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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica
como elemento articulador del territorio y el paisaje
The traditional rural housing of Ambato: domestic architecture as
an articulating element of territory and landscape
María Susana Grijalva
Urbanadata | grupo permanente de
investigación aplicada
msgrijalva@urbanadata.com
Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
INPC
https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/INPC
INPC Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador,
09/2023-02/2024, vol. 1, nro.1, e6
Periodicidad:
semestral - continua
https://doi.org/10.5281/zenodo.10728818
Resumen
La presente investigación busca determinar la relación entre la arquitectura doméstica tradicional de la
ruralidad, el territorio y el paisaje en el cantón Ambato, en la sierra central ecuatoriana. A través del análisis tanto
de los elementos arquitectónicos como de su localización en el espacio cantonal se ha logrado identifcar los
patrones constructivos y formales que caracterizan a la vivienda rural edifcada durante el siglo XX hasta los
años 70, cuando la globalización y la estética de la modernidad ingresan con fuerza en el país, reemplazando
los criterios de sostenibilidad, adaptabilidad y austeridad propios de la arquitectura vernácula. La producción
del espacio doméstico tradicional responde a una ética y a una estética que guarda absoluta coherencia con
la disponibilidad de materiales y recursos, incorporando saberes y conocimientos socialmente transmitidos de
generación en generación. La arquitectura doméstica tradicional es una respuesta coherente a la necesidad
de resguardo y abrigo que surge desde el mismo territorio y por lo tanto forma parte del paisaje como
manifestación lógica de sus propias condiciones de producción.
Palabras clave:
arquitectura doméstica tradicional, ruralidad, territorio, paisaje.
Abstract
This research seeks to determine the relationship between traditional domestic rural architecture, territory
and landscape, in Ambato, at the Ecuadorian central highlands. Through the analysis of both the architectural
elements and their location in the space, it has been possible to identify constructive and formal patterns that
characterize rural housing, built during the 20th century until the 1970s, when globalization and modernity
aesthetics reached the country, replacing the criteria of sustainability, adaptability and austerity, typical
of vernacular architecture. The production of traditional domestic space responds to particular ethics and
aesthetics, that are absolutely consistent with the availability of materials and resources, incorporating
knowledge and wisdom socially transmitted from one generation to another. Traditional domestic architecture
is a coherent response to the need for protection and shelter that arises from the same territory and therefore
forms part of the landscape as a logical manifestation of its own production.
Key words:
traditional domestic architecture, rural space, territory, landscape.
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
Introducción
La articulación entre arquitectura, paisaje y
territorio busca integrar los aspectos formales del
espacio con los patrones de diseño y su materialidad
en un determinado entorno y escenario social. La
arquitectura como producto histórico cultural ha
estado estrechamente ligada al lugar, al tiempo
y a los actores que la crean. En ese sentido, la
arquitectura tradicional rural de los Andes
ecuatoriales posee características particulares
que permiten establecer la presencia de tipologías
representativas con variantes determinadas, en
gran medida, por la localización de los objetos
arquitectónicos en el territorio. El caso del cantón
Ambato es paradigmático, pues se trata de un
espacio localizado en los Andes centrales del
Ecuador que abarca varios pisos climáticos que van
desde los 2500 m.s.n.m. hasta los 3400 m.s.n.m.,
en los que se han asentado diversas comunidades,
las que a su vez han construido su propio hábitat,
a través de métodos informales de transmisión de
conocimientos y saberes que responden de manera
adecuada a los diferentes requerimientos tanto
funcionales y sociales, como medios ambientales y
estéticos propios de la ruralidad.
Territorio y paisaje
Para Manuel Castells (2014, p. 141) “el espacio
es un producto material en relación con otros
elementos materiales, entre ellos los hombres, los
cuales contraen determinadas relaciones sociales,
que dan al espacio una forma, una función, una
signifcación social”. En consecuencia, esta sería la
razón por la cual el espacio convertido en medio,
condición y producto de las relaciones sociales,
adquiere peculiaridades que se reproducen y se
superan continuamente en función de las dinámicas
socioeconómicas que rigen los períodos históricos,
y en las que se incluyen las prácticas y las ideas de lo
que actualmente entendemos por ciudad y campo,
por lo urbano y lo rural. (Zaar, 2017, p. 2)
El modo de producción capitalista ha
modifcado las relaciones entre el campo y la ciudad,
cuando lo industrial se infltra en el territorio
agregando la función como un nuevo elemento de
caracterización del espacio. Las primeras industrias
se localizan cerca de las fuentes de materias
primas y recursos naturales. En la siguiente fase
de industrialización capitalista estas actividades
se reubican en las áreas urbanas potenciando
el desarrollo de las ciudades y sus periferias,
propiciando los primeros y fundamentales cambios a
partir de la separación entre el espacio de producción
(trabajo) y el de reproducción (vivienda), estableciendo
por primera vez diferencias tanto en la materialización
como en la representación del espacio construido.
El paradigma de la vivienda urbana se aparta
defnitivamente del arquetipo de la vivienda rural. En
la presente etapa de capitalismo global post industrial,
podemos ver que las formas, funciones y contenidos
-procesos históricamente opuestos o complementarios-
pasan a formar parte de ambas categorías, aunque con
diferencias en alcance y magnitud (Limonad y Monte-
Mór, 2012).
En este sentido, aceptar la urbanización de la
sociedad implica asimilar la discordancia entre la forma
y el contenido, el paisaje y el carácter del espacio: lo
urbano ya no corresponde exclusivamente a la ciudad
de la misma manera que lo rural no tiene coincidencia
incuestionable con el campo. Se da una redefnición
funcional de las formas y una resignifcación de
los contenidos, aunque la apariencia fenoménica
se mantenga a nivel perceptivo. Sin embargo, más
relevante que discutir el carácter urbano o rural del
espacio es entender el rol que estas nuevas defniciones
y signifcaciones juegan en la reproducción de las
relaciones sociales. La necesidad de limitar los procesos
de industrialización y de acumulación capitalista
-debido al inminente colapso ambiental-, al mismo
tiempo que el anhelo de espacios potencialmente
autosufcientes donde confuyan el valor de uso y la
reproducción de la vida, ha hecho que se vuelva la
mirada hacia el campo y su espacialidad, como posibles
soluciones a los problemas sociales y ambientales
que se atribuyen a los procesos de urbanización
contemporánea. Para ello es indispensable profundizar
en el análisis de los elementos y las formas producidas
en la ruralidad, advirtiendo que no solo se trata de
objetos sino de relaciones históricas entre los sujetos y
su entorno (Limonad y Monte-Mór, 2012).
La dicotomía campo/ciudad propia de la
modernidad industrial ha dado paso a nuevas formas de
defnir y caracterizar los territorios contemporáneos.
Para Lefebvre (Lefebvre, 1978), la explosión de los
centros urbanos ya alcanzó las periferias incorporando
la ruralidad al espacio social total. La expansión de
las relaciones capitalistas de producción, así como la
incorporación de la población rural a la vida política
y a la ciudadanía, harían imposible diferenciar lo
urbano de lo rural. Permanecerían en el imaginario
colectivo únicamente como representaciones de
ciertas percepciones y prácticas, como imágenes de
un ritmo, de una forma y función específca. Es así
como la imagen de ciudad remite a la concentración
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
de edifcaciones, actividades y personas, el orden y la
regularidad, mientras que la idea de campo se relaciona
con lo disperso, lo cíclico, lo orgánico. Para comprender
lo urbano y lo rural como formas y funciones -ciudad
y campo- es necesario hacerlo desde la dialéctica, es
decir a partir de la articulación entre territorio y paisaje.
Asignándoles ciertas características a los conceptos de
acuerdo a la categoría correspondiente a cada una de
estas espacialidades (Limonad y Monte-Mór, 2012).
El territorio ha sido tradicionalmente un
concepto disciplinario dentro de la geografía, sin
embargo, hoy en día ha sido incorporado a otros
campos de estudio, donde la dimensión espacial se
articula a las dinámicas temporales, relacionando la
historia y la vida cotidiana con el espacio socialmente
construido. El territorio se transforma entonces en un
concepto mucho más amplio y fexible, permitiendo
enfoques interdisciplinarios fructíferos tanto en
términos teóricos como metodológicos, siendo
fundamental poner en evidencia el rol que juega el
locus
en la producción de una determinada espacialidad,
puesto que los sujetos y las comunidades actúan guiados
por intenciones y propósitos culturalmente construidos,
creando objetos y organizándolos de acuerdo a criterios
tanto prácticos como simbólicos (Llanos-Hernández,
2010). Las prácticas espaciales jamás son neutrales,
el espacio no es un simple soporte -o un
receptáculo- de las actividades sociales.
Se convierte en un desafío y un soporte de
estrategias y de representaciones sociales
contradictorias, un soporte activo (induciendo
tensiones, representaciones, prácticas,
al estar cargado de signos y de símbolos,
intencionales o no) producido, apropiado y
transformado en función de intereses, valores
e ideas antagonistas. (Busquet, 2013, p. 13)
En ese mismo sentido, el paisaje puede ser
entendido como la expresión y la memoria del
territorio y de sus procesos, siendo básicamente
un concepto antropocéntrico, una idea que se aloja
en la mente humana (Pineda, 2003). Se trata de
una noción a través de la cual se reconoce como
imagen unitaria un conjunto de elementos y formas
sobre una estructura física, material. Si bien el
paisaje es una entidad real existente y perceptible,
la valoración que se le otorgue en términos de
apreciación dependerá mucho de la conexión que
se tenga con el mismo. El paisaje no es igual para
quien lo habita como para quien simplemente lo
contempla. En el primer caso, las referencias no
Tabla 1
Articulación entre territorio y paisaje
Territorio
SustratoUrbanoRuralEsencia
BaseArtificialNaturalOrigen
DesarrolloNormadoEspontáneoEvolución
EstructuraRegularIrregularOrganización
DistribuciónAglomeraciónDispersiónConfiguración
FunciónIndustrialAgrariaCarácter
UtilidadCambioUsoValor
FormaCiudadCampoApariencia
Paisaje
Nota:
Elaboración
propia a partir de (Limonad y Monte-Mór, 2012)
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
son solo visuales, sino también sonoras y hápticas
1
;
el paisaje puede incluso remitir a olores y sabores
específcos, a sensaciones relacionadas con la
altitud, la temperatura o la humedad. El paisaje
es, por lo tanto, una experiencia estética compleja,
que depende del tipo de interacción histórica entre
los elementos naturales y los actores sociales. Las
diversas temporalidades que se superponen en el
paisaje podrían hacer que parezca inaprensible,
sin embargo, es a partir del estudio de los procesos
históricos que han dado forma al paisaje que este se
revela como categoría formal del territorio. Se trata
pues de conocer las continuidades y los quiebres
tanto formales como funcionales de los elementos
paisajísticos -entre ellos, evidentemente, los
arquitectónicos- con el fn de enriquecer aquello que
conocemos como patrimonio
2
(Pineda, 2003).
Es así que por un lado el territorio se presenta
como una unidad espacial y socialmente moldeada
y vinculada a las relaciones de poder, y por otro,
el paisaje se manifesta como la convergencia
espacio-temporal de los elementos de la naturaleza
y la cultura. El análisis del paisaje permite conocer
como las comunidades humanas se han vinculado
con el espacio inmediato, transformándolo ética y
estéticamente a través del tiempo (Urquijo Torres
y Barrera Bassols, 2009). Por lo tanto, el paisaje
solo puede ser entendido como resultado de una
construcción social, una expresión de la cultura.
La naturaleza concebida como paisaje natural, es
la matriz de fondo de la cual se deriva el paisaje
cultural
3
. A través de mecanismos artifciales, los
ecosistemas naturales se transforman en campo o en
ciudad (Gastó Coderch et. al., 2010).
Para que un territorio se manifeste como
paisaje, es necesario que exista una articulación,
es decir, una unión fexible pero estable entre
los diferentes elementos que lo constituyen,
formando una entidad visual y espacial, donde
los componentes se presenten enlazados, ligados,
entretejidos en una síntesis perceptual. La
articulación que permite que un territorio adquiera
el carácter de paisaje va más allá de los elementos
1 La háptica refiere a lo táctil, como la óptica a lo visual o
la acústica a lo sonoro.
2 “El concepto de patrimonio remite a la noción de legado,
una herencia de especial valor que es necesario identificar,
proteger, conservar, rehabilitar, poner en valor y, también,
transmitir a las generaciones futuras” (Vinuesa, 2011, p.
564).
3 Entenderemos a partir de este momento, que el término
paisaje hace referencia al paisaje cultural.
naturales y su organización física, su valoración como
paisaje es el resultado de la cultura y de las relaciones
sociales que se producen en el tiempo (Galimberti et. al.,
2018), es decir de la interacción entre los individuos y el
medio ambiente. Cuando se habla de territorio, también
se lo hace, ineludiblemente de la sociedad que allí se
asienta (Checa-Artasu et. al., 2015). En este sentido, la
arquitectura, como acción humana transformadora del
espacio, juega un rol primordial en la construcción de
los territorios y los paisajes.
Ruralidad y arquitectura doméstica
El concepto de ruralidad no es unívoco. De
hecho, existen por lo menos dos defniciones que
podrían considerarse contrapuestas o complementarias,
ya que por un lado la ruralidad haría referencia a
los “hechos y fenómenos que suceden en áreas de
baja densidad poblacional vinculada a la producción
de bienes primarios o agropecuarios” mientras que
por otro, se trataría de “la forma de relación que se
establece entre la sociedad y los espacios rurales y a
partir de la cual, se construye el sentido social de lo
rural, la identidad y se moviliza el patrimonio de dichos
espacios” (Sili, 2009). La primera defnición resulta
demasiado estática y limitada, puesto que solo toma en
cuenta el carácter demográfco y funcional del espacio,
por eso resulta mucho más adecuada la segunda, ya que
profundiza en los procesos y los vínculos entre el ser
humano y su entorno. La ruralidad no solo es una forma
particular de espacialidad, es decir un tipo de relación
entre el sujeto individual o colectivo y el espacio, sino
también una forma de apropiación de lo rural. Se trata
de un proceso subjetivo en el que tanto individuos como
comunidades adquieren un sentido de pertenencia en
relación al territorio y al paisaje puesto que:
las imágenes y representaciones que los sujetos
tienen sobre las actividades, las costumbres,
sobre sí mismos y sobre los otros, les
permite a los hombres vinculados a las áreas
rurales construir y reconstruir sus propias
representaciones y símbolos, y a partir de allí
signifcar su propia historia rural y sus recursos.
(Sili, 2009)
Históricamente, la ruralidad ha producido sus
propias formas arquitectónicas ligadas a prácticas que,
satisfaciendo las necesidades del momento, garantizan
el equilibrio del territorio y, sobre todo, no ponen en
riesgo las condiciones de vida de las generaciones
futuras. Estas arquitecturas llegan a nuestros días como
patrimonio material e inmaterial, pero sin la capacidad
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
de seguir transcendiendo debido principalmente a las
transformaciones en los procesos de producción tanto
de los materiales como de la mano de obra implicada.
En la ruralidad, la sostenibilidad no es una elección,
una cuestión de gusto o incluso una alternativa
entre otras, es una respuesta casi involuntaria a las
condiciones imperantes en el territorio. Es más bien
la solución lógica frente a la necesidad de habitar, la
apropiación del espacio a través de la economía de
materiales y trabajo, casi sin desperdicio. Estos sistemas
constructivos son energéticamente muy efcientes y
responden adecuadamente a los riesgos naturales del
entorno, (fuertes lluvias, movimientos sísmicos, etc.),
dependiendo básicamente de su localización.
El territorio y el paisaje rural son producto de
las decisiones individuales y colectivas que se toman en
determinado momento, así como de los valores, ideas y
creencias de la sociedad que allí se asienta. Los objetos
arquitectónicos, como productos sociales, representan
una forma específca de quehacer y una tecnología
que permite la transformación del entorno natural
de acuerdo a las necesidades, intereses y objetivos
de quienes los producen. Entre los múltiples objetos
arquitectónicos que se materializan en la ruralidad,
sin duda la vivienda es el de mayor presencia -entre
el 70% y el 75% de todo lo edifcado es vivienda-, pues
tradicionalmente ha sido el espacio donde convergen
las actividades de producción y reproducción de
la vida, dándole sentido al individuo y al núcleo
familiar, ya que en ella se refejan tanto la identidad
de sus moradores, como los saberes y las prácticas
que tienen valor individual y social. Las imágenes
que componen el paisaje rural están marcadas
por la presencia de la arquitectura doméstica,
como vínculo primigenio entre el territorio y sus
habitantes.
Vivienda rural tradicional en el cantón
Ambato
La vivienda tradicional campesina tiene
dos formas de expresión importantes en el cantón
Ambato: la primera, característica de las áreas
consolidadas de las cabeceras parroquiales rurales,
es la que se ha visto considerablemente afectada
por los procesos de expansión urbana en la
Figura 1
Mapa de las parroquias del Cantón Ambato, Provincia de Tungurahua, Ecuador
Nota:
Elaboración propia
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María Susana Grijalva
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ruralidad. La concepción de la centralidad urbana
parroquial como un espacio de reproducción de
las formas arquitectónicas urbanas hegemónicas
y globales, descontextualizadas y sin identidad
propia, ha tenido un impacto muy importante,
especialmente en las parroquias más cercanas al
área urbana consolidada (Pinllo, Atahualpa, Augusto
N. Martínez, Cunchibamba, Izamba, Picaigua,
Huachi Grande, Santa Rosa). En las parroquias más
alejadas (Pilahuín, Pasa, San Fernando, Quisapincha,
Ambatillo, Constantino Fernández, Cunchibamba,
Unamuncho, Totoras, Montalvo, Juan Benigno Vela)
existe un mayor grado de conservación lo que podría
permitir la recuperación y revalorización de la
tipología característica de los centros poblados del
cantón. La segunda, propia de las zonas más aisladas,
es la tipología de vivienda aislada que se ha visto
fundamentalmente afectada por la incorporación
del lenguaje y la estética de la modernidad debido
al contacto con códigos y patrones globales de
producción espacial. Aunque muchas edifcaciones
se encuentran en pie, hay un importante porcentaje
que está en abandono, subutilizado o en muchos
casos, en ruinas; mientras a su lado se erigen
viviendas nuevas de acuerdo a los paradigmas y
códigos establecidos por el movimiento moderno.
La presente investigación está basada sobre
un barrido del territorio del cantón Ambato. A través
del análisis de tomas aéreas e imágenes satelitales
de Google Earth, de las fchas levantadas tanto por
el INPC como por el GAD Ambato y del trabajo
de campo en territorio se ha logrado identifcar y
localizar ejemplos de vivienda rural tradicional,
tanto en las áreas consolidadas como en las zonas
dispersas de la mayoría de las parroquias rurales.
Del mismo modo, mediante las historias de vida
y las entrevistas a propietarios y habitantes de los
inmuebles se ha conseguido profundizar en las
causas del deterioro, transformación o abandono
físico de la vivienda, así como de las necesidades y
expectativas que los sujetos tienen con relación al
futuro de estas edifcaciones.
Lógicas de implantación
La arquitectura tradicional ambateña
puede ser identifcada en dos diferentes contextos,
encontrando manifestaciones de este tipo de
arquitectura tanto en las zonas consolidadas como
en las áreas dispersas de las parroquias rurales del
cantón. En el análisis que hemos llevado a cabo se
pudo establecer que la mayor cantidad de elementos
levantados tanto por el INPC como por el GAD
Ambato se encontraban en cabeceras parroquiales,
-es decir en las áreas consolidadas-, probablemente
debido a que estas cuentan con mayor accesibilidad.
Sin embargo, en las zonas dispersas también existe una
gran cantidad de objetos arquitectónicos de interés,
realidad que ha podido ser constatada en el trabajo de
campo. Nuestro equipo levantó información en las áreas
dispersas de las parroquias de Constantino Fernández,
Juan Benigno Vela, Montalvo, Pilahuín, San Fernando,
Santa Rosa, Totoras
4
, Cunchibamba y Unamuncho
5
,
cuyos datos eran insufcientes o defcientes, de acuerdo
al análisis de las fchas del INPC y del GAD Ambato,
pero que a través del Plan Cantonal de Vivienda de
Ambato (2018)
6
pudieron ser reconocidas en el territorio.
Contamos por lo tanto con un universo de ochocientos
elementos repartidos en el territorio cantonal, con un
porcentaje similar entre las edifcaciones registradas
ubicadas en áreas consolidadas y aquellas localizadas en
zonas dispersas
Las lógicas de implantación de la arquitectura
tradicional ambateña se relacionan con los criterios que
han sido tomados en cuenta para ubicar y orientar los
elementos construidos tanto en el territorio como en
el paisaje, ya sea en las aglomeraciones o en las áreas
dispersas. Estas lógicas tienen que ver con la relación
entre la población y las actividades básicamente
agrícolas y artesanales que habitualmente se
desarrollaban en este espacio. La forma de implantación
permite establecer las condiciones que defnen la
pertinencia de la edifcación con relación al lugar, a
través del análisis de los componentes paisajísticos
pre existentes de origen natural, como la topografía,
la vegetación, los cursos de agua, y aquellos de origen
artifcial, así como las edifcaciones circundantes y la
trama o estructura parcelaria.
El emplazamiento de los objetos arquitectónicos
en las áreas consolidadas responde a dinámicas
urbanas, donde la centralidad y la proximidad son
fundamentales para el desarrollo de las actividades
generadoras de la aglomeración, sobre todo las que
involucran al sector terciario o de servicios. El núcleo
4 No existía información sobre la arquitectura tradicional de
las parroquias de Santa Rosa y Totoras, a pesar de contar con
cabeceras parroquiales consolidadas desde principios del siglo
XX.
5 No existía información sobre la arquitectura tradicional de
las parroquias Cunchibamba y Unamuncho pues se trata de
parroquias muy dispersas, cuyos ejes de desarrollo no son
nucleares sino lineales.
6 La consultoría para el Plan Cantonal de Vivienda de Ambato
realizó un diagnóstico detallado sobre la situación habitacional
en todas las parroquias del cantón, incluyendo la vivienda
tradicional y su forma de producción como un eje transversal
de política pública de vivienda y patrimonio.
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
central, generalmente organizado alrededor de la plaza
7
y la iglesia está conformado por manzanas regulares
ortogonales (cuadradas o rectangulares) con lotes o
parcelas de formas y dimensiones variables, pero que en
general podrían ser consideradas como minifundios
8
.
Frecuentemente, la localización de los inmuebles en este
contexto está integrada a la trama urbana; sin embargo,
el porcentaje de elementos no integrados da cuenta de
fallas en la planifcación
9
del territorio, sobre todo, a la
hora de incorporar elementos originalmente dispersos
al suelo de expansión de las cabeceras parroquiales.
A nivel manzanero, la mayor parte de los inmuebles
se ubican en tramo de cuadra, aunque también se
encuentran elementos en esquina de manzana. Así
7 En la actualidad, la plaza ha sido reemplazada por un parque
o cancha.
8 En muchos casos incluso llegan a ser microfundios, lo que
inevitablemente implica un cambio de uso de suelo, pues este
tipo de lote o parcela solo permite actividades urbanas.
9 Esta realidad responde a la idea de planificar el espacio
urbano a partir de una estructura vial cuyo principal objetivo
es acelerar los desplazamientos.
mismo, la mayoría de las viviendas están adosadas
o pareadas, si bien también existen edifcaciones
aisladas, aunque en menor cantidad.
En las zonas dispersas encontramos
una lógica de implantación distinta, marcada
fundamentalmente por la relación del lote con las
vías de acceso, carreteras o caminos. También aquí
se puede ver que la gran mayoría de las viviendas
se hallan integradas a la estructura parcelaria,
ubicándose mayoritariamente sobre una vía
principal o secundaria, muy pocas lo hacen sobre
vías de acceso exclusivas. De igual manera, las
viviendas se encuentran principalmente en borde de
vía, en menor cantidad se ubican al interior del lote.
Es importante notar que el hecho de encontrarse
en borde de vía no signifca que este haya sido el
emplazamiento original de la edifcación, pues la
vialidad no solo de las áreas rurales del cantón sino
de toda la provincia de Tungurahua es bastante
reciente y forma parte de un modelo de desarrollo
territorial que privilegia la accesibilidad por
vías asfaltadas a todos los espacios productivos
con el objetivo de conectarlos con los centros
de distribución. Esto representa una importante
Figura 2
Localización de viviendas tradicionales en las parroquias rurales del cantón Ambato
Nota: Elaboración propia
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
pérdida de caminos, senderos y rutas que
respondían a las dinámicas locales y comunitarias,
así como de transformaciones signifcativas en la
arquitectura de las viviendas tradicionales-creación
de nuevos accesos, apertura de vanos, cierre de
portales o galerías, cambios de nivel, etc.
Por otro lado, el emplazamiento también
tiene que ver con la relación entre el objeto y su
orientación en el espacio, pues los elementos que
lo conforman no son homogéneos, responden a
jerarquías establecidas tanto por las actividades
reales como por las funciones simbólicas que se les
atribuye. Es así como la elevación principal
10
de los
inmuebles localizados en las zonas consolidadas
generalmente se orienta hacia el espacio público -la
calle o la plaza- mientras que en las zonas dispersas
suele estar dirigida hacia el sector de producción
o trabajo. Cuando la trama urbana o el trazado
10 Consideramos elevación o fachada principal aquella
en la que se ubica el acceso a los espacios internos de la
edificación, sea este mediado o no por otros elementos
como escaleras, portales o zaguanes, jardines, huertos u
otros.
vial reconfguran el espacio de la parcela, algunas
edifcaciones reorientan la elevación principal hacia
la calle o la vía, abriendo vanos que permitan tanto el
acceso directo desde el espacio público como la lectura
de la fachada como elemento jerarquizado del volumen.
Los cambios en los niveles o plataformas en los lotes,
consecuencia del replanteo vial, suelen conllevar
profundas transformaciones en la accesibilidad de las
edifcaciones, habilitando espacios en el subsuelo para
reconfgurar la relación del objeto con el terreno o
trastocando por completo la disposición de los accesos
al inmueble.
Patrones y tipologías
La arquitectura tradicional del cantón Ambato
se enmarca en lo que se podría considerar como
una constante en el territorio andino ecuatorial. Sin
embargo, los patrones constructivos y la materialidad
responden, por un lado, al proceso de mestizaje entre
las técnicas indígenas (especialmente ligadas al uso de
la piedra y la cangahua, así como del carrizo y la paja)
y los aportes hispánicos relacionados con el tapial,
el adobe, la madera y la teja; y, por otro lado, a las
Figura 3
Arquitectura doméstica vía a San Fernando
Fotografía:
María Soledad Salazar | URBANADATA
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
características propias de los diferentes pisos climáticos
que atraviesan el cantón, así como a la proximidad de
los recursos naturales. Si formalmente, la herencia
hispánica se evidencia a través de la volumetría, que
parte generalmente de una planta ortogonal y remata
en una cubierta a dos o cuatro aguas, materialmente
encontramos importantes variaciones que se adaptan
adecuadamente al territorio en el que se implantan,
independientemente del entorno más o menos
consolidado o disperso de su emplazamiento (Díez-
Martínez et al., 2016). Por otro lado, se debe recalcar que
los procesos de producción de vivienda popular están
fuertemente ligados a la idiosincrasia y cosmovisión
andinas, donde el trabajo comunitario y la minga son
esenciales, especialmente en las áreas rurales más
alejadas que son las que tradicionalmente han resistido
el embate de la modernidad y sus paradigmas.
La arquitectura tradicional rural del cantón
Ambato constituiría un repertorio tipomorfológico
específco en tanto y en cuanto sus variaciones serían
simplemente adaptaciones de un mismo patrón al
entorno inmediato. Esta adaptación no sería únicamente
formal, sino también funcional, pues permitiría el
desarrollo tanto de las tareas agrícolas como de las
actividades artesanales, ya que históricamente, en la
provincia de Tungurahua así como en el cantón Ambato
no se llegó a consolidar el sistema de hacienda, lo que
signifca la inexistencia de grandes latifundios y la
presencia de minifundios, cuyas dimensiones propician
el autoabastecimiento y la agricultura tradicional sin
excedentes que permitan intercambios importantes.
Para complementar esta economía de subsistencia se
incorporan actividades artesanales, como la producción
de objetos domésticos, textiles, calzado, cerámicos,
etc. Esto hace de la vivienda un espacio polifuncional,
de producción y reproducción autosustentable, que
se articula con las prácticas sociales, económicas y
culturales del territorio (Martínez, 1994).
Las tipomorfologías responden por lo tanto a las
condiciones específcas del entorno y de las actividades
humanas, es decir que están estrechamente ligadas
al territorio. En las áreas consolidadas encontramos
patrones formales en los que predomina la vivienda
de dos plantas, mientras en las áreas dispersas hay un
mayor equilibrio entre las edifcaciones de dos pisos y
las de un solo andar. Tanto en las viviendas de uno como
en las de dos pisos, la planta cuadrada o rectangular
es la que se encuentra con mayor frecuencia, aunque
también hay una importante presencia de edifcaciones
con planta en L. El número de crujías suele variar entre
una sola crujía y dos crujías, dependiendo de la altura de
edifcación y de la geometría de la planta. Las cubiertas
son siempre inclinadas, variando únicamente el número
de aguas o pendientes, de acuerdo a la forma de la
planta y al número de crujías. En general, podemos
decir que la mayoría de las cubiertas de edifcaciones
de planta cuadrada o rectangular se desarrollan
a dos o a cuatro aguas, mientras que aquellas que
cubren plantas en L suelen tener entre cuatro y seis
aguas.
La vivienda tradicional andina es, en muchas
ocasiones, vivienda progresiva. En algunos casos
pasó de tener una planta y una crujía, a crecer tanto
horizontalmente como en altura. Esto se debe al
crecimiento de los núcleos familiares, que en muchas
ocasiones incorporan a la familia extendida; en otros
casos a la necesidad de espacios de almacenamiento
para los excedentes de producción o a las
transformaciones de las economías rurales. La
fexibilidad de los sistemas constructivos vernáculos
hace que sea relativamente fácil desmontar una
cubierta para incorporar un entrepiso y habilitar
una planta superior. A diferencia de la arquitectura
contemporánea, estas edifcaciones siempre
mantienen una imagen unitaria, completa y
terminada, evitando el lenguaje de lo inacabado, tan
común en otras manifestaciones arquitectónicas.
De manera general, los añadidos en altura pasan
desapercibidos; sin embargo, cuando se trata de
otro tipo de adiciones, podemos ver que las crujías
se integran coherentemente, no así las cubiertas.
Esto podría deberse a la falta del conocimiento
técnico para resolver cubiertas complejas, pues
históricamente han sido resueltas solo a dos y a
cuatro aguas.
Si a nivel de confguración en planta no
existen variaciones signifcativas que se puedan
vincular con el entorno inmediato, no sucede lo
mismo en cuanto a la volumetría general, en la que
sí se puede identifcar elementos que caracterizan
la arquitectura de acuerdo a su localización,
dependiendo primeramente del contexto en el que
se ubican. Es así como en las áreas consolidadas
las viviendas se encuentran mayoritariamente
orientadas hacia el espacio público, mientras en
las áreas dispersas lo hacen hacia el interior de la
parcela, y por ello, encontramos elementos como
balcones y terrazas casi exclusivamente en las
zonas consolidadas. Portales y soportales son más
frecuentes en las zonas dispersas, pero no son
extraños en algunas áreas consolidadas
11
, aunque
regularmente no se encuentran orientados hacia el
espacio público sino hacia el interior del lote. En las
11 En Pilahuín se encuentra un conjunto urbano central
con características únicas en el que se puede identificar
este tipo de elementos.
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
Figura 4
Vivienda tipo
Fotografía:
María Soledad Salazar | URBANADATA
viviendas de dos plantas también encontramos la
escalera exterior como elemento formal y funcional
de la volumetría, pues implica la vinculación directa
del espacio exterior con la planta alta. En general,
esto signifca que existe una diferencia entre las
actividades que se llevan a cabo en las distintas
plantas, determinando que se trataría de espacios
especializados o destinados a fnes incompatibles o
por lo menos distintos. También puede representar
la división del espacio con el objetivo de acoger a la
familia extendida.
A nivel estructural, las edifcaciones cuentan
con cimentaciones de piedra en su gran mayoría,
aunque también se pueden identifcar basamentos
mixtos o de tapial. De igual manera, las cubiertas
son de estructura de madera y teja cerámica casi
en su totalidad. En las edifcaciones de dos plantas
o más los entrepisos son siempre de madera. Sin
embargo, para los demás componentes estructurales
las viviendas se adaptan de manera inequívoca
a su ubicación en el territorio, respondiendo de
manera coherente a las condiciones del entorno.
Hacia las partes altas o de páramo encontramos
mayoritariamente estructuras de muros portantes
de piedra, cangahua, tapial o adobón. A medida
que descendemos, se evidencia la presencia de
estructuras mixtas, con pórticos de madera y
mampostería de piedra pishilata, adobe y bahareque.
En los valles casi desaparecen los muros portantes para
dar paso a estructuras completamente aporticadas
de madera y bahareque e incluso exclusivamente de
madera. Lo mismo sucede con los cielos rasos, que a
mayor altitud suelen ser de esterilla, en las zonas de
menor altitud ya encontramos carrizo con o sin enlucir
y en los valles aparece la madera como acabado. En
cuanto a la mampostería no estructural, se puede decir
que la gran mayoría de las edifcaciones utiliza alguna
forma de bahareque para las divisiones internas de los
inmuebles, cuando estos lo requieren.
En el barrido inicial se identifcaron 984
elementos en el territorio, de los cuales se analizaron
341, en base a la cantidad y calidad de la información
que se pudo obtener tanto a través de los inventarios
como del trabajo de campo. A partir de la cuantifcación
de las características tipomorfológicas de los elementos
registrados se procedió a cruzar las diferentes variables
formales y materiales con el fn de encontrar los
patrones más comunes de vivienda tradicional rural.
Esto a su vez permitió crear un código para cada
tipología, compuesto de cuatro letras y tres dígitos.
La primera letra representa la geometría de la
implantación (R, L, C o I), el siguiente dígito seguido
de la letra P representa el número de pisos (1P, 2P o
3P), el dígito consecutivo previo a la letra C representa
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Figura 5
Vivienda tradicional rural ambateña. Tapial, cangahua y bahareque
Fotografía:
María Soledad Salazar | URBANADATA
el número de crujías (1C, 2C, 3C o 4C), el último
dígito seguido de la letra A representa el número
de aguas (2A, 4A, 6A). Las variantes de cada
tipología se identifcan a través de dos letras: la
primera caracteriza la elevación (A en el caso de
que el frente sea plano, B en el caso de que exista
un retranqueo) mientras que la segunda identifca
el tipo de estructura (A para la estructura de muros
portantes, B para las estructuras mixtas y C para las
aporticadas).
Formalmente también se ha podido constatar
que en las áreas dispersas predominan acabados
más sobrios y austeros, que van desde el material al
natural hasta el enlucido de tierra o cal; mientras que
en las áreas consolidadas se encuentran acabados
más vistosos, donde el uso de la piedra es un
importante símbolo de poder económico o político;
aunque en general lo que predomina es la pintura
de color, tanto para la mampostería como para los
elementos estructurales de madera como pilastras
y columnas. Los pisos son en general de piedra o
madera, pocas edifcaciones emplean cerámicos. El
suelo de tierra se mantiene solo en las edifcaciones
más antiguas y alejadas. Los elementos de cierre
como puertas y ventanas todavía son de madera natural
en su mayoría, aunque sea cada vez más frecuente su
reemplazo por perfles metálicos o de aluminio. Lo
mismo sucede, lamentablemente, con la mampostería
de bahareque que es constantemente sustituida por
el bloque alivianado, con la pérdida de las cualidades
térmicas que estas modifcaciones implican, además
de la huella ambiental y del impacto visual que tienen
en el territorio y el paisaje. Estas transformaciones que
aparentemente son superfciales, dan cuenta de las
nuevas dinámicas por las que atraviesa un territorio
donde la autoproducción ha sido históricamente la
forma más coherente de cubrir la necesidad de vivienda,
y que hoy en día se ve incorporado a las lógicas del
mercado y del capitalismo global, sin muchos elementos
que permitan hacerle frente a esta nueva situación, que
no solo empobrece las relaciones sociales, sino que pone
en peligro evidente nuestro patrimonio material, pero
sobre todo el acervo inmaterial contenido en él.
El estado actual de la vivienda tradicional rural
ambateña es contradictorio. Por una parte, hay una
gran cantidad de edifcaciones tradicionales (se han
registrado más ochocientos inmuebles de diversa
magnitud dispersos por todo el territorio). La mayor
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12
María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
parte de estas edifcaciones se encuentra en uso
(aunque estén dedicadas a otras actividades y su
función principal ya no sea la vivienda) y los grados
de intervención y alteración son relativamente bajos,
manteniendo las tipologías originales; por otra
parte, los niveles de mantenimiento y conservación
son relativamente bajos, especialmente en las
áreas dispersas. Los problemas relacionados con
la tenencia de la propiedad, la migración campo
ciudad, el cambio de uso de suelo, los cambios en
las dinámicas cotidianas de las parroquias rurales,
así como el acceso a nuevas tecnologías y patrones
culturales ajenos , también contribuyen a la pérdida
no solo de las expresiones materiales, sino a su
vez, del conocimiento que estas arquitecturas
representan para sus habitantes. Nuevas estéticas
y subjetividades les otorgan un valor superior a
materiales novedosos como el hormigón armado,
el hierro, el aluminio y el vidrio refectivo de color.
Del mismo modo, la losa plana, los grandes ventanales
corridos, los elementos en volado y otros códigos de
la modernidad empiezan a imponerse como forma
arquitectónica hegemónica, aunque poco o nada tengan
que ver con el entorno natural o el espacio edifcado.
La introducción de nuevas materialidades tiene
sentido si se toma en cuenta también el valor simbólico
acordado a los materiales contemporáneos, pues se
los considera superiores en cuanto a calidad y estética,
seguros, de gran durabilidad y poco mantenimiento,
es decir, todo lo opuesto a los materiales endémicos. El
valor de uso de la construcción vernácula se ve anulado
frente al valor de cambio que adquiere una edifcación
moderna, convirtiéndola en un lastre para el desarrollo
económico y la movilidad social de las familias y de las
comunidades rurales. Incluso desde la política pública
se estigmatiza el uso de estos materiales cuando se los
considera como parámetro para establecer el défcit
cualitativo de la vivienda, asociando cierto tipo de
Tabla 2
Caracterización general
CARACTERIZACIÓN | RESUMEN
IMPLANTACIÓNVOLUMETRÍA
GEOMETRÍAQ%# PISOSQ%
Rectangular18153%113941%
L9929%219958%
C 196%331%
Irregular4212%TOTAL341100%
TOTAL341100%
# CRUJIASQ%
PLANTA BAJA
124472%
Q%27422%
Muros portantes7121%3206%
Mixta15445%431%
Aporticada11634%TOTAL341100%
TOTAL341100%
# AGUASQ%
ELEVACIONES
210130%
FRENTEQ%411734%
Plano19758%64012%
Retranqueado14442%Otro8324%
TOTAL341100%TOTAL341100%
Elaboración propia
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13
La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
materialidad con pobreza o falta de condiciones
adecuadas para una vida digna. Si a eso añadimos
los intereses económicos que mueven la industria de
la construcción y al sector importador (principales
promotores del uso de nuevas tecnologías
constructivas), es evidente que mantener el
patrimonio se convierte en una tarea cada vez más
compleja pues no solo se pierde la materialidad sino
también el
savoir faire
ligado a las prácticas edilicias
tradicionales.
La desaparición de materiales y tecnologías
como el bahareque develan la situación actual
de los artesanos y de los actores detentores
de los saberes y prácticas tradicionales. El
envejecimiento natural de la población portadora
de este conocimiento y la falta de incentivos para
las generaciones más jóvenes, así como los costos
de fabricación incomparables con la producción
masiva, semi industrial o industrial, han signifcado
una competencia imposible de enfrentar desde
la perspectiva del mercado. Por otro lado, la
desarticulación de las relaciones sociales que
Tabla 3
Esquema de construcción de tipologías
REGISTROS
L1P1C2A7
L1P1C4A16
23
L1P2C4A4
L1P2C6A16
20
L2P1C2A5
L2P1C4A6
11
L2P2C4A6
L2P2C6A 20
26
80
L1P1C
L1P2C
L1P
43
L
L2P1C
L2P2C
37
L2P
TIPOLOGÍA
Elaboración propia
permiten el trabajo comunitario o la minga también
han socavado las formas tradicionales de producción
de vivienda. A través de las entrevistas a propietarios
y habitantes de inmuebles tradicionales se pudo
constatar que no existe posibilidad de acceder a las
técnicas vernáculas para el mantenimiento o reemplazo
de componentes como mampostería o cielos rasos.
Esto hace que en muchos casos se opte por construir
objetos arquitectónicos nuevos en su totalidad en
lugar de rehabilitar los inmuebles existentes, lo que
implica su abandono total o parcial o su subutilización
en actividades de bodegaje o crianza de animales,
contribuyendo aún más a su deterioro y posterior ruina.
Tanto los habitantes como los propietarios actuales de
los inmuebles muestran un gran interés porque estas
técnicas se mantengan, llegando incluso a manifestar su
disposición en formarse como artesanos especializados.
Otro importante problema al que se enfrentan los
propietarios de estos inmuebles es de orden económico.
Las parcelas han dejado de ser espacios productivos
o por lo menos autosustentables, convirtiéndose en
una carga para los propietarios, ya que, de acuerdo
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
Figura 6
Ficha tipológica
Elaboración
propia
Figura 7
Vivienda tradicional rural ambateña. Detalle constructivo
Fotografía: María Soledad Salazar | URBANADATA
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La vivienda rural tradicional ambateña: la arquitectura doméstica como elemento articulador del territorio y el paisaje
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
a los registros tanto del INPC como del GAD
Ambato, estos bienes están mayoritariamente en
propiedad de adultos mayores o de sus herederos
12
que no cuentan con los recursos necesarios
para invertir en el mantenimiento del bien. La
fnanciarización del mercado inmobiliario hace
que sea imposible adquirir a crédito un inmueble
de estas características o de conseguir créditos a
intereses razonables para rehabilitarlos. Los bancos
e incluso las cooperativas de ahorro y crédito
exigen que, para otorgar un crédito, la vivienda
cumpla con parámetros que descalifcan, sin
más, los sistemas constructivos tradicionales por
considerarlos poco seguros o poco rentables. En
este escenario, es prácticamente imposible pensar
en un asesoramiento técnico de calidad, a cargo de
profesionales o empresas privadas, ya que lo único
que haría es encarecer los procesos de recuperación
o rehabilitación, ya de por sí bastante costosos
debido al alto componente de mano de obra. Pese a
12 En las entrevistas realizadas en campo se pudo
corroborar esta situación.
todos estos inconvenientes, son sobre todo los adultos
mayores los que mantienen fuertes lazos emocionales
con una arquitectura que para ellos representa todavía
una forma de vida ligada a sus raíces.
Conclusiones
El estudio llevado a cabo en el cantón Ambato
muestra una importante articulación entre la
arquitectura doméstica tradicional, el territorio y el
paisaje. Se trata de una relación simbiótica entre lo
edifcado y el medio ambiente. Esta consonancia no
es producto de las preferencias o predilecciones de
los habitantes, sino más bien de su adaptación a las
condiciones que impone la naturaleza (la topografía,
el clima, los recursos disponibles, etc.) Se trata, por lo
tanto, de una asociación natural donde las comunidades
humanas se benefcian del entorno, transformándolo
sin causar daños o estragos irreversibles en el mismo.
Este tipo de conexión entre el ser humano y el espacio
es cada vez menos frecuente a pesar de su importancia
y trascendencia, no solo en términos materiales, sino
también en la construcción de subjetividades. La
vivienda es el lugar que acoge al núcleo familiar al
Figura 8
Vivienda tradicional rural. Cielo raso de esterilla
Fotografía:
María Soledad Salazar | URBANADATA
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María Susana Grijalva
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
mismo tiempo que permite la reproducción de la vida,
e históricamente representa el proyecto vital más
importante de un individuo y de su familia.
La arquitectura doméstica tradicional responde
de manera lógica y efciente a las necesidades concretas
de quienes la producen en el territorio. Existe una
notable racionalización tanto en el uso de los materiales
como en los sistemas constructivos empleados en
las edifcaciones analizadas, así como en su propio
funcionamiento. Es una arquitectura austera, sin
ninguna pretensión, más allá de aquella que implica dar
abrigo y servir de refugio, por eso logra fundirse con
el entorno sin ninguna difcultad. Son precisamente
esas características la que le permiten ocupar un lugar
privilegiado en la mente y el espíritu de sus habitantes,
pues les ayuda a reconocerse en ella y crea esa relación
de profundo apego que le ha permitido pasar de
generación en generación. Al tratarse de un modo
de producir que emana de las propias comunidades,
guarda una coherencia ética y estética tanto con el
factor social como con el componente paisajístico,
ya que, al no ser un elemento irruptor, mantiene la
armonía resultante de la repetición de un mismo patrón
con variaciones más bien simples. La integración
con el paisaje se da entonces, no por la presencia de
elementos únicos e irrepetibles, sino por la capacidad de
reproducir imágenes que remiten siempre a la idea de
equilibrio entre lo humano y la naturaleza.
Fecha de recepción:
30 de junio de 2023
Fecha de aceptación:
14de noviembre de 2023
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