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César Gonzalo Alvear Morales
Instituto Nacional de Patrimonio Cultural 2024
En denitiva, la relevancia de este ritual en la
espiritualidad del Hatun Puncha es considerable, ya
que las expresiones durante estas fechas reejan las
dinámicas místicas con los ayas mayores. El baño de
víspera representa el momento en que la comunidad
se conecta con estos poderes, experimentando una
especie de manifestación de los seres espirituales en
su entorno. Esto se evidencia en las palabras de los
comuneros: “algunos dicen que el diablo nos sigue,
que estamos con el diablo, en n. Cuando me fui a
bañar, signica que estoy con el diablo” (C. Bonilla,
comunicación personal, 3 de diciembre de 2022).
Distintos mitos, distintas personicaciones
El argumento central de este documento es
que la celebración, en sus diversas fases, se efectúa
mediante la representación de seres espirituales
personicados por los comuneros, quienes se
inmergen en el papel a través de su comportamiento,
interiorización y vestimenta. Durante los días del
Hatun Puncha (24 de junio) y del Hatun Puncha
Pacari (25 de junio), así como en los de San Pedro
(29 de junio) y San Pablo (30 de junio, aunque las
comunidades consideran al 29 y 30 como San Pedro),
los participantes adoptan una actitud combativa y
exuberante, que se maniesta en el baile colectivo
circular durante el ritual de la toma de la plaza,
vistiendo trajes distintivos.
En contraste, en el Aya Puncha (28 de junio),
el día anterior al de San Pedro, la vestimenta y la
personicación cambian para reejar a otros ayas
distintos a los representados durante la toma de la
plaza. Además, en este día, la encarnación incluye
incluso un cambio en el tono de voz para imitar a los
diablillos que los comuneros están interpretando. En
el último día, Warmy Puncha (Santa Lucía, 1 de julio),
cuando se cree que los ayas mayores han partido,
hombres y mujeres intercambian su vestimenta, con
los primeros vistiéndose como las segundas y ellas
adoptando el traje masculino.
Un aspecto notable de esta personicación
en sus distintas etapas es que los bailarines no solo
interpretan un personaje, sino que experimentan
una profunda interiorización que transforma su
comportamiento, asumiendo la identidad del ente
representado. Como señala Beauregard (2009), “…
las máscaras y trajes no solo ocultan el rostro de
los danzantes y los protegen, sino que también les
permiten transformarse y convertirse en los seres
que representan”.
Retomando la celebración del Aya Puncha,
en la tradición oral de la comunidad de Perafán, se
mantiene un mito que señala que la víspera de San Pedro,
el aya llega a medio día, razón por la que se prepara una
comida especial, la cual será compartida con algunos
vecinos. Para este rito, los comuneros deben ataviarse
de blanco porque es una vestimenta apropiada para la
llegada de San Pedro Aya en razón de que este, luego de
recorrer el mundo, llega con su ropa vieja y maltrecha,
por tanto, se le debe esperar con una mudada nueva.
En cuanto al encendido de las fogatas al ingreso
de las casas, tradicional en las vísperas de San Pedro,
los custodios indican que el propósito de encender el
fuego es para que el largo pelaje de todo el cuerpo de
San Pedro Aya, que luego de un año de recorrido llega
viejo y cubierto de pelo, se queme al pasar por las llamas,
provocando la renovación del aya. Desde el mito, esto
da a entender que el Hatun Puncha implica un ritual de
nalización y comienzo tan potentes que provoca una
transformación de sus mayores seres espirituales.
Así, la realización de tantos rituales representativos
de las circunstancias espirituales, que se producen
durante los días de celebración, permite entender que los
actos y ritos en Cotacachi se dan tomando como eje los
mitos originarios del Hatun Puncha.
El acto central, tomar la plaza
La toma de la plaza constituye el evento de
mayor intensidad de toda la celebración. Para intentar
entender este ritual central se han trazado algunas
interpretaciones, siendo dos las más difundidas. Por un
lado, se ha leído como un acto de rebeldía en contra de
las instituciones de poder asentadas en la plaza, y por
otro, se le ha aplicado el concepto peruano del tinkuy
bajo la premisa de que lo que sucede durante el Hatun
Puncha sería una forma de este rito. No obstante, en las
narrativas de las propias comunidades cotacacheñas,
ninguna de las dos interpretaciones correspondería a la
visión que los propios actores y dueños de la tradición
tienen.
En ese sentido, como ya se mencionó, las
narrativas de los comuneros orientan a entender al
Hatun Puncha como la expresión del mito de dos ayas
que arriban a Cotacachi durante la época; los bailes y
expresiones culturales desarrolladas representarían al
comportamiento y carácter de los ayas. Adicionalmente,
los relatos recogidos llevan a entender que la toma de
la plaza actuaría como un momento que rige la serie de
actos que se dan durante los días que se da la celebración.
En el relato de custodios, la toma de la plaza
constituye el punto central de la esta. Durante este
evento, todas las comunidades salen rumbo al parque
de Cotacachi para participar en una serie de actividades
colectivas llenas de energía y vitalidad. Estas se producen