Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad.
Un estudio sobre las colonias penales en los siglos XIX y XX.
Galapagos, beyond the Natural Heritage of Humanity. A study of
the penal colonies in the 19th and 20th centuries.
Daniela Báez Toscano
Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE,
Sangolquí, Ecuador
danyba_21@hotmail.com
Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
09/2024 - 02/2025, vol. 2, nro. 1
INPC
Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
INPC
https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/INPC
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador,
09/2024-02/2025, vol. 2, nro. 1, e10
Periodicidad: semestral - continua
https://doi.org/10.5281/zenodo.14237860
Abstract
Resumen
The article is the result of a research whose objective was to make visible the historical richness of the Galapagos
Islands, beyond the natural heritage for which they are known worldwide. To this aim, the study focused on
the existence of penal colonies in the nineteenth century, testied in the diary of the painter Ernest Charton
in 1849, when he was abandoned on the spot once mutineers the crew of the ship on which he was traveling
from Valparaíso to California. This, without neglecting the existing colonies in the twentieth century of which
remains as the main vestige, the “wall of tears” built by the “penados” on Isabela Island. The methodological
process of the study included archival work in the cities of Quito and Guayaquil, as well as an ethnographic
Este artículo es el resultado de una investigación cuyo objetivo fue visibilizar la riqueza histórica que poseen las
islas Galápagos, más allá del patrimonio natural por el cual son mundialmente conocidas. Con este n, el estudio
se centró en la existencia de colonias penales en el siglo XIX, testimoniadas en el diario del pintor Ernest Charton
(1849), cuando fue abandonado en el lugar una vez amotinados los tripulantes del barco en el que viajaba de
Valparaíso a California. De las colonias existentes en el siglo XX, queda como principal vestigio el “Muro de las
Lágrimas”, construido por los “penados”1 en la isla Isabela. El proceso metodológico incluyó trabajo de archivo en las
ciudades de Quito y Guayaquil, así como una visita etnográca a las islas Isabela y Santa Cruz con el n de recopilar
información bibliográca y testimonial. Se realizaron entrevistas a profundidad a los principales estudiosos de
la “historia humana” en las islas y otros referidos por aquellos, conocedores de la existencia de las colonias. Del
estudio se concluye que las colonias efectivamente existieron en las Galápagos y que los condenados vivían en
una especie de comunidad abierta custodiada por policías y militares. Los habitantes de las islas tienen noción
de las colonias del siglo XX, aunque muy pocos conocen la existencia de las del siglo XIX. Una gran cantidad de
historias, leyendas y mitos circulan alrededor de ellas, aunque sin llegar a comprender lo que signicaron para las
islas y el país en el marco de su historia general. Además, el artículo sugiere la posibilidad de establecer un museo
de la memoria que haga visible lo acontecido en las colonias penales y nos lance a reexionar sobre lo que pueden
decirnos de la actual crisis carcelaria en el Ecuador.
Palabras clave: colonia penal, Galápagos, historia social, memoria, patrimonio.
ISSN 3028-8886
1. Penados es el nombre con el que se conoce en Galápagos a quienes habitaron las islas en tiempos de las colonias penales, distinguiéndolos
de los policías que los custodiaban.
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Introducción
Sobre el descubrimiento de las islas Galápagos,
se tienen algunos indicios más que certezas absolutas.
Los escritos sobre su historia comienzan a surgir
hacia 1535 cuando fray Tomás de Berlanga redactó
una carta sobre los sucesos que tuvieron que vivir en
las islas. En esta misiva, aquellas son bautizadas como
Galápagos (Maldonado y Llerena, 2018).2
El estudio del cual surge este texto tuvo la
nalidad de ahondar, tanto en documentos como a
través de testimonios, sobre los hechos históricos que
llevaron a convertir a las islas en una de las colonias
penitenciarias más importantes del país, durante dos
épocas distintas, volviéndose el principal mecanismo
para poblar “las Encantadas”.
Diversos estudios recogen esta parte de la
historia social de las islas, aunque la gran mayoría se
centran en la colonia penal más reciente, olvidando
considerar la del siglo XIX (Latorre, 2005; Rodas y
Fabia, 2012). Además, el rápido crecimiento turístico
de las islas, al asociarlas a Charles Darwin y a
especies exóticas y endémicas, ha hecho que aquellos
episodios pasen a un segundo plano, priorizando su
historia natural.
No obstante, un relato ha motivado a recabar
más información sobre este primer periodo, al igual
que gran parte de este estudio. El artista francés
Ernest Charton llegó a Chile en 1843 con el objetivo
de dibujar y pintar paisajes en Sudamérica. Por ello,
inició un viaje desde Valparaíso hacia California por
el océano Pacíco, el cual se vería truncado debido
a piratas inltrados que tomaron el barco y dejaron
2. Sin embargo, de acuerdo a las crónicas de Pedro de
Sarmiento de Gamboa y el padre Miguel Cabello de Balboa,
se conoce que el emperador inca Tupac Yupanqui y varios
amautas se embarcaron en numerosas balsas en alguna de
sus expediciones y llegaron a las islas mucho antes que los
españoles, tal como lo explica Grenier (2007).
a Charton en las Galápagos. De allí sería rescatado
por una goleta que venía desde Ecuador continental a
intercambiar presos (Lara, 1972).
Este momento de la vida del viajero, recogido
en diversas fuentes como uno de los más trágicos,
evidencia la existencia de comunidades de connados
mucho antes de su llegada. Se trataba de “colonias” que
se establecieron en las islas Floreana y San Cristóbal,
ocupadas sobre todo por soldados exiliados que vivían en
condiciones deplorables en una especie de “presidios al
aire libre”, proyecto que no se llegó a concretar de modo
ocial3. Diversas revueltas acabarían con este sistema,
el cual sería retomado en 1944 tras la Segunda Guerra
Mundial, esta vez en la isla Isabela.
De este último episodio queda el llamado “Muro de
las Lágrimas”, un pedazo de pared elaborado con piedra
volcánica que fue mandado a construir para mantener
ocupados a los prisioneros.
Con base en lo expuesto, caben las siguientes
preguntas: ¿cuál es la riqueza histórica-cultural
manifestada en los asentamientos penitenciarios
establecidos en las islas?, ¿cómo visibilizar esta riqueza?,
¿de qué manera esta reexión sobre la memoria social
e histórica en las Galápagos aporta a la actual crisis
penitenciaria que vive el Ecuador?
Con el n de responder estas cuestiones, se
desarrolló una investigación que consideró tres técnicas
principales. La primera, una visita etnográca a Santa
Cruz e Isabela para conocer espacios donde se instalaron
colonias penales, así como a personas versadas en el
tema o relacionadas directamente con los periodos
estudiados. La segunda, entrevistas a profundidad, entre
las que se destacan cuatro: a Washington Ramos y Víctor
López, de Santa Cruz, y a Jorge Suárez y Nelly Noboa,
de Isabela. La tercera, trabajo de archivo en Quito y en
3. Es importante aclarar que en Floreana no se llegó a construir
un presidio como tal, aunque Charton encontró en las islas
convictos trabajando en colonias agrícolas.
visit to the Isabela Islands and Santa Cruz in order to collect bibliographic and testimonial information. In-depth
interviews were conducted with the main actors studying “human history” in the Islands and others referred
by them, knowledgeable of the existence of the colonies. The study concludes that the colonies did exist in the
Galapagos Islands and that the convicts lived in a kind of an open community guarded by police and military.
The inhabitants of the islands are aware of the colonies of the 20th century, although very few know of those of
the 19th century. A large number of stories, legends and myths circulate around its existence although without
understanding what those meant for the country in the framework of its general history. The article suggests,
therefore, the possibility of establishing a museum of memory that makes visible what happened in the penal
colonies and launches us to reect on what they can tell us about the current prison crisis in Ecuador.
Key words: penal colony, Galapagos, social history, memory, heritage.
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Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Guayaquil que permitió reconstruir las dimicas de las
colonias y validar los datos de los entrevistados.
Con esta información, el estudio se dividió en
tres secciones. La primera, y más extensa, hace una
reseña sobre las colonias penitenciarias en los siglos
XIX y XX; se presenta a manera de relato, pero destaca
algunos documentos históricos y voces de los actores
entrevistados. La segunda hace un corto análisis sobre
la importancia de recuperar la memoria social vinculada
a este periodo de la historia de Galápagos. En la tercera
se aproximan los resultados de la investigación a la
actual crisis carcelaria y se develan algunos puntos
comunes que podrían orientar las decisiones sobre el
tema, considerando los aprendizajes de las experiencias
primigenias. Al nal se presentan conclusiones,
recomendaciones y agradecimientos.
1. Contexto regional de las colonias penales
Para abordar las colonias penitenciarias en
Galápagos, hace falta dar una breve mirada sobre las
colonias penales y las prisiones en Sudamérica. Por ello
se revisó literatura, en la cual sobresale la Historia de
las prisiones sudamericanas. Entre experiencias locales
e historia comparada (siglos XIX y XX) (Cesano et al.,
2019). En este estudio se aborda la historia de las
colonias penitenciarias y las prisiones en Argentina,
Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana,
Paraguay, Perú, Surinam, Uruguay, Venezuela y
Guyana. Este panorama amplio deja comprender las
trayectorias en cada uno de estos países.
De dicha obra, resalta el caso de Colombia
en el que se analiza los establecimientos penales y
sus cambios en función de las necesidades sociales
de cada periodo. Se explica que, a nales del siglo
XIX, se procuró “garantizar la rehabilitación y la
reinserción de aquellos que transgredían los marcos
normativos con diversas reformas que se generaron
en la época para aplicar castigos más modernos,
ecientes y civilizados”. Ya entrado el siglo XX, se
fueron construyendo nuevas instituciones, como las
colonias penales, los tribunales para menores y las
casas de corrección (Cesano et al., 2019).
Por otro lado, el caso de Guayana Francesa es
de interés dado que se realiza un recorrido histórico
del presidio de Saint-Laurent-du-Maroni, desde
Figura 1
Muro de las Lágrimas en Isabela
Nota. Fotografía tomada desde la parte superior del muro. Galápagos, 2022.
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1852 hasta 1953. Se menciona que más de 70 000
convictos fueron encarcelados en esta colonia penal,
la cual contaba con la ley de deportación francesa
que hacia 1854 tenía al menos tres objetivos que no
se cumplieron a cabalidad. Según el autor, el presidio
fue más bien una vergüenza dado que existía una
sensación de desprecio por parte de los guyaneses
dado que tuvieron que convivir con la prisión y sus
habitantes (Cesano et al., 2019).
En el caso de la República Cooperativa
de Guyana, la ex Guayana británica, la autora
de la sección analiza los presidios entre 1880 y
1980, explicando que al ser un país socialista, se
buscó reejar los objetivos políticos generales de
autosuciencia (Cesano et al., 2019).
En Paraguay, se analizó el caso de la “cárcel
pública”, enfatizando el periodo de 1850 a 1950 y el
del gobierno de Carlos Antonio López (1844-1862). El
Estado paraguayo continuó con la política francista
de “transformar una población ‘pre laboral’ [vagos,
vecino enteramente pobre, etc.] en mano de obra
sujeta a disciplina de trabajo, estas colonias buscaban
que los convictos trabajen para el Estado realizando
trabajos en la construcción de ferrocarriles, o como
astilleros, como obreros de la metalurgia o en fábricas
de materiales de construcción” (Caballero, 2019).
Otro de los casos de la obra citada presenta la
conformación del sistema penitenciario de Perú en
la primera mitad del siglo XX. El estudio establece
una periodización y da a conocer sobre el cambio
penitenciario en el país vecino, el cual se caracteri
por los esfuerzos que pusieron ciertos gobiernos por
este tema. Las transformaciones carcelarias peruanas
ocurrieron de manera contradictoria, entre avances y
cambios de dirección (Arias, 2019).
Otro caso corresponde al de las prisiones
uruguayas, donde se analiza casi un siglo de historia
entre 1888 y 1985. Al ser extenso, el estudio presenta
la inauguración de la primera Cárcel Penitenciaria de
Montevideo y se amplía hasta la trayectoria del Penal
de Libertad. Este también analiza la transformación
arquitectónica y del sistema radial del gigantesco
edicio creado en su época y establece un bosquejo de
los objetivos reales planteados en esta penitenciaria
(Fessler, 2019).
Efectivamente existe una amplia literatura
sobre la historia de las cárceles, colonias penales
y sistemas penitenciarios en la región. Ahora bien,
respecto de los penales insulares se tiene evidencia
de su existencia en América Latina, como en el caso ya
mencionado en Guyana Francesa. En México, según el
estudio de Evangelina Avilés sobre la “Colonial Penal
Federal Islas Marías, fue fundada en 1905 y cerró en
2010. Ella analiza la creación y la nalidad de la colonia
como espacio para quehaceres penitenciarios y para
facilitar el control de los penados (Avilés, 2020). Cabe
destacar que, en América Latina, los penales insulares
datan del siglo XVIII y se remontan a los modelos
europeos. Según Avilés (2020), el modelo que se aplicó
en América del Sur fue el español del siglo XIX.
Los primeros códigos penales de las repúblicas
de América Latina se basaron en los códigos españoles
de 1822, 1848, 1850 y 1870. Estos ampararon las colonias
penales insulares del siglo XIX y XX. Avilés se extiende
y menciona todas las colonias de este tipo de la región,
entre las que se destaca las de Costa Rica, en la Isla del
Coco, abierta en 1874, y el presidio en la Isla San Lucas.
En Argentina, se reabrió la isla Martín García como una
colonia penal en 1886 y, en México, Islas Marías en 1905.
En Panamá, se creó la cárcel de Isla de Coiba en 1912,
la cual cerró en 2004. En Perú, existió la colonia penal
de la isla El Frontón desde 1917; en Cuba, la prisión en
Isla de Pinos; en Brasil, el Instituto Correccional de Isla
Anchietta entre 1942 y 1955. Chile abrió la penitenciaría
de la isla Santa María en 1944 y Colombia, la de la isla
Gorgona en 1958 (Avilés, 2020).
Las colonias penales isleñas pretendían al menos
cuatro objetivos. Por un lado, se buscó establecer un
control social de los prisioneros para evitar las fugas y
disturbios en las ciudades. Al mismo tiempo, se trataba
de aplicar castigos y aislamientos severos efectuando
trabajos forzados en espacios inhóspitos para aquellos
penados que cometían delitos graves. El apartamiento
servía a su vez como método de “rehabilitación” a través
del sufrimiento y el trabajo.
Otro de los propósitos fue explotar recursos
naturales generando actividades como la agrícola;
aunque no se trataba de “colonias agrícolas”, se tenía
referencia que los prisioneros debían ser utilizados como
mano de obra para aprovechar los recursos. Se tiene
evidencia de que los presos eran obligados a realizar
trabajos en condiciones muy duras. A su vez, las colonias
penales insulares buscaban afrontar la sobrepoblación
carcelaria y colonizar las diversas islas. Finalmente, no
hay que dejar de lado la represión política; también fueron
usadas para connar a opositores de los gobiernos en el
poder (Avilés, 2020; Cesano et al., 2019).
2. Las colonias penitenciarias en Galápagos:
una introducción a la realidad
A última hora, a las 11 ½ fueron conducidas de la
Policía al muelle, 18 mujeres para ser deportadas
á Chatam. Entre ellas van Mariana Chompoy,
Mariana Torres, la negra Bárbara, la china
Jacinta, la Rosquete y otras. Iban lamentándose
5
Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
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del extrañamiento violento que se les imponía
... Se embarcaron en el pailebot Feliz Porvenir,
junto con una escolta de 25 hombres al mando del
coronel Irigoyen. Fueron también deportados un
individuo llamado Cirilo Cárdenas, capturado en
su cuarto á las 8 de la noche, y otro cuyo nombre
es J. Rubén Maridueña. Parece que á ambos se les
acusaba de mignone. Es de suponer que sea este un
plan de colonización de Galápagos (El Grito del
Pueblo, 1896)4.
El texto extraído de este “diario radical de la
mañana” resulta muy interesante por mostrar una visión
general de las implicaciones que tuvieron las colonias
penales en el Ecuador continental. Evidentemente, no
podría hacerse una lectura de este episodio histórico
sin considerar los elementos clave de la vida social,
política y económica del país. Por ello, es interesante
descubrir, por ejemplo, la relación que se presume en
el citado documento entre el envío de las mujeres al
archipiélago (en aquel entonces Chatam) por razones no
mencionadas, el traslado de los dos individuos acusados
de “mignone5 y la tajante conclusión del narrador: “un
plan de colonización de Galápagos.
De acuerdo a los estudiosos de la historia humana
de las islas, esta conexión es necesaria para comprender
todo el acontecer de las colonias de Galápagos. Por
un lado, los “penados” llegaron al lugar a veces por
cuestiones ínmas (como comportarse como mignone)
y, por otro, los acontecimientos continentales dejaban
poblaciones a expensas de las circunstancias, por las que
consideraban como opción reiniciar sus vidas en las islas.
Un ejemplo de esto es el terremoto acontecido en Ambato
en 1949 que llevó a varias familias de la zona a migrar
hacia Galápagos. Un poco hacia atrás, en el siglo XIX, los
conictos políticos con Juan José Flores fueron también
una buena excusa para deportar a algunas personas con
nes de colonización (Maldonado y Llerena, 2018).
Como se puede apreciar, es posible considerar
al menos dos épocas de importancia sobre las colonias
penales de Galápagos: la primera, en el siglo XIX, de la
cual ya se ha dicho lo que Charton expresa en su diario,
y la segunda, en el siglo XX, mucho más conocida y de
la cual queda como principal vestigio el “Muro de las
Lágrimas, convertido hoy en atractivo turístico en la isla
4. Todas las citas de documentos históricos y de archivo se
presentan tal y como aparecen en estos. Algunas palabras
pueden variar respecto de nuestra forma actual de escribirlas.
5. La expresión francesa se traduce como “encantador, tierno,
lindo”. En el contexto de la nota, podría decirse que la acusación
a los hombres era básicamente la de ser conquistadores, galanes
o donjuanes.
Isabela. En ambos casos, la historia se entrecruza con
una serie de leyendas y, al mismo tiempo, con aquello
que acontecía un poco a la distancia en el “continente”.
En los acápites posteriores, se resalta la importancia
y signicación que tiene la memoria oral y las fuentes
históricas respecto de lo que se ha ido construyendo
como relato ocial.
a. Las colonias penales del siglo XIX
Entre 1830 y 1845, en Ecuador se vivió el
periodo comúnmente conocido como Floreano,
debido a los dos periodos presidenciales de Juan Jo
Flores, con uno intermedio de Vicente Rocafuerte. Se
trata de una época particular pues las disputas giran
en torno a la construcción de una nueva nación, una
vez escindido el Distrito del Sur del proyecto de la
Gran Colombia (Ayala, 2008).
Tras la anexión de las Galápagos al territorio
ecuatoriano, el 12 de febrero de 1832, lo más probable
es que haya surgido la cuestión de su uso. En este
contexto, por decreto del 16 de marzo de 1833 se
convierte a aquellas islas cercanas, aún muy poco
pobladas, en un destino para delincuentes, criminales
y demás indeseados de la sociedad de la época (Larco,
2011). Se comprende que se incluyó no solo a aquellos
con una razón aparente para ser expulsados, sino a
detractores políticos, opositores e incluso a personas
no gratas al poder (W. Ramos, comunicación personal,
noviembre 2022). Esto también se evidencia en el
documento histórico previamente citado.
Al año siguiente, 1833, cuando la colonia ofrecía
la perspectiva de un halagüeño porvenir,
el Gobierno, por decreto de 16 de marzo,
destinó las islas para lugar de deportación
para el cumplimiento de la pena de destierro,
y las autoridades empezaron á enviar á ellas
á hombres criminales y á mujeres de mala
conducta; interpretando de distinto modo el
decreto en cuestión. Desde entonces se echó en
las tierras insulares la semilla que tan amargos
frutos viene dando y que ha originado más de
un drama sangriento (Bognoly y Espinoza,
1905, p. 49).
Como puede verse, lo que se expresaba en el
decreto, se entendía de diferentes maneras, lo cual
hacía que se envíen a las islas a diferentes personas,
aún si no lo merecían. Estos “penados” fueron poco a
poco compartiendo el archipiélago con los primeros
colonos, aunque hubo también un efecto negativo
pues estos últimos comenzaron a abandonarlo por
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Daniela Báez Toscano
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
el temor de coincidir con población de conducta
dudosa. En este punto, es necesario entender que la
colonia penal no es, en sentido estricto, una cárcel,
sino un espacio abierto poblado por los presos (J.
Suárez, comunicación personal, octubre 2022). De
ahí que las islas podan imaginarse como pequeños
pueblos en los cuales una parte de la gente había
llegado voluntariamente para instalarse y vivir en
ellos (colonos), mientras que otra lo habría hecho por
la fuerza para cumplir una condena (penados).
Después de la emigración de los colonos, de
la dispersión de los animales, etc., murió la
colonia y quedó solamente el presidio para
unos cuantos desgraciados que tuvieron que
pasar allí algún tiempo, sin que de ellos se
acordara el Gobierno ó autoridad que los envió
(Bognoly y Espinoza, 1905, p. 53).
Efectivamente, las islas cumplían una función
esencial en un gobierno signado por disputas de toda
índole, dado que representaba un lugar remoto para
deshacerse de todo a quien no se quería cerca. Y
aunque podría pensarse que un conjunto de presos
abandonados a su suerte en un sitio lejano podría
tornarse inhabitable, lo cierto es que, durante este
período, “bajo el régimen impuesto por el General
Villamil, no tenemos noticias de que se perpetraran
crímenes” (Bognoly y Espinoza, 1905, p. 49). Además,
el modelo con el que se instaló este presidio al aire
libre en Galápagos representaba una forma de
“colonia” autosustentable pues, como se expresó
al inicio de esta sección, se entiende que tras estos
envíos había una intención política de colonizar las
islas, ahora territorio nacional.
Sírvase usted disponer que se embarquen para
las Islas Galápagos los presos Miguel Peres,
Lorenzo Quirola y Tomas Parra que deben salir
en el buque que da la vela para aquel destino.
Estos presos deben ser puestos á la disposición
del señor Coronel Hernandez comisionado por
el Gobernador para dar posesión de ellas á los
empresarios y establecer el presidio ... usted
les hará proporcionar por los fondos de policía
seis pesos á cada individuo y un machete
para el trabajo haciendo formar un retiro de
todos los que se hayan destinado allí en que se
expresen sus nombres, sus delitos y la fecha en
que se remiten (S/N, 21 de enero de 1832).
En la misiva enviada al jefe policial, pueden
comprenderse algunos detalles de la vida de la colonia
penal de ese siglo: un espacio abierto en el que cada uno
tenía un pequeño fondo e instrumentos para trabajar. De
acuerdo con los testimonios de los pobladores actuales,
estudiosos de la historia humana, esa fue una constante
de las colonias carcelarias. Muchos de los penados
comenzaron una vida en las islas produciendo algunos
productos que se traían del continente, para el consumo
local. Otra comunicación de la misma índole conrma
esta dimica:
Con fecha 6 de febrero del presente año me dice
el Señor Director de Policía lo que sigue “...he
determinado que los o las condenados á precidio
y destierro, se embarquen a bordo de la Goleta de
guerra guayaquileña para que sean conducidos al
precidio de Galápagos- En su consecuencia usted
dará las órdenes convenientes para que el día se
tome razón de dichos reos se les habilite con es
pesos en dinero y un machete á cada uno ... Los
machetes serán entregados al Comandante por
separado”. Y consulto á usted ... si para lo sucesivo
aun sin aquella causa de no haber guarnición,
puede servir la citada isla, que se desea poblar,
como de un recurso a la Policía para limpiar la
ciudad de varias personas que (por los sumarios
correspondientes que deben presidir) resulten
nocivas en el lugar (S/N, 31 de marzo de1832).
Este documento resulta particularmente
interesante, no solo porque conrma el envío de reos a las
islas y el modo en que se operaba en ellas, sino también
porque, al ser una consulta de un subalterno, da cuenta
de cómo había un cierto interés por las Galápagos con
nes de limpieza social. Se entiende que se trataba de
un proceso formal, que pasaba por un juicio y su condena,
la cual se informaba a las autoridades policiales, aunque
algunos archivos muestran que, en medio de este, varias
personas terminaban por allá sin causa probada. Por
ejemplo, algunos documentos hablan de una señora de
nombre Mercedes Salvador, sobre la cual se debaten las
razones por las que fue enviada a la colonia penal:
Según los informes que he pedido á los Escribanos
Públicos de esta Ciudad, no existe en ninguno
de sus archivos causa alguna contra Mercedes
Salvador por la cual haya sido remitida á la
Floriana. Tampoco se encuentra en el archivo de
Policía que cosa á cargo de uno de los Consejos
Municipales. Por tanto, creo que la referida
Salvador seria castigada sin causa escrita, y si
por provida verbal como se ha hecho con otras
personas (S/N, 18 de julio 1833).
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Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Formalmente acompañé al Señor Gobernador
de la Isla Floriana ... solicitando que regrese ...
legítima mujer Mercedes Salvador, siempre que
no haya sido condenada por causa ley justicada
y provada, para lo que del mismo modo toma
noticia esactas en las Escribanias (S/N, 18 de julio
de 1833).
La historia de esta mujer, enviada a cumplir
condena en las islas hacia mediados del siglo XIX, no
solo da cuenta del modo en que se operaba para mandar
personas al lugar, muchas de las cuales no habrían tenido
ni siquiera una causa abierta, sino que deja claro que el
principal destino en esta época pudo ser Floreana. De
acuerdo con el análisis de diferentes registros, varios
hablan de esta isla como uno de los principales destinos
para los condenados, los cuales eran enviados desde el
puerto de Guayaquil. Aparentemente, las goletas que
transportaban productos llevaban también personas con
una periodicidad mensual. De esta manera, los presos
eran trasladados a las islas, pero también eran retornados
cuando cumplían su condena. Se entiende que, cuando
Charton habla de la goleta que llegó y lo rescató de las
islas, se trataba de uno de estos viajes regulares que
proveían a los habitantes de productos esenciales al
tiempo que transportaban a los penados.
Por otro lado, el documento deja claro que
muchas personas fueron enviadas a las islas sin ninguna
razón probada. Tal como se dice en el escrito, muchos
solo tenían una condena verbal, lo que da a entender que
varios exiliados no tenían crímenes que pagar. Se trataba
entonces de una colonia de presos muy heterogénea, en
la que incluso podrían constar autoexcluidos o, como
expresan otros documentos históricos, personas que,
por petición expresa de sus familiares, eran enviadas allá
para mejorar su mal comportamiento.
Las comunicaciones entre el gobernador del
archipiélago y las autoridades del continente, sobre todo
las de Guayaquil, permiten hacerse una idea del modo
en que operaron estas colonias penales. Por ejemplo,
en ellas se explica que en Floreana “se han construido
ochenta casitas que prestan abrigo y comodidad. Se
ha desmontado y cultivado suciente terreno para
mantener la población que es de ciento veinte personas
y cuatrocientas más si las hubiese habido en la Isla” (S/N,
12 de octubre de 1833).
De la misma manera, el gobernador explica que
se fabricó y equipó “una goletita de catorce toneladas”,
“se ha abierto un camino de tres mil doscientas varas de
largo y diez de ancho” y que “los buques han empleado
gente de la Isla en cargar galápagos, en hacer leña y en
otros trabajos á bordo pagándoles generosamente” (S/N,
1833). Esta última cuestión se reere a las tortugas de las
islas cuya carne era consumida hasta 1970, cuando
comenzaron a ser protegidas por el gobierno nacional
(Expok, 2017).
La dimica autosustentable de la colonia
funcionaba en gran medida y, de hecho, le daba réditos
a la naciente comunidad para su supervivencia.
El pequeño comercio que la colonia ha tenido
con los buques le ha producido como cuatro
mil pesos, con lo que todos los habitantes se
han vestido sólidamente (muchos tienen hasta
diez mudas de ropa buena) y tienen además
como quinientos pesos en circulación, los que
facilitando los contratos prestan una grande
actividad á todos (S/N, 12 de octubre de 1833).
Por otro lado, se habla de que algunos de los
“primeros pobladoresse beneciaban del trabajo de
los penados y que podían incluso pagarles “á razón de
cuatro reales y la comida”, lo cual hacía que muchos
de ellos ni siquiera quieran regresar al territorio
continental, según el gobernador. “La razón está muy
á la vista, todos tienen sus pequeñas plantaciones que
después de cubrir todas sus necesidades les deja un
sobrante mensual y un dinero sonante” (S/N, 12 de
octubre de 1833).
Sin embargo, no todo marchaba como se
esperaba pues los recursos fueron limitados y
aparentemente las islas no eran una prioridad estatal.
El gobernador se queja de las condiciones en que
viven los penados pues “estos trabajan con pedazos
de machetes por no decir con las uñas”, modicando
en gran medida el proyecto colonizador.
b. Las colonias penales del siglo XX
Sin lugar a dudas, un acontecimiento de
importancia es la Segunda Guerra Mundial, entre
1939 y 1945. Contrario a lo que se suele pensar, en el
caso del Ecuador, este conicto de gran escala tuvo
consecuencias positivas para su economía debido al
aumento de exportaciones de productos estratégicos
como el caucho o el arroz, necesarios para satisfacer
las necesidades de las naciones en guerra (Barahona,
2018).
Sin embargo, en lo que respecta a Galápagos,
este comportó diferentes cambios, pues las islas se
consideraron un sitio estratégico para la seguridad.
Las circunstancias fueron aprovechadas por Estados
Unidos, que habían manifestado un interés por ellas
desde hacía mucho tiempo atrás. Es así como, un 12
de diciembre de 1941, “36 marines estadounidenses
desembarcaron en las Islas Galápagos con el n de
8
Daniela Báez Toscano
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
construir un depósito de combustible, sin que existiera
un acuerdo formal con Ecuador” (Luna, 1997), aunque
en realidad había ciertos acuerdos informales para
que se ocupen las islas con nes militares y navales,
gestionados por el entonces presidente del país,
Carlos Alberto Arroyo del Río. De ello se sigue la
instalación de una base aérea en Seymour Sur (hoy
Baltra), con algunas otras estaciones de vigilancia en
sitios estratégicos del archipiélago.
Tras la nalización de la guerra, los militares
se quedarían en las islas hasta 1948, sin pagar un solo
dólar por su ocupación e invocando una cláusula
secreta que decía: “entréguese tal como se recibió
(Luna, 1997). Sobre esto existen diferentes versiones
pues algunos estudiosos maniestan que fueron los
mismos pobladores los que se encargaron de destruir
los vestigios de la presencia estadounidense (W.
Ramos, comunicación personal, noviembre 2022;
(Salcedo, 2008). Es posible apreciar en la actualidad,
en el camino entre las islas Baltra y Santa Cruz (canal
de Itabaca), las plataformas de lo que alguna vez fue
un gran cuartel en medio del océano.
Es en este contexto que debemos comprender
la existencia de la segunda colonia penal de las
Galápagos, instalada de modo muy visible en
Isabela. De este periodo queda el llamado “Muro
de las Lágrimas”, en cuya leyenda reza la siguiente
inscripción6:
En este lugar, entre 1946 y 1959 funcionó la
tristemente célebre Colonia Penal de Isabela.
En aquellos tiempos, Galápagos no era el
lugar que hoy valoramos, sino un lejano retiro
para aventureros o tenebroso destino para
desterrados, presos políticos y delincuentes
comunes. El Muro de las Lágrimas es la única
evidencia que queda de un campamento
penitenciario donde el abuso del poder termi
con la vida de muchos condenados. Esta inútil
construcción es conservada en recuerdo
del sufrimiento de quienes fueron forzados
a construirlo en un momento histórico del
Ecuador que jamás volvió a repetirse.
Y aunque hoy es prácticamente un sitio
turístico de Isabela, queda aún la infraestructura
de radares cercanos instalados por EE. UU. para
custodiar la zona, así como un gran silo que servía de
bodega. Según relatos de los pobladores, este último
6. Esta y la siguiente leyenda fueron copiadas en una visita
a la zona en noviembre de 2022.
era también un sitio de tortura, donde se encerraba por
largas horas a los presos en medio de extensas jornadas
de sol (J. Suárez, comunicación personal, noviembre
2022). Al ser la referencia más visible y cercana, no
podría hablarse de las colonias de esta época sin una
mención directa a los relatos que circulan sobre el muro
y a lo que este representó para la población de Isabela.
Sobre el funcionamiento de esta colonia en el
siglo XX hay mucho que decir y, por supuesto, muchos
más estudios al respecto (Rodas y Fabia, 2012). Algunos
interesados en la historia humana de las islas (en
contraposición a su más extendida historia natural) son
un testimonio vivo del acontecer de este espacio. En
ello destaca Jorge Suárez, actual poblador de las islas,
quien indica que allá llegaban los “penados” en calidad
de indeseables y no tanto como presos, pues andaban
libres, “aunque era una cárcel al disimulo” (comunicación
personal, noviembre 2022).
Si el presidio de las islas era para personas
indeseadas en el continente, cabe considerar la
posibilidad de que también lo fuera para militares y
policías rebeldes, desterrados en una suerte de castigo.
La situación de Isabela resultaba interesante dado que
existía acceso a diversos recursos agrícolas, lo que, de
hecho, hizo que se introdujeran varias de las especies que
hoy se lucha por eliminar. Es posible pensar que se hizo
algún estudio previo antes de colocar la colonia en la isla,
pues el sistema carcelario en el país estaba saturado y
existían otras experiencias similares en la época, como la
“colonia penal agrícola” en la zona de Mera, en Pastaza (J.
Suárez, comunicación personal, noviembre 2022; Larco,
2011).
Como en el siglo anterior, la colonia se instala en
una naciente población de emigrados, de modo que los
penados convivían día a día con residentes locales. Pese
a ello destacan dos espacios de aparente aislamiento:
el primero, el ya mencionado sector del Muro de las
Lágrimas y, el segundo, la zona denominada “Alemania”,
que inicialmente fue un área agrícola para el autosostén,
pero sobre la cual circulan una gran cantidad de historias
pues se recuerda como sitio de tortura y fusilamiento (J.
Suárez, comunicación personal, noviembre 2022).
Es de esperar que el funcionamiento interno de
la colonia dependiera también de la calidad de los que
la dirigían, ya que unos eran “buenos” y otros no tanto.
Se estableció un sistema en el que se había otorgado
mucho poder a un grupo de subalternos, quienes eran
los verdugos y los encargados de facilitar cuestiones
como la construcción del muro. Se estima que más de 40
personas murieron o desaparecieron en el contexto de
las colonias penales (J. Suárez, comunicación personal,
noviembre 2022). Al, algunos de los penados tenían una
9
Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Figura 2
Leyenda y descripción turística del Muro de las Lágrimas
condena que cumplir mientras que otros, como un señor
de la Sierra de apellido Pilamunga, habría estado en el
lugar injustamente, tal y como ocurrió en el siglo XIX.
sar Ortega, fallecido amigo de Jorge Suárez,
llegó con los primeros presos a bordo del barco José
Cristóbal. Le conversó todo el relato de manera oral y
cuenta que hubo varios intentos de fuga. La población
carcelaria llegó a sumar unos 400 o 500 presos, muchos
sobre los que se desconoce qué pasó, pues lo que ocurría
en la isla no era reportado a las autoridades del continente.
Es el caso del Muro de las Lágrimas, construido por orden
del jefe de la colonia penal en condiciones sobrehumanas
y sin ningún motivo ni orden superior; fue básicamente
un capricho personal de demostración de poder.
A más de la inhumanidad de la colonia en sí misma,
lo negativo fue que trajo una cultura ajena a quienes
habían comenzado a poblar la isla, pero lo positivo fue
que hizo que esta no se ocupara demasiado. Cuando
alguna persona tenía afanes de emigrar a Galápagos,
al descubrir que Isabela era una mezcla entre pueblo
y cárcel, desistía y terminaba en San Cristóbal o Santa
Cruz. Sin embargo, muchos de los penados fueron los
que dejaron un legado pues terminaron haciendo su vida
en las islas (J. Suárez, comunicación personal, noviembre
2022).
Por supuesto, algunos de los más grandes
delincuentes fueron también parte de estas colonias,
por lo que pronto su situación se descontrolaría, dando
paso a una de las fugas masivas más importantes de
la historia del país (por el efecto inmediato que tuvo).
Víctor López, poblador de Santa Cruz, aún recuerda
cómo su embarcación fue secuestrada en Isabela y fue
obligado con su tripulación a llevar a los presos hacia
el continente (comunicación personal, noviembre
2022). El relato es reiterativo, al hablar de las colonias
de Isabela, por lo sangriento que fue para la población
y porque gracias a este el Gobierno se enteró de las
atrocidades que ocurrían en las islas.
Entre el 8 y el 11 de febrero de 1958, Puerto
Villamil estuvo en poder de los amotinados
de la colonia penal. Los penados estaban listos
para la práctica de la comedia que simulaba
una fuga. Gerardo Medina Estupiñán,
Patecuco, dirigía el grupo y se encargó de
brindarle al sargento, jefe del campamento
penitenciario Alemania, dos copas de trago
traído de Puerto Villamil. Los presos también
se sirvieron una copa y agarraron las armas de
los doce celadores. El ocaso dorado se perdía
en el mar de Galápagos, el 8 de febrero de 1958,
y policías y convictos se aprestaban al ensayo...
Nota. El sitio es uno de los puntos de visita en la isla Isabela. Galápagos, 2022.
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Daniela Báez Toscano
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
En pocos minutos, él y otros doce policías
estaban amarrados pero algunos reos
quisieron seguir libando. Medina, moreno
de 28 años, preso por robo, se enfureció.
Los convictos que no querían sumarse a
la sublevación se fugaban o eran atados y
encerrados junto a los policías...
A medianoche, el grupo estaba en el
campamento Porvenir y sometió a los
celadores de los detenidos. En el camino
a Puerto Villamil, parte de los fugitivos, a
espaldas de Patecuco, ingresó a una casa y
ultrajaron a las mujeres...
A las 09h00 del 9 de febrero del 58, cuando el
sol brillaba intenso, uno a uno fue ubicándose
en sitios estratégicos. De la docena de policías,
unos jugaban ecuavolei, otros dormían...
Las siluetas de dos embarcaciones fueron
como un consuelo en el inerno de los
pobladores. Al arribar al muelle, la tripulación
de los pesqueros Ecuador y Teresita quedó
rodeada de los armados y aceptó alistar el
zarpe... (El Universo, 2003).
La fuga de los prisioneros sería el hecho por el
cual el presidente Galo Plaza Lasso se enteraría de lo
que realmente pasaba en las islas y por el que ordenó
poner n a este episodio de marcada violencia.
En un muro ubicado en la actual casa parroquial,
tras la iglesia en Isabela, donde una gran cantidad
pobladores se refugió mientras se daba el motín, reza
otra leyenda, mucho más corta: “Quince de marzo de
1959. Día de liberación y de gloria, por la eliminación
denitiva de la colonia penal.
3. La memoria social e histórica
de las Galápagos
El concepto de “memoria social” es uno de
los más esquivos en Ciencias Sociales. Sobre este ha
habido amplios debates puesto que su comprensión
depende, en gran medida, del modo en que se dena
a la sociedad en su conjunto. Por lo tanto, una
determinada visión de lo “social” transformará la
perspectiva que se tenga de la memoria. Siguiendo
a Weber, esta puede comprenderse como “múltiples
narrativas sobre el pasado que son traídas al presente
por distintos grupos portadores” (Rios, 2017; Weber,
1996), lo cual implica una mirada de la sociedad en la
que las personas hacen una lectura de lo acontecido en su
pasado. De ello se sigue que la memoria social e histórica
comprende la visión que los grupos del presente tienen
de los hechos ocurridos; en el caso de Galápagos, sería
el modo en que las personas comprenden la presencia
de las colonias penales en la constitución de las actuales
poblaciones.
Sin embargo, otro enfoque de la sociedad
comportará necesariamente una ampliación del concepto
de memoria. En esto es interesante comprender el modo
en que muchos cientícos sociales han comenzado a
denir a la sociedad, ya no en términos de grupos sino
de redes. Por ejemplo, algunas investigaciones apuntan
a ver a lo social como un aspecto que está íntimamente
unido a lo que solemos considerar “natural. De ello,
se sigue que la cultura y la naturaleza no pueden ser
pensadas de manera fragmentada y que la sociedad es un
mulo de interacciones que se deben rastrear (Descola,
1996; Latour, 2008, 2012; Lemieux, 2018).
Similar a esta última perspectiva, podemos
analizar el concepto de memoria social que desarrolla
Luhmann, en su reexión amplia sobre los sistemas,
manifestando que la cultura es la memoria de la
sociedad (Calise, 2011; Luhmann, 1998) y considerando
a la sociedad como el producto de las interacciones
sociales, puesto que la suma de las visiones subjetivas
de los individuos (memoria colectiva) resulta demasiado
diversa para congurar una “memoria social. Dicho de
otro modo, el concepto de memoria social en sí mismo
no podría abarcar la heterogeneidad de comprensión del
mundo y del pensamiento de las personas.
Desde el punto de vista empírico, todas estas
perspectivas favorecen una visión provechosa sobre
la memoria social e histórica en las Galápagos, por
diferentes razones. Por un lado, siguiendo el primero
de los conceptos, esta memoria implica considerar
cómo actualmente se percibe a las colonias penales
como parte de la historia. Ya se manifestó antes que la
mirada sobre las islas se ha construido sobre todo desde
la “historia natural, dejando de lado algunos aspectos
sociales relevantes como el de las colonias penales. En
esta perspectiva, la historia es funcional a las dimicas
instaladas por el turismo, al ser este la principal fuente
de ingresos de la región. Así se entienden todos los mitos
y leyendas congurados alrededor de las prisiones, al ser
estos un atractivo discurso para quienes quieren conocer
Galápagos.
La segunda visión sobre la memoria social
implica una reestructuración del concepto en su
conjunto, pues lo “social” aquí no tiene que ver con el
pasado de las “sociedades, sino con las relaciones que
estas tejen entre sí, pero no solo con ellas sino con los
objetos, los discursos, los animales. Esta perspectiva
11
Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
resulta fructífera para Galápagos pues las islas son
una fuente incalculable de valor en lo que a historia
natural respecta, pero nada podríamos decir de la
naturaleza sino es desde la visión humana del mundo
(Latour, 2008). Por ende, cabría cuestionarse cómo se
ha ido congurando la mirada sobre el archipiélago
en torno a lo natural, pues esta no puede leerse por
separado de lo sociocultural.
Esta perspectiva de redes es visible en los
relatos de los pobladores de Galápagos, sobre todo
cuando maniestan un interés en profundizar en la
historia humana, en la cual el tema de las colonias
penales tiene mucho asidero. Al narrar sobre las
mismas, evidentemente muchos de los elementos
que podrían considerarse “naturales” aparecen como
actores fundamentales:
El Cerro Orchillas era un área estratégica,
por ello en la cima Orchillas existe un radar
instalado en tiempos de las bases militares. A
2 km existe un helipuerto, una base, además
de plantas desalinizadoras de agua, cerca del
Muro de las Lágrimas... Cuando salieron las
bases, no aceptaron las negociaciones sobre las
islas y debieron salir. Fueron destruyendo todo,
todo tipo de carros, lanzaban al mar, destruyeron
camiones, pero quedó la base. En el cerro Orchillas
no destruyeron nada dejaron tal cual (N. Noboa,
comunicación personal, noviembre 2022).
Puede entreverse en el relato algunos elementos
particulares, como el Cerro Orchillas, el agua salada,
el mar y las islas, vinculados con el hecho de que los
militares estadounidenses instalaron una base en el
lugar y la dejaron como estaba cuando la abandonaron.
Al mismo tiempo, es interesante comprender cómo
vivían tanto los militares como los prisioneros en la
zona, en una dimica muy cercana a la naturaleza, a la
producción de frutas, de café, a la crianza de animales,
entre otras. La memoria social e histórica implica en
este caso una revisión de estos diferentes vínculos para
reconstruir un escenario que hoy es parte del imaginario
de quienes viven y trabajan en las islas.
Extendiendo el enfoque de redes, podemos
mencionar que la comprensión de la historia de las
islas, como se ha querido mostrar a lo largo del texto,
Nota. Galápagos, 2022.
Figura 3
Placa conmemorativa a los penados y a quienes murieron en el Muro de las Lágrimas
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Daniela Báez Toscano
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
no puede desentenderse de la historia del territorio
continental. Los conictos políticos, las dinámicas
sociales de las diferentes provincias del país, los
fenómenos naturales y otros fueron esenciales en
la colonización del archipiélago. Toda la historia
y, por ende, la memoria social de estas poblaciones
no podría leerse por fuera de estos acontecimientos
nacionales e incluso de algunos más internacionales
como las guerras mundiales.
Sobre esta última perspectiva, cabe decir que
la cultura de los galapagueños es una clara muestra
de su memoria social e histórica. Evidentemente,
quienes estudian el crecimiento poblacional de las
islas tienen divergencias, por lo que no se podría
hablar de una memoria social que sea a su vez
colectiva, salvo por elementos culturales que aún
son notables en el cotidiano devenir de las islas: la
relación entre el ser humano y la naturaleza, así como
el comercio, la pesca y el cúmulo de conexiones con
personas que las visitan año a año.
4. Aportes para el debate en torno a la
actual crisis carcelaria
Los diferentes relatos, estudios y documentos
expresan que fue el presidente José María Velasco
Ibarra quien, cansado del hacinamiento de las
rceles, decidió abrir la famosa colonia penal de
las Galápagos con el n de que los presos puedan
subsistir por sus propios medios, quitando así un
peso al Estado (Ayala, 2008; El Universo, 2022; Larco,
2011). Un discurso similar se cuela en el debate sobre
las cárceles al expresar que los reclusos deberían
poder subsistir por sí mismos, cuestión que se lleva
al ámbito político como solución al problema actual.
Es casi anecdótico que la exalcaldesa de Guayaquil
expresara en 2022 su intención de proponer al
Gobierno construir una prisión en una isla cercana a
la ciudad, tal cual una especie de Alcatraz lvarez,
2022; Primicias, 2022a).
Este contraste de eventos históricos dice
mucho sobre lo que hemos aprendido o no del
pasado, ya que al no conocer o invisibilizar nuestras
propias experiencias, limitamos la capacidad de
responder adecuadamente mediante política pública
en el sistema carcelario. Una mejor comprensión de la
historia podría dar luces sobre lo que acontece ahora
en el país, que según varios expertos se considera una
crisis carcelaria, la cual puede leerse como causa y/o
consecuencia de otros fenómenos como la creciente
inseguridad, las redes de narcotco o la lucha entre
bandas delincuenciales.
Sin embargo, más allá de los diferentes análisis
sobre el tema, la causa estructural es una sola: el
abandono estatal (Rojas, 2022; OHCHR, 2022). Este
no es un fenómeno nuevo y permite comprender las
relaciones entre la falta de educación, salud, seguridad
social y otros servicios decientes y la ola de violencia,
cuyo reejo más visible son las pugnas carcelarias. Los
expertos explican que esta tensión se acrecentó dado
que ciertos espacios de las prisiones son autogestionados
por los mismos privados de libertad y, en algunos casos,
por organizaciones criminales (Siguencia, 2022). Los
presidios de las Galápagos fueron también una forma de
abandono, con la diferencia de que, en su caso, se creó un
mecanismo para desentenderse de los presos dejándolos
a su suerte.
Para visibilizar esta crisis carcelaria, cabe
manifestar que en los últimos años se han generado
enfrentamientos dentro de las prisiones cuyo resultado
ha sido una serie de masacres en su interior. De
acuerdo con datos periodísticos, se cuentan más de 36
amotinamientos y más de 419 reos asesinados dentro de
las cárceles en el año 2021 (Mella, 2023; Primicias, 2022b).
En abril de 2023, se produjo un enfrentamiento entre los
reos de la Penitenciaría del Litoral, ubicada en Guayaquil,
en el cual murieron alrededor de 21 personas, entre ellos
3 guías penitenciarios. El fenómeno sigue avanzando
pese al llamado de diversos organismos internacionales
para que se implementen acciones efectivas para paliar
esta penosa situación (Álvarez, 2022).
Algunos relatos de los actuales pobladores de
las islas explican que, al interior de las colonias penales,
la vida no era color de rosa, pues entre los mismos
prisioneros había conictos que acarreaban luchas
internas.
Un caso paradigmático es el intento de asesinato
del capitán Durán, quien ordenó la construcción del
Muro de las Lágrimas, pues los presos ya no aguantaban
las condiciones en que vivían ni el trabajo forzado que
comprendía levantar una pared inútil. Los reos se
organizaron para intentar que el muro caiga sobre el
capitán, dejándolo mal herido, lo cual provocó nalmente
que el Estado conozca los acontecimientos de las islas (N.
Noboa, comunicación personal, noviembre 2022). A ello
se suman los fusilamientos en la zona de Alemania o los
asesinatos entre los mismos presos cuando organizaron
su escape. Es decir, se repite una historia signada por
la desatención, el olvido y la negligencia del Estado,
aunque en diferentes épocas y con distintas modalidades
carcelarias.
Por supuesto, no se trata de las personas en sí
mismas y de una aparente corrupción individual, pues
varias familias consideradas “originarias” de Galápagos
13
Galápagos, más allá del Patrimonio Natural de la Humanidad
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
son descendientes de penados, como los Murillo,
Pilamunga y Pinaorgote, o de los policías que los
cuidaban, como los Flor, Noboa, Moscoso y Constante
(Ospina, 2001). Por ello, cabe la reexión sobre la
crisis penitenciaria ligada a los derechos humanos de
quienes por alguna razón (aunque a veces sin ella) se
encuentran privados de la libertad.
En denitiva, y esto requeride alisis más
profundos, es necesario comprender cómo la historia
de las prisiones en nuestro país nos permite extraer
aprendizajes que podrían ser útiles para no replicar
los mismos errores del pasado y para comprender
que la política carcelaria no debe ser una tarea
improvisada. Sirva este corto análisis para abrir el
camino hacia un debate más amplio sobre el tema.
Conclusiones y recomendaciones
La pregunta que ha guiado el presente
estudio se relaciona con el modo en el que se ha ido
congurando un imaginario sobre Galápagos, no
solo en el Ecuador, sino en el mundo. La declaratoria
del parque nacional como Patrimonio Natural de la
Humanidad en 1978 sin duda alguna contribuyó a una
perspectiva que vincula casi de inmediato las islas a su
naturaleza, a las famosas tortugas que llevan su nombre
y a un territorio volcánico digno de visitarse.
Sin embargo, el que existan al menos cinco islas
pobladas en el archipiélago permite considerar que no
todo es belleza natural, pues su ocupación ha sido parte
de una historia en la que no todos los elementos son
positivos. Cuestionarse por esta otra riqueza, un poco
menos visible, resulta fundamental para complementar
la perspectiva más naturalista que se tiene sobre
Galápagos. Ahora bien, una parte fundamental de esta
historia es la de las colonias penales que existieron en
las islas, una de ellas en el siglo XIX, en el marco de la
construcción de la naciente República del Ecuador, y
otra en el siglo XX, cuyo trasfondo es la Segunda Guerra
Mundial.
Ambos “experimentos” tienen varios puntos
en común, como el haber sido instalados como
proyectos al aire libre, haber tenido una clara
intencionalidad colonizadora y haberse pensado para
ser autosustentables. Así también, grandes diferencias
históricas separan a un proyecto de otro, como el
territorio en que fueron instalados, el primero en
Floreana y el segundo en Isabela (principalmente), o las
lógicas internas que operaron en su organización, que
solo terminaría cuando aquella se salió de control y llegó
a oídos de las autoridades de la época.
Nota. Fotografía tomada desde la parte inferior del muro. Galápagos, 2022.
Figura 4
Muro de las Lágrimas en Isabela
14
Daniela Báez Toscano
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
En cualquiera de los casos, el estudio ha
demostrado que es importante visibilizar y procurar
recuperar estos periodos de la historia de modo que
no solo sobrevivan gracias a la tradición oral, sino
que puedan ser parte del bagaje que hace a Galápagos
un territorio único. De ello se sigue que es necesaria
la resignicación de la memoria social e histórica
de las islas poniendo en un primer plano estos
acontecimientos signicativos de su pasado.
Por otro lado, el estudio de estas colonias
penales, sus dinámicas y las lecciones que dejaron
permiten replantear las miradas que se tienen en
la actualidad respecto de las cárceles, sobre todo
porque vivimos una época de crisis en este ámbito.
Se vuelve indispensable repensar estos episodios de
nuestra historia, llenos de errores que cabe no repetir.
Podría ser el primer paso hacia una nueva política
carcelaria que genere otras reexiones y debates
sobre lo que se debe y no hacer sobre este fenómeno
siempre problemático.
De alguna manera, cabe comprender que
la colonia penal se acercaba más a un centro
de rehabilitación, por su carácter agrícola y
autosustentable, que a una cárcel como las conocemos
ahora. Pese a ello, no estuvo exenta de problemas y
situaciones dolorosas que hoy podrían indicarnos un
mejor camino a seguir. Más allá, la recuperación de
esta historia merece atención pues permite conjugar
un drama humano con el crecimiento de nuestras
poblaciones y, en este caso particular, con una fauna
única a nivel mundial.
En el documento, se han expuesto algunas
formas de entender la memoria social y la importancia
que esta tendría para la historia de Galápagos y la
visibilidad de su patrimonio, más allá de lo natural.
Así cabría pensar, como lo hacen de hecho algunos
de los habitantes de Isabela, en la construcción de
un museo de la memoria por los momentos oscuros
que representó para ellos la existencia de estas
colonias penitenciarias. A raíz de este estudio, nos
atrevemos a proponer la idea de que este se instale
en dos plataformas que aún existen cercanas al Muro
de las Lágrimas, remanentes también de la antigua
presencia militar extranjera. Alrededor de este tema,
sin duda será necesario mucho más alisis como
principal recomendación para visibilizar la “historia
humana” de las islas.
Fecha de recepcn: 15 de julio de 2024
Fecha de aceptación: 24 de octubre de 2024
Agradecimientos
Un agradecimiento especial a Washington
Ramos del GAD de Santa Cruz y al historiador Jorge
Suárez de Isabela que aportaron una visión interesante
a este artículo desde sus estudios de la historia humana.
Igualmente, a Nelly Noboa, guía tustica del Parque
Nacional Galápagos, y a Víctor López, habitante de
Santa Cruz. Asimismo, a Milton Calderón quien, como
asistente de investigación, contribuyó con algunas ideas
signicativas para el alisis de los datos encontrados.
Finalmente, al Instituto Nacional de Patrimonio Cultural
pues sin su nanciamiento este trabajo no habría sido
posible.
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