años 400-500 d. C.El último cambio significativo que se encuentra en la estratigrafía de los contextos de la Laguna es la omnipresencia de la capa de ceniza volcánica, que cu-bre los contextos prehispánicos. La tefra sella los suelos antiguamente ocupados, sobre ella reposa la capa hú-mica donde aparecen vestigios domésticos de los siglos XVIII, XIX y XX, provenientes de las poblaciones de la parroquia La Tola, de Borbón o de otras localidades aledañas como La Palma o Garrapata. Se ha señalado que la capa de ceniza pertenece a la erupción del volcán Quilotoa del siglo XIII (circa810 d.C.) y sobre ella no hay registro de poblaciones prehispánicas. En el siglo XVIII, Pedro Vicente Maldonado fundó y ubicó, en su célebre mapa, al puerto de La Tola en la isla Tolita. Este paradero ya era conocido, desde el año 1600, por ser una fuente rica de oro explotada por los cimarrones al man-do del cacique mulato Don Francisco de Arrobe (Ruma-zo Gonzalez,1949, p. 32).En los últimos años, los patrimonios del norte de Esmeraldas se han deteriorado drásticamente. Hasta los años 1995 / 1997, la mayor parte del territorio de la La-guna estaba aún cubierto por tupidos bosques. A partir de ese año ingresan empresas camaroneras que se insta-lan en las zonas próximas a la costa del Pacífico y en la desembocadura del río Santiago, cerca de la población actual de La Tola. Con ello se inicia un rápido proceso de deforestación y tala de manglar. Se abren varios cana-les y zanjas de drenaje que alteran los biotipos próximos a las piscinas camaroneras. Luego llegan en poco tiem-po campesinos venidos de La Tola y de las provincias de Manabí y de El Oro, estos penetran progresivamente el interior de la Laguna y establecen sendas fincas agríco-las y ganaderas. De igual manera sucede en el poblado de Borbón, desde donde se comienzan a abrir vías ca-rrozables en los terrenos más altos para llegar al centro de la Laguna. Entre el 2002 y el 2008 las zonas internas se convierten en el relicto de laboratorios clandestinos de droga y refugio de grupos narco- delictivos. En poco tiempo comienza, además, la implementación acelera-da de grandes plantaciones de palma africana, con la deforestación de los bosques nativos y el exterminio de muchas especies de fauna y flora acuática y terrestre. La supuesta protección de los territorios y humedales RE-MACAM (Reserva Ecológica Manglares Cayapas Mata-je), no se aplica ante los ojos ciegos de las autoridades seccionales, que ven en estos hechos una vía al progreso de esta parte de la provincia. En el campo del patrimo-nio arqueológico hay que rescatar que la población de la
image/svg+xmlLaguna de la Ciudad: construcción de paisajes culturales en el norte de Esmeraldas. 23INPC 2024Instituto Nacional de Patrimonio Culturalparroquia La Tola ha perdido prácticamente el interés por la expoliación de los depósitos precolombinos. Las adaptaciones actuales de las poblaciones afrodescen-dientes y los campesinos migrantes de la costa han sido fundamentales para entender la dinámica de la ocupa-ción en el pasado, respecto al sistema de funcionamien-to de la infraestructura hidráulica que, pese a que care-ce de mantenimiento, sigue siendo efectivo y permite la posibilidad de producir de manera variada todo el año. Durante el tiempo que se realizaron las investigaciones en la Laguna, la población campesina colaboró con su información y con labores de limpieza y experimenta-ción del uso de los campos fósiles de cultivo. Se empode-raron de las antiguas técnicas de drenaje y reciclaje del agua estancada o mal encausada. Las discusiones sobre los modos de vida complementarios en los distintos sectores de este extenso territorio fueron muy esclare-cedoras para la comprensión de los sistemas de produc-ción múltiple en un medio tan prolífico (Yépez, 2006). El conocimiento y la puesta en práctica de los sistemas cíclicos de cultivo fueron un complemento real para el estudio de los campos agrícolas elevados, con destrezas inclusivas vistas en las relaciones de género entre sus practicantes. Al mismo tiempo, la Laguna de la Ciudad es parte de una memoria que se recrea constantemente en la vida cotidiana de sus habitantes, desde sus pro-pios universos simbólicos y en sus prácticas culturales. El proceso histórico de la transformación de la Laguna de la Ciudad sigue su curso y desafortunadamente nin-gún cambio significativo ha modificado las condiciones de vida de los pobladores actuales de esta mítica región (Yépez, 2021). Brezzi, A. (2003). Tulato. Ventana a la prehistoria de América. Cultura Tumaco-La Tolita. Villegas Edi-tores. Bogotá.Burger, R., Asaro F., Michel H. V., Stross F. H., y Salazar, E.. (1994). An Initial Consideration of Obsidian Procurement and Exchange in Prehispanic Ec-uador. Latin American Antiquity 5(3), 228–255. doi:10.2307/971882Collot, J.-Y., Charvis, P., Gutscher, M. A. y Operto, S. (2002). Exploring the Ecuador–Colombia ac-tive margin and interplate seismogenic zone. EOSTransactions American Geophysical Union, 83(17): 185-190. doi:10.1029/2002EO000120.Collot, J.Y., Marcaillou, B., Sage, F., Michaud, F., Agude-lo, W., Charvis, P., Graindorge, D., Gutscher, M.A. y Spence, G. (2004). Are rupture zone limits of great subduction earthquakes controlled by up-per plate structures? Evidence from multichan-nel seismic reflection data acquired across the Northern Ecuador– southwest Colombian mar-gin. Journal of Geophysical Research109, B11103. doi:10.1029/2004JB003060.Constantine, A. (2017). La tefra como marcador guía en la Costa ecuatoriana: nuevos aportes. En M. F. Ugalde. (Ed.), Volcanes, cenizas y ocupaciones an-tiguas en perspectiva geoarqueológica en América Latina. (pp. 66-86). Colección. Estudios de Antro-pología y Arqueología, Volumen 2. PUCE.Cubillos, J. C. (1955). Tumaco, notas arqueológicas. Bo-gotá: Editorial Minerva Ltda.DeBoer,W. (1996). Traces Behind the Esmeraldas Shore. Prehistory of the Santiago-Cayapas Region, Ecua-dor. University of Alabama Press. Tuscaloosa. Dumont, J.F., Santana, E., Valdez, F., Tihay, J.P., Ussel-mann, P., Iturralde, D., y Navarrete, E. (2006). Fan beheading and drainage diversion as evidence of a 3200-2800 BP earthquake event in the Esmer-aldas-Tumaco seismic zone: A case study for the effects of great subduction earthquakes. Geo-morphology 74(1-4), 100–123. doi: https://doi.or-g/10.1016/j.geomorph.2005.07.011Dyrdahl, E. (2022). Obsidian acquistion networks in northern Ecuador from 1600-750 cal BCE. Jour-nal of Archaeological Science: 44(103530): 1-11. https://doi.org/10.1016/j.jasrep.2022.103530Fecha de recepción: 23 de diciembre del 2023Fecha de aceptación: 04 de enero del 2024ReferenciasBouchard, J. F. (1984). Recherches archéologiques dans la région de Tumaco (Colombie). Institut Français d’Études Andines. A.D.P.F. Paris.Bouchard, J. F. y Usselmann, P. (2003). Trois millénaires de Civilization entre Colombie et Équateur, la ré-gion Tumaco La Tolita. CNRS Éditions. Paris.
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