La presencia inca en Cerro Jaboncillo: una consideración inicial de la evidencia arquitectónica
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INPC 2023
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
el segundo (Estrada, 1962, pp. 22, 23, Figs. 21-23). Me-
dio siglo después, los estudios de Ángelo Constantine y
Rosalba Chacón (2008), Telmo López (2008) y Florencio
Delgado (2009) registraron cientos de corrales y otras
estructuras en Cerro Jaboncillo, Cerro de Hojas y otros.
Estos hallazgos ampliaron enormemente la documen-
tación del sitio y fueron fundamentales en la definición
del polígono discontinuo de 3500 hectáreas de ambos
cerros que después fue declarado patrimonio arqueoló-
gico (Mejía, 2009).
Desde entonces y hasta 2016, primero la Corpo-
ración Ciudad Alfaro (CCA), bajo la dirección de Jor-
ge Marcos, y luego el Instituto Nacional de Patrimonio
Cultural (INPC) realizaron decenas de estudios sobre
la arqueología de la montaña (Lunniss, 2021, apén. 2).
Estos han producido información de un área cada vez
más amplia, e identificaron muchas más estructuras de
piedra rectangulares, plataformas, terrazas de construc-
ción y agrícolas, pozos de agua y en forma de campana,
entre otros rasgos arquitectónicos. Aunque queda por
sistematizar y sintetizar la mayor parte de los datos, algo
ya se ha publicado (Marcos et al., 2012; véase también
Hidrovo, 2016).
Una innovación transformadora al conocimiento
de la montaña llegó en 2016 con un levantamiento Li-
dar encargado por el INPC (Castro et al., 2021; Jijón y
García, 2018a, 2018b). Las asombrosas imágenes produ-
cidas, aunque esperan en gran medida el análisis y las
pruebas de campo, establecen sin duda que los mante-
ños reconfiguraron el macizo de 14 km con un progra-
ma de construcción cuya magnitud, requisitos, resulta-
dos e impacto llevará décadas evaluar adecuadamente.
Mientras tanto, vale notar que, aunque su arqui-
tectura en piedra es en su mayoría Manteño Tardío (es
decir, posterior al 1100 d. C.), la historia de Cerro Ja-
boncillo como lugar sagrado se remonta mucho antes.
Dos plataformas funerarias registradas por Saville en la
meseta de la cumbre eran construcciones Bahía II, que
datan del 1 al 300 d. C., con artefactos Guangala Tem-
prano y Bahía II entre los ajuares funerarios (Bushnell,
1951, p. 11; Estrada, 1962, p. 23; Lunniss, 2017).
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3. Delgado (2009, p. 67) menciona una presencia Chorrera debajo de contex-
tos manteños en los cerros Jaboncillo y de Hojas y un posible componente
más temprano de Valdivia en el segundo.
Arquitectura, diseño y composición del sitio
Las imágenes Lidar, combinadas con los datos de
campo recopilados desde Saville en adelante, muestran
que la reconfiguración manteña del área se divide en
dos partes principales. Hacia el este, aproximadamente
8 km del macizo, que en su mayoría consisten de los
cerros Jaboncillo y de Hojas, se transformaron en un
enorme centro ceremonial caracterizado por docenas de
complejos de casas dispersos pero unidos por senderos,
que ocupan todas las elevaciones de la montaña desde
unos 120 m s. n. m. hasta la cumbre, más de 500 m arri-
ba (Lunniss, 2018). Hacia el oeste, los cerros menos ac-
cidentados, escarpados y elevados, que se extienden 6
km hacia Montecristi, se convirtieron en una zona de
producción caracterizada por extensos sistemas dendrí-
ticos de terrazas agrícolas supervisadas por un número
relativamente pequeño de conjuntos arquitectónicos si-
tuados en puntos sobresalientes (Castro et al., 2021).
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Si
bien este documento se preocupa más de la arquitectura
de la zona ceremonial, vale señalar que los sistemas de
terrazas agrícolas del oeste fueron una fuente potencial
de maíz y talvez de otros productos que se almacenaron
en los cientos de pozos en forma de campana asociados
con los complejos del este.
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El estudio de Camino del Puma, un sector de
57 ha en el extremo este de la montaña, ha llamado la
atención sobre los detalles de diseño, composición y ar-
quitectura de los complejos de casas en esa zona, lo que
sirve como una guía provisional para los conjuntos en
otros sitios de los cerros Jaboncillo y de Hojas (Figura 3;
Lunniss, 2011, 2012, 2018). Los complejos consistían en
hasta alrededor de 30 estructuras rectangulares de pie-
dra colocadas sobre plataformas de tierra dispuestas en
terrazas cuidadosamente preparadas que solían encon-
trarse, en áreas más empinadas, revestidas con piedra.
Las casas eran de diferentes tamaños y proporciones,
con estructuras de hasta 20 m de largo en su mayoría,
aunque algunas podían duplicar esa longitud y, en el
Cerro de Hojas, alcanzaban los 50 m. En consecuencia,
4. Las terrazas agrícolas son completamente diferentes a las destinadas para
acomodar construcciones en su diseño y ubicación topográfica, así como en
su función (Estrada, 1962, pp. 22, 23, Figs. 21-23; Lunniss, 2011, pp. 38-42).
5. También hay terrazas agrícolas en la zona ceremonial oriental, pero son
mucho menos numerosas.