28
Revista PCI
Refexiones sobre la gestión del PCI de Imbabura
Ana Barreno Mena, INPC
Realizar un acercamiento a la gestión de los
proyectos ganadores de las Líneas de Fomento de la
Memoria Social y el Patrimonio Cultural ciertamente
implica abordar la defnición del patrimonio cultu
-
ral inmaterial (PCI) y su salvaguardia, pero además
permite abrir la discusión desde otros enfoques. Por
eso, en este corto análisis se refexiona sobre cómo
la pandemia del Covid-19 afectó a los detentores de
saberes y a sus manifestaciones y sobre cómo las
nuevas tecnologías y el uso de internet posibilitan la
difusión y salvaguardia del PCI desde lo local.
Para plasmar algunas respuestas y dar un
panorama desde la gestión realizada como adminis-
tradora de convenios, he considerado analizar los
siguientes proyectos de artesanía tradicional y patri-
monio agroalimentario:
Taita Eduardo Chávez, foto Ana Barreno, Cotacachi, 2021.
29
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Sinchi Pacha
, foto Priscila Prado, Imbabura, 2021.
30
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Huerto en La Esperanza, foto Patricia Gutiérrez, Imbabura, 2021.
Es necesario considerar la diversidad de las
prácticas, sus actores, el espacio geográfco en el que
se crean y recrean, y las propuestas ejercidas desde
lo local para la salvaguardia del PCI, mismo que es
entendido como manifestación cultural cambiante,
dinámica y activa.
31
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
El PCI desde la institucionalidad
Al hablar de PCI es necesario referirse a docu-
mentos ofciales internacionales y nacionales que, en
primera instancia, lo defnen y que además posibilitan
la gestión institucional en correlación con las comu-
nidades portadoras. En este sentido, a continuación
se puntualizan los principales instrumentos jurídicos
sobre el tema.
En primer lugar, cabe mirar la Convención para
la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial del
2003 que defne al PCI, en términos generales, como
las expresiones, conocimientos y técnicas que las
comunidades, grupos e individuos reconocen como
parte de su patrimonio, que se transmiten de genera-
ción en generación y son recreados constantemente
(Unesco, 2018, p. 5).
Además, contempla el concepto de salvaguardia
como las medidas adoptadas para garantizar la viabili-
dad del PCI y que incluyen “la identifcación, documen
-
tación, investigación, preservación, protección, pro-
moción, valorización, transmisión … y revitalización” (p.
6). Ecuador ha puesto en escena este marco legal y el
arduo trabajo de funcionarios, portadores, académi
-
cos y otros actores sociales para este patrimonio.
A nivel local, también podemos acercarnos a
nuestra Constitución (2008), que reconoce y garantiza
los derechos de las comunidades, pueblos y naciona-
lidades a través del mantenimiento, protección y de
-
sarrollo de los conocimientos colectivos (art. 57, núm.
12). Así mismo, reconoce la soberanía alimentaria
como un objetivo estratégico y una obligación para
que los ciudadanos “ … alcancen la autosufciencia de
alimentos sanos y culturalmente apropiado de forma
permanente” (art. 281).
Como complemento, la Ley Orgánica de Cultura
(2016) incorpora un régimen especial sobre el patri
-
monio cultural inmaterial (cap. 8) que señala entre sus
ámbitos los “conocimientos y usos relacionados con
la naturaleza”, que integra las “concepciones y manejo
cultural de los ecosistemas, técnicas y tecnologías
tradicionales para el manejo de recursos, produc-
ción artesanal, artística y gastronómica”, así como “la
diversidad de expresiones del patrimonio alimentario
y gastronómico, incluidos los paisajes y los territorios
de patrimonio agro biodiverso, en articulación con
organismos competentes” (art. 80).
Este último precepto afecta directamente a la
concepción de patrimonio agroalimentario, que será
tratado en este artículo, y además reconoce las téc
-
nicas artesanales tradicionales como un ámbito del
PCI. Bajo estas normas se han creado mecanismos de
apoyo a la salvaguardia del patrimonio intangible des-
de el Estado, como es el caso de las líneas de fnancia
-
miento destinadas a la memoria social y el patrimonio
(art. 110).
Este marco jurídico no puede ser tomado como
una camisa de fuerza que limita al PCI. Las manifesta-
ciones deben mirarse desde su historicidad y las leyes
y normas deben posibilitar la articulación de propues-
tas entre los portadores y el Estado. En este sentido,
las líneas de fomento brindan un espacio para que
los mismos detentores del PCI y los gestores locales
generen proyectos enfocados en su realidad, acordes
a las necesidades actuales de la población.
Crisis sanitaria y PCI
La crisis sanitaria ocurrida por la pandemia del
Covid-19 evidenció los problemas socioeconómicos
de varias zonas del país y del mundo. En el caso es-
pecífco del PCI, manifestó la urgencia de establecer
acciones para reactivar a los sectores más afectados,
los que encontraban en sus conocimientos tradicio-
nales el sustento diario. Bajo esta premisa, el Instituto
Nacional de Patrimonio Cultural (INPC) ejecutó las
líneas de fomento con la fnalidad de entregar incenti
-
vos económicos no reembolsables a proyectos comu-
nitarios, elaborados y ejecutados por sus detentores.
32
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Ahora bien, dos de los tres proyectos seleccio-
nados para este análisis corresponden al ámbito de
patrimonio agroalimentario y el tercero, al de artesa-
nía tradicional. En los tres casos, su lugar de gestión
fue la provincia de Imbabura, en la Sierra ecuatoriana.
Geográfcamente, los benefciarios se ubicaron en
nueve sectores, entre comunidades y parroquias:
participantes. En los registros fotográfcos, es notorio
el uso de equipos de bioseguridad como mascarillas.
Así también, se procuró que las labores se realicen en
espacios abiertos con ventilación y manteniendo, en
lo posible, el distanciamiento social.
Aunque los proyectos se ejecutaron entre el úl-
timo tercio del 2021 y el primero del 2022, las restric-
ciones implantadas a nivel nacional parecían difcultar
la coordinación de talleres, capacitaciones o cualquier
actividad presencial. Para el mes de diciembre de
2021, el Comité de Operaciones de Emergencia Nacio
-
nal impedía nuevamente las reuniones o festejos que
agrupen a la población debido al incremento de casos
de Covid-19.
No obstante, el ir y venir de restricciones no
imposibilitó que el trabajo se concretara. Hay que
considerar que, para fnes del 2021, las actividades de
cada proyecto estaban avanzadas debido a que los
responsables/benefciarios realizaron acercamientos
directos con los pobladores, instituciones locales, con
escuelas y gobiernos autónomos descentralizados
parroquiales y así crearon espacios seguros para
socializar y poner en acción sus propuestas.
Por otro lado, la administración desde el INPC
brindó acompañamiento y seguimiento virtuales. Los
cambios y decisiones del COE Nacional paralizaron en
algunas ocasiones las actividades en territorio, mien-
tras el teletrabajo se mantenía vigente de manera
parcial en algunas instituciones públicas.
Vivencias del PCI durante la pandemia
De esta manera, nos encontramos con el pro-
yecto
Alfareras y tejedores kichwas hacia una economía
amigable del patrimonio de Cotacachi
, en el que se
observa como la técnica de tejido en San Pedro está
concentrada en un solo tejedor, el taita Eduardo Chá-
vez, y en sus dos aprendices, Lenin Alvear y Atik Kuri
Orbe. Actualmente, ellos no producen para la venta
debido a la competencia en el mercado, considerando
El contexto de la pandemia generó un cambio
en las dinámicas de trabajo con las comunidades. En
ellas, los benefciarios y portadores se vieron en la
tarea de encontrar lugares para desarrollar las activi-
dades planifcadas, sin poner en riesgo la salud de los
33
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
que, por su manufactura, la faja “chumpi” tiene un
costo comercial elevado en relación a otros productos
masivos y no artesanales.
En el mismo proyecto, se trabajó con las alfare-
ras de El Cercado, donde las detentoras de saberes
son las mamas Carmen Andrango y Claudia Chávez. El
proceso completo para la elaboración de artesanías
incluye la obtención de la materia prima, un trabajo
complejo que se difculta con el pasar del tiempo, así
también el pisado y amasado del barro, modelado,
bruñido de fguras y horneado (Alvear, 2021, p. 6). En
la actualidad, sus productos no son de uso común; las
vasijas, ollas u otros recipientes han sido sustituidos
por productos de plástico o metales industrializados,
por lo que su venta disminuye y los ingresos son
menores.
Por estas singularidades, los benefciarios re
-
plantearon la creación de estos productos y pusieron
a disposición sus conocimientos con la fnalidad de
trasmitir su trabajo a nuevas generaciones locales y
externas. Pero además, los articularon a la enseñanza
por medio de talleres y vincularon sus prácticas con el
turismo local, cuyos rubros presentan nuevas formas
de trabajo colaborativo y generación de recursos.
Este proyecto ejecutado en dos lugares, basado
en manifestaciones diferentes, se unifcó a través de
redes locales de apoyo. En el proceso se involucró a
comuneros, vecinos, profesores, estudiantes, padres
y madres de familia, jóvenes, niños/as y agencias de
viaje. Entre sus productos, se destaca la creación de
documentales en los que se describe paso a paso la
elaboración de fajas u objetos de arcilla, la extracción
de la materia prima, la simbología de cada elemento
y se destaca los afectos de los detentores, quienes
buscan la forma de exteriorizar sus conocimientos.
Al articular a varios pobladores de las comuni-
dades de San Pedro y El Cercado, el benefciario no
solo elaboró videos y talleres presenciales prácticos
Mujeres alfareras, foto César Alvear, El Cercado, 2021.
34
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Taita Eduardo Chávez, foto César Alvear, San Pedro, 2021.
sobre estas manifestaciones, sino que difundió este
patrimonio con el uso de diferentes medios sociales,
permitiendo así un mayor entendimiento sobre el PCI
y su importancia para las comunidades de Cotacachi.
Situación similar presentaron los proyectos de
patrimonio agroalimentario. Las prácticas y saberes
relacionados a lo agrícola, al cuidado de la natura-
leza, al comercio y consumo de alimentos, se vieron
condicionadas por las restricciones dadas durante la
pandemia, pero también están siendo interpeladas
por nuevas dinámicas sociales que alejan a la pobla-
ción del trabajo de la tierra y de los cultivos.
En este caso particular, los benefciarios reali
-
zaron varios talleres presenciales que incluyeron la
construcción de huertas, preparación de compost,
recolección de agua lluvia, descripción de plantas y
sus usos, participación en ferias y, además, renovaron
recetas, creando así nuevas formas de consumo. Es
menester señalar que estas propuestas se fortalecie-
ron a través de mingas, acción de gran relevancia en
el contexto histórico del territorio ecuatoriano.
El proyecto
Sinchi Pacha, sembrando para la vida
es un ejemplo de articulación entre sectores diversos.
Este grupo de familias inició el trabajo con el limitante
de los contagios y la necesidad del acceso a una va-
cuna. Durante los talleres, los pobladores trabajaron
con personas externas a las comunidades y, a su vez,
los dirigieron a diferentes grupos etarios.
Niñas/os y adultos mayores se consideraban
un grupo de riesgo en la pandemia, por lo que las
medidas de bioseguridad fueron cruciales. Es desta-
cable el trabajo con niñas/os, considerando que para
ese momento las clases continuaban en modalidad
virtual, por lo que reencontrarse con personas de la
misma edad, poder jugar y aprender fue ciertamente
un apoyo para su salud.
También se puede refexionar sobre la opor
-
tunidad que brindaron los talleres para aprender o
retomar conocimientos sobre los cultivos. Al igual que
muchos, los benefciarios estuvieron limitados por
los recursos, el acceso a comida y medicinas. En este
sentido, tener una huerta familiar, una chacra, produ-
cir alimentos libres de químicos y contar con plantas
medicinales fue un estímulo.
35
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Este trabajo consideró las prácticas agroecoló-
gicas, el trabajo comunitario y la creación de nuevas
recetas con el fn de ofrecer a la población otras for
-
mas de obtener recursos económicos, que respeten
las prácticas ancestrales y que, a su vez, las reactiven
y resignifquen.
Por ese motivo, además de realizar la minga
para preparar la chacra, construir una huerta para
uso de los adultos mayores de la parroquia La Espe-
ranza e impartir talleres de agroecología, se brinda-
ron cursos de preparación de conservas, pastelería
y panadería en los que se utilizaron “productos poco
convencionales como el amaranto, la quinua, chía,
cereales” (Gutiérrez, 2022, p. 3).
Precisamente, estas nuevas destrezas fueron
difundidas en la 1.
a
Feria de Patrimonio Agroalimen-
tario y Artesanía Tradicional 2021, organizada por
el INPC en Quito. Al evento asistieron detentoras de
Sobre este punto, es imperante recalcar que se
produjo un diálogo y aprendizaje circular; los poblado-
res de San Antonio de Ibarra no solo se benefciaron
de los conocimientos de los talleres, sino que también
ellos compartieron sus saberes, recordaron “como
cultivaban sus abuelos o ellas mismas realizando una
producción sin agroquímicos” (Prado, 2022, p. 4).
Los conocimientos ancestrales y las prácticas
tradicionales en este sector permitieron retomar
“el cultivo de maíz asociado con otros cultivos o la
siembra de cultivos nativos como la oca, mashua, o
zanahoria blanca”
(Prado, 2021, p. 3).
En las comunidades, se trabajó en los talleres y
chacras de los portadores, pero además se abrieron
nuevos espacios para compartir y aprender. Este fue
el caso del proyecto
De la chakra a la olla. Fortalecien-
do la identidad
,
que además de transmitir técnicas so
-
bre agroecología, diversifcó la propuesta con talleres
de “cocina andina”.
Elaboración de compost, foto Priscila Prado, Imbabura, 2021.
36
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
conocimientos quienes llevaron conservas, pasteles
y pan, elaborados con productos de la zona andina.
Considerando las restricciones impuestas por la
pandemia, la feria se desarrolló en un lugar abierto,
donde 25 proyectos presentaron sus productos cum-
pliendo medidas de bioseguridad. Por este motivo,
el evento se realizó en los jardines de La Circasiana,
sede del INPC en Quito.
Al hacer este breve repaso por el trabajo de-
sarrollado por los benefciarios y comunidades en el
contexto de la pandemia, es posible inferir que la llega
-
da del Covid-19 de alguna manera dio lugar a buenas
prácticas, motivó la asignación de recursos para los
detentores de PCI y, sobre todo, evidenció la importan-
cia de la gestión local, el trabajo comunitario, la perma-
nencia de la minga y el cuidado de la salud colectiva en
espacios compartidos.
La elaboración de fajas, vasijas, cuencos, así
como la siembra, cosecha y consumo de productos
agrícolas estuvo regida por los cambios y miedos
surgidos con la pandemia y la manera en que limitó el
trabajo mancomunado. Sin embargo, el éxito de los
proyectos se dio gracias a la organización y cuidado
mutuos, lo que permitió su continuidad y la transmi-
sión de conocimientos a otras generaciones y sectores.
De la
chakra
a la olla, foto Patricia Gutiérrez, Quito, 2021.
El uso de tecnologías en la gestión del PCI
Como se ha indicado anteriormente, la pande-
mia del Covid-19 generó un cambio en los comporta-
mientos cotidianos de la población. El aislamiento, la
permanencia en casa y las restricciones hicieron que
busquemos otras formas para comunicarnos, trabajar
y compartir.
En lo que se refere al aspecto administrativo,
desarrollado por los funcionarios del INPC, se optó
por mantener la modalidad de trabajo híbrido, es
decir, actividades en ofcina y en casa. Esto hizo que
el acompañamiento a los proyectos de la línea se
lleve a cabo de manera telemática. Principalmente, se
usaron plataformas digitales de comunicación como
WhatsApp, Zoom
y el correo electrónico.
La aplicación de estos nuevos medios de ges-
tión evidenció otras problemáticas locales relaciona-
das con la conectividad, el acceso a internet y pusie-
ron en discusión un cambio tangencial en las formas
de comunicación.
Bajo esta premisa, además de realizar talleres
relacionados a las prácticas, manifestaciones y cono-
cimientos del PCI, los benefciarios tuvieron talleres
dedicados a la comunicación y el manejo de redes
sociales.
37
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
Hubo una resistencia inicial a estos medios, sur-
gida por las limitaciones de los talleres teórico-prácti-
cos, puesto que los materiales y recursos necesarios
estaban restringidos a un número específco de
participantes por cada proyecto. Pero al fnalizar los
módulos, los benefciarios pudieron difundir de mejor
manera los videos y registros fotográfcos de sus acti
-
vidades y de las manifestaciones culturales.
De esta manera, redes sociales como
Facebook
e Instagram
se convirtieron en plataformas funda-
mentales para difundir y poner en valor prácticas
patrimoniales como la alfarería, el tejido y la agro-
ecología de Imbabura y, sobre todo, la labor de los
artesanos.
A modo de conclusión
Escribir desde la experiencia en la gestión no es
sufciente, es necesario cuestionar la misma, mirar lo
que resuena, los vacíos, las carencias, las fortalezas,
los alcances, los sentires y los cambios. Pensar en la
gestión solo desde la aplicación de leyes o normati-
vas, sin un análisis, cosifca al PCI. Por ello, es pruden
-
te tomar distancia y debatir las propias prácticas ad-
ministrativas. De esta manera se puede abrir nuevos
canales de escucha y aprendizaje. En el caso puntual
de los proyectos antes referidos, la corresponsabili-
dad y el diálogo entre benefciarios y administradores
fue un punto clave para la ejecución de las activida-
des planifcadas.
Aunque en ocasiones fue complejo, para bene-
fciarios y administradores, contar con una conecti
-
vidad básica (operadoras de internet y de telefonía),
esto no limitó el trabajo realizado por cada detentor
y benefciario en territorio. Los resultados de cada
proyecto fueron más allá de una reunión y un informe
fnal.
Durante el proceso, fue necesario manejar cro-
nogramas fexibles y medios virtuales que ayudaron a
mejorar la comunicación entre los involucrados y per-
mitieron un acercamiento a las comunidades alejadas
de la “gran ciudad” en momentos de pandemia. Así
también, pasar del modo teletrabajo al de “realidad”,
Reunión de benefciarios de la línea de fomento, foto Ana Barreno, Quito, 2021.
38
Patrimonio Cultural Inmaterial
Revista PCI
fuera de la burbuja del Quito urbano, fue retador.
Es imposible pensar y limitar este trabajo a
un listado de tareas o actividades por cumplir, fue
imperante ser fexible en los tiempos e irse adaptan
-
do a las circunstancias y restricciones dadas por la
pandemia. Estas condiciones generaron un quiebre
de pensamiento en lo que se refere al “privilegio”,
entendido como el acceso a internet, teléfono, comida
(procesada) en las estanterías, puesto que evidencia-
ron las otras realidades del trabajo artesanal y agríco-
la, el tejer con las manos o el crear con barro, alejadas
de la producción en masa y cercanas al huerto, a la
chacra, a las relaciones mancomunales.
Los benefciarios directos e indirectos de las
líneas de fomento no solo gestionaron la salvaguar-
dia de sus manifestaciones y conocimientos de una
manera tradicional, sino que se adaptaron al uso de
tecnologías digitales que se convirtieron en grandes
herramientas para la difusión del PCI.
Esta corta aproximación a la gestión de estos
proyectos no busca romantizar acciones ni prácticas,
pero sí pretende mostrar a los detentores del PCI, sus
conocimientos y manifestaciones, en su riqueza cultu-
ral y en las problemáticas que surgieron durante este
proceso de trabajo conjunto. Finalmente, se reconoce
la importancia de entregar incentivos a las comuni-
dades para que continúe el desarrollo de las buenas
prácticas del PCI en las localidades.
Referencias
Alvear, C. (2021).
Primer Informe de actividades
(núm.
1). Cotacachi.
Constitución de la República del Ecuador
[Const.]. Arts.
57 y 281. 20 de octubre de 2008 (Ecuador).
Gutiérrez, P. (2022).
Informe fnal de actividades
(núm.
2). Quito.
Ley Orgánica de Cultura de 2016.
27 de diciembre de
2016. Registro Ofcial N.º 913.
Prado, P. (2021).
Primer Informe de actividades
(núm.
1). Quito.
Prado, P. (2021).
Informe fnal de actividades
(núm. 2).
Quito.
Unesco (2018).
Textos fundamentales de la Convención
para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural
Inmaterial de 2003.
Unesco. Francia.