Clave institucional del patrimonio cultural inmaterial.
Algunas notas sobre un ámbito contencioso
Institutional Key of intangible cultural heritage. Some notes on a
contentious domain
Santiago Cabrera Hanna
Universidad Andina Simón Bolívar sede Ecuador
scabrerahanna@gmail.com
Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
INPC
https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/INPC
INPC Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador,
03/2025-08/2025, vol. 2, nro.2, e12
Periodicidad: semestral - continua
https://doi.org/10.5281/zenodo.15700328
Abstract
Resumen
This contribution problematizes The UNESCO’s denitions of Intangible Cultural Heritage, its conceptualization
and recommendations for preservation through national representative lists. By evaluating the trajectory of the
conventions and declarations of the international organization, it is possible to identify what are the critical knots
in the denition and management of a contentious eld, closely related to the mutations and tensions inherent in
non-tangible human production and the foundation of its identities. This scrutiny is also possible by interrogating
technical knowledge and languages as authorized heritage discourse” that enable intangible culture in an
institutional key.
Key words: Intangible Cultural Heritage, UNESCO, conventions, authorized heritage discourse, National
Representative Lists of Intangible Cultural Heritage, Ecuador.
Esta contribución problematiza las deniciones de la Unesco sobre el patrimonio cultural inmaterial, su
conceptualización y recomendaciones de preservación mediante listas representativas nacionales. Al evaluar la
trayectoria de las convenciones y declaraciones del organismo internacional, es posible identicar cuáles son los
nudos críticos en la denición y manejo de un campo contencioso, estrechamente relacionado con las mutaciones
y tensiones inherentes a la producción humana no tangible y a la cimentación de sus identidades. Este escrutinio
también es posible al interrogar los conocimientos y lenguajes técnicos como “discurso patrimonial autorizado”
que habilitan la cultura inmaterial en clave institucional.
Palabras clave: Patrimonio cultural inmaterial, Unesco, convenciones, discurso patrimonial autorizado, listas
representativas del patrimonio cultural inmaterial, Ecuador.
2
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2025
Solo recientemente, el patrimonio cultural
inmaterial ha sido objeto de evaluaciones
orientadas a identicar los nudos críticos de un
ámbito siempre contencioso. Aunque estas lecturas
hayan interrogado cómo se crean los repertorios
patrimoniales inmateriales nacionales, o el proceso
mismo de intervención sobre manifestaciones de
naturaleza cambiante (evanescente, según Bolívar
Echeverría)
1
, aún falta un diagnóstico que permita
comprender la genealogía y funcionamiento de
los mecanismos que sirven a los conocimientos
autorizados (o institucionalizados) para el manejo
del patrimonio cultural en general y el inmaterial
en especo. También siguen pendientes
reexiones para comprender cómo se construyen
las representaciones culturales que forman parte
de los listados del patrimonio inmaterial nacional o
mundial; o qué operaciones son las que permiten su
selección (Cabrera, 2024).
Aunque el impulso para la patrimonialización
de las expresiones culturales intangibles proviene
de las comunidades que las producen, recrean
y difunden, son los expertos y las estructuras
burocráticas estatales de la cultura quienes refrendan
esos impulsos, mediante lenguajes técnicos, la
aplicación de saberes autorizados (la arqueología,
la arquitectura, el saber etnográco, la curaduría,
la conservación y la cnica archivística), informes
técnicos y planes de salvaguarda. Por ello, se puede
armar que las listas representativas del patrimonio
cultural inmaterial se aproximan más a la expresión
de procedimientos expertos de identicación,
clasicación y segregación de manifestaciones
culturales, que a un registro de formas de
reproducción cultural que se corresponden con las
comunidades de destino que pretenden exponer
(Cabrera, 2011).
En otras palabras, los listados representativos
del patrimonio cultural inmaterial muestran la
compleja institucionalización de procesos técnicos
de segregación y jerarquización que se remiten
1 “Si la identidad cultural deja de ser concebida como una
sustancia y es vista más bien como un ‘estado de código’ –
como una peculiar conguración transitoria de la subcodi-
cación que vuelve usable, ‘hablable’ dicho código– entonces
esa ‘identidad’ puede mostrarse también como una realidad
evanescente, como una entidad histórica que, al mismo
tiempo que determina los comportamientos de los sujetos
que la usan o ‘hablan’, está siendo hecha, modicada por
ellos”. Bolívar Echeverría, La modernidad de lo barroco
(1998, p. 31).
a determinaciones políticas destinadas a poner en
relieve una selección de objetos o bienes culturales (los
considerados como más representativos o que mejor
pueden rentabilizarse), dejando de lado otros. Aquí
toma sentido la armación de Martín Andrade Pérez,
sobre la situación del patrimonio cultural inmaterial en
Colombia:
la inclusión de manifestaciones en la LRPCI
[Lista Representativa del Patrimonio Cultural
Inmaterial] tiene unas consecuencias que se
relacionan directamente con el uso político, social,
económico y cultural del patrimonio cultural y
que la lista es un instrumento de poder que incide
directamente sobre las comunidades y sobre sus
expresiones culturales. (Andrade, 2013, p. 58)
Estas consecuencias tienen que ver con la alteración
evidente de los procesos culturales comunitarios –
cuando determinadas manifestaciones culturales
son identicadas, seleccionadas, patrimonializadas,
resignicadas y devueltas a sus comunidades con ese
nuevo estatuto–.
El objetivo de esta contribución es establecer un
escrutinio somero de las deniciones provistas por la
Unesco sobre el patrimonio cultural inmaterial. En la
medida en que las convenciones y declaraciones de la
Organización Mundial para el Fomento de la Cultura
y la Educación (Unesco) son vinculantes para sus
estados parte, es pertinente evaluar su trayectoria para
comprender de qué manera se crean e institucionalizan
los repertorios culturales inmateriales nacionales,
qué tipo de procesos cnicos expresan y qué es lo que
representan.
1. La creación de listados representativos del
Patrimonio Cultural Inmaterial
Las listas representativas del patrimonio cultural
inmaterial son el resultado de los compromisos de
salvaguarda de la Unesco. Estos acuerdos surgen de la
interdependencia que existe entre el patrimonio cultural
inmaterial y el patrimonio material cultural y natural
(Unesco, 2024, p. 3). Según Armand Mattelart, los valores
atribuidos a la cultura por los países vencedores en la II
Guerra Mundial fueron mundializados como paradigmas
culturales (Mattelart, 2006). La Convención para la
Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial del
2003 es un ejemplo de la proyección de estos valores, pues
enfatiza en “dar a conocer mejor el patrimonio cultural
inmaterial, lograr que se tome mayor conciencia de su
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Clave institucional del patrimonio cultural inmaterial.
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
importancia y propiciar formas de diálogo que respeten
la diversidad cultural(Unesco, 2024, p. 12). El concepto
incorpora solo aquellas manifestaciones culturales
“compatible[s] con los instrumentos internacionales de
derechos humanos existentes y con los imperativos de
derecho mutuo entre comunidades, grupos e individuos
y de desarrollo sostenible” (Unesco, 2024, p. 5).
Así, la Convención admite solo expresiones a
través de las cuales sea posible asegurar la transmisión
de saberes en peligro por la acción perniciosa de la
explotación capitalista y los procesos de mercantilización.
Pero no se hace cargo de la dimensión contenciosa que
puedan tener esas mismas expresiones, ni su relación
con otras. Es decir, que se identican y salvaguardan
ítems patrimoniales, no contextos de producción y
reproducción cultural. Esta taxonomía es constatable al
referir la tipología que establece la Convención y que es
obligatoria para los estados parte:
2. El “patrimonio cultural inmaterial, según
se dene en el párrafo 1 supra, se maniesta en
particular en los ámbitos siguientes:
(a) tradiciones y expresiones orales, incluido el
idioma como vehículo del patrimonio cultural
inmaterial;
(b) artes del espectáculo; (c) usos sociales,
rituales y actos festivos; (d) conocimientos y usos
relacionados con la naturaleza y el universo; (e)
técnicas artesanales tradicionales. (Unesco, 2024,
p. 5)
Las limitaciones de esta tipología han sido
identicadas y evaluadas en varias ocasiones. Por
ejemplo, según la antropóloga australiana Laurajane
Smith, los listados, repertorios y registros del patrimonio
cultural exponen la aplicación de un discurso patrimonial
cosicador, legitimado en su aparente “neutralidad. Con
la aplicación de estos lenguajes, se impone sobre las
producciones históricas y materiales una perspectiva
patrimonial basada en “la cosa” y no en función de las
relaciones o formas de producir y signicar sentidos
que se entablan entre los objetos y las sociedades que les
otorgan valor, a lo largo del tiempo (Smith, 2011)
2
.
2. ¿Cómo se representa la cultura inmaterial?
Una de las críticas más potentes a las visiones
cosicadoras de la cultura tiene que ver con las
dicultades que conlleva la creación de nóminas o
2 Ver, además, “Lección III. Producir y signicar”, en Echeverría
(2010).
listados de expresiones que, como lo humano,
están sometidas continuamente al cambio. Otros
nudos críticos se relacionan con el proceso mismo
de creación de un listado, que depende más de
políticas circunstanciales relacionadas con la
puesta en escena de determinadas manifestaciones
“esenciales. Esto tiene que ver con el reduccionismo
que comporta constreñir la riqueza cultural de un
estado nacional o de varias comunidades, a una
selección “representativa” de ítems. O que la creación
de un registro como tal implique, por oposición,
la existencia de un acumulado de manifestaciones
antagónicas, que están fuera de los esfuerzos de
salvaguarda, promoción y destino de recursos para
su protección, que se dedican con exclusividad a las
manifestaciones que se integran al listado (Ver:
Bortolotto, 2011; Lacarrieu, 2008).
Otro problema es la adopción del enfoque
del patrimonio material aplicado a producciones
culturales intangibles. Tal como lo señalan los
instructivos ociales para la gestión del patrimonio
inmaterial: “El concepto de salvaguardia aplicado
al patrimonio inmaterial ha sido promovido en
analogía al de conservación, generalmente aplicado
al patrimonio material, que prioriza la autenticidad
y la originalidad de los bienes patrimoniales(INPC,
2011, p. 23).
Las miradas autorizadas sobre el patrimonio
inmaterial refuerzan la idea de que hay expresiones
de lo humano que, aunque fuesen prácticas culturales
sometidas al devenir del tiempo, mantienen
inalterables ciertos núcleos de signicado. Por
el contrario, la alteración y el cambio son los
aspectos axiales de toda práctica cultural dotada
de signicación; por ende, el principio de que la
preservación del patrimonio se ancla en la necesidad
de cristalizar tales núcleos ante a su indetenible
mutación es tautológica. Por el contrario, es debido al
cambio y las diversas apropiaciones que expresa, que
el patrimonio cultural reclama acciones destinadas
a su valorización en un contexto de sentidos que
involucra coordenadas espaciales, temporales,
lingüísticas y de organización social sui géneris. En
palabras de Bolívar Echeverría:
[] ejecutar la acción que sea, producir
cualquier cosa, provocar la menor de las
transformaciones en la naturaleza, equivale
siempre, de alguna manera, a componer y
enviar una determinada signicación para
que otro, al captarla en la más leve de las
percepciones, la consuma o ‘descomponga’ y
sea capaz de cambiar él mismo en virtud de
4
Santiago Cabrera Hanna
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2025
ella. El proceso de reproducción social es un
proceso al que le es inherente la semiosis, la
producción y el consumo de signicaciones
–de signos propiamente dichos y no sólo de
señales como en la comunicación animal.
(Echeverría, 2010, p. 75)
El proceso comunicativo que envuelve a
la cultura (y que está relacionado con la asunción
de innumerables posibilidades de signicación
del mensaje al momento de reproducirse), se da
cuando expresiones inmateriales ejecutadas en
contextos de ritualización, celebración, producción
artesanal (ocios) o en actos cotidianos, expresa la
manifestación de su valor. Por lo tanto, la salvaguarda
del patrimonio inmaterial apunta a la preservación de
formas culturales (mensajes, en el sentido formulado
por Echeverría) que se transmiten de forma
inmanente (idénticas a un virtual original o referidas
a sí mismas), sin que sean intervenidas o alteradas de
algún modo en su proceso de semisosis (Echeverría,
2010).
Vista de esta manera, la preservación de
la cultura supone una acción mediadora entre el
pasado y el presente. Esta mediación se produce en
los diversos contextos en que el patrimonio cultural
inmaterial se ejecuta; y en el modo en que, a partir
de las experiencias del ahora se transmiten mensajes
hacia el futuro. De modo que la salvaguarda apunte
hacia a las relaciones sociales y culturales que el bien
inmaterial protegido estimula o arma, y no tanto al
conjunto de aspectos cuya repetición testica de la
presencia de una manifestación inmaterial pretérita
en el ahora. En otras palabras como dice Laurajane
Smith– que la idea de patrimonio no resida en la “cosa”,
sino en el conjunto de relaciones (signicaciones)
que hace posible en el presente y en los sentidos que
puede transmitir hacia el futuro (Smith, 2011)
3
.
3 Hay un claro vínculo entre las consideraciones sobre la
cultura de Echeverría y el enfoque de la teoría interpretativa
de la cultura de Cliord Geertz en su clásica conceptualiza-
ción: “El concepto de cultura que propugno […] es esencial-
mente un concepto semiótico. Creyendo con Max Weber
que el hombre es un animal inserto en tramas de signica-
ción que él mismo ha tejido, considero que la cultura es esa
urdimbre y que el análisis de la cultura ha de ser, por tanto,
no una ciencia experimental en busca de leyes, sino una
ciencia interpretativa en busca de signicaciones” (Geertz,
2006, p. 20).
3. El patrimonio inmaterial y sus enlaces pro-
blemáticos con lo “nacional”
Es evidente que la mundialización de la cultura,
el aceleramiento del tiempo cotidiano y las crisis
económicas de escala global desdibujan la noción de
patrimonio cultural basada en la selección y recuperación
de objetos con espesor histórico e identitario, que fueron
forjados a nes del siglo XIX e inicios del XX. Afectan
también a la función que el patrimonio cultural está
llamado a gurar como promotor de valores sobre los
sentidos comunitarios. La transformación del sensorium
cultural por acción de los procesos inherentes a la
globalización de la cultura y la aceleración del tiempo,
resitúan el debate sobre el escenario, los múltiples modos
de reinventar identidades, escindiéndolas del ámbito
nacional y de las escalas temporales habituales
4
.
Así las cosas, la idea de que el patrimonio cultural
está dedicado a descubrir expresiones tangibles que
rearmen el espesor histórico de las identidades
nacionales o comunitarias, entra en tensión con las
recientes demandas sociales y culturales por inventar
nuevas referencias históricas, políticas, étnicas,
musicales o de género. Un contexto en el que como
señala Coelho– “los nuevos valores no son universales, ni
siquiera nacionales, ni siquiera de clase, sino simplemente
‘tribales” (Coelho, 2009, p. 237).
[] las políticas culturales patrimonialistas lidiaron
en su mayoría con la idea del descubrimiento de
una identidad por preservarse o restaurarse, y
poco (o nada) se adhirieron al concepto contrario,
el de la invención de una identidad. Se entiende
que sea así: el descubrimiento de algo uctúa
en el ámbito de los especialistas, mientras que
la invención es, en principio, al alcance de
cualquiera. (Coelho, p. 237)
Según Susana Andrade et al. (2020, p.26), la
Convención del 2003 carga en misma un inicial
cuestionamiento sobre la representación desequilibrada
del listado, en el sentido de inscribir manifestaciones
tangibles que, en su mayoría, pertenecen al contexto
geopolítico y cultural de Europa. Sin embargo, al parecer,
esta evidente descompensación buscó contrarrestarse.
Gradualmente se integraron sitios urbanos complejos
arqueológicos-arquitectónicos y entornos naturales
de otros contextos geográcos. Por ejemplo, en 1978 se
consignaron en el Índex del Patrimonio Cultural Mundial
4 La noción de sensorium proviene de Walter Benjamin ( 2003).
5
Clave institucional del patrimonio cultural inmaterial.
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
ocho lugares naturales y tres edicados pertenecientes,
en su mayoa, al contexto europeo occidental o
norteamericano. Cinco correspondieron a la geografía
del sur del mundo (Unesco, 1978).
La primera inclusión de manifestaciones
culturales inmateriales se produjo con la recomendación
para la salvaguarda de la cultura tradicional y el folclor,
de 1989. Ahí se trazaron lineamientos para promover la
valoración de las expresiones consideradas como folclore
(vieja caracterización basada en la diferenciación binaria
entre “alta cultura” y baja cultura”). Esto produjo que la
recomendación de la Unesco fuese cuestionada en función
de las circunstancias de crisis en los años noventa, de la
emergencia de actores como los movimientos indígenas
en América Latina, con ocasión de la conmemoración de
los 500 años de la conquista (1492) y ante las medidas
de ajuste social del neoliberalismo. Este impulso social
y cultural tuvo su escenario en la Cumbre de la Tierra,
organizada en Río de Janeiro. De acuerdo con Susana
Andrade, en este encuentro, las recomendaciones de
1989 fueron cuestionadas a partir del reconocimiento
de los conocimientos de los pueblos indígenas, con
base en la simbiosis entre estos saberes y los espacios
naturales y culturales de los que emanan, y se determinó
que se encuentran amenazados por las actividades
extractivas, la explotación de los recursos naturales
y por la sistemática mercantilización de la cultura. La
actualización hecha en la Cumbre de Río de Janeiro tuvo
por objetivo “reconciliar el impacto de las actividades
socioeconómicas humanas con el medio ambiente”
(Manos unidas, s.f.).
Las articulaciones entre producción cultural
inmaterial y medio ambiente se sintetizaron en el
concepto diversidad introducido en el Informe de la
Comisión de Cultura y Desarrollo Nuestra diversidad
creativa (Unesco, 1997). De esta manera, la Unesco
incluyó los conocimientos tradicionales como portadores
de sentidos. La idea era reenfocar el patrimonio
cultural inmaterial con la promoción de conocimientos
tradicionales como actos no repetitivos, sino creativos en
relación con el medio ambiente, las mutaciones sociales
y las transformaciones de las cnicas tradicionales
de producción y tecnológicas. En el Informe, la idea de
patrimonio inmaterial se entreteje con variables que
denen y reproducen los valores culturalesinscriptos
en un escenario social plural no determinado por
gobiernos de sentidos nacionales:
El principio básico debe ser el respeto de todas
las culturas cuyos valores son tolerantes con los
demás y que suscriben las normas de una ética
global. El respeto va más allá de la tolerancia, y
supone una actitud positiva hacia los demás, así
como celebrar sus diferentes modos de vida y
su diversidad creativa. Si bien los responsables
de la formulación de políticas no pueden
legislar sobre el respeto ni obligar a nadie a
comportarse de manera respetuosa, sí pueden
consagrar la libertad cultural como uno de los
pilares del Estado. (Unesco, 1997, p. 11)
Sin embargo, el tránsito hacia una denición
más próxima a la idea de diversidad cultural promovida
por el Informe no desplazó las consideraciones más
funcionales sobre los modos como se aquilatan
manifestaciones en dicho “proceso creativo y
diverso. El efecto de este hincapié en la diferencia
cultural y en la necesidad de su protección es el de
la ampliación del concepto de folclor, destinado a
traducir las recomendaciones del Informe a gobiernos
y estados nacionales para proteger y fomentar dichas
manifestaciones. El recurso de la folclorización
es, desde este punto de vista, la condensación del
reconocimiento institucional, la preservación y la
promoción de la cultura vinculada con la idea de
desarrollo comunitario en clave sostenible. Dentro de
estos parámetros se desarrollaron las discusiones del
Foro Mundial sobre la Protección del Folclor (1997).
En ese nuevo espacio, los derechos de
pueblos y comunidades a la propiedad intelectual
de sus manifestaciones entraron en conicto con
el interés de varios países por estimular el uso libre
de conocimientos y tradiciones, con intereses de
usufructo o rentabilización, sin reconocer su autoría
(Andrade et al., 2020, p.26)
5
. En esta perspectiva, la
articulación de las nociones “diversidad creativa /
folclor procuró denir lineamientos s precisos
sobre la necesidad de que los estados nacionales
asuman la protección de expresiones, tradiciones y
saberes mediante códigos legales y procesos técnicos
para incluirlos en acciones de promoción mercantil
de carácter nacionalista.
En la conferencia de Marrakech se introdujo
el concepto de “espacio cultural; es decir, “los
lugares donde existe actividad cultural, teniendo
la característica de cambiar en el tiempo y cuya
existencia depende de la presencia de estas formas
de expresión cultural(Andrade et al., 2020, p. 27). El
objetivo era proteger el patrimonio oral articulándolo
al medio geográco de su producción. Con el paso del
tiempo, estos pametros se convertin en los pilares
de la gestión del patrimonio cultural inmaterial. Estos
5 Véase también el clásico estudio de Néstor García Canclini
(1995).
6
Santiago Cabrera Hanna
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2025
principios, convertidos en categorías fundamentales
del proceso de identicación, salvaguarda y
promoción de la cultura inmaterial (junto a la idea
de “patrimonio en riesgo”) establecerán las pautas
para la denición del Patrimonio Cultural Inmaterial
(o PCI) y la creación de listados representativos del
patrimonio, con base en la elaboración de un Plan
de Salvaguarda”. Este es el elemento clave en la
indización de las manifestaciones en los listados del
patrimonio mundial y en las listas representativas
nacionales.
Sin necesariamente restringirse al terreno
de la cultura oral, las conferencias, informes y
convenciones hasta aquí reseñadas enfatizaron
en el registro lingüístico como pieza u objeto de
atención para la salvaguarda. Será en la Mesa
redonda “Patrimonio Cultural Intangible”, en
la convención celebrada en Turín (2001) donde
aparecerán conceptos y deniciones orientados a
ampliar el espectro del patrimonio inmaterial. Es en
esta reunión donde se establecerán las bases de la
actual denición de Patrimonio Cultural Inmaterial
(o PCI), pues se incluyeron como señala Susana
Andrade– los ámbitos y subámbitos que, hasta ahora,
denen el patrimonio inmaterial. Además, quedan
introducidos dentro del discurso institucional de la
Unesco tres elementos clave para la construcción del
espectro del PCI: el aprendizaje, la cooperación y la
creación, como momentos inherentes al mecanismo
diseminador y transmisor intergeneracional del
patrimonio inmaterial (Andrade et al., 2020).
Durante la reunión celebrada en Turín (2001)
se habló por primera vez de “patrimonio cultural
intangible”, y a partir de un conjunto de términos
cuyo uso, en lo posterior, deniría los marcos de
identicación y gestión de unas manifestaciones
que corresponderían a segmentos como: cultura
tradicional, patrimonio cultural, folclor, tesoros o
patrimonio oral. La idea de que el patrimonio cultural
inmaterial es la resultante de la reproducción de
saberes o conocimientos “tradicionales” por vía de
la cultura oral, se articulará (a partir de entonces)
a otras variables de transmisión que podrían
incluirse en espectro patrimonial, en función de sus
diversas formas y condiciones de ejecución. Con la
convención del 2001, la denición de patrimonio
intangible toma el carácter institucional que ahora
posee, en función de necesidades de identicación,
descripción y registro: “La conferencia general No. 31
de la Unesco de octubre de 2001, luego de revisar la
documentación de Turín, decidcrear la Convención
para la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial que
fue aprobada en la Conferencia General # 32 de
octubre 2003 y que entró en vigencia en abril de 2006. En
2008 más de 120 estados raticaron dicha convención,
entre ellos el Ecuador” (Andrade et al., 2020, p. 28).
Los criterios para la salvaguarda del patrimonio
cultural intangible parten de la necesidad de hacer
clasicaciones o diferenciaciones entre manifestaciones
que hagan posible, al menos, dos cosas:
I. La preservación de expresiones tomando en
cuenta su estado de vulnerabilidad o riesgo
(debido al incremento de la explotación de saberes
comunitarios, o debido a las interdicciones en su
transmisión intergeneracional).
II. El reconocimiento de expresiones
excepcionales por sus particularidades artísticas
o por la necesidad de preservarlas como
manifestaciones inmanentes de grupos humanos
y comunidades.
La redenición de la geopolítica global,
luego de los ataques perpetrados en Nueva York el 11
de septiembre de 2001, se expre en la Declaración
Universal de la Unesco sobre la Diversidad Cultural.
El instrumento demuestra la importancia que se
otorgó a la heterogeneidad identitaria, sobre la base
del multiculturalismo promovido desde los circuitos
culturales occidentales.
En la Declaración del 2001, la diversidad aparece
–como señalan Mónica Lacarrieu y Marcelo Álvarez– a
manera de valor gravitante para establecer mecanismos
que hicieran posible la resolución de conictos, y sirvan
como fuente de reconocimiento de una variedad de
expresiones con carga de sentido. Al promoverlas y
reconocerlas se remarca en la necesidad de incorporarlas
a los ámbitos del desarrollo, la creatividad humana
y la promoción de los derechos culturales (Lacarrieu
y Álvarez, 2008). Pero vale anotar que tal diversidad
no se remite solo al conjunto de heterogeneidades
pretéritas, cuya constatación se inscribe en el
repertorio de materialidades antiguas o referencias del
pasado. Se reere, en especial, a los ricos procesos de
reinvención identitaria con los cuales emerge un sentido
ecuménico global, asumido geopolíticamente en la clave
multicultural; es decir de la asimilación no contenciosa
de la cultura (Ochoa, 2008).
La incorporación del patrimonio cultural
inmaterial en el repertorio de la Unesco responde, así,
a la necesidad de reconocer los procesos de generación
de saberes transmitidos oralmente y que mantienen
una valoración referencial para las comunidades que las
producen. La idea de extender la protección otorgada
a expresiones fundamentalmente arquitectónicas,
artísticas y arqueológicas responde directamente
7
Clave institucional del patrimonio cultural inmaterial.
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
a los impactos de la globalización económica, la
mundialización cultural y la explotación de recursos
naturales. Además, se inscribe en los cuestionamientos
de las poblaciones indígenas y pueblos ancestrales a las
políticas neoliberales en varios países del Tercer Mundo.
En clave de la gestión de este novedoso
espectro de producción cultural con valor patrimonial,
la Unesco demandó de los estados nacionales marcos
legales y procesos tendientes a la creación de listados
representativos nacionales, en función de sus ámbitos
y subámbitos. La confección de estos listados conlle
no solo la producción de procedimientos y normas para
identicar e incorporar manifestaciones inmateriales.
Dio paso a la institucionalización de lenguajes y
procedimientos que habiliten tal incorporación, la
denición dada por la Convención del 2003 concibe
al patrimonio cultural inmaterial como expresiones
variadas que corresponden a la manifestación de
signicados culturales que pertenecen a las comunidades:
Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial
los usos, representaciones, expresiones,
conocimientos y cnicas –junto con los
instrumentos, objetos, artefactos y espacios
culturales que les son inherentes– que las
comunidades, los grupos y en algunos casos
los individuos reconozcan como parte de su
patrimonio cultural. Este patrimonio cultural
inmaterial, que se transmite de generación en
generación, es recreado constantemente por las
comunidades y grupos en función de su entorno,
su interacción con la naturaleza y su historia,
infundiéndoles un sentimiento de identidad y
continuidad y contribuyendo así a promover el
respeto de la diversidad cultural y la creatividad
humana. (Unesco, 2024, p. 5)
Esta denición subraya las dimensiones
recreación-transmisión como elementos clave de la
apreciación de la cultura inmaterial que crea vínculos
entre la historia comunitaria y colectiva, y el mundo
natural. Sin embargo, la aplicación de los conocimientos
expertos a través de los cuales se convalida el impulso
comunitario para patrimonializar determinadas
expresiones (o lo que es lo mismo, incluir en la lista
representativa nacional), la identicación, inventario y
registro conguran un listado de cultura inmaterial que
no asume el cambio como posibilidad del proceso de
recreación de toda producción humana. Al crear estos
registros de PCI, se tiende a describir manifestaciones
según un punto de vista experto que traduce las
signicaciones y el sentido propuesto por los actores
comunitarios, en un registro de corte etnogco
basado, de manera casi exclusiva, en la técnica de la
observación.
En este ejercicio de descripción-traducción
prevalecen el léxico experto y sus signicaciones.
Estas posibilidades esn orientadas a que las
manifestaciones inmateriales incluidas en los listados
logren cumplir con pametros administrativos y
técnicos. Esto, produce un registro o listado nacional
que es más una representación de las operaciones
técnicas aplicadas al proceso de selección e
inscripción dentro de la lista; y que no sean, en
realidad, un registro de expresiones inmateriales
referidas a las formas de signicar la vida humana de
pueblos y comunidades. Lo que se obtiene, a la postre,
es un registro de manifestaciones “jadas” en un
listado, que permite obtener, eventualmente, atención
estatal presupuestaria; y que su promoción se
oriente a su aprovechamiento en términos turísticos.
Esto consagra formas de segregación o exclusión
cultural de aquellas manifestaciones inmateriales no
inscritas en los listados, con lo cual también quedan
al margen de recursos gubernamentales para su
rescate y promoción o fuera, también, de los circuitos
de circulación y las cadenas productivas (Andrade
Pérez, 2013, p. 55).
4. Conclusiones
El desafío de preservar las manifestaciones
culturales inmateriales como elementos que
contribuyen a la reducción de los desequilibrios
sociales y económicos, en contextos en los que las
crisis económicas conllevan el desmantelamiento
de los tejidos sociales y comunitarios; ocasionan
la desestructuración de los vínculos identitarios
y la explotación acelerada de los ecosistemas
más “rentables, va más allá de la confección
de listados representativos que exponen, en
realidad, el funcionamiento de lenguajes cnicos y
procedimientos burocráticos que los habilitan.
El tratamiento del patrimonio cultural
inmaterial basado apenas en el cumplimiento de
las convenciones de la Unesco, es insuciente,
pues deja de lado la dimensión contenciosa de
los procesos de creación y apropiaciones sociales
de conocimientos y saberes, porque tiende a su
cosicación. Tampoco se hace cargo de la dimensión
de cambio inherente a la producción de lo humano,
o de los desequilibrios locales que comporta para
las comunidades la selección de un segmento de
sus expresiones en desmedro de otras. La atención
sobre estas consecuencias de la “patrimonialización
de la cultura” permite discernir en qué medida
8
Santiago Cabrera Hanna
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2025
las necesidades de recursos económicos de las
localidades son las que empujan los procesos de
inclusión de las manifestaciones que mejor se adaptan
a la rentabilización y dejan de lado aquellas que no se
encajan a ese tipo de necesidades.
El patrimonio cultural inmaterial es un terreno
en disputa que puede ser revisado si se acepta que
sobre él conuyen una serie de lenguajes que no se
agotan en aquellos que alimentan los saberes técnicos
o los procedimientos burocráticos de incorporación a
los repertorios nacionales o mundiales. Esos lenguajes
“no autorizados” reclaman también la posibilidad de
resignicar los sentidos patrimoniales en función de
sus prácticas comunitarias.
Fecha de recepción: 31 de julio de 2023
Fecha de aceptación: 7 de octubre de 2024
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