image/svg+xmlLa vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeThe traditional rural housing of Ambato: domestic architecture as an articulating element of territory and landscapeMaría Susana GrijalvaUrbanadata | grupo permanente de investigación aplicadamsgrijalva@urbanadata.comRevista del Patrimonio Cultural del EcuadorINPChttps://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/INPCINPC Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador, 09/2023-02/2024, vol. 1, nro.1, e6Periodicidad:semestral - continuahttps://doi.org/10.5281/zenodo.10728818ResumenLa presente investigación busca determinar la relación entre la arquitectura doméstica tradicional de la ruralidad, el territorio y el paisaje en el cantón Ambato, en la sierra central ecuatoriana. A través del análisis tanto de los elementos arquitectónicos como de su localización en el espacio cantonal se ha logrado identifcar los patrones constructivos y formales que caracterizan a la vivienda rural edifcada durante el siglo XX hasta los años 70, cuando la globalización y la estética de la modernidad ingresan con fuerza en el país, reemplazando los criterios de sostenibilidad, adaptabilidad y austeridad propios de la arquitectura vernácula. La producción del espacio doméstico tradicional responde a una ética y a una estética que guarda absoluta coherencia con la disponibilidad de materiales y recursos, incorporando saberes y conocimientos socialmente transmitidos de generación en generación. La arquitectura doméstica tradicional es una respuesta coherente a la necesidad de resguardo y abrigo que surge desde el mismo territorio y por lo tanto forma parte del paisaje como manifestación lógica de sus propias condiciones de producción.Palabras clave: arquitectura doméstica tradicional, ruralidad, territorio, paisaje.AbstractThis research seeks to determine the relationship between traditional domestic rural architecture, territory and landscape, in Ambato, at the Ecuadorian central highlands. Through the analysis of both the architectural elements and their location in the space, it has been possible to identify constructive and formal patterns that characterize rural housing, built during the 20th century until the 1970s, when globalization and modernity aesthetics reached the country, replacing the criteria of sustainability, adaptability and austerity, typical of vernacular architecture. The production of traditional domestic space responds to particular ethics and aesthetics, that are absolutely consistent with the availability of materials and resources, incorporating knowledge and wisdom socially transmitted from one generation to another. Traditional domestic architecture is a coherent response to the need for protection and shelter that arises from the same territory and therefore forms part of the landscape as a logical manifestation of its own production. Key words:traditional domestic architecture, rural space, territory, landscape.
image/svg+xml2María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024IntroducciónLa articulación entre arquitectura, paisaje y territorio busca integrar los aspectos formales del espacio con los patrones de diseño y su materialidad en un determinado entorno y escenario social. La arquitectura como producto histórico cultural ha estado estrechamente ligada al lugar, al tiempo y a los actores que la crean. En ese sentido, la arquitectura tradicional rural de los Andes ecuatoriales posee características particulares que permiten establecer la presencia de tipologías representativas con variantes determinadas, en gran medida, por la localización de los objetos arquitectónicos en el territorio. El caso del cantón Ambato es paradigmático, pues se trata de un espacio localizado en los Andes centrales del Ecuador que abarca varios pisos climáticos que van desde los 2500 m.s.n.m. hasta los 3400 m.s.n.m., en los que se han asentado diversas comunidades, las que a su vez han construido su propio hábitat, a través de métodos informales de transmisión de conocimientos y saberes que responden de manera adecuada a los diferentes requerimientos tanto funcionales y sociales, como medios ambientales y estéticos propios de la ruralidad.Territorio y paisajePara Manuel Castells (2014, p. 141) “el espacio es un producto material en relación con otros elementos materiales, entre ellos los hombres, los cuales contraen determinadas relaciones sociales, que dan al espacio una forma, una función, una signifcación social”. En consecuencia, esta sería la razón por la cual el espacio convertido en medio, condición y producto de las relaciones sociales, adquiere peculiaridades que se reproducen y se superan continuamente en función de las dinámicas socioeconómicas que rigen los períodos históricos, y en las que se incluyen las prácticas y las ideas de lo que actualmente entendemos por ciudad y campo, por lo urbano y lo rural. (Zaar, 2017, p. 2)El modo de producción capitalista ha modifcado las relaciones entre el campo y la ciudad, cuando lo industrial se infltra en el territorio agregando la función como un nuevo elemento de caracterización del espacio. Las primeras industrias se localizan cerca de las fuentes de materias primas y recursos naturales. En la siguiente fase de industrialización capitalista estas actividades se reubican en las áreas urbanas potenciando el desarrollo de las ciudades y sus periferias, propiciando los primeros y fundamentales cambios a partir de la separación entre el espacio de producción (trabajo) y el de reproducción (vivienda), estableciendo por primera vez diferencias tanto en la materialización como en la representación del espacio construido. El paradigma de la vivienda urbana se aparta defnitivamente del arquetipo de la vivienda rural. En la presente etapa de capitalismo global post industrial, podemos ver que las formas, funciones y contenidos -procesos históricamente opuestos o complementarios- pasan a formar parte de ambas categorías, aunque con diferencias en alcance y magnitud (Limonad y Monte-Mór, 2012). En este sentido, aceptar la urbanización de la sociedad implica asimilar la discordancia entre la forma y el contenido, el paisaje y el carácter del espacio: lo urbano ya no corresponde exclusivamente a la ciudad de la misma manera que lo rural no tiene coincidencia incuestionable con el campo. Se da una redefnición funcional de las formas y una resignifcación de los contenidos, aunque la apariencia fenoménica se mantenga a nivel perceptivo. Sin embargo, más relevante que discutir el carácter urbano o rural del espacio es entender el rol que estas nuevas defniciones y signifcaciones juegan en la reproducción de las relaciones sociales. La necesidad de limitar los procesos de industrialización y de acumulación capitalista -debido al inminente colapso ambiental-, al mismo tiempo que el anhelo de espacios potencialmente autosufcientes donde confuyan el valor de uso y la reproducción de la vida, ha hecho que se vuelva la mirada hacia el campo y su espacialidad, como posibles soluciones a los problemas sociales y ambientales que se atribuyen a los procesos de urbanización contemporánea. Para ello es indispensable profundizar en el análisis de los elementos y las formas producidas en la ruralidad, advirtiendo que no solo se trata de objetos sino de relaciones históricas entre los sujetos y su entorno (Limonad y Monte-Mór, 2012).La dicotomía campo/ciudad propia de la modernidad industrial ha dado paso a nuevas formas de defnir y caracterizar los territorios contemporáneos. Para Lefebvre (Lefebvre, 1978), la explosión de los centros urbanos ya alcanzó las periferias incorporando la ruralidad al espacio social total. La expansión de las relaciones capitalistas de producción, así como la incorporación de la población rural a la vida política y a la ciudadanía, harían imposible diferenciar lo urbano de lo rural. Permanecerían en el imaginario colectivo únicamente como representaciones de ciertas percepciones y prácticas, como imágenes de un ritmo, de una forma y función específca. Es así como la imagen de ciudad remite a la concentración
image/svg+xml3La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadorde edifcaciones, actividades y personas, el orden y la regularidad, mientras que la idea de campo se relaciona con lo disperso, lo cíclico, lo orgánico. Para comprender lo urbano y lo rural como formas y funciones -ciudad y campo- es necesario hacerlo desde la dialéctica, es decir a partir de la articulación entre territorio y paisaje. Asignándoles ciertas características a los conceptos de acuerdo a la categoría correspondiente a cada una de estas espacialidades (Limonad y Monte-Mór, 2012). El territorio ha sido tradicionalmente un concepto disciplinario dentro de la geografía, sin embargo, hoy en día ha sido incorporado a otros campos de estudio, donde la dimensión espacial se articula a las dinámicas temporales, relacionando la historia y la vida cotidiana con el espacio socialmente construido. El territorio se transforma entonces en un concepto mucho más amplio y fexible, permitiendo enfoques interdisciplinarios fructíferos tanto en términos teóricos como metodológicos, siendo fundamental poner en evidencia el rol que juega el locusen la producción de una determinada espacialidad, puesto que los sujetos y las comunidades actúan guiados por intenciones y propósitos culturalmente construidos, creando objetos y organizándolos de acuerdo a criterios tanto prácticos como simbólicos (Llanos-Hernández, 2010). Las prácticas espaciales jamás son neutrales, el espacio no es un simple soporte -o un receptáculo- de las actividades sociales. Se convierte en un desafío y un soporte de estrategias y de representaciones sociales contradictorias, un soporte activo (induciendo tensiones, representaciones, prácticas, al estar cargado de signos y de símbolos, intencionales o no) producido, apropiado y transformado en función de intereses, valores e ideas antagonistas. (Busquet, 2013, p. 13) En ese mismo sentido, el paisaje puede ser entendido como la expresión y la memoria del territorio y de sus procesos, siendo básicamente un concepto antropocéntrico, una idea que se aloja en la mente humana (Pineda, 2003). Se trata de una noción a través de la cual se reconoce como imagen unitaria un conjunto de elementos y formas sobre una estructura física, material. Si bien el paisaje es una entidad real existente y perceptible, la valoración que se le otorgue en términos de apreciación dependerá mucho de la conexión que se tenga con el mismo. El paisaje no es igual para quien lo habita como para quien simplemente lo contempla. En el primer caso, las referencias no Tabla 1Articulación entre territorio y paisajeTerritorioSustratoUrbanoRuralEsenciaBaseArtificialNaturalOrigenDesarrolloNormadoEspontáneoEvoluciónEstructuraRegularIrregularOrganizaciónDistribuciónAglomeraciónDispersiónConfiguraciónFunciónIndustrialAgrariaCarácterUtilidadCambioUsoValorFormaCiudadCampoAparienciaPaisajeNota: Elaboraciónpropia a partir de (Limonad y Monte-Mór, 2012)
image/svg+xml4María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024son solo visuales, sino también sonoras y hápticas1; el paisaje puede incluso remitir a olores y sabores específcos, a sensaciones relacionadas con la altitud, la temperatura o la humedad. El paisaje es, por lo tanto, una experiencia estética compleja, que depende del tipo de interacción histórica entre los elementos naturales y los actores sociales. Las diversas temporalidades que se superponen en el paisaje podrían hacer que parezca inaprensible, sin embargo, es a partir del estudio de los procesos históricos que han dado forma al paisaje que este se revela como categoría formal del territorio. Se trata pues de conocer las continuidades y los quiebres tanto formales como funcionales de los elementos paisajísticos -entre ellos, evidentemente, los arquitectónicos- con el fn de enriquecer aquello que conocemos como patrimonio2(Pineda, 2003).Es así que por un lado el territorio se presenta como una unidad espacial y socialmente moldeada y vinculada a las relaciones de poder, y por otro, el paisaje se manifesta como la convergencia espacio-temporal de los elementos de la naturaleza y la cultura. El análisis del paisaje permite conocer como las comunidades humanas se han vinculado con el espacio inmediato, transformándolo ética y estéticamente a través del tiempo (Urquijo Torres y Barrera Bassols, 2009). Por lo tanto, el paisaje solo puede ser entendido como resultado de una construcción social, una expresión de la cultura. La naturaleza concebida como paisaje natural, es la matriz de fondo de la cual se deriva el paisaje cultural3. A través de mecanismos artifciales, los ecosistemas naturales se transforman en campo o en ciudad (Gastó Coderch et. al., 2010).Para que un territorio se manifeste como paisaje, es necesario que exista una articulación, es decir, una unión fexible pero estable entre los diferentes elementos que lo constituyen, formando una entidad visual y espacial, donde los componentes se presenten enlazados, ligados, entretejidos en una síntesis perceptual. La articulación que permite que un territorio adquiera el carácter de paisaje va más allá de los elementos 1 La háptica refiere a lo táctil, como la óptica a lo visual o la acústica a lo sonoro.2 “El concepto de patrimonio remite a la noción de legado, una herencia de especial valor que es necesario identificar, proteger, conservar, rehabilitar, poner en valor y, también, transmitir a las generaciones futuras” (Vinuesa, 2011, p. 564).3 Entenderemos a partir de este momento, que el término paisaje hace referencia al paisaje cultural.naturales y su organización física, su valoración como paisaje es el resultado de la cultura y de las relaciones sociales que se producen en el tiempo (Galimberti et. al., 2018), es decir de la interacción entre los individuos y el medio ambiente. Cuando se habla de territorio, también se lo hace, ineludiblemente de la sociedad que allí se asienta (Checa-Artasu et. al., 2015). En este sentido, la arquitectura, como acción humana transformadora del espacio, juega un rol primordial en la construcción de los territorios y los paisajes.Ruralidad y arquitectura domésticaEl concepto de ruralidad no es unívoco. De hecho, existen por lo menos dos defniciones que podrían considerarse contrapuestas o complementarias, ya que por un lado la ruralidad haría referencia a los “hechos y fenómenos que suceden en áreas de baja densidad poblacional vinculada a la producción de bienes primarios o agropecuarios” mientras que por otro, se trataría de “la forma de relación que se establece entre la sociedad y los espacios rurales y a partir de la cual, se construye el sentido social de lo rural, la identidad y se moviliza el patrimonio de dichos espacios” (Sili, 2009). La primera defnición resulta demasiado estática y limitada, puesto que solo toma en cuenta el carácter demográfco y funcional del espacio, por eso resulta mucho más adecuada la segunda, ya que profundiza en los procesos y los vínculos entre el ser humano y su entorno. La ruralidad no solo es una forma particular de espacialidad, es decir un tipo de relación entre el sujeto individual o colectivo y el espacio, sino también una forma de apropiación de lo rural. Se trata de un proceso subjetivo en el que tanto individuos como comunidades adquieren un sentido de pertenencia en relación al territorio y al paisaje puesto que: las imágenes y representaciones que los sujetos tienen sobre las actividades, las costumbres, sobre sí mismos y sobre los otros, les permite a los hombres vinculados a las áreas rurales construir y reconstruir sus propias representaciones y símbolos, y a partir de allí signifcar su propia historia rural y sus recursos. (Sili, 2009) Históricamente, la ruralidad ha producido sus propias formas arquitectónicas ligadas a prácticas que, satisfaciendo las necesidades del momento, garantizan el equilibrio del territorio y, sobre todo, no ponen en riesgo las condiciones de vida de las generaciones futuras. Estas arquitecturas llegan a nuestros días como patrimonio material e inmaterial, pero sin la capacidad
image/svg+xml5La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadorde seguir transcendiendo debido principalmente a las transformaciones en los procesos de producción tanto de los materiales como de la mano de obra implicada. En la ruralidad, la sostenibilidad no es una elección, una cuestión de gusto o incluso una alternativa entre otras, es una respuesta casi involuntaria a las condiciones imperantes en el territorio. Es más bien la solución lógica frente a la necesidad de habitar, la apropiación del espacio a través de la economía de materiales y trabajo, casi sin desperdicio. Estos sistemas constructivos son energéticamente muy efcientes y responden adecuadamente a los riesgos naturales del entorno, (fuertes lluvias, movimientos sísmicos, etc.), dependiendo básicamente de su localización.El territorio y el paisaje rural son producto de las decisiones individuales y colectivas que se toman en determinado momento, así como de los valores, ideas y creencias de la sociedad que allí se asienta. Los objetos arquitectónicos, como productos sociales, representan una forma específca de quehacer y una tecnología que permite la transformación del entorno natural de acuerdo a las necesidades, intereses y objetivos de quienes los producen. Entre los múltiples objetos arquitectónicos que se materializan en la ruralidad, sin duda la vivienda es el de mayor presencia -entre el 70% y el 75% de todo lo edifcado es vivienda-, pues tradicionalmente ha sido el espacio donde convergen las actividades de producción y reproducción de la vida, dándole sentido al individuo y al núcleo familiar, ya que en ella se refejan tanto la identidad de sus moradores, como los saberes y las prácticas que tienen valor individual y social. Las imágenes que componen el paisaje rural están marcadas por la presencia de la arquitectura doméstica, como vínculo primigenio entre el territorio y sus habitantes. Vivienda rural tradicional en el cantón AmbatoLa vivienda tradicional campesina tiene dos formas de expresión importantes en el cantón Ambato: la primera, característica de las áreas consolidadas de las cabeceras parroquiales rurales, es la que se ha visto considerablemente afectada por los procesos de expansión urbana en la Figura 1Mapa de las parroquias del Cantón Ambato, Provincia de Tungurahua, EcuadorNota: Elaboración propia
image/svg+xml6María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024ruralidad. La concepción de la centralidad urbana parroquial como un espacio de reproducción de las formas arquitectónicas urbanas hegemónicas y globales, descontextualizadas y sin identidad propia, ha tenido un impacto muy importante, especialmente en las parroquias más cercanas al área urbana consolidada (Pinllo, Atahualpa, Augusto N. Martínez, Cunchibamba, Izamba, Picaigua, Huachi Grande, Santa Rosa). En las parroquias más alejadas (Pilahuín, Pasa, San Fernando, Quisapincha, Ambatillo, Constantino Fernández, Cunchibamba, Unamuncho, Totoras, Montalvo, Juan Benigno Vela) existe un mayor grado de conservación lo que podría permitir la recuperación y revalorización de la tipología característica de los centros poblados del cantón. La segunda, propia de las zonas más aisladas, es la tipología de vivienda aislada que se ha visto fundamentalmente afectada por la incorporación del lenguaje y la estética de la modernidad debido al contacto con códigos y patrones globales de producción espacial. Aunque muchas edifcaciones se encuentran en pie, hay un importante porcentaje que está en abandono, subutilizado o en muchos casos, en ruinas; mientras a su lado se erigen viviendas nuevas de acuerdo a los paradigmas y códigos establecidos por el movimiento moderno.La presente investigación está basada sobre un barrido del territorio del cantón Ambato. A través del análisis de tomas aéreas e imágenes satelitales de Google Earth, de las fchas levantadas tanto por el INPC como por el GAD Ambato y del trabajo de campo en territorio se ha logrado identifcar y localizar ejemplos de vivienda rural tradicional, tanto en las áreas consolidadas como en las zonas dispersas de la mayoría de las parroquias rurales. Del mismo modo, mediante las historias de vida y las entrevistas a propietarios y habitantes de los inmuebles se ha conseguido profundizar en las causas del deterioro, transformación o abandono físico de la vivienda, así como de las necesidades y expectativas que los sujetos tienen con relación al futuro de estas edifcaciones.Lógicas de implantación La arquitectura tradicional ambateña puede ser identifcada en dos diferentes contextos, encontrando manifestaciones de este tipo de arquitectura tanto en las zonas consolidadas como en las áreas dispersas de las parroquias rurales del cantón. En el análisis que hemos llevado a cabo se pudo establecer que la mayor cantidad de elementos levantados tanto por el INPC como por el GAD Ambato se encontraban en cabeceras parroquiales, -es decir en las áreas consolidadas-, probablemente debido a que estas cuentan con mayor accesibilidad. Sin embargo, en las zonas dispersas también existe una gran cantidad de objetos arquitectónicos de interés, realidad que ha podido ser constatada en el trabajo de campo. Nuestro equipo levantó información en las áreas dispersas de las parroquias de Constantino Fernández, Juan Benigno Vela, Montalvo, Pilahuín, San Fernando, Santa Rosa, Totoras4, Cunchibamba y Unamuncho5, cuyos datos eran insufcientes o defcientes, de acuerdo al análisis de las fchas del INPC y del GAD Ambato, pero que a través del Plan Cantonal de Vivienda de Ambato (2018)6pudieron ser reconocidas en el territorio. Contamos por lo tanto con un universo de ochocientos elementos repartidos en el territorio cantonal, con un porcentaje similar entre las edifcaciones registradas ubicadas en áreas consolidadas y aquellas localizadas en zonas dispersasLas lógicas de implantación de la arquitectura tradicional ambateña se relacionan con los criterios que han sido tomados en cuenta para ubicar y orientar los elementos construidos tanto en el territorio como en el paisaje, ya sea en las aglomeraciones o en las áreas dispersas. Estas lógicas tienen que ver con la relación entre la población y las actividades básicamente agrícolas y artesanales que habitualmente se desarrollaban en este espacio. La forma de implantación permite establecer las condiciones que defnen la pertinencia de la edifcación con relación al lugar, a través del análisis de los componentes paisajísticos pre existentes de origen natural, como la topografía, la vegetación, los cursos de agua, y aquellos de origen artifcial, así como las edifcaciones circundantes y la trama o estructura parcelaria. El emplazamiento de los objetos arquitectónicos en las áreas consolidadas responde a dinámicas urbanas, donde la centralidad y la proximidad son fundamentales para el desarrollo de las actividades generadoras de la aglomeración, sobre todo las que involucran al sector terciario o de servicios. El núcleo 4 No existía información sobre la arquitectura tradicional de las parroquias de Santa Rosa y Totoras, a pesar de contar con cabeceras parroquiales consolidadas desde principios del siglo XX.5 No existía información sobre la arquitectura tradicional de las parroquias Cunchibamba y Unamuncho pues se trata de parroquias muy dispersas, cuyos ejes de desarrollo no son nucleares sino lineales. 6 La consultoría para el Plan Cantonal de Vivienda de Ambato realizó un diagnóstico detallado sobre la situación habitacional en todas las parroquias del cantón, incluyendo la vivienda tradicional y su forma de producción como un eje transversal de política pública de vivienda y patrimonio.
image/svg+xml7La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadorcentral, generalmente organizado alrededor de la plaza7y la iglesia está conformado por manzanas regulares ortogonales (cuadradas o rectangulares) con lotes o parcelas de formas y dimensiones variables, pero que en general podrían ser consideradas como minifundios8. Frecuentemente, la localización de los inmuebles en este contexto está integrada a la trama urbana; sin embargo, el porcentaje de elementos no integrados da cuenta de fallas en la planifcación9del territorio, sobre todo, a la hora de incorporar elementos originalmente dispersos al suelo de expansión de las cabeceras parroquiales. A nivel manzanero, la mayor parte de los inmuebles se ubican en tramo de cuadra, aunque también se encuentran elementos en esquina de manzana. Así 7 En la actualidad, la plaza ha sido reemplazada por un parque o cancha.8 En muchos casos incluso llegan a ser microfundios, lo que inevitablemente implica un cambio de uso de suelo, pues este tipo de lote o parcela solo permite actividades urbanas.9 Esta realidad responde a la idea de planificar el espacio urbano a partir de una estructura vial cuyo principal objetivo es acelerar los desplazamientos.mismo, la mayoría de las viviendas están adosadas o pareadas, si bien también existen edifcaciones aisladas, aunque en menor cantidad. En las zonas dispersas encontramos una lógica de implantación distinta, marcada fundamentalmente por la relación del lote con las vías de acceso, carreteras o caminos. También aquí se puede ver que la gran mayoría de las viviendas se hallan integradas a la estructura parcelaria, ubicándose mayoritariamente sobre una vía principal o secundaria, muy pocas lo hacen sobre vías de acceso exclusivas. De igual manera, las viviendas se encuentran principalmente en borde de vía, en menor cantidad se ubican al interior del lote. Es importante notar que el hecho de encontrarse en borde de vía no signifca que este haya sido el emplazamiento original de la edifcación, pues la vialidad no solo de las áreas rurales del cantón sino de toda la provincia de Tungurahua es bastante reciente y forma parte de un modelo de desarrollo territorial que privilegia la accesibilidad por vías asfaltadas a todos los espacios productivos con el objetivo de conectarlos con los centros de distribución. Esto representa una importante Figura 2Localización de viviendas tradicionales en las parroquias rurales del cantón AmbatoNota: Elaboración propia
image/svg+xml8María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024pérdida de caminos, senderos y rutas que respondían a las dinámicas locales y comunitarias, así como de transformaciones signifcativas en la arquitectura de las viviendas tradicionales-creación de nuevos accesos, apertura de vanos, cierre de portales o galerías, cambios de nivel, etc.Por otro lado, el emplazamiento también tiene que ver con la relación entre el objeto y su orientación en el espacio, pues los elementos que lo conforman no son homogéneos, responden a jerarquías establecidas tanto por las actividades reales como por las funciones simbólicas que se les atribuye. Es así como la elevación principal10de los inmuebles localizados en las zonas consolidadas generalmente se orienta hacia el espacio público -la calle o la plaza- mientras que en las zonas dispersas suele estar dirigida hacia el sector de producción o trabajo. Cuando la trama urbana o el trazado 10 Consideramos elevación o fachada principal aquella en la que se ubica el acceso a los espacios internos de la edificación, sea este mediado o no por otros elementos como escaleras, portales o zaguanes, jardines, huertos u otros.vial reconfguran el espacio de la parcela, algunas edifcaciones reorientan la elevación principal hacia la calle o la vía, abriendo vanos que permitan tanto el acceso directo desde el espacio público como la lectura de la fachada como elemento jerarquizado del volumen. Los cambios en los niveles o plataformas en los lotes, consecuencia del replanteo vial, suelen conllevar profundas transformaciones en la accesibilidad de las edifcaciones, habilitando espacios en el subsuelo para reconfgurar la relación del objeto con el terreno o trastocando por completo la disposición de los accesos al inmueble.Patrones y tipologíasLa arquitectura tradicional del cantón Ambato se enmarca en lo que se podría considerar como una constante en el territorio andino ecuatorial. Sin embargo, los patrones constructivos y la materialidad responden, por un lado, al proceso de mestizaje entre las técnicas indígenas (especialmente ligadas al uso de la piedra y la cangahua, así como del carrizo y la paja) y los aportes hispánicos relacionados con el tapial, el adobe, la madera y la teja; y, por otro lado, a las Figura 3Arquitectura doméstica vía a San FernandoFotografía:María Soledad Salazar | URBANADATA
image/svg+xml9La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadorcaracterísticas propias de los diferentes pisos climáticos que atraviesan el cantón, así como a la proximidad de los recursos naturales. Si formalmente, la herencia hispánica se evidencia a través de la volumetría, que parte generalmente de una planta ortogonal y remata en una cubierta a dos o cuatro aguas, materialmente encontramos importantes variaciones que se adaptan adecuadamente al territorio en el que se implantan, independientemente del entorno más o menos consolidado o disperso de su emplazamiento (Díez-Martínez et al., 2016). Por otro lado, se debe recalcar que los procesos de producción de vivienda popular están fuertemente ligados a la idiosincrasia y cosmovisión andinas, donde el trabajo comunitario y la minga son esenciales, especialmente en las áreas rurales más alejadas que son las que tradicionalmente han resistido el embate de la modernidad y sus paradigmas.La arquitectura tradicional rural del cantón Ambato constituiría un repertorio tipomorfológico específco en tanto y en cuanto sus variaciones serían simplemente adaptaciones de un mismo patrón al entorno inmediato. Esta adaptación no sería únicamente formal, sino también funcional, pues permitiría el desarrollo tanto de las tareas agrícolas como de las actividades artesanales, ya que históricamente, en la provincia de Tungurahua así como en el cantón Ambato no se llegó a consolidar el sistema de hacienda, lo que signifca la inexistencia de grandes latifundios y la presencia de minifundios, cuyas dimensiones propician el autoabastecimiento y la agricultura tradicional sin excedentes que permitan intercambios importantes. Para complementar esta economía de subsistencia se incorporan actividades artesanales, como la producción de objetos domésticos, textiles, calzado, cerámicos, etc. Esto hace de la vivienda un espacio polifuncional, de producción y reproducción autosustentable, que se articula con las prácticas sociales, económicas y culturales del territorio (Martínez, 1994). Las tipomorfologías responden por lo tanto a las condiciones específcas del entorno y de las actividades humanas, es decir que están estrechamente ligadas al territorio. En las áreas consolidadas encontramos patrones formales en los que predomina la vivienda de dos plantas, mientras en las áreas dispersas hay un mayor equilibrio entre las edifcaciones de dos pisos y las de un solo andar. Tanto en las viviendas de uno como en las de dos pisos, la planta cuadrada o rectangular es la que se encuentra con mayor frecuencia, aunque también hay una importante presencia de edifcaciones con planta en L. El número de crujías suele variar entre una sola crujía y dos crujías, dependiendo de la altura de edifcación y de la geometría de la planta. Las cubiertas son siempre inclinadas, variando únicamente el número de aguas o pendientes, de acuerdo a la forma de la planta y al número de crujías. En general, podemos decir que la mayoría de las cubiertas de edifcaciones de planta cuadrada o rectangular se desarrollan a dos o a cuatro aguas, mientras que aquellas que cubren plantas en L suelen tener entre cuatro y seis aguas.La vivienda tradicional andina es, en muchas ocasiones, vivienda progresiva. En algunos casos pasó de tener una planta y una crujía, a crecer tanto horizontalmente como en altura. Esto se debe al crecimiento de los núcleos familiares, que en muchas ocasiones incorporan a la familia extendida; en otros casos a la necesidad de espacios de almacenamiento para los excedentes de producción o a las transformaciones de las economías rurales. La fexibilidad de los sistemas constructivos vernáculos hace que sea relativamente fácil desmontar una cubierta para incorporar un entrepiso y habilitar una planta superior. A diferencia de la arquitectura contemporánea, estas edifcaciones siempre mantienen una imagen unitaria, completa y terminada, evitando el lenguaje de lo inacabado, tan común en otras manifestaciones arquitectónicas. De manera general, los añadidos en altura pasan desapercibidos; sin embargo, cuando se trata de otro tipo de adiciones, podemos ver que las crujías se integran coherentemente, no así las cubiertas. Esto podría deberse a la falta del conocimiento técnico para resolver cubiertas complejas, pues históricamente han sido resueltas solo a dos y a cuatro aguas.Si a nivel de confguración en planta no existen variaciones signifcativas que se puedan vincular con el entorno inmediato, no sucede lo mismo en cuanto a la volumetría general, en la que sí se puede identifcar elementos que caracterizan la arquitectura de acuerdo a su localización, dependiendo primeramente del contexto en el que se ubican. Es así como en las áreas consolidadas las viviendas se encuentran mayoritariamente orientadas hacia el espacio público, mientras en las áreas dispersas lo hacen hacia el interior de la parcela, y por ello, encontramos elementos como balcones y terrazas casi exclusivamente en las zonas consolidadas. Portales y soportales son más frecuentes en las zonas dispersas, pero no son extraños en algunas áreas consolidadas11, aunque regularmente no se encuentran orientados hacia el espacio público sino hacia el interior del lote. En las 11 En Pilahuín se encuentra un conjunto urbano central con características únicas en el que se puede identificar este tipo de elementos.
image/svg+xml10María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024Figura 4Vivienda tipoFotografía: María Soledad Salazar | URBANADATAviviendas de dos plantas también encontramos la escalera exterior como elemento formal y funcional de la volumetría, pues implica la vinculación directa del espacio exterior con la planta alta. En general, esto signifca que existe una diferencia entre las actividades que se llevan a cabo en las distintas plantas, determinando que se trataría de espacios especializados o destinados a fnes incompatibles o por lo menos distintos. También puede representar la división del espacio con el objetivo de acoger a la familia extendida.A nivel estructural, las edifcaciones cuentan con cimentaciones de piedra en su gran mayoría, aunque también se pueden identifcar basamentos mixtos o de tapial. De igual manera, las cubiertas son de estructura de madera y teja cerámica casi en su totalidad. En las edifcaciones de dos plantas o más los entrepisos son siempre de madera. Sin embargo, para los demás componentes estructurales las viviendas se adaptan de manera inequívoca a su ubicación en el territorio, respondiendo de manera coherente a las condiciones del entorno. Hacia las partes altas o de páramo encontramos mayoritariamente estructuras de muros portantes de piedra, cangahua, tapial o adobón. A medida que descendemos, se evidencia la presencia de estructuras mixtas, con pórticos de madera y mampostería de piedra pishilata, adobe y bahareque. En los valles casi desaparecen los muros portantes para dar paso a estructuras completamente aporticadas de madera y bahareque e incluso exclusivamente de madera. Lo mismo sucede con los cielos rasos, que a mayor altitud suelen ser de esterilla, en las zonas de menor altitud ya encontramos carrizo con o sin enlucir y en los valles aparece la madera como acabado. En cuanto a la mampostería no estructural, se puede decir que la gran mayoría de las edifcaciones utiliza alguna forma de bahareque para las divisiones internas de los inmuebles, cuando estos lo requieren.En el barrido inicial se identifcaron 984 elementos en el territorio, de los cuales se analizaron 341, en base a la cantidad y calidad de la información que se pudo obtener tanto a través de los inventarios como del trabajo de campo. A partir de la cuantifcación de las características tipomorfológicas de los elementos registrados se procedió a cruzar las diferentes variables formales y materiales con el fn de encontrar los patrones más comunes de vivienda tradicional rural. Esto a su vez permitió crear un código para cada tipología, compuesto de cuatro letras y tres dígitos.La primera letra representa la geometría de la implantación (R, L, C o I), el siguiente dígito seguido de la letra P representa el número de pisos (1P, 2P o 3P), el dígito consecutivo previo a la letra C representa
image/svg+xml11La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del EcuadorFigura 5Vivienda tradicional rural ambateña. Tapial, cangahua y baharequeFotografía: María Soledad Salazar | URBANADATAel número de crujías (1C, 2C, 3C o 4C), el último dígito seguido de la letra A representa el número de aguas (2A, 4A, 6A). Las variantes de cada tipología se identifcan a través de dos letras: la primera caracteriza la elevación (A en el caso de que el frente sea plano, B en el caso de que exista un retranqueo) mientras que la segunda identifca el tipo de estructura (A para la estructura de muros portantes, B para las estructuras mixtas y C para las aporticadas).Formalmente también se ha podido constatar que en las áreas dispersas predominan acabados más sobrios y austeros, que van desde el material al natural hasta el enlucido de tierra o cal; mientras que en las áreas consolidadas se encuentran acabados más vistosos, donde el uso de la piedra es un importante símbolo de poder económico o político; aunque en general lo que predomina es la pintura de color, tanto para la mampostería como para los elementos estructurales de madera como pilastras y columnas. Los pisos son en general de piedra o madera, pocas edifcaciones emplean cerámicos. El suelo de tierra se mantiene solo en las edifcaciones más antiguas y alejadas. Los elementos de cierre como puertas y ventanas todavía son de madera natural en su mayoría, aunque sea cada vez más frecuente su reemplazo por perfles metálicos o de aluminio. Lo mismo sucede, lamentablemente, con la mampostería de bahareque que es constantemente sustituida por el bloque alivianado, con la pérdida de las cualidades térmicas que estas modifcaciones implican, además de la huella ambiental y del impacto visual que tienen en el territorio y el paisaje. Estas transformaciones que aparentemente son superfciales, dan cuenta de las nuevas dinámicas por las que atraviesa un territorio donde la autoproducción ha sido históricamente la forma más coherente de cubrir la necesidad de vivienda, y que hoy en día se ve incorporado a las lógicas del mercado y del capitalismo global, sin muchos elementos que permitan hacerle frente a esta nueva situación, que no solo empobrece las relaciones sociales, sino que pone en peligro evidente nuestro patrimonio material, pero sobre todo el acervo inmaterial contenido en él.El estado actual de la vivienda tradicional rural ambateña es contradictorio. Por una parte, hay una gran cantidad de edifcaciones tradicionales (se han registrado más ochocientos inmuebles de diversa magnitud dispersos por todo el territorio). La mayor
image/svg+xml12María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024parte de estas edifcaciones se encuentra en uso (aunque estén dedicadas a otras actividades y su función principal ya no sea la vivienda) y los grados de intervención y alteración son relativamente bajos, manteniendo las tipologías originales; por otra parte, los niveles de mantenimiento y conservación son relativamente bajos, especialmente en las áreas dispersas. Los problemas relacionados con la tenencia de la propiedad, la migración campo ciudad, el cambio de uso de suelo, los cambios en las dinámicas cotidianas de las parroquias rurales, así como el acceso a nuevas tecnologías y patrones culturales ajenos , también contribuyen a la pérdida no solo de las expresiones materiales, sino a su vez, del conocimiento que estas arquitecturas representan para sus habitantes. Nuevas estéticas y subjetividades les otorgan un valor superior a materiales novedosos como el hormigón armado, el hierro, el aluminio y el vidrio refectivo de color. Del mismo modo, la losa plana, los grandes ventanales corridos, los elementos en volado y otros códigos de la modernidad empiezan a imponerse como forma arquitectónica hegemónica, aunque poco o nada tengan que ver con el entorno natural o el espacio edifcado. La introducción de nuevas materialidades tiene sentido si se toma en cuenta también el valor simbólico acordado a los materiales contemporáneos, pues se los considera superiores en cuanto a calidad y estética, seguros, de gran durabilidad y poco mantenimiento, es decir, todo lo opuesto a los materiales endémicos. El valor de uso de la construcción vernácula se ve anulado frente al valor de cambio que adquiere una edifcación moderna, convirtiéndola en un lastre para el desarrollo económico y la movilidad social de las familias y de las comunidades rurales. Incluso desde la política pública se estigmatiza el uso de estos materiales cuando se los considera como parámetro para establecer el défcit cualitativo de la vivienda, asociando cierto tipo de Tabla 2Caracterización generalCARACTERIZACIÓN | RESUMENIMPLANTACIÓNVOLUMETRÍAGEOMETRÍAQ%# PISOSQ%Rectangular18153%113941%L9929%219958%C 196%331%Irregular4212%TOTAL341100%TOTAL341100%# CRUJIASQ%PLANTA BAJA124472% Q%27422%Muros portantes7121%3206%Mixta15445%431%Aporticada11634%TOTAL341100%TOTAL341100%# AGUASQ%ELEVACIONES 210130%FRENTEQ%411734%Plano19758%64012%Retranqueado14442%Otro8324%TOTAL341100%TOTAL341100%Elaboración propia
image/svg+xml13La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadormaterialidad con pobreza o falta de condiciones adecuadas para una vida digna. Si a eso añadimos los intereses económicos que mueven la industria de la construcción y al sector importador (principales promotores del uso de nuevas tecnologías constructivas), es evidente que mantener el patrimonio se convierte en una tarea cada vez más compleja pues no solo se pierde la materialidad sino también el savoir faireligado a las prácticas edilicias tradicionales.La desaparición de materiales y tecnologías como el bahareque develan la situación actual de los artesanos y de los actores detentores de los saberes y prácticas tradicionales. El envejecimiento natural de la población portadora de este conocimiento y la falta de incentivos para las generaciones más jóvenes, así como los costos de fabricación incomparables con la producción masiva, semi industrial o industrial, han signifcado una competencia imposible de enfrentar desde la perspectiva del mercado. Por otro lado, la desarticulación de las relaciones sociales que Tabla 3Esquema de construcción de tipologíasREGISTROSL1P1C2A7L1P1C4A1623L1P2C4A4L1P2C6A1620L2P1C2A5L2P1C4A611L2P2C4A6L2P2C6A 202680L1P1CL1P2CL1P43LL2P1CL2P2C37L2PTIPOLOGÍAElaboración propiapermiten el trabajo comunitario o la minga también han socavado las formas tradicionales de producción de vivienda. A través de las entrevistas a propietarios y habitantes de inmuebles tradicionales se pudo constatar que no existe posibilidad de acceder a las técnicas vernáculas para el mantenimiento o reemplazo de componentes como mampostería o cielos rasos. Esto hace que en muchos casos se opte por construir objetos arquitectónicos nuevos en su totalidad en lugar de rehabilitar los inmuebles existentes, lo que implica su abandono total o parcial o su subutilización en actividades de bodegaje o crianza de animales, contribuyendo aún más a su deterioro y posterior ruina. Tanto los habitantes como los propietarios actuales de los inmuebles muestran un gran interés porque estas técnicas se mantengan, llegando incluso a manifestar su disposición en formarse como artesanos especializados.Otro importante problema al que se enfrentan los propietarios de estos inmuebles es de orden económico. Las parcelas han dejado de ser espacios productivos o por lo menos autosustentables, convirtiéndose en una carga para los propietarios, ya que, de acuerdo
image/svg+xml14María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024Figura 6Ficha tipológica ElaboraciónpropiaFigura 7Vivienda tradicional rural ambateña. Detalle constructivo Fotografía: María Soledad Salazar | URBANADATA
image/svg+xml15La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuadora los registros tanto del INPC como del GAD Ambato, estos bienes están mayoritariamente en propiedad de adultos mayores o de sus herederos12que no cuentan con los recursos necesarios para invertir en el mantenimiento del bien. La fnanciarización del mercado inmobiliario hace que sea imposible adquirir a crédito un inmueble de estas características o de conseguir créditos a intereses razonables para rehabilitarlos. Los bancos e incluso las cooperativas de ahorro y crédito exigen que, para otorgar un crédito, la vivienda cumpla con parámetros que descalifcan, sin más, los sistemas constructivos tradicionales por considerarlos poco seguros o poco rentables. En este escenario, es prácticamente imposible pensar en un asesoramiento técnico de calidad, a cargo de profesionales o empresas privadas, ya que lo único que haría es encarecer los procesos de recuperación o rehabilitación, ya de por sí bastante costosos debido al alto componente de mano de obra. Pese a 12 En las entrevistas realizadas en campo se pudo corroborar esta situación.todos estos inconvenientes, son sobre todo los adultos mayores los que mantienen fuertes lazos emocionales con una arquitectura que para ellos representa todavía una forma de vida ligada a sus raíces. ConclusionesEl estudio llevado a cabo en el cantón Ambato muestra una importante articulación entre la arquitectura doméstica tradicional, el territorio y el paisaje. Se trata de una relación simbiótica entre lo edifcado y el medio ambiente. Esta consonancia no es producto de las preferencias o predilecciones de los habitantes, sino más bien de su adaptación a las condiciones que impone la naturaleza (la topografía, el clima, los recursos disponibles, etc.) Se trata, por lo tanto, de una asociación natural donde las comunidades humanas se benefcian del entorno, transformándolo sin causar daños o estragos irreversibles en el mismo. Este tipo de conexión entre el ser humano y el espacio es cada vez menos frecuente a pesar de su importancia y trascendencia, no solo en términos materiales, sino también en la construcción de subjetividades. La vivienda es el lugar que acoge al núcleo familiar al Figura 8Vivienda tradicional rural. Cielo raso de esterilla Fotografía:María Soledad Salazar | URBANADATA
image/svg+xml16María Susana GrijalvaInstituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024mismo tiempo que permite la reproducción de la vida, e históricamente representa el proyecto vital más importante de un individuo y de su familia. La arquitectura doméstica tradicional responde de manera lógica y efciente a las necesidades concretas de quienes la producen en el territorio. Existe una notable racionalización tanto en el uso de los materiales como en los sistemas constructivos empleados en las edifcaciones analizadas, así como en su propio funcionamiento. Es una arquitectura austera, sin ninguna pretensión, más allá de aquella que implica dar abrigo y servir de refugio, por eso logra fundirse con el entorno sin ninguna difcultad. Son precisamente esas características la que le permiten ocupar un lugar privilegiado en la mente y el espíritu de sus habitantes, pues les ayuda a reconocerse en ella y crea esa relación de profundo apego que le ha permitido pasar de generación en generación. Al tratarse de un modo de producir que emana de las propias comunidades, guarda una coherencia ética y estética tanto con el factor social como con el componente paisajístico, ya que, al no ser un elemento irruptor, mantiene la armonía resultante de la repetición de un mismo patrón con variaciones más bien simples. La integración con el paisaje se da entonces, no por la presencia de elementos únicos e irrepetibles, sino por la capacidad de reproducir imágenes que remiten siempre a la idea de equilibrio entre lo humano y la naturaleza.Fecha de recepción:30 de junio de 2023Fecha de aceptación: 14de noviembre de 2023Referencias:Busquet, G. (2013) L’espace Politique Chez Henri Lefebvre: l’idéologie et l’autopie. Spatial Justice, 5. https://www.jssj.org/article/les-utopies-un-horizon-pour-la-justice-spatiale/Castells, M. (2014). La cuestión urbana (4ta ed). Siglo XXI Editores.Checa-Artasu, M. M., García Chiang, A., Soto Villagran, P., y Sunyer Martín, P. (2015). Paisaje y Territorio. Articulaciones teóricas y empíricas. UAM- Iztapalapa y Tirant Humanidades. Díez-Martínez, D., Martí-Noguera, J. J., y Suárez-Abril, S. (2017). Arquitectura, tradición y turismo. La arquitectura vernácula de Tisaleo en el desarrollo de un modelo turístico basado en el paisaje cultural. AUS [Arquitectura / Urbanismo / Sustentabilidad], (20), 34–41. https://doi.org/10.4206/aus.2016.n20-06Galimberti, C. I., Jacob, N., y Martínez De San Vicente, I. (2018). Paisaje y Territorio. Revisitando conceptos a partir de las transformaciones del paisaje pampeano argentino. Labor e Engenho, 12(1), 30–46. https://doi.org/10.20396/labore.v12i1.8649988Gastó Coderch, J. M., Gálvez Navarrete, M. C., y Morales Arnaiz, P. (2010). CONSTRUCCIÓN Y ARTICULACIÓN DEL PAISAJE RURAL CHANGING LANDSCAPES: PERCEPTION, NATURAL DISTURBANCE AND THE RECONSTRUCTION OF LANDSCAPES. AUS, 7, 6–11. https://doi.org/10.4206/aus.2010.n7-02Grijalva, M. S., Salazar, M. S., Paguay, J., Lasso, S., y Galeas, R. (2018). Plan Cantonal de Vivienda de Ambato.Lefebvre, H. (1978). De lo urbano a lo rural. Península.Limonad, E., y Monte-Mór, R. L. (2012, mayo). Por el derecho a la ciudad, entre lo rural y lo urbano. XII Coloquio Internacional de Geocrítica, Bogotá, Colombia. https://www.ub.edu/geocrit/coloquio2012/actas/04-E-Limonad.pdfLlanos-Hernández, L. (2010). El concepto del territorio y la investigación en las ciencias sociales. Agricultura, sociedad y desarrollo, 7(3), 207–220.Martínez, L. (1994). Los campesinos-artesanos en la sierra central: El caso Tungurahua. Centro Andino de Acción Popular.Pineda, F. D. (2003). Paisaje y territorio. Mediterráneo Económico, Mediterráneo y Medio Ambiente (Num.4). https://dialnet.unirioja.es/ejemplar/146141Sili, M. (2009, abril 23). ¿Qué es la ruralidad? La Cooperación. http://portal.acabase.com.ar/lacooperacion/Lists/EntradasDeBlog/Post.aspx?ID=128Urquijo Torres, P. S., y Barrera Bassols, N. (2009). HISTORIA Y PAISAJE. EXPLORANDO UN CONCEPTO GEOGRÁFICO MONISTA. Andamios, Revista de Investigación Social, 5(10), 227–252. https://doi.org/10.29092/uacm.v5i10.175Vinuesa, M. (2011). Territorio, patrimonio y paisaje: desafíos de una ordenación y gestión inteligentes. Ciudad Y Territorio Estudios Territoriales, 43(169-0), 561–569. https://recyt.fecyt.es/index.php/CyTET/article/view/76083
image/svg+xml17La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisajeINPC, Revista del Patrimonio Cultural del EcuadorZaar, M. H. (2017). El análisis del territorio desde una ‘totalidad dialéctica’. Más allá de la dicotomía ciudad-campo, de un ‘par dialéctico’ o de una ‘urbanidad rural’. Espaço e Economia. Revista brasileira de geografa econômica, 10. https://doi.org/10.4000/espacoeconomia.2981