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Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
en Temascalcingo, Estado de México hace su análisis
desde la riqueza cultural y biológica, proponiendo
que se puede preservar el patrimonio, en este caso
la festividad de los viejos de Corpus. Su punto de
investigación es el pueblo de San Pedro el Alto, lugar
de origen mazahua.
La esta Xita ha sido analizada desde diversos
enfoques, en su mayoría estéticos. Varios autores
retoman asuntos como el simbolismo desde la pers-
pectiva mazahua, dejando un poco de lado la cultura
otomí; tratan temas como el ritual, la migración, la
danza, la música, la vestimenta y la bioculturalidad,
pero no se ha realizado una reexión crítica sobre el
impacto del patrimonio y como este afecta a la prácti-
ca simbólica y ritual.
Las estas dentro de los pueblos son un con-
junto de creencias, forman parte de su identidad pues
a través de los pasos las personas marcan simbolis-
mos que forman un conjunto de representaciones a
identidades místicas. Es por ello que “toda esta lleva
aparejada una mitología y un sistema de símbolos por
el simple hecho de que la esta es un universo creado
por la fantasía” (Pérez Herón, 1996, p. 23). En el caso
de la festividad de los Xitas, como lo menciona el
autor, es un sistema donde las comunidades crean su
universo con base en los relatos y mitos transmitidos
por los abuelos.
Se entiende por patrimonio material todo
aquello que podemos tocar, como pirámides, pintu-
ras, iglesias, entre otras, mientras que el patrimonio
cultural inmaterial, según la Unesco (2021), se “re-
ere a las prácticas, expresiones, saberes o técnicas
transmitidos de generación en generación”, como las
tradiciones, danzas, rituales, actos festivos y demás.
Si bien se cree que el patrimonio festivo es algo
de lo cual deberíamos estar orgullosos, por otra par-
te, no se analizan los alcances de las estas converti-
das en patrimonio inmaterial pues “tiene el efecto de
situar a éstas dentro de otros discursos y formas de
representación, asignándoles nuevas signicaciones
y valores, y jerarquizándolas de acuerdo con criterios
distintos a los que tienen en el ámbito local” (Villase-
ñor y Zolla, 2012, p. 75).
La tradición que forma a un pueblo, “ha sido
considerada como una expresión de la permanencia
en el tiempo de una comunidad; en este sentido es
una de las formas que asume la memoria colectiva y
una generadora de identidad” (Madrazo, 2015, p. 116).
Es uno de los elementos centrales de las comunida-
des puesto que de ahí se parte para ir creando su
identidad.
Temascalcingo es uno de los 125 municipios
que conforman al Estado de México, al noroeste del
mismo, y colinda con los estados de Michoacán y
Querétaro. Su nombre proviene del náhuatl que signi-
ca “lugar del pequeño temazcal”. Lugar donde nació
el paisajista José María Velasco, cuenta con dos cultu-
ras: mazahuas y otomís. Su territorio se compone de
la cabecera municipal Villa Temascalcingo de Velasco,
32 pueblos, 15 barrios y 17 rancherías (Ayuntamiento
de Temascalcingo, 2017). Se estima que más de la
mitad participa dentro de la festividad de los Xitas,
aunque la mayoría de las comunidades son católicas y
cada una de ellas cuenta con una capilla para su culto.
Los no católicos danzan en memoria de los ancestros
y se juntan dos grandes culturas, los mazahuas y
otomíes, en una noche donde la religiosidad ancestral
se hace presente en el centro y los alrededores del
municipio.
Metodología
La presente investigación se desarrolló en dis-
tintos momentos en 2018 y 2023, en las comunidades
otomíes y mazahuas del municipio de Temascalcingo.
Para entender a los actores locales e institucionales,
usamos las herramientas etnográcas que conside-
ran el “¿cómo es para ellos?” (Guber, 2021, pp. 16-18).
Para esto último, consideramos la tradición oral y el