Irmela Herzog
The Rhineland Commission for Archaeological
Monuments and Sites, Bonn, Alemania
i.herzog@lvr.de
Karina Neumann
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador
karinaneumann@hotmail.com
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan
(Capacñán) en el valle de Guayllabamba (Sierra Norte del Ecuador)
Route and road: memory, history and archaeology of the Qhapaq Ñan
(Capacñán) in the Guayllabamba Valley (Northern Highlands of Ecuador)
Alden Yépez
Ponticia Universidad Católica del Ecuador, Quito
amyepez@puce.edu.ec
Ana María Sevilla
Universidad San Francisco de Quito, Ecuador,
anasevillaperez@gmail.com
Jorge Anhalzer
Investigador independiente, Quito, Ecuador
jorge.juan.anhalzer@gmail.com
María Antonieta Vásquez
Investigadora independiente, Quito, Ecuador
mariantovh10@gmail.com
Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
INPC
https://revistas.patrimoniocultural.gob.ec/ojs/index.php/INPC
INPC Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador,
09/2023-02/2024, vol. 1, nro.1, e2
Periodicidad: semestral - continua
https://doi.org/10.5281/zenodo.10037192
Resumen
La investigación de caso que aquí presentamos diferencia “ruta” de “camino” y clarica mejor la comprensión y
el estudio de los sistemas viales antiguos asociados con el Qhapaq Ñan.
1
Se trata del tramo identicado entre la
localidad de la loma de Azuajatu, en la parroquia de Guayllabamba, y la loma de Gualaquincha, en la parroquia
de Calderón (10,8 km lineales). Este tramo se subdivide en 4,8 km de camino documentable, con uso de vehículo
aéreo no tripulado (VANT) y recorridos pedestres, y 6 km de camino reconstruible mediante el análisis de menor
coste sobre la topografía del terreno, para identicar la/s ruta/s óptima/s del camino. Creemos que el tramo
coincide con el recorrido del soldado Cieza de León hacia mediados de 1540 (¿1544-45?), cuando va desde los
“aposentos de Cochasquí” hasta el actual Centro Histórico de Quito, pasando necesariamente por sobre el río
Pisque y, por las razones geográcas, históricas y arquitectónicas que mostraremos, por una angostura del río
Guayllabamba utilizada como paso obligado en aquella época. Por el estado actual de conservación del tramo y
por su interrelación con varios sitios arqueológicos monumentales de clara liación inca, creemos conveniente
desarrollar un programa de puesta en valor que tome en cuenta la participación activa de las comunidades
de las parroquias de Guayllabamba y de Calderón, y demás actores sociales interesados en la salvaguarda
patrimonial del Capacñán.
2
1. El término “Qhapaq Ñan” expresa la fonología del quichua cusqueño y fue adoptado por convención por la Unesco para denominar a
todo el sistema vial andino, el que representa una herencia patrimonial invaluable para Suramérica y la humanidad en general (Unesco,
2014).
2. Adoptamos el término “Capacñán” acorde con la multiplicidad morfosintáctica y fonológica del quichua que se desarrolló en la región
andina ecuatorial, luego de la llegada de los incas, reconociendo así formas cognadas del quichua cusqueño con lenguas barbacoas
modernas (Floyd, 2022). Por otro lado, consideramos que “capac” está inserto como prefijo en otros topónimos de la región andina
ecuatorial y que Capacñán denota “camino principal” (Anhalzer, 2022a y b).
Palabras clave: Qhapaq Ñan, Capacñán, ruta y camino, valle y río Guayllabamba, monumentalidad inca.
Abstract
The case study research presented here distinguishes “route” from “road” and claries the understanding
and study of ancient road systems associated with the Qhapaq Ñan
1
through a case study. This is the section
identied between the hill of Azuajatu, in the municipality of Guayllabamba, and the hill of Gualaquincha, in
the municipality of Calderón (10.8 linear kilometres). This section is divided into 4.8 km of documentable road,
using unmanned aerial vehicles (UAV) and pedestrian routes, and 6 km of reconstructable road, using least-cost
analysis of the topography of the terrain to identify the optimal route(s) of the road. We believe that the section
coincides with the route taken by the soldier Cieza de León around the mid-1540s (1544-45?), when he went
from the “aposentos de Cochasquí” to the current historic centre of Quito, necessarily crossing the Pisque River
and, for geographical, historical and architectural reasons that we will show, a narrowing of the Guayllabamba
River, which was used as an obligatory passage at that time. Due to the current state of conservation of
the section of the road and its relationship with several monumental archaeological sites with a clear Inca
afliation, we believe it is advisable to develop a programme of improvement that takes into account the active
participation of the communities of the municipalities of Guayllabamba and Calderón, as well as other social
actors interested in the preservation of the heritage of the Capacñán.
2
Keywords: Qhapaq Ñan, Capacñán, route and road, Guayllabamba river and valley, Inca monuments.
1. The term “Qhapaq Ñan” expresses the phonology of the Cusco Quichua language and has been adopted by convention by Unesco to
name the entire Andean road system, which represents an invaluable heritage for South America and humanity in general (Unesco, 2014).
2. We adopt the term “Capacñán” in accordance with the morphosyntactic and phonological diversity of the Quichua that developed in
the equatorial Andean region after the arrival of the Incas, thus recognising cognate forms of Cusco Quichua with modern Barbacoan
languages (Floyd, 2022). On the other hand, we believe that “capac” is inserted as a prefix in other toponyms of the equatorial Andean
region and that Capacñán means “main road” (Anhalzer, 2022a and b).
3
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Introducción
El Qhapaq Ñan (“Camino Real”) es un camino
formal con un trazado bien planicado que unía la
frontera norte del Imperio inca (en el extremo sur de
Colombia) hasta el noroeste argentino (Chilecito, en la
provincia de La Rioja). Al norte de la ciudad del Cusco,
capital del Tahuantinsuyo, cruzaba preferentemente los
altos valles de los Andes y los nudos montañosos que los
separan, corriendo de oeste a este entre el Cusco hasta
el actual departamento de Ayacucho y luego al noroeste
y norte hasta el norte del actual Ecuador (Hyslop,
1984; Fresco, 2004). El trazado del camino, buscando
la ruta más conveniente de acuerdo con la topografía
local, pretendía la senda más directa posible entre las
principales capitales provinciales del Imperio (Hyslop,
1984). Hacia el norte (chinchaysuyo): Vilcashuamán,
al sur de la ciudad de Ayacucho; Huancayo, en el
departamento de Junín; Pumpu, en la puna de la laguna
de Junín; Huánuco Pampa, en la puna del departamento
de Huánuco; Huamachuco, Cajamarca y Huancabamba
(en la Sierra Norte peruana); Tomebamba, en la actual
ciudad de Cuenca, Riobamba y Quito.
Esta ruta troncal había sido construida con una
técnica muy elaborada, con piso empedrado, puentes
en ríos y quebradas (simpachaka o puentes colgantes
y allpachaka o puentes de troncos). La anchura de esta
vía era variable entre alrededor de 4 y 8 m, con tramos
mucho más amplios en las zonas de mayor tráco, como
en las cercanías del Cusco. Cada lado del camino estaba
delimitado por muros de piedra, generalmente sin
labrar (en el norte del Ecuador ciertos tramos de estos
muros eran de bloques de cangahua [Fresco, 1984] y en
la costa peruana, de adobe), y algunas veces por hileras
de plantas de cabuya. Entre Quito y Otavalo existen
largos trechos en que el camino corre a lo largo del
fondo de un amplio foso articial.
En los tramos largos de fuerte pendiente, el
camino seguía un trazado en zigzag para reducir
la gradiente, con escaleras de piedra en las partes
más escarpadas. El camino disponía también de
alcantarillado para evacuar el agua de la lluvia en zonas
en que esta podía erosionarlo.
A ambos lados de esta troncal salían un gran
número de caminos laterales hacia las zonas alejadas
de la ruta seguida por el Qhapaq Ñan, que generalmente
tenían similares características constructivas, pero
dimensiones mucho menores que las de la vía principal
(entre 4 y 3 m aproximadamente).
A lo largo de los caminos incaicos existían
alojamientos para viajeros o “tambos”, con depósitos
de alimentos, ropa y calzado (ojotas), así como armas
para los soldados en tránsito. Estos alojamientos
principales se hallaban a distancias regulares de 30-
35 km, correspondientes a una jornada de viaje, y
disponían de un personal permanente de servicio
(“tambocamayos”).
La existencia del Qhapaq Ñan en el norte
del Ecuador, al sur de la provincia de Imbabura
y al extremo norte de Pichincha, ha concitado la
atención de la arqueología, porque sus evidencias
no han resultado muy claras. Hyslop (1984), por
ejemplo, concentra su atención en el sur ecuatoriano
(tramo Tomebamba-Achupallas) y al norte, la región
colindante con Quito, le dedica un pequeño párrafo,
el mismo que se apoya en los estudios etnohistóricos
para resaltar la complejidad del sistema de caminos
en esta región, pues señala la presencia de algunas
rutas laterales (p. 36). Efectivamente, si revisamos el
mapa del “Camino Inca” que elabora Hyslop (1984,
g. 1.1) se observa que desde Quito hacia la periferia
se expanden tres rutas laterales (una al poniente y
dos al naciente) y una transversal hacia el norte. Esta
representación espacial ha permanecido perenne en
mapas arqueológicos hasta recientes publicaciones
(D´Altroy, 2017, Fig. 1; Covey et al., 2017, Fig. 1), sin
considerar las dicultades que advirtió Hyslop en
su publicación original. En esta investigación se
trata de entender la salida al norte de Quito que se
muestra en ese mapa, pero no como ruta sino como
camino a partir de los indicios que permitan su
documentación, aunque para identicar el camino
fue necesario en primera instancia entender la
ruta. La salida al norte de Quito que se conecta
con los aposentos de Cochasquí y más al norte con
el sitio inca Caranqui fue parte de la troncal del
Qhapaq Ñan, es decir, este tramo debió ser una vía
de primer orden dentro de sistema vial del Imperio
inca. Consecuentemente este trecho sería de igual
importancia como aquellos que conectaron las
capitales provinciales en el sur del Imperio inca.
Debido a la trascendencia de esta hipótesis, en esta
investigación queremos aproximarnos de manera
fáctica a este segmento troncal, para entender en
terreno y en archivo los elementos que denan su
naturaleza imperial.
Esfuerzos anteriores han reconocido
la escasez de vestigios materiales del Qhapaq
Ñan existentes al norte de Quito y por ello se ha
reconstruido una ruta aproximada, que tiene en
cuenta varios hitos importantes desde el sitio
arqueológico inca Caranqui, pasando sobre
los aposentos de Cochasquí, luego el valle de
Guayllabamba hasta llegar al actual Centro Histórico
de Quito (Fresco, 2004, p. 77) y que se la puede
delinear así:
San Antonio de Ibarra, Atuntaqui, Cotacachi,
Ilumán, Quinchuquí Alto, La Compañía,
4
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
Ágato, Otavalo. Partiendo de Caranqui se
enlaba por las faldas del voln Imbabura
y atravesaba los sectores de Chorlaví,
Tanguan, San Pablo (Sarance, en la
toponimia antigua), Mojanda, Cochasquí,
Jerusalén, Guayllabamba, Carapungo,
Zámbiza, Llano Chico, Comité del Pueblo,
El Inca, Av. 6 de Diciembre y el palacio de
Huayna Cápac, en la plaza de San Francisco
(Almeida, 2015).
La fuente originaria de información de los
estudios citados se encuentra en las crónicas más
tempranas, principalmente la proporcionada por
Cieza de León (2005/1553), y la manera cómo se
pondera la ubicación de sitios arqueológicos para
trazar las rutas prehispánicas y de manera especial
el “Camino Real”.
La toponimia no sustituye al Capacñán
Al igual que otros investigadores y
estudiosos del Qhapaq Ñan, quienes consideran las
descripciones más evocadoras (Altroy, 2017, p.
16; Covey et al., 2017, pp. 49, 52), reconocemos en
la obra del soldado español Pedro Cieza de León
(2005/1553) un aporte sustantivo en la identicación
del Capacñán como la columna vertebral, para la
articulación social, económica, política y militar
del Tahuantinsuyo: “Y puede ser éste tenido en
más estimación, así por los grandes aposentos y
depósitos que había en todo él, como por ser hecho
con mucha dicultad por tan ásperas y fragosas
sierras, que pone admiración verlo” (p. 106). En el
segmento descrito entre “los pueblos y las provincias
que hay desde la villa de Pasto hasta la ciudad de
Quito” menciona en dirección norte-sur: la villa de
Pasto, el valle de Atris, el pueblo de Funes, el pueblo
de Iles, los aposentos de Gualmatán e Ipiales (p.
106). Llama mucho la atención que Cieza de León
avizora el “camino de los Ingas” antes de llegar a una
provincia pequeña que lleva por nombre “Guaca” y
poco después del puente de “Lumichaca” (Rumichaka,
“Puente de Piedra” en castellano), y que se reere
a “caminos” simplemente a las vías que llevan a
los pueblos o lugares que estarían antes de las dos
últimas localidades. Consecuentemente debemos
enfatizar que Cieza de León documentó una larga
ruta con topónimos importantes asociados al
“Camino de los Ingas”, recorrido por él en la región
andina del actual Ecuador hacia mediados de los
1540, es decir, una década después de la muerte de
Atahualpa, acaecida en Cajamarca en 1534 (Bray
y Echeverría, 2014, p. 187). El paso de Cieza de
León por el valle de Guayllabamba se dio pocos días
antes de cruzar el rincón territorial suroccidental de
la hoya de Quito. En efecto: En el año de 1545 Pedro
Cieza de León (1947: 392-393) estuvo de paso por el lugar
y anota que luego que los viajeros salen de la ciudad
de Quito y se dirigen hacia la ciudad de Tomebamba
(es decir hacia el sur), por el camino real incaico, se
llega a un pueblo llamado Panzaleo, cuyos naturales
dieren en algo de los restantes comarcanos” (Moreno
Yánez, 1981, p. 68, énfasis nuestro). Los topónimos
mencionados por él sirven como hitos geogcos
modernos para identicar el trayecto, la dirección,
distancia linear recta, pero no sustituyen al “Camino de
los Ingas, porque las características físicas y los rasgos
constructivos deben permitirnos su ubicación espacial
en un sistema de coordenadas X (latitud), Y (longitud), Z
(altura).
Aunque evidentemente Cieza de León no usó un
sistema cartográco para ubicarlo, nos distanciamos
de aquellas investigaciones que conectan, con líneas
en cartografía plana, los hitos geogcos modernos
adscritos a la toponimia documentada por Cieza
de León en el s. XVI. Para nuestra investigación
resultan relevantes cuatro topónimos que marcan la
ruta de Cieza en su recorrido por la Sierra Norte del
Ecuador, desde los aposentos del Otavalo Antiguo
(Caillavet, 2000), hasta los aposentos de Cochesqui,
Guallabamba y Añaquito (Cieza de León, 2005/1553,
p. 113), concentrándose nuestra atención en los dos
últimos topónimos, porque entre ellos creemos haber
identicado el camino que transitó el cronista antes de
llegar al actual Centro Histórico de Quito (antiguo San
Francisco de Quito). En esta investigación procuraremos
diferenciar “ruta”, para asociarla con hitos geogcos
de la cartografía histórica y moderna, que orientan
la trayectoria del “camino”, en tanto que a este lo
llamaremos de manera indistinta “Camino de los Ingas,
“Capacñán” (Qhapaq Ñan) o “Camino Real de los Incas.
Memoria oral y memoria documental:
en busca de una identidad local material
Interesado por estos asuntos del camino
principal de los incas, uno de los autores de este estudio
(Anhalzer) relata haber recibido la noticia de unos
lugareños de Guayllabamba (la familia Neumann)
de la presencia de un antiguo puente que cruzaba el
caudaloso y profundo río epónimo. Fue hacia allá y
con gran sorpresa encontró que las rocas base de los
estribos eran pulidas, pero no cinceladas, sugiriendo
dos posibilidades: 1. Las rocas fueron labradas durante
la época inca y reutilizadas durante la Colonia para
el basamento del puente o 2. Estas fueron labradas
durante la época colonial con tecnología de tradición
5
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
incaica. Como sugiere un estudio arquitectónico y de
tecnología inca, el trabajo y las herramientas usadas
en el procesamiento de bloques de piedra fue “… por
percusión y se la perfeccionaba por abrasión, mediante
frotamiento con piedras chatas o maderas duras y
uso de arena como material abrasivo y, naturalmente,
abundante agua” (Calvo, 1987, p. 131).
El también conocido como “Puente Quebrado”
(Sevilla, Anhalzer y Greeneld, 2023, p. 94) está en
la más estrecha angostura del río Guayllabamba; no
hay otro sitio más adecuado donde se pueda tender un
paso. En su crónica, Cieza de León relat a su paso por el
Camino Real de los incas en el tramo entre Cochasquí
y Quito donde hay que cruzar varios ríos, provistos de
buenos puentes (2005/1553, p. 112). En este tramo, tanto
el Pisque como el Guayllabamba son los mayores ríos
que se deben atravesar.
Encontrado este puente y sus sugerentes piedras
bases, nos dedicamos a la tarea de buscar los vestigios
del camino que llega a él por oriente, tanto como el que
sale del otro extremo a occidente. Para sorpresa nuestra,
dicho camino no solo es muy visible desde el aire, o en la
fotografía satelital de Google, sino que pese al abandono
de siglos y al restablecimiento de la vegetación nativa,
una vez identicado desde la altura, fue fácil su
encuentro a ras de suelo. Quedan aparte muy visibles
unos “quingos” (zigzags), propios de la caminería inca,
trazados para superar la loma que desde el río conduce
a la zona de Carapungo.
Dicho camino tiene las características de otros
tramos reconocidos del Qhapaq Ñan, como el que
hasta hace poco corría por la arista de Puengasí al
sur occidente de Quito y del que sobreviven pequeños
trechos; las similitudes se encuentran en tener unos
5 metros de ancho, además de un declive consistente
y adecuado para vencer las alturas o quebradas a pie
(Mejía, 2023).
Suma a las evidencias para considerar a este
camino como la vía inca, el hecho de que sobre la loma
denominada actualmente “El Jardín”, al oeste de la de
San Luis”, en un alto promontorio justo antes de bajar
al profundo cañón que el río ha excavado, quedan los
restos de una “apachita”, en la que sobreviven aún los
cantos rodados ajenos a la geología local, muestra de
las ofrendas que los antiguos viajeros hicieron para
pasar con bien esa garganta natural. Sobre este ítem
importante nos referimos con más detalles en un acápite
de este estudio.
Las terrazas prehispánicas que cortan la
pendiente, bajo las cuales pasa el camino (acápite
“terracería agrícola”), así como el pucará sobre la loma
de San Luis, al extremo oriental del tramo relatado
(siguiente acápite), constituyen más evidencias que
soportan la hipótesis de interpretar este tramo como
parte integrada al Capacñán.
Registro del camino y de la
monumentalidad arqueológica:
una asociación necesaria
Atravesado el río Pisque, probablemente en el
sector conocido como “Playas del Pisque” (Instituto
Geogco Militar, IGM, 1989), un tanto al este de
la localidad “Cabuyal, siguiendo la simbología de
la carta topográca más antigua de la región (IGM,
1928), creemos identicar la entrada norte del tramo
del camino estudiado. Este parece haber pasado
entre dos lomas: Asuajato (IGM, 1989) o Azoacato
(IGM, 1928) y Redonda. Sobre la loma Azoacato, Bray
reporta la presencia del pucará inca Z3-B1-015 (1990,
p. 398, Fig. 8.2.). La sendería marcada en las cartas
topogcas guarda mayor cercanía con la loma
Redonda que con la de Azoacato.
En los últimos años, varios estudios han
aplicado cálculos del camino de menor costo (least-
cost path, LCP) para identicar la ruta óptima más
probable que conecte sitios arqueológicos (para una
visión general, véase Herzog, 2020; aplicaciones
en los Andes han sido publicadas por ejemplo por
Yamamoto, 2012, y Gilio, 2018). En el presente
estudio de caso, el objetivo es reconstruir la antigua
ruta que conectaba el pucará sobre la loma San Luis
con el pucará de la loma Asuajatu.
Se han propuesto muchos métodos diferentes
para calcular los costos de movimiento, pero casi
todos dependen de la pendiente, que suele obtenerse
a partir de un modelo digital de elevación (MDE).
Los LCP de la gura 1 se basan en un MDE con una
resolución de 5 m, de modo que las variaciones
a pequeña escala de la supercie se han tenido
debidamente en cuenta. El algoritmo utilizado
calcula la pendiente con respecto a la dirección
del movimiento. Se generaron LCP de manera
bidireccional (de A a B y de B a A) o se promediaron
los costes de forma unidireccional, suponiendo que
la ruta se utilizaba en ambas direcciones. En lugar
de cálculos de costes basados en una serie de clases
de pendiente (por ejemplo, Gilio 2018; Yamamoto,
2012), ahora se aplican comúnmente funciones de
coste continuas, dependientes de la inclinación en
estudios de caso arqueológicos (Herzog, 2020). En
la tabla 1 se presenta una selección de ellas y en
la gura 1 se muestran los resultados de los LCP
correspondientes.
6
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
Tabla 1
Funciones de coste dependientes de la pendiente
Nombre/referencia Fórmula Propiedades
Tobler (1993);
aplicado por Covey et al.
cost(s, d) = 60* (d / 6*exp(-3,5 *
abs(s+0,05)))
Estima el tiempo en minutos
para caminar d km en una
pendiente con una inclinación
matemática de s.
Margaria:
Llobera y Sluckin (2007)
cost(s) = 2,635 + 17,37*s + 42,37*s²
- 21,43*s
3
+ 14,93*s
4
Función de coste peatonal: es-
tima el consumo de energía en
kJ/m.
6
th
:
Herzog (2013) basado en
Minetti et al. (2002)
cost(s) = 1337,8*s
6
+ 278,19*s
5
- 517,39*s
4
– 78,199*s
3
+ 93,419*s
2
+ 19,825*s + 1,64
Función de coste peatonal:
estima el consumo de energía
en kJ/(m*kg).
Q15:
Herzog (2013) basado
en Llobera and Sluckin
(2007)
cost(s) = 1 + (s / š
š = 0,15
Función de coste del vehículo:
š es la pendiente matemática
crítica, es decir, se evita subir
directamente pendientes
superiores a š.
Nota. El parámetro es la pendiente matemática, es decir s = 0,05 corresponde a una pendiente del 5%.
El algoritmo LCP utilizado en esta investigación
admite el movimiento en 48 direcciones, con un
resultado más realista que aquel de softwares que
generan secciones de ruta en solo ocho direcciones y
que se utiliza en muchos estudios arqueológicos de LCP
(por ejemplo, Gilio, 2018; Yamamoto, 2012; Covey et
al., 2017). En la gura 1, los LCP basados en modelos de
costes dependientes del declive son bastante diferentes,
pero todos coinciden salvo por pequeñas variaciones.
Por lo tanto, lo más probable es que el antiguo sendero
se encuentre en el corredor denido por este conjunto
de LCP. Es posible que el camino también fuera utilizado
por animales de carga, es decir, camélidos durante la
época prehispánica (y equinos durante la Colonia). Tras
la introducción de los camélidos, no hubo necesidad de
modicar los senderos existentes, ya que los animales
no tenían dicultades para subir las empinadas
pendientes. Los datos presentados por Tripchevic
(2008) sugieren que las caravanas de camélidos se
mueven al menos tan rápido como los humanos en
terrenos escarpados. Por lo tanto, las funciones de
coste dependientes de la inclinación para humanos se
consideran apropiadas para modelar el movimiento de
camélidos con cargas moderadas.
En otras partes de la zona atravesada por las
rutas calculadas, puede ser necesario un modelo de
costes más renado que incluya el de cruzar cursos
de agua, ya que un LCP derivado de una función de
costes dependiente del declive puede coincidir con
un curso de agua en algunos tramos. Esto se evita
introduciendo costes adicionales para cruzar
cursos de agua. En ubicaciones de vados o puentes
antiguos, estos valores deberían reducirse. Para
un estudio detallado de LCP con respecto a las
ubicaciones de los vados, véase Gilio (2018). Los LCP
de la gura 1 cruzan solo un río en una ubicación
que muy probablemente también fue utilizada por
rutas anteriores. Por este motivo, las funciones de
costes dependientes de la inclinación se consideran
adecuadas para esta parte de la ruta. En el futuro,
está previsto analizar secciones conocidas de la
ruta para identicar una combinación de factores
de coste que modele los patrones de movimiento
anteriores para toda la ruta.
La actual vía asfaltada, una vez coronada la
cuesta que sube desde el río Pisque hasta el abra
que da al valle de Guayllabamba, se dirige hasta el
siguiente redondel. Al sur de este, a ca. de 350 m
y a 2200 m s. n. m., se ubica lo que al parecer fue
la estructura de un posible puca, no reportado
por Bray (1990), seguramente por su mal estado
de conservación, pero aún se lo recuerda en la
memoria oral local (J. Anhalzer, comunicación
personal, 2022) y por esta razón, y por su cercanía
a la loma epónima, lo hemos denominado pucará
Azuajatu. Desde este sector y hacia el suroeste,
la reconstrucción digital del camino nos indica
que posiblemente la ruta antigua fue paralela a la
actual vía y se aleja un poco de ella hacia el sur a
distancias que vaan de 5 a 30 m, de manera que
7
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
existen pequeños tramos en los que identicamos un
leve solapamiento de la ruta reconstruida con la vía.
Es importante resaltar, sin embargo, que la ruta debió
pasar por la base de una ladera que es la extensión de
una meseta sobre la que reposa el pucará Z3-B1-013 y
una estructura de piedra Z3-B1-012, ambas de liación
inca (Bray, 1990, p. 398, Fig. 8.2.). Más adelante la ruta se
debió alinear de frente con la base de otra ladera sobre
cuya cúspide de montaña se emplaza el pucará inca
Z3-B1-002 (p. 398, Fig. 8.2.) o pucará Diego.
3
Aquí, a esta
montaña se la denomina loma San Luis (IGM, 1989) y en
este sector la vía moderna, así como la ruta reconstruida
se separan. La ruta reconstruida va por la base este de
la loma, en tanto que la vía va al sur y luego hacia el
oeste hasta llegar al puente moderno que cruza el río
Guayllabamba (ver gura 1).
El segmento de camino antiguo documentado
y que interpretamos como una parte importante del
Qhapaq Ñan (Capacñán) diere en la loma San Luis de la
ruta reconstruida. El camino sale al este de la base de un
impresionante sistema de terracería antigua,
3. Diego fue estudiante de la carrera de Arqueología de la
Universidad Católica de Quito. Su última salida de campo,
previo a su repentina muerte, se focalizó en la documentación
de este monumento.
seguramente construido para mantener un
sistema agrícola dependiente del agua estacional,
y sube a la cima de una arista de montaña por una
pendiente suave (ver gura 2). El empate del camino
con la arista se ubica a 1,19 km al oeste de puca
Diego (Z3- B1-002 en la terminología de Bray, 1990,
p. 398). Luego el camino se dirige sobre la arista
hasta llegar al extremo oeste de la loma San Luis.
Aquí cambia de nombre por el de loma “El Jardín”.
En este sector precisamente Bray identica a otro
aparente pucará inca, el Z3- B1-001 (1990, p. 398,
Fig. 8.2.), pero la evidencia que mostraremos nos
indica que se trata más bien de una apachita y no
de un pucará (ver más adelante gura 6 y notas
relacionadas). Luego, desde este hito el camino
baja por una pendiente bastante empinada y corre
paralelo al río Guayllabamba hasta cruzarlo. Aquí
se ubica un antiguo puente de construcción colonial
con posibles vestigios incas, como ya se mencionó
antes. El puente está a ca. 2 km al noroeste del
actual puente sobre el Guayllabamba y a 320 m
Nota. Interpretamos esta ruta como parte importante del Capacñán en el valle de Guayllabamba.
Figura 1
Ruta reconstruida, tramo pucará Z3-B1-015 hasta pucará Diego (Z3-B1-002)
8
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
al sur del río Coyago, en consecuencia muy cerca
de la unión del Guayllabamba con el Coyago (ver
gura 2 y gura 3). El puente se encuentra en una
zona baja del río dominada por colinas y montañas
de baja y mediana altura. La vegetación de bosque
seco, principalmente arbustiva, pequeña, colorida
y espinosa, se caracteriza por algarrobos, pencos,
chahuarqueros, tunas y arrayanes. Dentro del
imponente paisaje del abra del río Guayllabamba,
es excepcional la angostura sobre la cual es
construido el puente (ver guras 3 y 7). En ningún
otro lugar del valle están tan cerca la margen
izquierda y derecha del río. Ya en el lecho del
Guayllabamba, destaca el cañón del río que se abre
paso por entre rocas y montañas de fuerte pendiente.
El río se encañona y produce una angostura de entre
15 a 20 metros de ancho. Es así que el puente colonial
tiene un largo que alcanza los 13 metros y su alto
desde el extradós hasta el encuentro con las aguas
del río es de 20 metros. Se trata de un puente de
bóveda de medio punto de 10 metros de luz por un
ancho de calzada de 4 metros (INPC, 2023).
Si bien Cieza de León no menciona
especícamente que atravesó por el puente del río
Guayllabamba, relata de forma general que en el
trayecto de Cochasquí a Guayllabamba y de allí a la
ciudad de Quito “ay algunos ríos, y todos tienen sus
puentes: y ellos van bien desechados” (1553, fol. xlviii).
Apenas tres o cuatro años después del paso del cronista
por esos caminos, las actas de Cabildo (como veremos
más adelante) ya mencionan al puente de Guayllabamba
y la necesidad de ser refaccionado. Como en la etapa
de la Conquista se debió aprovechar de las vías y los
puentes aborígenes, forzosamente el puente sobre el
Guayllabamba al que hacen referencia las actas de
Cabildo del siglo XVI no era una construcción hispana.
La siguiente cita del padre Juan de Velasco (1844/1789)
también refuerza la idea de que el puente, en ese sitio,
era característico de la arquitectura inca. Al mencionar
las características de las vías incas jahua-ñan y ura-
ñan (alta y baja, respectivamente) y en referencia a los
puentes, Velasco dice lo siguiente:
Figura 2
Camino antiguo en Guayllabamba
Nota. Que interpretamos como parte importante del Qhapaq Ñan en este valle.
9
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Los puentes sobre las mismas vías se contaban
a millares, por ser sin número las quebradas,
los torrentes y los mayores y menores que
las cortaban a cada paso. Eran muy pocos
los ríos que pasaban navegando en balsas o
canoas. Todos los demás tenían los puentes
proporcionados a la naturaleza de los mismos
ríos. Acostumbraban hacer aquellos de cuatro
especies, esto es, de piedra, maderos, bejucos y
cuerdas. Los de piedra, llamados rumi-chaca no
eran fabricados de muchas piedras con mezcla,
sino en peñas vivas taladradas por debajo, donde
la localidad lo permitía, según el celebérrimo
que está a los connes de Quito. Sobre las
quebradas y ríos que brindaban la comodidad de
algún estrecho, no usaban otros que los puentes
de maderos atravesados, cubiertos con piedra
menuda y tierra, de la misma anchura que las
vías reales.
Sobre aquellos que no eran capaces de maderos
por su anchura, si no tenían peñas naturales
a los lados, fabricaban estribos de piedra
menuda con mucha mezcla de yeso y betunes
tan rmes, como si fuesen peñascos vivos de
gura cuadrada, según se ve todavía enteros
en la ciudad de Cuenca y varias otras partes.
Aseguraban postes sobre aquellos estribos, y
pasaban del uno al otro lado ciertas maromas
gruesas de bejucos tejidos o torcidos; y después
de bien templados a tormento, fabricaban
los puentes con palos atravesados, cubiertos
de piedra menuda y arena, asegurados de
pasamanos por ambas partes. A esta especie
de puente que causa horror a primera vista, se
pierde el temor de manera, que muchos lo pasan
corriendo, y tal vez sin apearse del caballo;
porque es lentísimo y corto el movimiento que
conserva.
Cuando son mayores los ríos, cuya rapidez no
permite navegación, y a cuya desmedida anchura
no alcanzan las maromas de bejucos, se usaron y
usan todavía las taravitas (1844/1789, pp. 60, 61).
Los puentes fueron fundamentales para el plan
de caminos inca: hicieron posible el sistema vial. Los
Andes esn divididos en regiones con cañones muy
difíciles de cruzar y los caminos son prácticamente
intransitables durante varios meses del año. Algunos
de estos ríos, como el caso del Guayllabamba,
representaron obstáculos severos dentro del paisaje
que sólo podrían ser superados mediante importantes
obras de ingeniería. De hecho, la tecnología inca de
construcción de puentes, perfectamente apropiada
para el contexto andino, no fue superada por siglos
(Ochsendorf, 2004; Penney, 2015). Grandes puentes
conectaban los caminos principales del sistema
vial inca que conducía a Cusco y estos jugaron
un papel importante y estratégico no solo en el
crecimiento del Imperio y su control, sino también
en el movimiento de bienes e información. Se estima
que, en el máximo momento de auge del Imperio
inca, puede haber habido hasta 200 puentes a través
de los Andes que ayudaron a conectar el sistema
de caminos (Ochsendorf, 2005). Sólo en el actual
territorio ecuatoriano, podemos argumentar que
existieron casi 30 puentes que permitieron cruzar
todos los ríos por donde cruza el Qhapaq Ñan.
4
Los datos consignados en las actas de Cabildo
del siglo XVI proporcionan información valiosa,
aunque incompleta, respecto al puente y al camino
materia de esta investigación. En la sesión del
27 de octubre de 1548 (apenas tres o cuatro años
después de que Cieza de León describiera su paso
por Guayllabamba) se dispuso que “… por cuanto
la puente de Guayllabamba está caída, por la cual
pasan los naturales de estas provincias a sus pueblos
y servicio que hacen a los españoles y no pueden
pasar por otra parte alguna … mandaron que la dicha
puente se haga muy bien” (Archivo Municipal, 1934,
pp. 97-98, f. 106). Las fuentes no revelan qué tipo de
refacción se hizo. Es poco probable que entonces
se haya edicado un arco de ladrillo con bases de
calicanto, tanto por la falta de un experto en puentes
en Quito cuanto porque las primeras décadas de la
vida colonial requirieron centrar los esfuerzos en la
defensa contra posibles ataques de los aborígenes.
La siguiente referencia es del 15 de octubre
de 1599 cuando el Cabildo decidió “…que la puente
del río de Guallabamba se haga, por el gran daño
que de no estar hecha resulta a los naturales y
otras personas, por ser el río grande y peligroso…
(Archivo Municipal, 1937, p. 362, f. 106). El puente
existente, acaso el puente inca o uno nuevo,
seguramente se había afectado en el terremoto de
4. A continuación, una lista propuesta de todos los ríos en
Ecuador que cruza el Capacñán y que debieron tener un
puente: 1. Carchi, puente natural Rumichaca, 2. Chota, 3.
Tahuando, 4. Pisque, 5. Guayllabamba, 6. Machángara, 7.
San Pedro, 8. Cutuchi, 9. Salache, 10. Ambato, 11. Mocha,
12. Chibunga, 13. Columbe, 14. Chipo, 15. Pumachaca,
16. Guasuntos, 17. Silante, 18. Car, 19. Burgay, 20.
Machángara de Cuenca, 21. Tomebamba, 22. Udushapa,
23. Oña, 24. San Lucas, 25. Catamayo, 26. Chiriyacu, 27.
Tambillo, 28. Espíndola. Todos los nombrados son ríos, no
quebradas. Además, hubo algunos puentes más sobre las
variantes del camino principal, como el Huascachaca sobre
el Jubones.
10
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
1587 que causó graves daños en Quito y que fue
devastador en Guayllabamba donde “…murieron
dos españoles y no quedó casa que no se asolase y el
Corregidor de allí me armó que veía hervir la tierra
y derribarse algunos cerros y abrirse en algunas
partes la tierra, quedar tan abierta que se podían
esconder veinte hombres en algunas concavidades
(Freire Rubio, 1991, p. 131).
Es posible que el pueblo de Guayllabamba
fuera trasladado a otro lugar después del terremoto.
De ser así tendría explicación la existencia del
“Pueblo Viejo” consignado en los mapas (IGM,
1928), así como en un estudio reciente (Cevallos,
2020, p. 150) y que resulta muy cercano al camino
documentado en esta investigación. Por otra parte,
daría luces sobre la elección de otro lugar por
parte del maestro cantero Juan del Corral para
la construcción de un puente nuevo de calicanto
a inicios del siglo XVII. La investigadora Susan
Webster documentó “las actividades del maestro
Corral en Quito entre mayo de 1603 y septiembre de
1607, fecha en que fue llamado a Lima por el Virrey
(2012, p. 134), actividades entre las cuales cuentan la
construcción de dos puentes de calicanto sobre el río
Guayllabamba y el Pisque (pp. 135-137). Los restos
de esos puentes se conservan aún (minas 5.1., 5.2.,
5.3).
A causa de las crecidas del río Guayllabamba,
los movimientos sísmicos a lo largo del siglo XVII
y las erupciones del Cotopaxi en los siglos XVIII
y XIX, fueron recurrentes las disposiciones del
Cabildo quiteño para nuevas construcciones y/o
reparaciones de varios puentes en la zona (los de
Guayllabamba, Pisque y Perucho); esto es materia de
otro estudio. Lo que interesa es la probable fecha en
la que se efectuó el arco de ladrillo y calicanto sobre
el denominado “Puente Viejo”. El 10 de abril de 1668,
después de los estudios efectuados por una comisión
conformada por el hermano Marcos Guerra, fray
Antonio Rodríguez, el padre Jacinto Román y Joan
Vázquez Albán, se dispuso: “Que el Procurador
General pida en la Real Audiencia facultad para que
el cabildo haga derrama de 6000 patacones para la
obra el puente de Guayllabamba en la angostura del
puente viejo y hacerlo de cal y canto” (Cabildo de
Quito, 10 de abril de 1668).
Mientras se reuan los fondos necesarios,
se fabricó un puente provisional de madera y no
fue sino hasta casi dos décadas después cuando se
retomó la idea de construir el de piedra y ladrillo
en la angostura, tal como se había determinado.
En junio de 1686, se adjudicó la obra a Bartolomé
Fuentes por un monto de 5000 pesos (Webster, 2012,
pp. 187-188). A pesar de que el arquitecto Fuentes
se había comprometido a terminar el puente en ocho
meses, la obra se demoró hasta 1691, tiempo en el cual
se cuestionó tanto la solidez de la construcción como el
lugar elegido años atrás.
El acta de la sesión del Cabildo abierto
correspondiente al 15 de junio de 1688 es esclarecedora
en cuanto al lugar donde Fuentes estaba fabricando el
puente y sus riegos. El capitán Antonio Egas Venegas de
Córdoba, uno de los cabildantes, armó que era
…de mucho inconveniente el que se prosiga
dicha obra donde está comenzada, por razón
de rodearse legua y media de camino caliente,
solo y enfermo, donde se corre riesgo de salud
y robos ... [y que se debería evitar el] caer en los
daños que experimentaron los antiguos que la
tuvieron en el paraje que se está fabricando dicha
puente, y que escarmentados de ellos, la mudaron
a donde hasta hoy se ha trajinado con el costo de
once mil y quinientos pesos, poco más o menos…
(Cabildo de Quito, 15 de junio de 1688).
Para la construcción del puente se utilizó mano
de obra indígena de los pueblos de Pomasqui, San
Antonio, Cotocollao, Calacalí, Zámbiza, Cumbayá,
Tumbaco, Puembo, Pifo, Yaruquí, El Quinche y
Guayllabamba. Fuentes solicitó treinta hombres de cada
pueblo, remunerándoles con “sus jornales cada uno a
real por día, de almorzar y cenar hasta poner la obra en
estado de cerrar el arco”. Resulta muy oportuno conocer
que la obra fue extremadamente difícil y que signicó la
pérdida de muchas vidas. De ello queda constancia en
una queja elevada por el protector de Indios, Ignacio de
Aybar, a nombre de los de Tumbaco:
En que reere los inconvenientes que tiene el que
estos indios sirvan en la fábrica de la puente de
Guayllabamba … porque no pueden ser llevados
a temple tan contrario como el de Guayllabamba
en que la experiencia ha mostrado el riesgo que
tienen en su vida pues solo de ociales albañiles
ya han muerto ahora un año en dicha fábrica
diez y nueve indios y de los peones muchísimos
más … añadiéndose a esto el riesgo de pasar ríos
de mucho caudal y sobre todo a experimentar
los rigores de Bartolomé de la Fuente … que
no contentándose con llevar violentos [sic,
violentamente] los Indios, les quita sus carneros y
lleva sus bueyes para la labranza de una estancia
que tiene en arrendamiento en la ladera del
pueblo de Guayllabamba, sirviéndose en ella de
los Indios y no en la fábrica de la puente… (de
Aybar, julio de 1689).
11
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
A pesar de haber tardado mucho más de lo
estipulado, parece ser que la obra fue entregada a
satisfacción de las autoridades pues no cobraron las
anzas dadas por Fuentes. Una vez concluido el puente y
el arreglo de los caminos hacia él, las voces discordantes
sobre la inconveniencia del sitio volvieron a alzarse.
A partir de 1696 hubo varias propuestas para rehacer
el puente en la parte del vado, obra que se hizo y se
reconstruyó en varias ocasiones.
Figura 3
“Puente Quebrado” sobre el río Guayllabamba
Nota. © Alden Yépez.
Hoy en día, el puente se encuentra en alto riesgo
de destrucción, tal como lo señala su cha de inventario
(INPC, 2023) cuya observación general dice lo siguiente:
Es urgente la intervención en dicho bien para
evitar que continúe su deterioro y posible pérdida
ya que la fractura existente es considerable. Se
requiere se realice una mayor investigación
histórica sobre este puente, información que
podría revalorizar su valor patrimonial. Según
lo que dispone el Art. 54 de la Ley Orgánica de
Cultura, el puente es un bien perteneciente al
patrimonio cultural nacional por su construcción
antes de 1940, de acuerdo a la información
del levantamiento realizado y por poseer
características y valores culturales e
históricos que deben ser protegidos y
conservados, es así que no requiere de otra
formalidad para ser reconocido como tal.
La cha de inventario no reconoce la
asociación entre el puente y el camino inca,
menciona únicamente la relación con “un chaquiñán
por el cual se accede al puente”. El estudio que
aquí presentamos es una contribución al vacío de
información sobre este bien patrimonial. Por otro
lado, el informe técnico emitido por arqueólogos
y especialistas en ejecución de proyectos
patrimoniales del Instituto Metropolitano de
Patrimonio (Guayasamín y Herrera, 2023) reconoce
que tanto las terrazas agrícolas, el segmento del
Qhapaq Ñan recorrido y el puente colonial tienen
un gran potencial histórico, por lo que deben ser
objeto de investigación. A su vez, las bases de piedra
labrada (del puente) deben ser estudiadas de mejor
manera para determinar su liación.
Este informe insiste nuevamente en que
“el puente colonial se encuentra en alto riesgo de
destrucción. Se pudo observar ciertos segmentos
caídos” por lo que “es urgente realizar medidas de
conservación y restauración del puente colonial
que es un bien histórico” (p. 7). El informe exhorta
que “dentro de los proyectos del 2023 que tiene
la DIDPP [Dirección de Investigación y Diseño de
Proyectos Especiales Patrimoniales], se recomienda
incluir el diagnóstico estructural, su conservación y
restauración del puente como uno de los productos
de la consultoría de permanencias” (p. 7).
Una vez atravesado el puente, el camino
antiguo va por la base de ladera encima del margen
izquierdo del río Guayllabamba a lo largo de
612 m lineales hacia el sur sobre una pendiente
de ascenso suave. Luego el terreno se empina y
el camino recorre una fuerte pendiente con un
sistema de “quingos” (zigzags) muy visibles sobre
la ladera (ver gura 2 y más adelante gura 8). Con
este sistema, el camino corona la cuesta en la base
sur de la loma Gualaquincha, ubicada al norte del
histórico Carapungo en la parroquia de Calderón
(IGM, 1989). Efectivamente “Carapungo”, junto con
otros, se reconoce como un centro regional aborigen
“articialmente centralizado[s] en la reducción,
pero probablemente no transplantado[s] de su[s]
sitio[s] prehispánico[s]” (Salomon, 1980, pp. 107-
108). La llajtakuna de Carapungo estuvo emplazada
a la salida del camino antiguo que sube desde el río
Guayllabamba (actual parroquia de Calderón) al sur
12
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
de la loma Gualaquincha, y por lo tanto ubicada a
una distancia entre 10-12 km al este del tambo de
Añaquito, mencionado este último por Cieza de León
(2005/1553, p. 113).
Nuevos rasgos arqueológicos asociados
con el Qhapaq Ñan
Aunque la investigación arqueológica pionera
de carácter regional que desarrolló Bray (1990)
en el valle de Guayllabamba es sistemática, es
decir, se revisó todo el terreno en busca de rasgos
arqueológicos, probablemente la intensidad de la
búsqueda varió de un sector a otro, dependiendo
de las características topogcas del paisaje, lo
que explicaría la identicación de nuevos rasgos
arqueológicos en este valle por nuestro equipo de
trabajo. Por otra parte, investigaciones más recientes
en esta región tampoco dieron cuenta de estos
rasgos nuevos y novedosos. Aunque no conocemos
la razón, el hecho es que no fueron parte del inventario
arqueológico del valle (Fonsal, 2009).
Aparte del puente y del camino antiguo que
hemos presentado anteriormente, aparecen dos rasgos
arqueológicos que llaman nuestra atención: una
terracería y una apachita. Comenta Anhalzer que
la huella que baja al Guayllabamba llega amplia
y clara. Cruza con una huella de carro bajo unas
terrazas también prehispánicas [ver abajo gura
4], para luego subir en una travesía ascendente a
una delgada arista que lo conduce a la profunda
abra del río [ver más adelante gura 5]. Hoy en
día los pencos, tunas y otras matas del bosque
seco tapan la vista a ras del suelo. En la margen
occidental del cañón queda la clara huella de
los quingos que trepan hacia Calderón [ver más
adelante gura 8] y pasando por Carapungo
llegaba el camino a Quito (2022a, p. 46).
Figura 4
Terracería agrícola en el valle de Guayllabamba
Nota. © Jorge Anhalzer.
13
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Terracería agrícola
Observamos en esta imagen (gura 4) un sistema
de terracería para prácticas agrícolas antiguas, con
seguridad de la época prehispánica tardía, y asociada de
manera directa con el camino antiguo aquí estudiado.
Mientras que éste llega desde el oeste a la base de la
terracería y luego, hacia el este, se mixtura con un
camino secundario moderno (ver gura 2), debido a
los acabados arquitectónicos podemos sugerir una
datación relativa contemporánea con las terrazas de
aparente corte inca. La terracería detectada por nuestro
grupo de investigación sugiere que fue construida sobre
dos mantos dobles de ceniza volcánica y conforma un
total de 8 escalones y 9 plataformas dispuestas de este
a oeste. El lo exterior de cada escalón tiene un muro
de contención, seguramente para retener el suelo fértil
de las capas más externas, durante la época de lluvias.
Cabe resaltar en este punto que el sistema moderno de
regadío en esta región lo facilita un sistema de sifones
que canalizan agua desde las vertientes occidentales
de la cordillera Real, pasan por debajo del pueblo de
Guayllabamba y luego descarga aguas en la loma San
Luis. Allí el agua de regadío se canaliza para alimentar
las huertas e invernaderos locales.
El dato comparativo más importante, para
entender la presencia de la terraza descrita, lo
proporciona la prospección arqueológica de la
región. Bray (1990, pp. 410-411) reporta en el valle de
Guayllabamba la presencia de dos terrazas amuralladas
con rocas (rasgo Z3-B1-057) a la manera de la descrita
de la gura 4. Las plataformas reportadas por Bray están
ubicadas en el margen izquierdo del río Pisque, cerca de
la unión de este con el Guayllabamba, y distantes una de
otra por 7 m. Aunque detalla el largo de las terrazas de
casi 15 metros y la altura de la pared mejor conservada,
de ca. 1,5 m, no detalla otros aspectos del sistema de
terracería (p. 411). No obstante, la información que
entrega Bray nos permite comparar estas terrazas con
los patrones constructivos descritos arriba para la
gura 4, descubierta por este equipo de trabajo. En este
contexto resulta importante resaltar que, la asociación
del camino inca con el sistema de terracería detectado
en el valle se explicaría por el sistema de tributación
en especies y en trabajo impuesto por el estado inca a
través del servicio obligatorio de la mita:
El trabajo se organizaba de acuerdo a la agenda
político-administrativa y con atención al
calendario agrícola. Se dice que el Inka salía en
campaña después de las cosechas y volvía para la
siembra. El trabajo público se ejecutaba durante
los meses de sequía y solo los especialistas
entrenados para un ocio permanecían
todo el año en su taller. Estos profesionales
llamados kamayuq estaban exceptuados del
servicio de mita. Guaman Poma (1980 [1615])
describe como quiro camayoq al carpintero,
rumita chicoc al picapedrero, pirca camayoc
al albañil, etc. (Matos, 2017, p. 12).
La tributación al estado inca se efectivizaba
en mano de obra y/o en productos agrícolas. En
efecto, los incas, una vez que sojuzgaron a las
poblaciones locales en la Sierra Norte del Ecuador,
impusieron un sistema de tributación destinado al
culto y a las necesidades del Estado. No obstante,
la tributación en productos dependía directamente
de la calidad de las tierras destinadas al Sol y al
Inca (Borchart de Moreno, 1998, p. 49). Aunque se
desconocen los criterios para distribuir tierras en los
territorios conquistados, Borchart de Moreno sugiere
al menos tres: 1. Las tierras de buena calidad, 2. La
cercanía de núcleos de población para trabajar las
tierras y 3. Las tierras de acceso fácil para facilitar
la transportación de los productos (pp. 49-50). De
estos criterios sin duda el camino antiguo que hemos
asociado a la época inca y que guarda una conexión
espacial estrecha con el sistema regional de
terracería del valle de Guayllabamba, debió facilitar
la transportación de productos agrícolas, como
tributo al Sol y al Inca. Apoya esta argumentación
el hecho histórico de que Guayllabamba fue parte
del sistema de expansión “legal” de tierra de los
españoles hacia la segunda mitad del siglo XVI.
Debemos señalar que la legalidad del
sistema se basaba en que las tierras que podían ser
entregadas a los españoles eran únicamente aquellas
que habían sido adscritas previamente, durante la
época Inca, para las tierras del Sol y del Inca. Puesto
que, según la concepción jurídica de la época, el
Rey de España era considerado como el legítimo
sucesor del Inca, era el único que podía disponer
de sus propiedades. Consecuentemente las tierras
realengas eran las que habían sido del Sol o del Inga,
mientras que las tierras de las comunidades debían
ser respetadas (Borchart de Moreno, 1998, p. 49).
En el valle de Guayllabamba se registra la entrega
de mercedes de tierras a partir del año 1583 (p. 65)
y por esta información histórica creemos que este
valle, antes de la llegada de los españoles, debió
haber sido destinado a la tributación del Sol y del
Inca, mediante el sistema de terracería anotado y
el camino de los Ingas, este último para facilitar el
transporte de los productos de las terrazas.
14
A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
Apachita
El rasgo arqueológico Z3-B1-001 fue descrito
como “un pequeño Pucará situado al extremo
oeste del valle mirando el punto de cruce del río
Guayllabamba” (Bray, 1990, p. 399) y corresponde
con el borde de la arista a cuya cúspide lleva el
camino antiguo, aquí reconocible en línea obscura
en primer plano (ver gura 5):
Figura 5
Vista panorámica de caminos antiguos
Nota. Los interpretamos como parte importante del Capacñán en el valle de Guayllabamba. © Jorge Anhalzer.
Concebidos los pucarás como “fortalezas sobre
elevaciones naturales” (hilltop fortresses) generalmente
de ocupación inca (Bray, 1990, pp. 379, 399), el rasgo
Z3-B1- 001 no cabría en esta nomenclatura, porque
una visita en terreno mostró una buena cantidad de
cantos rodados pequeños (ca. 10-15 cantos por dm
2
, en
un área de menos de 4 m²), pero ninguna estructura
arquitectónica asociada. Aparte, la naturaleza geológica
de los cantos es ígnea y su forma semiredondeada
15
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
indica que su procedencia es del río, con certeza del
Guayllabamba, dado que el camino antiguo nace
desde el río y llega hasta este rasgo (o viceversa), y
porque la fuente principal más cercana de este tipo
de rocas se encuentra principalmente en su lecho
(ver gura 6).
Deducimos por el tamaño pequeño y porque
no pudimos encontrar algún tipo de acanaladura,
lo que es usual en las boleadoras usadas como
proyectiles, que estos pequeños cantos rodados
(un poco más pequeños que el puño de una mano)
son rocas depositadas a propósito en este sector,
posiblemente a manera de ofrendas sacriciales
de acceso al inframundo y de conexión espiritual
con sus divinidades relacionadas. ¿Se trata acaso
de una materialización de la percepción religiosa
del caminante prehispánico frente al paisaje
encañonado del Guayllabamba en la angostura
que naturalmente ofrece el río para cruzarlo (ver
gura 7)? La intencionalidad de la disposición de los
cantos rodados nos permite proponer que se trató
de una “apachita”, es decir, “montones de piedras
adoratorios de caminantes” (Gonlez Holguín,
1989/1608, p. 30) y no de un pucará (Bray, 1990, p.
399).
Figura 6
Apachita en la loma El Jardín
Nota. Izquierda: cantos rodados de apachita. Derecha: saqueo en apachita. © Alden Yépez.
El muy mal estado de conservación de esta
apachita (gura 6, derecha), debido al saqueo infringido
y que dejó un profundo hueco, con probabilidad no
nos permitió encontrar otros materiales distintos a
los descritos. Sin embargo, durante la prospección
arqueológica realizada por Bray (1990) se detectan
fragmentos cerámicos de exclusiva liación inca
provenientes de este lugar, sumariados en la siguiente
tabla 2 (tomada de Bray, 1990, p. 428, tabla 8.7. ):
Tabla 2
Fragmentos cerámicos en apachita (reinterpretados)
Cuenco
profundo
Cuenco
pequeño
Olla Jarra Total
1 4 5 1 11
Nota. Tomado de Bray (1990).
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A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
Figura 7
Angostura del Guayllabamba
Nota. ¿Paisaje del inframundo? © Alden Yépez.
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Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
La presencia de estos pocos fragmentos
cerámicos es signicativa en la reconceptualización
de este rasgo arqueológico. Parecería ser que en las
ofrendas líticas se incluyeron fragmentos cerámicos,
lo que explicaría mejor el hallazgo reportado por el
Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) de cerámica
fragmentada al sur de la loma de Gualaquincha
en el sector que coincide con el acceso terminal
del sistema de quingos antes descrito (ver gura
8), aunque creemos prudente plantear la pregunta
a modo hipotético: ¿esta cerámica fragmentada
conguró una suerte de “apachita”, el opuesto
material binario de la apachita ubicada al frente, en
la loma El Jardín?
Conclusiones: aproximación metodológica y
resultados
Nuestra metodología de trabajo contrasta la
escala regional y la local, para lo cual utiliza VANT
y genera imágenes en alta resolución del camino
documentado. Con ellas se analiza al mismo tiempo
la imaginería digital sistematizada en un sistema
de información geográca (SIG). De la misma
forma, nuestra metodología compara la cartografía
arqueológica e histórica para contrastarla con la
realidad de campo, con la memoria oral y con la
documentación de archivo de las fuentes escritas
durante la Colonia.
Figura 8
Quingos (zigzags) del camino antiguo
Nota. Camino que interpretamos como parte importante del Qhapaq Ñan. Río Guayllabamba, loma
Gualaquincha. © Jorge Anhalzer.
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A. Yépez, A. M. Sevilla, J. Anhalzer, M. A. Vásquez, I. Herzog y K. Neumann
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2023
A lo largo de nuestra investigación hemos
denido “camino” como un fenómeno material
cuanticable y útil para el desplazamiento pedestre,
direccionado de tal forma que, de manera recurrente,
la orientación de su traza se acerque hasta el campo
visual de los sitios incas. Por otra parte, los cálculos de
menor coste tienen la propiedad de denir con mucha
precisión rutas óptimas de desplazamiento pedestre,
si es que los modelos digitales de terreno tienen una
resolución adecuada (Gilio, 2018; Murrieta-Flores et al.,
2011). Los modelos usados en nuestro estudio tienen
una resolución de 5 m² y fueron denidos con curvas
de nivel de 1 m. Los resultados obtenidos usando
varios algoritmos sugieren tramos óptimos para el
desplazamiento pedestre y reconstruyen de una manera
bastante exacta la posible ruta del camino antiguo,
si es que el criterio de su trazado fue la eciencia del
desplazamiento sobre la pendiente del terreno.
Aparte del argumento arqueológico, el
argumento histórico desarrollado en este artículo nos
permite concluir que el uso más antiguo de la angostura
del río Guayllabamba coincide con el paso que
obligadamente Cieza de León debió tomar para cruzar
el río epónimo. Este paso, que se ubica exactamente
donde ahora se encuentra el puente colonial, permite
que el camino lo cruce de un lado a otro. Es por lo
tanto un punto crítico en el trazado, una suerte de
factor de direccionamiento de la vía en la geografía
del paisaje. No se conoce de otra angostura usada
con mayor antigüedad que la que hemos denido en
nuestra investigación. Dado este hecho, no existe otra
posibilidad de cruce tan temprano, como para pensar
en una ruta alterna para Cieza de León. Considerando
que, para el caso ecuatoriano, él es el único cronista
temprano de mediados del siglo XVI que documentó
su recorrido por el Capacñán en todo su trayecto, el
cruce por esta angostura sugiere indiscutiblemente
que el tramo documentado en esta investigación de 4,8
km lineales es un segmento de la troncal principal del
“Camino Real”.
Al momento de la declaratoria de la Unesco,
el segmento materia de este trabajo no había sido
estudiado a profundidad y, en consecuencia, no
fue considerado como parte del Qhapaq Ñan. Con
los resultados obtenidos en nuestra investigación,
ponemos a consideración del INPC los motivos que
avalarían el incluir el tramo como parte de la red vial
del Capacñán que, tanto en el período inca como en los
siglos coloniales, constituyó una trascendental vía que
conectaba a Quito con la zona norte:
1. La evidencia arqueológica: terrazas, pucarás,
apachitas y vías denotan la presencia inca en toda
la zona.
2. La evidencia arquitectónica: el puente colonial
que se conserva hasta la actualidad y que, según
el acta de la sesión del Cabildo del 10 de abril
de 1668 se determinó que se construya “en la
angostura del puente viejo”, es un testimonio
físico irrefutable de que en ese lugar estuvo el
puente utilizado en la época prehispánica para
atravesar el río Guayllabamba. En consecuencia,
las dos sendas que desembocan a ambos lados
del puente son parte de una vía inca.
3. La evidencia histórica: documentación de
fuentes primarias fundamentalmente permite
datar las construcciones y reconstrucciones
del puente colonial que se conserva, así como
también las características de los caminos para
llegar a él. Desde la primera cita del puente,
de fecha tan temprana (27 de octubre de 1548)
se hace referencia a que es por el que “pasan
los naturales de estas provincias a sus pueblos
y servicio que hacen a los españoles y no
pueden pasar por otra parte alguna” (Archivo
Municipal, 1934).
Con esta investigación, quisiéramos proponer
una metodología novedosa, abierta y expansiva
para documentar, fechar en términos relativos y
comprender la traza del Capacñán en los Andes del
actual Ecuador en sus más de ca. 700 km lineales,
que uno de los autores de este estudio ha logrado
reconocer (Anhalzer, 2022a). Existen al menos 12
rutas identicadas desde el aire y con recorridos
pedestres en las que se debería profundizar el
trabajo de investigación en un futuro cercano. A
manera de cierre de este artículo, las describimos
muy brevemente de norte a sur:
1. En el Carchi hay un tramo de 30 kilómetros
intactos usado por contrabandistas.
2. Aunque está en muy mal estado, hay huellas
claras del Qhapaq Ñan en el ascenso desde el
río Chota hasta la población de Aloburo, en
lo alto de la pared que domina por el norte la
hondonada de la laguna de Yaguarcocha.
3. El Capacñán “en zanja” se puede seguir más
arriba de Cochasquí hasta las lagunas de
Mojanda y luego un largo trecho en zigzag que
baja la parte alta de la ladera norte del cerro
Mojanda en dirección a Otavalo.
4. En la salida de Quito hacia el sur existe aún un
largo trecho a partir de los tanques de agua
potable de “El Troje”.
5. Igualmente, tanto al norte como al sur de
Tambillo se pueden seguir los vestigios
del Qhapaq Ñan en la bajada a la quebrada
19
Ruta y camino: memoria, historia y arqueología del Qhapaq Ñan (Capacñán) en el valle de Guayllabamba
INPC, Revista del Patrimonio Cultural del Ecuador
Jalupana”, por Tambillo Alto y varios kilómetros
más al sur.
6. Un tramo muy largo, reconocible, aunque hoy es
asfaltado en parte, existe en el sur de la provincia
de Cotopaxi y en el norte de la provincia de
Tunguragua.
7. Lo mismo al sur de Ambato, pasando por Mocha y
los páramos del Chimborazo.
8. Existe un gran trecho también al sur de la laguna de
Colta.
9. Tixán a Achupallas: este es un tramo que empata
con la sección más conocida Achupallas a Ingapirca,
a la que duplica en distancia.
10. Igualmente, al sur de Ingapirca, tanto en la provincia
de Cañar y el norte de la del Azuay antes de Cuenca.
11. En el sur de la provincia del Azuay y en el norte
de la de Loja hay varios tramos largos de 20 o 30
kilómetros.
12. En el sur de la provincia de Loja existe un largo
tramo a lo largo del Cordón de Taranza, pasando
por la ciudad inca de Cajas.
Fecha de recepción: 17 de mayo de 2023
Fecha de aceptación: 26 de septiembre de 2023
Agradecimientos
Esta investigación fue posible gracias a la Línea
de Fomento de la Memoria Social y el Patrimonio
Cultural 2021 del Instituto Nacional de Patrimonio
Cultural. Agradecemos a todo el personal del INPC que
acompañó nuestro proceso: Valentina Brevi, Victoria
Domínguez, Sophia Checa, M. Patricia Ordóñez,
Kyra Torres, Lesly Muñoz, Freddy Ramos e Ibis Mery.
Agradecemos a los técnicos del Instituto Metropolitano
de Patrimonio, Dayuma Guayasamín y Fernando
Herrera, quienes nos acompañaron a conocer la
situación crítica del puente sobre el Guayllabamba en
miras a encontrar soluciones para su mantenimiento.
Agradecemos a la Revista Ñan por interesarse en los
caminos antiguos del Ecuador y contribuir a que más
personas conozcan de esta problemática. Gracias
Cristina Guerrero, Ilan Greeneld, Carmen Sevilla,
Carlos Burneo, Margarita de Anhalzer, Juan Diego
Pérez, Freddy Neumann, Mateo Ponce, Francisco
Navarro, Luis Andrés Pérez, José Cobo, “Popin”, Martín
González, Elisa Sevilla, Juan José Recalde, Fernando
Navarro, José Luis Chiriboga, Pedro Purtschert, por
caminar estos caminos con nosotros. Un especial
agradecimiento a Antonio Fresco “por abrir trocha”, por
su valioso esfuerzo de mapear el Capacñán en tramos
de otras latitudes ecuatoriales, por su generosidad en
compartir su conocimiento para esta investigación
y por sus valiosas críticas y aportes para poner a
punto este texto. De la misma manera queremos
destacar las conversaciones orientadoras con
Christiana Borchart de Moreno y Segundo Moreno
Yánez en el marco de este estudio. A Gabriel
y Elmer Cevallos de la Fundación Resguardo
Patrimonial, un reconocimiento por su trabajo
como defensores del importante patrimonio de la
parroquia de Guayllabamba. Al presidente del GAD
de Guayllabamba, Raúl Gordón, nuestra gratitud
por su compromiso con la parroquia y su apoyo
en el desarrollo de este estudio. Agradecemos el
apoyo de la familia Bravo quienes resguardan este
tesoro patrimonial dentro de su predio y serán
un actor clave para la puesta en valor del camino
y del puente. Un reconocimiento al trabajo de los
estudiantes de la carrera de arqueología de la PUCE
quienes colaboraron activamente con el proyecto:
Monserratte Rosero, Axell Segovia, Pablo Narváez,
Mateo Bustamante y Diego Salazar. En el trabajo
de investigación histórica, ha sido muy grato, como
siempre, contar con la colaboración del personal de
los archivos consultados: Archivo Histórico Nacional
y el Archivo Metropolitano de Historia. Y nalmente
un agradecimiento a la Unidad Educativa San
Agustín de la parroquia de Guayllabamba, a Mariana
Mena, Iván Yaguache y Gabriela Sevilla, quienes
nos abrieron sus puertas para poder compartir
con más de 60 jóvenes estudiantes las maravillas
patrimoniales escondidas en las quebradas del río
Guayllabamba.
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